Palabras de Clara Jusidman en el homenaje a la vida de Porfirio Muñoz Ledo.

Edición 2023 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara

28 de noviembre 2023

Universidad de Guadalajara.

Agradezco al Maestro Tonatiuh Bravo Padilla la invitación a este merecido homenaje a la vida de Porfirio Muñoz Ledo un muy destacado intelectual, diplomático, servidor público, legislador y maestro.

Aunque me pidieron hablar de su participación en el proceso constituyente de la Ciudad de México, quisiera usar unos minutos para contar el porqué de mi enorme reconocimiento, respeto y aprecio por Porfirio Muñoz Ledo como constructor de instituciones del Estado y promotor de la democracia.

Lo conocí en el año de 1974 cuando ocupaba la Secretaría del Trabajo y Previsión Social del gobierno de Luis Echeverría, un personaje de luces y sombras de nuestra historia. Posiblemente algunas de las pocas luces de esa presidencia como la Carta de Deberes y Derechos Económicos de los Estados, se debieron a la gran inteligencia y visión de Porfirio Muñoz Ledo.

Durante la presidencia de Echeverría los avances en materia económica no fueron suficientes para enfrentar la crisis económica internacional, provocada por la escasez de petróleo.  Disminuyó la inversión privada, el gasto público y la deuda externa aumentaron de forma considerable. El tipo de cambio fijo que existía desde 1954, de 12.50 pesos por dólar, al final de ese sexenio llegó a  20 pesos por dólar. 

Para solucionar de algún modo la crisis y apoyar al sector obrero que empezaba a resentir una creciente inflación, en 1973 se creó la Comisión Nacional Tripartita, un gran espacio de diálogo social, formado por empresarios, líderes sindicales y funcionarios públicos.

De la Comisión Nacional Tripartita y seguramente producto de la enorme capacidad de Porfirio para construir instituciones del estado, nacieron varias destinadas a proteger el salario en su ejercicio, la más destacada fue el INFONAVIT, pero también el FONACOT y el Comité Nacional Mixto de Protección al Salario CONAMPROS. Este último antecedente de otras dos instituciones impulsadas por Porfirio y creadas en 1975: el Instituto Nacional del Consumidor y la Procuraduría Federal del Consumidor.

En ese entonces yo trabajaba en la Dirección General de Estadística montando lo que ahora se conoce como la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), la primera encuesta continua por muestreo para captar las características de la población en los periodos intercensales.  Porfirio Muñoz Ledo me llamó y me propuso que dejara la Dirección General de Estadística donde “nunca sería reconocida por nada que hiciera ahí” y para que me convirtiera en la secretaria técnica del Consejo de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos.

Acepté el ofrecimiento y empecé a trabajar en la Comisión. En 1975, como secretaria técnica me tocó firmar una supuesta resolución del Consejo General de la Comisión donde se aprobaba un significativo aumento al salario mínimo del 23% para 1976. Ello como respuesta a una devaluación equivalente del peso mexicano y para proteger el poder adquisitivo del salario mínimo. En realidad, la decisión de ese aumento fue del propio Luis Echeverría, seguramente promovida por Porfirio Muñoz Ledo.

A partir de ese momento las resoluciones de la Comisión Nacional, influidas por la Secretaria de Hacienda y Crédito Público y el Banco de México, empezaron a dejar caer el salario mínimo legal por los siguientes 20 años hasta alcanzar una cuarta parte del valor que tuvo en 1976. Fue en el gobierno de Ernesto Zedillo que se detuvo esa caída. Sin embargo, por otros 20 años más nuevamente por presión de Hacienda y Banco de México, en las fijaciones anuales sólo se les reponían la pérdida de poder adquisitivo por el aumento de los precios del año previo. Todo intento por reponerle al salario su poder adquisitivo como fue en 2002 el de Carlos Abascal Carranza, secretario del Trabajo de Vicente Fox era frustrado por esas dos conservadoras instituciones.

Estoy convencida que el fracaso de nuestra democracia, el aumento de la pobreza laboral y de la violencia en el país subyacen en esa sostenida pérdida de ingresos de los trabajadores.

Hasta 2018 el gobierno de López Obrador reconoció que era urgente empezar a reponer el poder adquisitivo perdido por la clase trabajadora a lo largo de 40 años.

Ahora bien, al término de la presidencia de Echeverría, Porfirio Muñoz Ledo fue designado Secretario de Educación Pública cargo en el que lamentablemente para el país, permaneció por muy poco tiempo debido a intrigas políticas.

Yo permanecí en el sector laboral, en calidad de Directora General del Empleo, invitada por Pedro Ojeda Paullada. Desde esa posición fui testigo de la gran transformación de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social que había realizado Porfirio Muñoz Ledo y la gran calidad del equipo de personas que lo acompañaron. Como hombre de gran inteligencia supo rodearse de personas inteligentes y expertas.

