Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería
Marzo 1, 2024
Buenos días, saludo a mis compañeros de mesa y a quienes nos acompañan en la presentación de este breve, pero sustancioso texto del Dr. Cordera.
El libro “Una mirada al desarrollo mexicano” fue publicado en la serie “Cuadernos del Seminario” por el Seminario de Cultura Mexicana en colaboración con el Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED). El Dr. Cordera y yo somos miembros del Seminario, una interesante e histórica institución fundada por José Vasconcelos en 1942, para la difusión de la cultura en todo el país.
El Programa Universitario de Estudios del Desarrollo como ustedes saben, es a su vez un importante programa de la Universidad Nacional Autónoma de México que integra a brillantes investigadoras e investigadores de varias generaciones, y es dirigido por el Dr. Cordera.
Estoy segura de que para nadie de las y los presentes es desconocida la profunda capacidad analítica y de articulación conceptual y teórica que, sobre muchos aspectos de la realidad nacional, tiene Rolando Cordera, así como su sostenida convocatoria a la reflexión y a la producción de pensamiento colaborativo. Mantiene asimismo, una aportación constante a la discusión pública mediante su producción editorial semanal.
En particular, destaca su conocimiento y su interés por desentrañar las complejidades de la economía política y de la cuestión social de México y de América Latina, así como la relación con Estados Unidos y el Mundo.
En el texto que hoy presentamos, el Dr. Cordera logra nuevamente combinar el análisis macroeconómico y sectorial con el político. Los relaciona con las visiones ideológicas dominantes en el mundo y las fuerzas en disputa por el poder, así como con la cuestión social expresadas en sus grandes fallas: la persistente desigualdad y la aguda pobreza.
Como ávido lector, investigador y profesor, los escritos de Cordera se alimentan de los teóricos marxistas, de los keynesianos, de la social democracia y de manera muy importante, del pensamiento de la CEPAL en su análisis sobre la heterogeneidad estructural y la importancia del progreso técnico.
En 1981 junto con Carlos Tello, publicó un importante texto “La disputa por la Nación. Perspectiva y opciones de desarrollo” escrito ante el ocaso de un modelo de gestión de la economía nacional gestado después de la Revolución Mexicana.
Como lo señala Cordera en su texto actual, ese modelo se fue estructurando a partir de los años treinta con la presidencia del General Lázaro Cárdenas y se basó en la centralidad de la idea del “desarrollo desde dentro”, con la mira puesta en modernizar la economía nacional mediante la industrialización, teniendo al Estado como principal promotor creando y controlando las industrias básicas como el acero, la electricidad y el petróleo, e invirtiendo en infraestructura carretera, hidráulica y de comunicaciones.
Ese modelo nos recuerda Cordera incluyó también una serie de medidas para incidir en el bienestar de la población como fue un importante reparto agrario y el desarrollo de servicios públicos de salud, educación y protección social. Fue la etapa de nuestra historia donde se consolida la identidad nacional y se crea un Estado con el desarrollo de una importante institucionalidad pública.
Ese modelo fue muy exitoso en sus primeros 25 años, hasta finales de la década de los años sesenta. Tardó otros veinte años en debilitarse hasta llegar a la llamada década perdida de los años ochenta.
En esa década transitamos entonces a un modelo abierto a la economía mundial, que permitió el ingreso de mercancías e inversiones de todo el mundo. Esa apertura fue realizada en julio de 1986 de manera muy abrupta con la adhesión de México al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), durante la presidencia de Miguel de la Madrid. Fue operada fundamentalmente por el grupo de los llamados Doctores que continuaron a cargo de las principales decisiones económicas en la presidencia de Carlos Salinas.
Recuerdo que representó un golpe mortal para varias ramas de la industria manufacturera que habían nacido y vivido protegidas de la competencia extranjera, bajo el modelo de protección del mercado interno, que para algunos analistas se prolongó demasiado. Como directora del Instituto Nacional del Consumidor a finales de la década de los ochenta, fuimos testigos de la invasión de juguetes, ropa, electrónicos, llantas de muy mala calidad, provenientes principalmente de los países asiáticos.
