Todas las entradas de: Clara Jusidman

TELEVISA LEAKS. Dominar por vía de la narrativa

Clara Jusidman

La Silla Rota

8 de mayo 2025

Lo importante actualmente en la política es ganar la narrativa para dominar al “pueblo”. Se cuentan historias, llenas de mentiras, en los medios de comunicación y en las redes sociales para mantener engañadas a las personas que recurren a ellas para informarse o seguir a algún ídolo político o artístico. Las granjas de bots contribuyen a la construcción de narrativas mentirosas. Además, quien apele más a las emociones será más exitoso.

En la política ya no se trata de proponer un proyecto de país, de plantear un posible futuro y de explicar cómo y con qué se va a alcanzar. A veces también se construyen y publicitan castillos de fantasía que al primer golpe de viento se desmoronan.

Lo más vergonzoso es cuando los concesionarios de los medios de comunicación, muchas veces coludidos con políticos o con empresarios, con total impunidad utilizan la narrativa en medios y redes para destruir prestigios, promover a personas impresentables, incapaces o incluso criminales a puestos políticos, eliminar obstáculos a sus intereses económicos y desprestigiar a sus competidores,

Cuando las consecuencias de esas prácticas producen muertes, enfermedad o un daño moral grave a personas inocentes se convierten claramente en actos criminales que deberían ser sancionados.

Gracias a Carmen Aristegui y a su excelente equipo de investigación, así como a un valiente joven llamado Germán Gómez García se está develando y analizando el contenido de un disco con una gran cantidad de información usada en una “fábrica de mentiras” llamada el PALOMAR dirigida por Javier Tejada Dondé, funcionario de TELEVISA por cerca de 40 años.

En lo que Aristegui-noticias ha denominado TELEVISA LEAKS se están dando a conocer las formas utilizadas por ese Segundo Poder que ha sido TELEVISA en nuestro país (Dayan dixit), para desarrollar guiones, campañas, falsas actuaciones para cometer ilícitos destruyendo el prestigio de personas y empresas, construir presidentes fantásticos y guapos, candidatos a ministros de la corte impecables y políticos comprometidos y honrados.

La seguridad pública que importa

Clara Jusidman

24 abril 2025

La Silla Rota

¿Es realmente el principal objetivo de la estrategia de seguridad pública reducir la producción y distribución de fentanilo para los consumidores de Estados Unidos y detener a las poblaciones migrantes para que no crucen la frontera? ¿Para eso usamos a la guardia nacional, a las fuerzas armadas y a los servicios de inteligencia?

La delincuencia en nuestro país es cada vez más compleja, afecta de diferente manera a la población nacional. Requiere de capacidades distintas de los gobiernos para enfrentarla.

La producción y distribución de drogas viene ocurriendo desde hace varias décadas y se ha expandido hasta volverse una empresa criminal global. Se beneficia de la cercanía del principal mercado de drogas y armas que es Estados Unidos, abastece a poblaciones de altos ingresos, pero también a numerosas personas que viven en los márgenes de las sociedades afluentes.

Sus elevadas ganancias y su utilidad para manipular a poblaciones suburbanas y a soldados en guerras absurdas, conlleva colusión y corrupción con gobiernos, políticos, entidades financieras y empresas nacionales y extranjeras.

La delincuencia denominada “común” realizada por individuos o pequeñas bandas afecta en cambio directamente a la población local especialmente a la urbana de ingresos medios y bajos, mediante asaltos en la calle y en el trasporte público, robo a comercios y a casas habitación, entre otros. Se denuncia poco ante la inoperancia y la desconfianza en las fiscalías.

La superioridad racial, religiosa o ideológica y las violencias

La superioridad racial, religiosa o ideológica y las violencias

Clara Jusidman

30 de enero 2025

La Silla Rota

La historia de la humanidad ha estado dominada por violencias, guerras y masacres promovidas por ortodoxias religiosas, ideológicas y culturales o por una supuesta superioridad racial. Han sido usadas para la expansión territorial y el despojo de riquezas de diverso tipo.

Las violencias conllevan la elección de grupos de población como chivos expiatorios o calificados como de inferioridad racial por aquellos que buscan el poder y el control.

La expansión colonial de la Europa blanca en América, África, el Medio Oriente y  Asia significó la destrucción y muerte de pobladores originarios como fueron los grupos indígenas en el norte de América, así como en Argentina, Chile y Paraguay; el sometimiento de los pueblos mesoamericanos y el inhumano comercio de personas desde el continente africano en calidad de fuerza de trabajo esclava para la explotación de tierras y minerales.

