A 30 años de Beijing

Clara Jusidman

25 septiembre 2025

La Silla Rota

La IV Conferencia Mundial de la Mujer realizada en Beijing en septiembre de 1995, hace 30 años, dejó una hoja de ruta para el reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres en el mundo y fue un parteaguas en el desarrollo de legislación y la creación de instituciones en México.

Todas las mujeres que participaron en el proceso para definir la posición de México respecto de las 12 áreas de preocupación seleccionadas para ser tratadas en la Conferencia, todas las integrantes de la delegación oficial, así como las participantes en el Foro paralelo de ONG que tuvo lugar en Huairou, recuerdan su experiencia como algo que marcó sus vidas.

Hasta ahora en el mundo se sigue haciendo referencia a esa Conferencia como la más exitosa para la definición de la agenda de las mujeres.

Los trabajos preparatorios se iniciaron en nuestro país desde septiembre de 1993, dos años antes de la realización de la Conferencia en septiembre de 1995, cuando Carlos Salinas era presidente y la conferencia tuvo lugar en el periodo de Ernesto Zedillo.

El proceso de la Conferencia de Beijing estuvo entonces a cargo de dos administraciones de gobierno, cuatro secretarios de gobernación y dos secretarios del Consejo Nacional de Población.

En los dos años de preparación 1994 fue un año particularmente convulso: desde el levantamiento zapatista en enero, el asesinato de Luis Donaldo Colosio, candidato a la presidencia, el 23 de marzo; la primera elección presidencial organizada por el IFE con autonomía parcial el 21 de agosto; el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del PRI, el 28 de septiembre; la toma de posesión del Ernesto Zedillo como presidente el 1 de diciembre y el estallamiento de la “crisis de diciembre”, como cierre del año.

Personalmente en mí ya larga vida, no recuerdo haber vivido un año más complejo que el de 1994.

Afortunadamente, quien se mantuvo durante todos los 24 meses a cargo de la Comisión para los trabajos preparatorios de la Conferencia fue Gloria Brasdefer una ejemplar servidora pública que había colaborado con Pedro Ojeda Paullada en la realización de la Primera Conferencia Mundial que tuvo lugar en nuestro país en 1975, así como Aida González en ese momento desde Relaciones Exteriores. Gloria me invitó como asesora.

Decidimos iniciar un proceso de articulación y diálogo inédito: constituir 19 grupos de trabajo Técnico-Temáticos integrados por mujeres de la academia, funcionarias y de las organizaciones no gubernamentales.

Alcanzamos varios resultados. En primer lugar once cuadernillos temáticos que después le sirvieron a Aida González y a su equipo para preparar el texto de la posición de México frente a las 12 áreas de preocupación de la Conferencia; rompimos la desconfianza entre organizaciones no gubernamentales, académicas y funcionarias; rompimos también la persistente negativa de los funcionarios de Relaciones Exteriores  a escuchar las voces de la sociedad civil y a permitir la participación de sus representantes en las delegaciones oficiales a eventos internacionales. Lo más importante es que se creó un espíritu de cuerpo que prevaleció en las reuniones de Nueva York y Mar de Plata, previas a la Conferencia, así como una colaboración y distribución del trabajo en las doce comisiones que se organizaron en Beijing.

Mi reconocimiento al Dr. Manuel Urbina, secretario del Consejo Nacional de Población hasta diciembre de 1994, por su aliento y apoyo a ese experimento y a José Gómez de León quien ocupó esa posición al entrar el gobierno del Presidente Zedillo. El Dr. Gómez de León, acompañado por otro excepcional académico y servidor público Rodolfo Tuirán, fue el Jefe de la Delegación que asistió a Beijing. En la delegación fueron incorporadas varias mujeres de diversos partidos políticos y al menos dos representantes impuestas por la iglesia católica. Las representantes de las ONGs fueron coordinadas durante todo el proceso por dos excepcionales mujeres Cecilia Loría y Patricia Mercado.

Desde mi perspectiva Beijing marca el fin del periodo en donde la prioridad se centraba en reclamar el derecho de las mujeres a ser incorporadas al desarrollo (acceso a salud, trabajo, educación, protección social, al crédito , a tierras) para transitar hacia el objetivo de reconocimiento de que su condición de desigualdad deriva de relaciones de poder inequitativas surgidas del patriarcado. Inició la lucha por la igualdad de género, concepto que por primera vez se incluyó en las conferencias mundiales. Esto se tradujo en reclamar el reconocimiento de su derecho al control de su propio cuerpo y de su libertad, de su derecho a acceder al poder y a eliminar los obstáculos que impiden el reconocimiento de sus derechos humanos como personas plenas y dignas y a una vida libre de violencia.

A 30 años de la Conferencia observamos avances: el desarrollo de muchas herramientas e instituciones para incorporar la perspectiva de género en la vida pública y privada. Prevalece sin embargo un gran lastre que son las violencias contra las mujeres que se incrementan, encuentran nuevas expresiones o recuperan viejas formas de explotarlas. La creciente violencia que experimentamos en México recae sobre el cuerpo y la libertad de muchas mujeres y aumenta su condición de víctimas indirectas que pierden a sus seres queridos y no encuentran empatía en el cuerpo social, ni en los gobiernos.

Estamos ante un cambio de época con una perspectiva de mayor violencia frente a los autoritarismos, los populismos, la polarización y la exclusión extrema; frente a visiones totalmente confrontadas respecto de lo que está ocurriendo.

No son buenos augurios para avanzar en los derechos de las mujeres. Por el contrario, veo que estamos entrando en una etapa de retroceso de las olas del feminismo por las ideologías de derecha que están adquiriendo fuerza, por la narco cultura y por el debilitamiento de los organismos internacionales que defendían derechos humanos entre ellos los relacionados con el cumplimiento de la CEDAW.

Tal vez sería útil empezar a pensar en escenarios de futuro para proponer cuáles podrían ser las prioridades en la lucha por la igualdad sustantiva una vez que la destrucción, la locura y las violencias que actualmente prevalecen en el mundo, sean superadas.