Feria Internacional del Libro

El valor y la vigencia de la socialdemocracia Iberoamericana

Clara Jusidman

2 de diciembre 2024

Lejos estamos de la época de oro de la socialdemocracia y de los estados de bienestar que tuvo lugar entre 1945 a 1973 en los estados del norte y centro de Europa.

Más lejos estamos aún de las condiciones políticas y económicas que dieron origen al surgimiento de un régimen alternativo al nacionalsocialismo, al comunismo estalinista y de los imperios coloniales que se enfrentaron en las dos grandes guerras del siglo pasado.

Sin embargo, no estamos tan lejos de las condiciones sociales y culturales que dieron lugar a los totalitarismos de la primera mitad del siglo pasado con grandes sectores de las poblaciones nacionales que sienten que el mejoramiento en sus niveles de vida no fue impactado por el triunfo de las democracias liberales, ni por la irrupción del capitalismo financiero, ni de la globalización. Se perciben, además, crecientemente amenazadas por el aumento de las catástrofes climáticas, las revoluciones tecnológicas en curso y por el florecimiento y expansión del crimen organizado transnacional.

Ahora bien, la socialdemocracia, como una de las vertientes suaves del socialismo, ha tenido siempre como mira la lucha contra la desigualdad y la apuesta por la distribución de la riqueza, sin atentar directamente contra la propiedad privada.

El auge de los regímenes socialdemócratas europeos en las tres décadas mencionadas tiene lugar básicamente en economías industrializadas, con un componente importante de trabajadores organizados y sociedad civil organizada, que dieron lugar al surgimiento de partidos políticos o se aliaron con estos. Contaban además con poblaciones bastante homogéneas social y culturalmente; sus mercados laborales y de capitales estaban protegidos de la competencia externa y desarrollaron capacidades estatales para proveer servicios y protección social de buena calidad y de carácter universal. Estos servicios eran usados y apreciados por los diversos estratos sociales por lo que había disposición de la población a contribuir en su sostenimiento y mejora.

Es decir, esas socialdemocracias estaban fundadas en cuatro pilares:

1. poblaciones bastante homogéneas y dispuestas a contribuir económicamente;

2. comunidades de exigencia constituidas por trabajadores industriales y sociedad civil organizados y con partidos políticos sólidos;

3. mercados cerrados a la competencia externa y

4. capacidades estatales para regular las desigualdades que generan los mercados y para proveer servicios y protección social de calidad.

En esos años también, el 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidad integrada por 50 estados, adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos como un gran pacto entre los países de economías capitalistas de libre mercado de Occidente con las economías socialistas de Europa del Este en el que los gobiernos se obligan a respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de sus poblaciones. Era un pacto entre los gobiernos y sus poblaciones para impedir abusos de los primeros sobre las segundas.

Desde mi perspectiva el gran debate entre los regímenes capitalistas y los socialistas de la época era la defensa y mayor prioridad otorgada por los primeros a las libertades individuales y por lo tanto a los derechos civiles y políticos, así como a la propiedad privada, en tanto, que para los segundos eran más importantes los derechos colectivos orientados a aminorar las desigualdades y alcanzar la justicia social que se plasmaron en los derechos humanos económicos sociales y culturales de la Declaración Universal. Estas diferencias dan lugar posteriormente a los dos pactos de derechos humanos el de civiles y políticos y el de económicos, sociales y culturales con el propósito de la comunidad internacional de recalcar que el respeto de ambos grupos tiene igual importancia.

Los regímenes socialdemócratas buscaron conciliar libertades con justicia social y enfrentar las desigualdades con la provisión de servicios sociales universales de carácter estatal en un régimen de economía mixta.

Las perspectivas del desarrollo de la socialdemocracia en América Latina.

Quisiera destacar las diferencias que existen actualmente en América Latina respecto de los cuatro pilares que dieron lugar a las socialdemocracias europeas:

  1. Sus poblaciones son bastante heterogéneas, con proporciones altas en situación de pobreza y clases medias y altas poco dispuestas a contribuir económicamente con el Estado. En la región existe una gran heterogeneidad cultural entre sus habitantes cuyos conceptos de bienestar difieren. Es asimismo la región más desigual del mundo con bases de contribuyentes y regímenes fiscales muy limitados. En 2022 sólo se recaudó el 21.5% del PIB en América Latina en comparación con el 34% recaudado en los países de la OCDE.
  2. Ausencia de comunidades de exigencia constituidas por trabajadores industriales y sociedad civil organizados. Partidos políticos sin bases sociales. En América Latina la tasa de población ocupada en la industria manufacturera es baja y una porción menor de la misma está sindicalizada. La mayor ocupación se presenta en el sector de servicios, o trabajan en micro y pequeños establecimientos. Se registran elevadas tasas de ocupación informal. En México de la población ocupada sólo el 16.1% trabaja en manufacturas; dos terceras partes lo hacen en el sector agrícola y en micro y pequeños establecimientos y el 54.2 % se ocupa en condiciones de informalidad. También en México las organizaciones de trabajadores – importantes hasta la década de los años setenta-las de campesinos, populares urbanas, de sociedad civil y los movimientos territoriales nunca alcanzaron coberturas amplias; venían decreciendo y en la última administración de gobierno fueron marginadas y maltratadas.
  3. Mercados de capitales, de mercancías y de mano de obra totalmente abiertos a la competencia externa. En los últimos cuarenta años el neoliberalismo y el capitalismo financiero auspiciaron la globalización económica, liberando el flujo de mercancías y de capitales, pero manteniendo restricciones a la libre movilidad de la fuerza de trabajo. La competencia por la inversión privada se basó en remuneraciones bajas a los trabajadores, en sistemas fiscales reprimidos y en apertura a la explotación de recursos naturales para las industrias extractivas globales. La desigualdad a nivel mundial se agudizó, surgieron poderosas empresas globales con mayor capacidad de influencia que los gobiernos nacionales y que el sistema de organizaciones internacionales que estos habían creado. Bajo estas condiciones de competencia resulta difícil para los países de la región avanzar en la creación de empleos en condiciones dignas de trabajo, así como obtener los recursos necesarios para ampliar y mejorar su oferta de servicios públicos y de protección social.
  4. El cuarto pilar de las socialdemocracias europeas fue la posibilidad de desarrollar capacidades estatales para regular mercados y proveer servicios y protección social. En América Latina, la disminución de la participación de los estados en las economías, la austeridad neoliberal iniciada en la década perdida de los ochenta y el impulso a la privatización de servicios de educación, salud, pensiones y vivienda, significaron para la mayoría de los países de la región al menos cuarenta años de retroceso en las capacidades de los gobiernos para ofrecer acceso universal a servicios y protección social y pública de calidad. Si bien hay ejemplos destacados de buenos servicios públicos sociales y de modalidades interesantes de protección social que se lograron alcanzar en las décadas de los años sesenta y setentas del siglo pasado, con la década perdida y el Consenso de Washington, la cobertura, la actualización y la calidad de esos servicios se vino abajo.

Los regímenes de matriz socialista en América Latina.

A partir de este marco general examinemos lo que está ocurriendo en América Latina. Tal vez la situación de España podría asemejarse a alguno de las dos tipas de regímenes de matriz socialista que personalmente logro distinguir en la región y que colocan como prioridad, el combate a la desigualdad y el logro de la justicia social.

En ese sentido observo dos tipos de regímenes políticos en la región.

Aún con periodos de presencia intermitente de gobiernos conservadores, Uruguay y Chile y en algunas épocas, Brasil y Costa Rica lograron avanzar en la instauración de regímenes socialdemócratas donde se observa la presencia de partidos políticos que se disputan en elecciones confiables, la población participa, se provee de servicios públicos sociales a sus poblaciones, aunque difícilmente de carácter universal, y en algunos casos, poco actualizados. Son democracias sociales donde se combina el respeto a las libertades y derechos políticos y civiles, se procura honrar los económicos, sociales y culturales, así como reducir las brechas económicas, sociales, de género, de origen y de etnias, de la diversidad sexual incluidas en las agendas progresistas. Los gobiernos mantienen un buen nivel de regulación sobre los mercados.

El segundo grupo formado por Bolivia, Venezuela, Nicaragua, Cuba, actualmente México y en una época Ecuador, con gobiernos de “izquierda” que llegaron al poder por la vía de procesos democráticos confiables.  Dicen representar al pueblo y buscar su bienestar. Se proponen superar las desigualdades económicas y sociales y la explotación de las clases subordinadas.

Sin embargo, se han instalado en un “constitucionalismo abusivo” han centralizado en sus presidencias los poderes del Estado, el judicial, el legislativo y eliminado cualquier tipo de contrapeso. Se han apoderado de los sistemas electorales. Sus liderazgos se mantienen en el poder por periodos prolongados o son sustituidos por liderazgos afines. No permiten el desarrollo y controlan cualquier tipo de organizaciones políticas, sociales y civiles, conculcan el derecho a la libertad de expresión y de acceso a la información. Son opacos en el ejercicio de los presupuestos públicos y propician la desinformación de la población.

Con un gobierno de ultraderecha El Salvador se asemeja mucho a este grupo de países que ejercen un fuerte control sobre sus poblaciones, privilegiando en este caso la seguridad y aplicando políticas muy abusivas contra las libertades. Lamentablemente, parece que Costa Rica y Ecuador han entrado en esta corriente autoritaria de ejercicio del poder.

A modo de conclusión.

América Latina se encuentra polarizada: gobiernos confrontados como los de México con Ecuador y Perú o a punto de confrontarse como Venezuela y Brasil. Su población ha sido dividida entre “élites” y “pueblo” definidos así por líderes populistas de derecha e izquierda.