Porfirio, que estaba al tanto del Programa Mundial del Empleo, lanzado en la década de los años setenta por la OIT, creó una subsecretaría especializada en empleo y productividad, trato de sacar la formación profesional de los trabajadores de la SEP y pasarla a institutos especializados dentro del sector laboral como ocurría en Brasil, Colombia y Costa Rica; creo el Instituto Nacional de Estudios del Trabajo, el INET, para la investigación y la formación de personal especializado para el sector laboral. También incorporó a académicos y funcionarios latinoamericanos muy destacados que huyeron de las dictaduras militares, como expertos de proyectos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

La Secretaría dejó de ser una institución menor en el gabinete presidencial, encargada solo de la conciliación laboral, los contratos colectivos y las inspecciones del trabajo. Ojeda Paullada tuvo el acierto de mantener las innovaciones introducidas por Porfirio Muñoz Ledo. La mediocridad, los interese y la corrupción de Arsenio Farell, secretario del Trabajo de Miguel de la Madrid, destruyeron la institucionalidad avanzada por Porfirio, para hacer retornar a la Secretaría del Trabajo y PS a las sombras.

La presencia de Muñoz Ledo como secretario del Trabajo de 1971 a 1975 ha sido la época más luminosa del sector público laboral en la historia de México.

Yo permanecí hasta 1991 colaborando en el servicio público. Después de 20 años y una vez incorporada en el movimiento de las organizaciones de la sociedad civil en lucha por la democracia, Porfirio que estaba participando activamente en las reformas a la legislación e instituciones electorales por el PRD, me llamó en 1994 para pedirme que me integrara al Consejo Técnico para la Evaluación de la Auditoría del Padrón Electoral. Una actividad que permitiría asegurar la calidad del Padrón que por muchos años había sido el instrumento electoral más controvertido y criticado.

Inicié así una relación amistosa con Porfirio que me convocaba a otros emprendimientos que asumía, o para participar en sus programas en televisión mexiquense.

El proceso de la Constituyente de la Ciudad de México

En 2016 el Congreso aceptó los cambios al artículo 122 constitucional para dotar a la Ciudad de México de una constitución política y reconocer los derechos que habían sido conculcados a los ciudadanos del Distrito Federal durante siglos, y que se profundizaron a partir de 1928 cuando Álvaro Obregón canceló la autonomía de los municipios de la Ciudad de México para elegir a sus gobernantes y sustituirlos por zonas delegacionales.

Finalmente, se había vencido la reiterada oposición del Senado de la Republica para que la ciudad, centro de la lucha democrática y de tantos acontecimientos precursores de la misma, se convirtiera en una entidad federativa, en la cual su ciudadanía elegiría con su voto, a sus autoridades. Se superaría, de acuerdo con Muñoz Ledo, “la subordinación política, la marginación económica y la discriminación que desde sus orígenes habían vivido los pobladores de la ciudad de México”. La Constitución sería el primer pacto social de las y los capitalinos.

Miguel Ángel Mancera había nombrado desde el inicio de su gobierno a Porfirio Muñoz Ledo como Comisionado para la Reforma Política del Distrito Federal y secretario ejecutivo de la Comisión Redactora del Proyecto de Constitución para la Ciudad de México.

Me invitaron a formar parte de un grupo de personas que se encargarían de formular un proyecto de constitución para la Ciudad de México que serviría cómo base de discusión de la Asamblea Constituyente qué se crearía en septiembre de ese mismo año.

El grupo se instaló el 5 de febrero de 2016 y estaba conformado por 28 personas entre las cuales se encontraban miembros de la academia, artistas, representantes de la cultura, de organizaciones civiles, de los pueblos originarios, prominentes juristas e historiadores.

Anteriormente, Porfirio desde su oficina había llevado a cabo múltiples reuniones, consultado y escuchado a diversos sectores de la población y personas expertas en la materia, incluso, recibido varias propuestas completas del texto constitucional.

Como era frecuente Muñoz Ledo se había rodeado de un equipo de profesionistas jóvenes de una calidad excepcional y con un gran compromiso. Mencionaría a tres con los cuales interactuamos intensamente durante los 11 meses que tomó el desarrollo del proyecto y los trabajos de la Asamblea Constituyente. Los habitantes de la Ciudad de México, tenemos una gran deuda: Gustavo Vela, Brenda Gómez Carrillo y Andrea Pérez.

La experiencia del desarrollo del proyecto fue sumamente enriquecedora, prevalecía un entusiasmo y un gran interés tanto de algunos de los integrantes del Grupo Redactor, como de varios asesores externos de las universidades, expertos en desarrollo urbano, en derechos humanos, en derechos de los pueblos, en sistemas electorales y en temas de gobernanza.

Se tuvieron que remontar varios obstáculos en el desarrollo del proyecto como fue una competencia por el liderazgo del proceso, intentos de simulación del trabajo del grupo o de imponer  proyectos previamente redactados. Expertos constitucionalistas tomaron posiciones muy críticas por la extensión que estaba adquiriendo el proyecto. Se referían a la Constitución de Estados Unidos de Norteamérica como el modelo a seguir por su brevedad.