Significó asimismo, la división de los continentes en estados nación de acuerdo a los intereses del colonialismo europeo en forma tal que les permitiera seguir controlando los territorios conquistados. Este es el origen de la confrontación entre israelíes y palestinos. El imperio inglés definió de acuerdo a sus intereses, la división del Medio Oriente en estados nación y intercambió un trozo de ese territorio para asentamientos judíos por recursos para seguir financiando sus guerras.

Desde que el pueblo judío fue culpado de la muerte de Cristo ha sido uno de los chivos expiatorios preferidos de la Europa cristiana. Fué maltratado en Inglaterra y Francia, recluido en guetos y acusado de provocar las pestes en la Edad Media. 

Los Reyes Católicos decretaron su expulsión de España,  después de hacerlo con los moros. Utilizaron sus bienes para seguir financiando sus guerras de conquista y crearon el Tribunal de la Santa Inquisición, que por trescientos años los persiguió y condenó a morir en la hoguera en todas sus colonias, incluyendo a México. Portugal se sumó a ese maltrato.

En la Europa zarista fueron objeto de pogromos, incluso hasta el siglo XX. Stalin los persiguió, los condenó a muerte, los recluyó en Siberia y en los gulags. 

La gran masacre de los judíos, principalmente de Europa del Este, de 6 millones de personas, ocurrió bajo el nacionalsocialismo alemán encabezado por un enfermo mental como fue Adolfo Hitler. Esa masacre incluyó a gitanos, curas católicos, comunistas, personas homosexuales, prostitutas, rusos y polacos. Todos considerados como razas o grupos inferiores o amenazantes para la raza superior germana.

La historia continúa con religiones, razas e ideologías que se consideran superiores, que exterminan a quienes se atreven a reclamar sus territorios como los armenios y los kurdos frente a Turquía; a defender su religión y su cultura como los musulmanes frente a los hindúes  o los yugures en China.

Dos reflexiones finales. Después de cientos de años de persecución y muerte del pueblo judío en su diáspora ¿no es explicable el movimiento sionista que procuró un territorio en donde pudieran vivir sin ser perseguidos?

Ante el imperialismo trumpista ¿no serán los migrantes de América Latina un chivo expiatorio del suprematismo blanco?

La incertidumbre y la seguridad en el trabajo

La incertidumbre y la seguridad en el trabajo

Clara Jusidman

La Silla Rota

16 de enero 2025

Los efectos del cambio climático como son los incendios por los vientos de Santana en Los Ángeles; las guerras en Europa, Medio Oriente y África; la emergencia de nacionalismos económicos en gobiernos autocráticos y los acelerados avances tecnológicos, especialmente en materia de inteligencia artificial tienen a la humanidad “al borde de un ataque de nervios” como diría Almodóvar.  En México podemos agregar la expansión territorial de las bandas criminales.

Los sentimientos de incertidumbre y miedo dominan a miles de millones de personas en la actualidad. No saben qué esperar del futuro y prefieren resolver sus problemas inmediatos: asegurar su alimentación, su salud, su vivienda, su trabajo y su ingreso y en no pocas regiones del mundo y de nuestro país, asegurar su vida y la de sus familias.

Millones transitan por el mundo huyendo de esos problemas en sus países de origen, buscando refugio y seguridad. Sufren en su búsqueda maltrato, discriminación, abusos, violaciones, pérdida de su libertad e incluso, la muerte.

En México nos encontramos al borde de una crisis en materia alimentaria, vivimos otra en el campo de la salud, la insuficiencia de viviendas ha sido reconocida por el actual gobierno, pero quisiera enfatizar lo que está ocurriendo en el mundo del trabajo y los ingresos.

En los últimos meses ha aumentado la incertidumbre en las posibilidades de preservar el trabajo y los ingresos que de ello se obtienen.

El acceso y la conservación de un trabajo digno son fundamentales en la vida de las personas y de las familias. Durante décadas el objetivo de vida era obtener un trabajo digno que permitiera cubrir las necesidades básicas de las familias, proporcionar educación a los hijos para que éstos a su vez, accedieran a un trabajo digno y protegido.

Sin embargo, a partir de los años ochenta del siglo pasado, las políticas económicas de los gobiernos no han comprendido la importancia y el nivel de seguridad que significa contar con un trabajo seguro en la vida de las personas y las familias.