Continúa siendo una región muy desigual y sus habitantes están agobiados por diversas crisis:

Una muy importante es de seguridad que se extiende principalmente por Centroamérica y los países de la costa Pacífico, provocada por los grupos del crimen organizado que ya no solo trafican con droga, sino con personas, con armas, con especies reservadas, extorsión, cobro de piso, secuestros, entre otros delitos. Además de altas tasas de homicidio generan nuevas vulnerabilidades sociales: miles de huérfanos, víctimas directas e indirectas, personas esclavizadas, familias desplazadas o desalojadas, personas que pierden todo su patrimonio.

Otra deriva de catástrofes por el cambio climático como son incendios forestales, sequías, inundaciones, huracanes, aumentos del nivel del mar, presencia de dengue, entre otras. A estas se suman las de tipo antropogénico como es la deforestación, la expansión del gusano barrenador, el crecimiento urbano sin control y la carencia de viviendas, o bien, crisis energéticas como las que viven Cuba y Ecuador. Generan migraciones por razones ambientales.

Una crisis de los partidos políticos y una tendencia a gobiernos populistas de izquierda y de derecha, autoritarios, concentradores de poder, tienden a la militarización, son abusivos de las constituciones, limitan la información y la organización de la población, persiguen a las organizaciones civiles (Ley del Odio de Venezuela), a las y los comunicadores, son antagónicos a los movimientos feministas, de la diversidad sexual, de defensa de derechos humanos y del medio ambiente.

Además, destruyen capacidades estatales, al cancelar instituciones y expulsar personal capacitado provocando dificultades para atender las necesidades en materia de salud, educación, vivienda, alimentación y protección social de la población, así como crisis de gobernanza.

Más que en una etapa de construcción para enfrentar los persistentes problemas de desigualdad, pobreza, y discriminación y apoyar una agenda progresista, los gobiernos de la región tienen que encarar la pérdida de vidas, la desaparición y el comercio de personas, la destrucción de la naturaleza y de actividades económicas, la expulsión y desalojo de poblaciones y las grandes migraciones, el deterioro de los servicios públicos sociales.

 Frente a la gran incertidumbre sobre el futuro que generan los cambios tecnológicos, así como el resurgimiento de los nacionalismos, de gobiernos de ultraderecha en los países de Europa y Norteamérica, con guerras y confrontación de dos bloques económicos, América Latina está desarticulada sin un proyecto regional de futuro, ni con organismos, ni centros potentes de pensamiento.

No estamos preparándonos para el cambio de época que está ocurriendo.

Bibliografía

Borja Barragué Calvo Las raíces filosóficas del proyecto socialdemócrata: entre el liberalismo y el republicanismo Astrolabio: revista internacional de filosofía, ISSN-e 1699-7549, Nº. 15, 2013, págs. 25-31

Francisco de Paula Puy Muñoz La socialdemocracia y su parentela ideológica Anuario de filosofía del derecho, ISSN 0518-0872, Nº 10, 1993, págs. 73-88 Idioma: español

Duque Daza, J. (2012). Ludolfo Paramio. La socialdemocracia (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2010), 88 pp.. Revista Mexicana de Sociologí­a, 74(4). doi: http://dx.doi.org/10.22201/iis.01882503p.2012.4.34457

Cristina Monge [1] [1] Política La socialdemocracia se juega en la batalla contra el miedo  Nueva sociedad, ISSN 0251-3552, Nº. 297, 2022 (Ejemplar dedicado a: La socialdemocracia ha muerto, viva la socialdemocracia), págs. 81-90Idioma: español

Manzano Viera, J. R. (2018). La Socialdemocracia en América Latina.: Los casos de Chile y Uruguay. MUUCH’ XÍIMBAL CAMINEMOS JUNTOS, (6), 185–203. https://doi.org/10.26457/mxcj.v0i6.2289

Kenneth Roberts, ¿Es posible una socialdemocracia en América Latina?  ISSN: 0251-3552 Nueva Sociedad, Nueva Sociedad 217, Septiembre – Octubre 2008

Tomás Straka, Nueva Sociedad o el nacimiento de una socialdemocracia global Nueva Sociedad, Nueva Sociedad, Septiembre 2022

Martin Rein, Gøsta Esping-Andersen, Lee RainwaterStagnation and Renewal in Social Policy (1 enero 1987) Routledge; Edición Abridged ISBN-10: ‎ 0873323904 ISBN- 13: ‎ 978-0873323901

  1. The Comparison of Policy Regimes: An Introduction, Gøsta Esping-Andersen, págs. 3-14
  2. Social Policy and Accumulation: A Critique of The New Consensus, Fred Block, págs. 13-31

7.   From Welfare State to Welfare Society. Martin Rein, Lee Rainwater, págs. 143-159