Presentación del libro Activación comunitaria desde sus Recursos

Clara Jusidman

 Octubre 17 ,2024

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Agradezco a los autores del libro Rolando E. Díaz-Caravantes, Fernanda Elizalde Castillo y Pablo Armando Escoboza Castillo la oportunidad de presentar su valioso texto y de comentar su aportación en el diseño y puesta en práctica de políticas sociales y de acciones para la construcción de paz.

Además de proponer una muy interesante forma de aproximarse a una comunidad por agentes externos, sean estatales o no estatales, los autores nos ofrecen la metodología, la secuencia y las herramientas para hacerlo. En particular, exponen los valores que deben respetarse al hacer esas aproximaciones.

Desde hace muchos años me he preguntado cómo desarrollar políticas sociales que efectivamente les sean de utilidad a las personas y a sus comunidades. Eso se podría traducir en ¿cómo contribuir a construir ciudadanía y comunidad con las herramientas y los recursos de la política social en un sentido amplio?

Por política social en ese sentido, incluyo educación formal y no formal, salud, protección social, empleo e ingresos, servicios urbanos, vivienda, alimentación, arte, cultura y deporte y programas contra la pobreza, contra la discriminación y para el cierre de brechas de desigualdad.

Lamentablemente, desde hace treinta y cinco años, abandonamos la rica concepción de política social que se venía construyendo y experimentando en México, Se redujo a programas de transferencias monetarias de ingreso con el fin de combatir o evitar la reproducción de la pobreza. Se abandonó el enfoque que trataba de articular las políticas sociales sectoriales y también, con la política económica.

Desde mi punto de vista, construir ciudadanía desde agencias estatales significa la realización de los derechos humanos de las personas, tanto los políticos como los civiles y los económicos, sociales y culturales, reconociendo la diversidad social y la necesidad de cerrar brechas de desigualdad.

Esto significa apoyar el ejercicio de ciudadanía plena, y no sólo en los aspectos materiales. Para lograrlo se requiere construir y actualmente reconstruir, las capacidades del Estado para cumplir con sus obligaciones de respetar, garantizar, proteger y promover la realización de esos derechos.

Esa visión de planificación con perspectiva de derechos humanos, impulsada por organizaciones de la sociedad civil en México a principios de este siglo, permitiría definir una hoja de ruta de largo plazo para el desarrollo progresivo de esas capacidades especialmente en materia social, económica y cultural y la construcción de un Estado Social de Derecho que garantizara el ejercicio de los derechos civiles y políticos y dentro de ello, las libertades fundamentales.

En paralelo, la construcción y reconstrucción de comunidad, de cohesión social o del tejido social se refiere a la vida colectiva, con el desarrollo o preservación de relaciones de confianza, de empatía, de solidaridad, de respeto, de transmisión de saberes culturales y de habilidades para la vida, de solución pacífica de conflictos, de diálogo y escucha. Es decir, la vida en común, en paz,  en conjuntos de personas que son responsables de contribuir a la construcción y a la felicidad de seres humanos, desde las familias, comunidades, colonias, barrios, vecindades, escuelas, iglesias, empresas, organizaciones y movimiento sociales, civiles y particulares.

Desde la mirada de política social macro y meso, la construcción de comunidad o de colectivos a nivel micro, posiblemente podría traducirse en evitar realizar intervenciones que minen la convivencia pacífica, el tejido social y por el contrario, generen un ambiente propicio para el mejor desarrollo del sentido de pertenencia, de identidad y confianza en esos colectivos.

Un ejemplo para aclarar a qué me refiero. Cuando Santiago Levy propuso como política social el programa originalmente llamado Progresa, después conocido como Oportunidades y Prospera, cuyo fin era evitar la reproducción de la pobreza, planteaba que las transferencias se dirigieran solamente a los NNA de las familias que estaban estudiando y reunían ciertos requisitos.

Afortunadamente, los demógrafos que en ese tiempo estaban en el Consejo Nacional de Población, convencieron a Levy y a su equipo, que ese enfoque minaría y generaría mayor desigualdad al interior de las familias; que era mejor otorgar la transferencia a éstas, a través de las mujeres para asegurar que efectivamente se usara en bien de las familias.

Un ejemplo positivo, en cambio, es la política que procura ampliar y mantener espacios públicos y activarlos mediante actividades culturales, deportivas, recreativas de encuentro social o apoyar la celebración de las fiestas religiosas y tradicionales de las comunidades para preservar sus identidades y recuperar sus historias.

En la actualidad, muchas personas, organizaciones e instituciones sociales, civiles y particulares nos hemos preguntado qué podemos hacer y cómo podemos contribuir a construir ciudadanía y comunidad, además de enfrentar los graves niveles de violencia que padecemos.