Ese cambio de modelo económico del país significó también una drástica disminución de la injerencia del Estado en la economía. Se vendieron más de 1 000 empresas que estaban en manos del sector público. Lamentablemente se inició asimismo el retiro del Estado en la provisión de bienes y servicios públicos de calidad en materia de bienestar social, situación que ha subsistido hasta la fecha.
Se pasó al predominio del mercado y de la inversión privada con la expectativa de que ésta sustituyera a la importante inversión pública, que fue el motor del modelo anterior y generó la infraestructura gracias a la cual sigue funcionando nuestro país.
De la lectura del primer capítulo del libro de Cordera, que hace un breve y rico recorrido histórico dividido en tres etapas, creo importante destacar el hecho de que debió transcurrir poco más de un siglo lleno de turbulencias, desatinos y confrontaciones desde el fin de la Guerra de Independencia en 1821, para que las facciones que existían en el territorio, reconocieran a la autoridad federal, se constituyera finalmente una identidad nacional y se empezara a generar un partido político fuerte y a desarrollar una institucionalidad estatal.
Ya el siglo XX nos tardamos setenta años en substituir por la vía pacífica, a ese partido dominante del poder y alcanzar una democracia electoral de baja intensidad que poco se ha traducido en el bienestar para las mayorías y, por tanto, como señala Cordera en desarrollar ciudadanía social.
El proceso histórico de los dos últimos siglos, como reflexiona el autor, fue dejando lastres de élites cada vez más desvinculadas del resto de la población, concentradoras de enormes riquezas, profundizando la desigualdad y la pobreza y una trayectoria de “inconclusiones” como él las llama.
Yo agregaría que fue desarrollando profundos y persistentes entramados de corrupción, comportamientos cada vez más cínicos en política que han sumido al país en las violencias, bajo el manto protector de la impunidad. Cómo dirían los clásicos, el dinosaurio persiste y es cada vez más rijoso.
La lectura del texto del Dr. Cordera, con quien he compartido 60 años de vida pública, me hizo recordar y entender mejor, momentos de nuestra historia en donde tuve algunas experiencias como servidora pública.
Uno de ellos fue cuando el presidente José López Portillo, como lo relata Rolando, decidió que los ingresos públicos aumentados por la explotación de los nuevos yacimientos de petróleo fueran “sembrados” en el país y no guardados en un fondo. Con ese fin y ante el creciente problema del empleo, en el Programa Nacional correspondiente, desde la Secretaría del Trabajo y Previsión Social incluimos varios proyectos altamente generadores de empleo como el desarrollo de la acuacultura, la recuperación de suelos erosionados, la reforestación para generar pequeñas fábricas productoras de papel. Como consecuencia, se sembró nopal en muchas regiones secas del país, se impulsó más la acuacultura y floreció el Servicio Nacional del Empleo.
El rápido y profundo recorrido de dos siglos de nuestra historia económica y social y la insistencia de Rolando Cordera en una serie de reformas necesarias y urgentes como es una reforma fiscal acompañada de una revisión reflexionada y sustentada del gasto público, la recuperación de los prácticas de planeación y programación, la reconstrucción de las capacidades del Estado para proveer bienes públicos de calidad, la importancia de aumentar la inversión pública y el progreso técnico y con ello, el crecimiento con distribución del ingreso y la riqueza para enfrentar la desigualdad y la pobreza, son resultado de muchos años de reflexión, estudio y promoción del diálogo.
El texto que hoy presentamos es por lo tanto, una reiterada convocatoria y propuesta de Rolando Cordera y de los grupos de pensamiento que lo han venido acompañado, así como de los investigadores jóvenes que se han ido incorporado a estos, a cambiar el curso del desarrollo de nuestro país; a pensar y dialogar de manera participativa, incluyente y democrática y conducir a un desarrollo con crecimiento y distribución.
Con tanto estado como mercado sean necesarios, pero que al fin nos permita llegar a la conclusión de tantas experiencias inconclusas, arribar a una sociedad con mayor y más libre participación política, a mayor justicia social y a un futuro autogenerado y planeado y no como resultado incierto del proceloso cambio de época que estamos viviendo.