Desde 1976 los gobiernos decidieron reducir los salarios mínimos al 25% del valor que alcanzaron en ese año. Entre 1994 y 2016 los mantuvieron en ese nivel. La firma de los tratados de libre comercio los obligó, por presión de los sindicatos de Estados Unidos y Canadá, a cambiar esa desafortunada política. El efecto de 40 años de depresión salarial en las capacidades de las familias mexicanas para construir seres humanos con dignidad fue desastroso.

Recientemente observamos dos tendencias. La primera es la desaparición de un gran número de pequeñas y medianas empresas y la disminución en más de 400,000 puestos de trabajo en los registros del Seguro Social.

La segunda son las políticas del actual gobierno federal para dejar sin trabajo a miles de trabajadores del poder judicial y el despido de mucho otros de la administración pública federal debido a “restricciones presupuestales”.

Asimismo, es un error aumentar el impuesto a la nómina al 4% en la Ciudad de México. Se encarece el costo del trabajo para las empresas que generan empleos formales.

La opción parece ser cambiar la certidumbre de un trabajo y encarecer el costo de este por mantener dádivas monetarias que aseguren lealtad política y control del poder.

Constitucionalismo abusivo

Clara Jusidman

La Silla Rota

19-12-2024

En México estamos viviendo una etapa de constitucionalismo abusivo ejercido por un movimiento de izquierda que busca concentrar el poder, eliminar contrapesos, hacer un uso discrecional de los recursos públicos e imponer su ideología por medio del adoctrinamiento de la niñez y las juventudes.

En sólo tres meses, Morena y sus partidos aliados hicieron 72 modificaciones a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Nunca en la historia del país había sucedido algo así (A. López Cruz).

El diálogo, la escucha o siquiera el interés por aprender de quienes conocen las distintas materias de la administración pública o por conocer y reconocer los graves problemas que vive la población en el territorio y el surgimiento de nuevas vulnerabilidades, están eliminados de la agenda pública.

Además de ignorancia, incompetencia y falta de experiencia de muchos de las y los nuevos funcionarios y  legisladores de la 4T, hay soberbia y un autoritarismo que somete y silencia e impide el intercambio.

De los regímenes de matriz socialista o de “izquierda” que logro distinguir en América Latina y que colocan como prioridad, el combate a la desigualdad y el logro de la justicia social encuentro dos grupos.

El primero está formado por Uruguay, Chile, Brasil y Costa Rica los cuales, aún con periodos de presencia intermitente de gobiernos conservadores, lograron avanzar en la instauración de regímenes socialdemócratas con la presencia de partidos políticos que compiten en elecciones confiables, hay diálogo social, una población que participa y se provee de servicios públicos de salud, educación y protección social a su ciudadanía. Son democracias sociales donde se combina el respeto a las libertades y derechos políticos y civiles, se procura honrar los económicos, sociales y culturales, así como reducir las brechas por medio de agendas progresistas. Los gobiernos mantienen un buen nivel de regulación sobre los mercados.

El segundo grupo, formado por Bolivia, Venezuela, Nicaragua, Cuba, el México actual y en una época Ecuador, cuentan con gobiernos de “izquierda” que llegaron al poder por la vía de procesos democráticos confiables.  Dicen representar al pueblo y buscar su bienestar. Se proponen superar las desigualdades económicas y sociales, el colonialismo y la explotación de las clases subordinadas.

Sin embargo, se han instalado en un “constitucionalismo abusivo”. Han centralizado en sus presidencias los poderes del Estado y han eliminado cualquier contrapeso. Se han apoderado de los sistemas electorales. No permiten el desarrollo y controlan cualquier tipo de organizaciones económicas, políticas, sociales y civiles. Conculcan el derecho a la libertad de expresión y de acceso a la información. Son opacos en el ejercicio de los presupuestos públicos y propician la desinformación de la población.

La expulsión de millones de personas de sus territorios, como es el caso de Venezuela o de miles como en Cuba y Nicaragua y el deterioro de la calidad de vida de sus habitantes, también compartido por Bolivia, son claros indicadores de que esa ruta provoca malestar y sufrimiento, destruye capital económico, social y humano y es difícil de revertir.

La 4T y la austeridad republicana

Clara Jusidman

La Silla Rota

5/12/2024

Con frecuencia nos preguntamos ¿Qué es la 4T? ¿Qué es lo que se proponen? ¿Qué es lo que están construyendo? ¿Por qué tanta destrucción y tanto enojo? Intentaré describir lo que observo.

Parece ser claro que lo que pretenden es reivindicar a lo que consideran “pueblo” que entiendo, según su propia clasificación, son todas las personas que se encuentran en los niveles bajos de ingreso, en condiciones de pobreza.  Personas que consideran han sido explotadas por las que llaman “élites” o personas con privilegios.