Porfirio resistía con firmeza y convicción. Sabía que la tarea era históricamente trascendente. Decía que sería la primera constitución formulada en el siglo XXI, como secuencia de la serie de constituciones sociales que se aprobaron a finales del siglo XX en América Latina.

El Proyecto de Constitución Política de la Ciudad de México entregado por el Dr. Mancera el 15 de septiembre de 2016 a la Asamblea Constituyente refleja gran parte el pensamiento de Porfirio Muñoz Ledo en los últimos años de su vida.

Ratifica su compromiso y trata de avanzar respecto de la Constitución Política en los derechos laborales y sindicales por ejemplo, propone una jornada laboral de 40 horas; en el derecho a la educación, diseña una sistema de educación con jornadas ampliadas para la ciudad; así para los derechos de los pueblos originarios, la democracia y la participación ciudadana que cruzan todo el proyecto, la revocación de mandato, la reducción de la edad para votar a 16 años, la renta básica universal y la defensa del principio de subsidiariedad. Muñoz Ledo quiso dotar a la ciudad de México de un marco constitucional que le permitiera actualizar y avanzar en el reconocimiento de derechos ciudadanos surgidos a partir de la vida urbana y una organización más avanzada de la institucionalidad de su gobierno como fue la propuesta del sistema de planeación y ordenamiento urbano, con miras de largo plazo.

Propuso usar como como marco de la Constitución, la estructura de la Carta de la Ciudad de México por el Derecho a la Ciudad, una iniciativa surgida y negociada desde 2007 con el Gobierno del Distrito Federal por diversas organizaciones del movimiento urbano popular[1].

La Asamblea Constituyente quedó integrada por 87 diputados y diputadas designados por los partidos políticos y por sus fracciones de legisladores, un diputado ciudadano, seis nombrados por el presidente de la República, que de inmediato se sumaron a la fracción del PRI y seis designados por el Jefe de Gobierno.

No fue una Asamblea realmente representativa de los habitantes de la ciudad. La mayoría de los diputados, eran originarios de muy diversas entidades federativas del país, pocos habían nacidos en la ciudad o tenían experiencia de gobierno en ella. No comprendieron el alcance y sentido del Proyecto y procedieron a deslavarlo, a incorporar sus intereses personales o de sus partidos y a frenar cualquier disposición que fuera más allá de lo prescrito en la Constitución Política del país.

La bancada del PRI, poderosa aún debido a que el gobierno federal estaba en manos de ese partido, tomo posesión física de inmediato de las bancas centrales en el Palacio de Xicoténcatl; mostró una disciplina total; el sentido de sus votos les era comunicado por vía de sus teléfonos celulares desde un comando central controlado por la Secretaría de Gobernación; incorporó a expertas que fueron instruidas previamente. Fueron particularmente duras dos diputadas respecto de los artículos relacionados con el derecho a la educación y los derechos de los trabajadores, tan cercanos a Muñoz Ledo.

La bancada del PRD apoyada por el gobierno de la ciudad, asumió la defensa del Proyecto presentado por el Dr. Mancera. Incorporó a varios expertos como diputados. Dolores Padierna, tomó el liderazgo de la fracción y de las discusiones. Se hizo el propósito de sacar la constitución a toda costa y costo, negociando con los diversos partidos. Hizo a un lado a Porfirio evitando que presidiera la Asamblea Constituyente y relegándolo a una comisión para conciliaría lo que se fuera aprobando. Porfirio con su equipo y el pequeño grupo de diputados designados por Mancera, buscamos estrategias para evitar lo más posible los cambios  al Proyecto.

La bancada del PAN funcionaba dividida en tres fracciones: los ultraconservadores, los defensores de los intereses privados en la ciudad y los conciliadores.

Obviamente la bancada menos organizada y más grande, era la de Morena, que apenas estaba en proceso de constitución. A  Bernardo Batiz, coordinador de ésta, le costaba mucho trabajo controlar el protagonismo de algunos personajes que constantemente se oponían a todo y tomaban la tribuna con largas intervenciones.

En fin, habría mucho que contar de las vicisitudes por las que pasó Porfirio Muñoz Ledo en esta experiencia.

Sin embargo, su inteligencia, su extraordinaria memoria, su experiencia, sus amplios conocimientos, su entrega comprometida a la tarea a pesar de sus condiciones de salud y el gran esfuerzo que hizo para dialogar, escuchar e incluir a la diversidad de actores políticos, sociales, económicos y culturales de la ciudad de México, fueron un factor fundamental para que los derechos de los habitantes de ésta se equiparen con los del  resto país.

Fue un honor trabajar a su lado y compartir una partecita de su larga y valiosa lucha.


[1] Ciudad democrática, Ciudad incluyente, Ciudad sostenible, Ciudad productiva, Ciudad educadora,  Ciudad habitable, Ciudad segura ante los desastres y accidentes, Ciudad segura libre de violencia, Ciudad saludable, Ciudad convivencial y culturalmente diversa