Esto ante la experiencia de los últimos seis años en donde la política social se ha convertido en transferencias monetarias individuales directas no condicionadas, otorgadas por el presidente de la República, de manera poco transparente, que no necesariamente llegan a las personas en pobreza extrema, ni tampoco generan una ciudadanía libre, sino dependiente y subordinada.

A lo anterior se suma el deterioro de los servicios públicos de educación, salud y protección social iniciado desde hace 40 años y que parecería irreversibles. Además de las brutales e inhumanas violencias que están sufriendo muchas personas, familias y comunidades en el territorio nacional en lo que podemos estimar, en una cifra gruesa, que ya debe haber por lo menos un millón y medios de personas vivas afectadas por los asesinatos, desaparición y secuestros de sus familiares, los desplazamientos, los despojos, la discapacidad por uso de armas, la orfandad y la explotación sexual, entre otros.

En este contexto, muchos activistas, defensores de derechos humanos y académicos reconocemos que el diálogo y la escucha por parte de la mayoría de los gobiernos municipales, estatales y claramente, del federal, están en su más bajo nivel y que tratar de incidir en políticas de gobierno, es una pérdida de tiempo. Sus capacidades institucionales en materia de seguridad, por ejemplo, están destruidas o tomadas por las bandas delincuenciales.

Asimismo, consideramos que recuperar enfoques y políticas sociales que operaron en otras épocas, tampoco parecería pertinente dado el cambio civilizatorio que estamos viviendo con grandes riesgos para la humanidad como la crisis climática y el surgimiento de nuevas vulnerabilidades consecuencia de las violencias. La globalización ha impuestos limitaciones a los gobiernos nacionales para enfrentar los cambios.

Volvamos ahora al texto de Activación comunitaria desde sus Recursos y la contribución que este hace a las dos reflexiones señaladas.

Personalmente en los espacios de sociedad civil y académicos en que me muevo he estado insistiendo en la necesidad de escuchar los dolores de las personas y de las comunidades: ¿qué les preocupa?, ¿qué los agobia?, ¿qué les hace falta? Para ver cómo podemos ayudar desde los gobiernos o las organizaciones civiles o filantrópicas.

De acuerdo con las tesis planteadas por el texto que hoy presentamos eso podría traducirse en una visión paternalista: díganme qué necesitan que yo les pueda dar, conseguir u ofrecer para que resuelvan su problema. No les preguntamos qué soluciones reales piensan que pueden desarrollar a partir de sus propios recursos y qué efectivamente requieren de los agentes externos que inciden actualmente en su vida colectiva.

Ese es el cambio de enfoque que nos proponen las personas autoras del libro.

En este, exponen detalladamente una metodología para construir o recuperar sentido de comunidad y hacer conciencia a sus integrantes de los recursos que poseen, tanto en su interior como provenientes de agentes externos y para definir de manera colaborativa, los proyectos comunes que quieran llevar a cabo.

Después del proceso de activación comunitaria conducido con todo respeto por facilitadores externos y con conectores surgidos de la propia comunidad, el propósito buscado es que la comunidad pueda  llevar a cabo esos nuevos proyectos  de manera autónoma y a partir de sus propios recursos.

Se trata de una aproximación sumamente respetuosa pues consiste esencialmente en detectar a personas de la comunidad que puedan funcionar como conectores para activar proyectos comunes, generar confianza y permitir que la propia comunidad reconozca los recursos que tiene.

Es una metodología que avanza sobre las experiencias de promover diagnósticos comunitarios o participativos con el fin de detectar necesidades comunes para, a partir de ello, desarrollar intervenciones de gobierno o de organizaciones sociales y civiles.

Como señalaba antes, las soluciones son generalmente diseñadas por los agentes externos de acuerdo con lo que asumen es la mejor forma para resolver los problemas que expresan las comunidades. O presuponen que su papel es de intermediación entre las necesidades de la población y las tecnologías más modernas para resolverlas. La historia social está llena de esas buenas intenciones

Un ejemplo que recuerdo, proveniente de experiencias del Banco Interamericano de Desarrollo, fue la instalación de letrinas con miras a reducir los problemas de insalubridad que sufría la comunidad beneficiada. Al regresar pocos meses después, los promotores del Banco encontraron las letrinas abandonadas o usadas con fines totalmente distintos, pues no habían considerado que serían las mujeres las encargadas de mantenerlas y éstas no tenían interés alguno o ya estaban sobrecargadas de tareas.

