Escuchar los dolores de las personas en el territorio

1002 conversatorios comunitarios, 50 foros estatales y temáticos, 18,000 personas participantes fueron la base para llevar a cabo el Diálogo Nacional por la Paz en la Universidad Iberoamericana de Puebla del 21 al 23 de septiembre.

Asistimos al evento cerca de 1,200 personas. La organización fue impecable y la calidez de nuestros anfitriones notable. Escuchamos conferencias magistrales, foros de especialistas, de víctimas, migrantes e indígenas y la exposición de buenas prácticas al nivel local en materia de seguridad, justicia y tejido social.

Tuvimos la oportunidad de conversar y conocernos en 44 grupos de 20 personas y al final nos reunimos por estados para evaluar lo ocurrido y mirar hacia el futuro.

Algunos eventos se pueden escuchar en el canal de YouTube de la Ibero Puebla. Considero especialmente valiosos el resumen de los Diálogos Sociales presentado por el P. Hernández Quezada, SJ; la conferencia magistral sobre la realidad del país a cargo de Elena Azaola y Jorge Atilano y el foro sobre buenas prácticas de seguridad ciudadana.

Resumo lo que más me impactó del evento

En primer lugar, el buen espíritu y la cordialidad que privaba. Había un deseo de escuchar, intercambiar, aprender y fundamentalmente, de encontrar alguna ruta para salir del abismo que vivimos ante una violencia inaudita y descontrolada.

En segundo lugar, la importancia del reconocimiento. Todas las personas son valiosas y merecen ser bien tratadas, desde los niños y niñas pequeñas, las juventudes, las mujeres, las personas indígenas y las mayores, así como aquellas que nos brindan un servicio y que muchas veces portan uniformes como los policías, las que limpian los espacios públicos, las meseras, entre muchos otros. Basta saludarnos y mirarnos para sentirnos reconocidos.

Los jóvenes entran a la delincuencia para tener reconocimiento por las camionetas, la ropa o las armas que portan. Quieren ser “influencers” para obtener muchos “likes” y ganar dinero.

En tercer lugar, la importancia de las autoridades locales y la necesidad de fortalecer a los gobiernos y policías municipales. En los diálogos se hizo evidente el miedo, la ansiedad, el estrés y el daño a su salud mental que experimentan los servidores públicos locales y sus familias. Sin embargo, se hizo muy claro que recuperar la seguridad en las comunidades, barrios y colonias sólo puede ser logrado por los gobiernos locales. Dignificar la función de policías, maestras y personal sanitario, en contacto directo con los ciudadanos, cambiaría la desconfianza hacia los gobernantes. Se advirtió del enorme riesgo que corremos si por la vía electoral, ese nivel de gobierno es capturado por la delincuencia.

Varios grupos se han venido reuniendo para proponer agendas a las y los candidatos.  Convendría que escucharan los dolores expresados por la población en los diálogos sociales, promovidos por los jesuitas y apoyados por toda la iglesia católica en todo el territorio. Sería recomendable también que revisaran la Agenda Nacional de Paz que resulta de ese proceso.