En esta última categoría incluyen desde los empresarios pequeños y medianos, pasando por los intelectuales, los artistas, los comunicadores, los académicos y profesionales, los investigadores, los funcionarios y los servidores públicos, los ministros, jueces y magistrados, los integrantes de las organizaciones de la sociedad civil (OSC), es decir, todas y todos los que formamos las clases medias.

Pretenden que sus denominadas “élites” dejen de beneficiarse de cualquier recurso que provenga del presupuesto público. Los consideran privilegios. Por ello destruyen o reducen toda modalidad de apoyo público a la cultura, a las artes, a la investigación, a la comunicación independiente, a proyectos de las OSCs, a la protección del medio ambiente.

Cambian a los funcionarios de las instituciones públicas que dejan en pie por personas de su confianza, amigos, conocidos, gente del “pueblo” aunque no tengan la más mínima idea ni el conocimiento sobre la función que van a desempeñar. Trasladan los privilegios de los anteriores a una nueva élite constituida por sus incondicionales que seguramente jamás pensaron llegar a los niveles de ingreso que reciben ahora.  Para no dejar de beneficiarse de su nuevo estatus, serán los más fieles seguidores de la 4T, votando leyes sin siquiera leerlas, cancelando juicios de quienes los apoyen, metiendo a la cárcel con los delitos recién incluidos en prisión preventiva a quien se atreva a criticar u oponerse a su movimiento. Con ello han disminuido la capacidad de operación del gobierno. La población sufre cada día más el deterioro en la atención pública en sus trámites, y en los servicios públicos. La pérdida de tiempos para cualquier relación con alguna oficina gubernamental se torna en una pesadilla. Además de centralizar el poder en la presidencia han abandonado funciones de regulación y ordenamiento de la vida social y de respeto y protección de nuestros derechos humanos.

Pero qué necesidad de agraviar

Clara Jusidman

La Silla Rota

21.11.2024

El pasado 12 de noviembre se realizó un montaje verdaderamente vergonzoso en el Senado de la República, que terminó con la reelección de la Sra. Rosario Piedra Ibarra para presidir algo que continúa llamándose Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

Tan malo fue el desempeño de la Sra. Piedra durante cinco años, que varios pensábamos que esa Comisión ya había sido cercenada por la afilada y certera hacha de la “austeridad republicana”. No es así, los contribuyentes seguiremos pagando los sueldos de la señora y su equipo por cinco años más.

El director del sainete fue el Sr. Adán Augusto López debidamente instruido por la superioridad al tratarse, según se expresó, de un asunto de estado. Contó con el acompañamiento del escenógrafo Sr. Gerardo Fernández Noroña y los coros de las y los senadores de Morena.

Uno se pregunta, pero qué necesidad había de montar un espectáculo que mostró la bajísima calidad y la sarta de mentiras utilizadas por la bancada morenista para defender a un personaje como Rosario Piedra Ibarra.

La señora usó a la CNDH en sentido contrario a su naturaleza que es la de proteger y defender a las personas de las violaciones a derechos humanos que cometen actores del Estado. Por el contrario, encubrió entre otros al ejército, a las autoridades migratorias y a las fuerzas de seguridad, de las múltiples violaciones que cometieron durante los años de su gestión.

En lugar de acompañar a las víctimas se puso del lado de las y los violadores de derechos humanos. La verdadera razón para su vergonzosa reelección es asegurarse de que no interferirá con los abusos de poder y del uso de la fuerza que de nueva cuenta están aflorando con la muerte y desaparición de civiles realizadas por agentes estatales en el territorio nacional.

Pero qué necesidad había de que dos comisiones del Senado realizaran una convocatoria a posibles aspirantes para ocupar la presidencia de la CNDH; revisaran y verificaran el cumplimiento de los requisitos de 66 de estos; realizaran un parlamento abierto con varias organizaciones civiles; llevaran a cabo durante tres días, entrevistas de manera pública a 48 personas y finalmente, eligieran mediante su voto de entre 15 finalistas, a aquellas que integrarían la terna a ser elevada al pleno.

Muchos pensamos que fue un proceso responsable por parte de las comisiones del Senado encargadas y que su decisión sería respetada. Gran sorpresa cuando en la terna final apareció la Sra. Piedra Ibarra quien tuvo el peor desempeño de entre las 15 finalistas.