Recuerdo también que en encuestas que se hacían hace años, previas a las elecciones para tratar de que las y los candidatos ofrecieran en sus campañas las soluciones que proponía la ciudadanía, las respuestas  de las personas consultadas estaban sesgadas hacia aquellas cosas o soluciones que tradicionalmente les habían ofrecido las autoridades  o que sabían podían proporcionarles las organizaciones.

El texto parte de reconocer cito ¨la falta de cohesión interna en las comunidades, como la ausencia de relaciones entre vecinos o la falta de sentido de pertenencia, limita la capacidad de respuesta ante las adversidades y ante la desatención de las instituciones gubernamentales”

Es decir, expresa el gran deterioro que han sufrido los tejidos sociales tanto en el medio rural como en el urbano, así como la ausencia de Estado y por, lo tanto de respuesta de las instituciones frente a las adversidades y peligros que están viviendo muchos colectivos en el país.

Se parte de la hipótesis en la metodología propuesta que cito “la gente es la respuesta y el cambio en la comunidad se logra movilizándola”

Opta por lo tanto por proponer cito “generar patrones de participación para aumentar la confianza de la comunidad en su propio potencial y con ello reforzar su cohesión”

Define al enfoque de ACR como “método que busca el fortalecimiento o construcción de las capacidades comunitarias al conectarse los recursos ya existentes, además de desarrollar el potencial de las personas como promotoras de la identidad, confianza y participación comunitaria”

El método desarrollado se divide en dos etapas:

La primera denominada Aprendiendo de la comunidad en la cual los facilitadores externos escuchan, conversan y aprenden de la comunidad.

La segunda etapa Propuesta de activación consta de tres fases con la participación del grupo: la revaloración de la historia comunitaria, la visión comunitaria de futuro y finalmente la selección y realización de alguna actividad en beneficio de la comunidad.

Quisiera destacar dos aspectos que me llamaron particularmente la atención de la metodología propuesta.

Primero el papel y los valores que deben cuidar aquellas personas que participan como facilitadores. Se señala que “es fundamental la escucha, la observación y adaptación por parte del equipo que acompaña el proceso de activación” Se insiste en que deben ser discretos, respetuosos, no asumir protagonismo y no sustituir a las personas de la comunidad que funcionan como conectores. Sólo facilitan y guían el proceso de acuerdo con el método propuesto, no son los actores de éste.

Con mucha frecuencia, la aproximación de las organizaciones civiles a las comunidades o a los movimientos sociales busca imponer una agenda o un proyecto acordado con financiadoras internacionales bajo el supuesto de que es algo positivo para ellas y que no la aplican porque desconocen su existencia o sus bondades. Pienso, por ejemplo, en la promoción de la interrupción legal del embarazo, que seguramente libera a muchas mujeres del machismo mexicano que sostiene que: como “las escopetas, cargaditas y en un rincón, las mujeres se ven más bonitas” pero no se combina con otras estrategias para la vida digna de las familias. En alguna época se promovió el uso de agroquímicos y fertilizantes para aumentar los rendimientos en el campo y se destruyó el cultivo de milpa o asociado. Con el espectacular desarrollo de nuevas tecnologías digitales, los riesgos de imposición externa  son mayores.

El segundo aspecto se refiere al mapa de recursos que proponen de acuerdo al texto McKnight y Kretzman (1996) que  dividen en primarios que son aquellos ubicados dentro de la comunidad y controlados por ella, distintos a los secundarios que si bien están ubicados geográficamente en la comunidad, no son controlados por ella y los de tercer orden que son los recursos originados fuera de la comunidad y controlados por externos pero que pueden incidir en la comunidad, como son los programas gubernamentales y las remesas.

Esta interesante herramienta incluida en la metodología propuesta en el texto, me hizo recordar una que me hizo un amigo ingeniero experto en fotografías aéreas e inventarios de usos y recursos en el territorio. Me proponía levantar un inventario de recursos humanos en el territorio. Imaginemos la utilidad que tendría saber dónde hay una médica neuróloga cercana a nuestros domicilios, o un pintor, o un experto en bombas hidráulicas.

Y termino mi comentario.

La lectura, muy recomendable del texto, en una etapa de tanta incertidumbre, tanto miedo, tanto individualismo, tanta polarización nos proporciona esperanza, nos muestra posibilidades, nos aporta herramientas metodológicas.

Nos recuerda que somos seres gregarios, que vivimos como otros animales en manada, que formamos colectivos; que para subsistir y crecer necesitamos de otros, de ser acogidos, identificados, reconocidos, respetados, amados y que nuestra vida y nuestros derechos, son sagrados y debemos protegerlos y defenderlos.

Que frente a las vicisitudes de la vida actual podemos navegar mejor juntas y juntos, que confrontados.