Mayor sorpresa cuando después de una larga sesión el sainete terminó con la reelección de esa señora por razones de estado. Ello a pesar de sensatas e informadas expresiones de inconformidad por parte de la oposición, tanto contra la reelección de la Sra. Piedra como contra la coerción ejercida sobre el voto de la bancada de Morena y aliados.

Si ya sabían que el Ejército quería que se quedara la Sra. Piedra ¿qué necesidad había de agraviar a las y los senadores de las comisiones encargadas, a las personas que se atrevieron a postularse, a las organizaciones que participaron en el parlamento abierto, a las personas que se sujetaron a las entrevistas, y en especial, a las otras dos candidatas integrantes de la terna?

Es el humanismo mexicano alguien diría.

Ola de violencia y despojo contra las comunidades indígenas

Clara Jusidman

La Silla Rota

24.10.2024

El reciente asesinato del padre Marcelo Pérez Pérez, en San Cristóbal de las Casas, es un nuevo e infame golpe para las comunidades y pueblos originarios de Chiapas y para quienes promovemos la paz y la reconstrucción del desquebrajado tejido social en nuestro cada vez más violento y lastimado país.

El padre Marcelo era uno de los presbíteros indígenas que trabajan en la diócesis de San Cristóbal al que acudían en busca de ayuda, consejo y orientación centenares de pobladores de la región y en quien confiaban para resolver problemas intercomunitarios o con las autoridades. Un hombre sencillo, inteligente y un comprometido promotor de la paz y la justicia.

Su muerte es una evidencia más del despojo, el desalojo, las desapariciones, los secuestros y los asesinatos que se han ensañado especialmente con las comunidades y pueblos indígenas en Chiapas, en la Sierra Tarahumara, en la Montaña de Guerrero, en Michoacán y en la zona maya.

Son una muestra del nivel de barbarie en que estamos sumidos y del avance de la destrucción de nuestra casa común.

La colusión entre autoridades, caciques y bandas del crimen, utilizando grupos paramilitares, parecen haberse hecho el propósito de acabar con los últimos vestigios de tejido social comunitario y explotar lo que queda de recursos naturales en donde aún habitan pueblos originarios.

Se les quiere desaparecer, dispersar, desalojar para apropiarse de sus recursos: de su bosque, de su tierra, de su agua, de sus minerales, de las especies que habitan en su entorno, que ellas y ellos han cuidado y protegido por tanto siglos.

Es una nueva ola de colonización extractivista para explotar al máximo sus recursos naturales, destruir sus culturas o utilizar su ubicación en rutas de interés para el tráfico de personas, de droga, de precursores, de especies reservadas, así como para imponer proyectos de “desarrollo” como el turismo, la porcicultura y el tren maya en Yucatán, la termoeléctrica en Morelos o, en su momento, la siembra de amapola en Guerrero.

Alguna vez en las comunidades, barrios, vecindarios y pueblos había confianza, solidaridad, colaboración, reglas a respetar y como consecuencia, menos inseguridad y violencia. Si alguien se atrevía a atentar contra esa confianza recibía una sanción del colectivo: era reconvenido y exhibido frente al grupo, se le asignaban tareas en beneficio de la comunidad o era aislado y aún expulsado como castigo. Las comunidades indígenas eran lo que nos quedaba de esa convivencia, aún con sus conflictos religiosos y territoriales.

Actualmente vivimos en la total impunidad: quienes cometen faltas, inclusive violentas como asesinatos, secuestros, tortura, violaciones, saben que no hay quien les reclame, ni quien los sancione. Es la destrucción del Estado, de las organizaciones sociales y civiles, del tejido social y el más profundo desapego a la ley, aún por quienes deberían ser las y los primeros en acatarlas.

Hace treinta años el EZLN se rebeló. La voz y las demandas de los pueblos indígenas se escucharon en todo el mundo. Hoy nuevamente son agredidos, amenazados y despojados.

Fin de sexenio. Un empujón más al precipicio.

Clara Jusidman

La Silla Rota

27.09.2024

En cuatro días Andrés Manuel López Obrador dejará la presidencia, pero no podía privarse de dar un último empellón al país para lanzarlo al vacío.

Un lanzamiento realizado con el apoyo de millones de personas, políticos, empresarios, delincuentes, mandos militares, gobernadores, legisladores a las y los que embelesó con sus mentiras y su flauta de Hamelín o que compró, sobornó o sometió con una enorme derrama de dinero y con violaciones sistemáticas a las leyes para exhibir, amenazar y perseguir.  

Esa derrama de dinero deriva del uso discrecional del presupuesto y de la austeridad neoliberal (perdón, “republicana”), en cuyo nombre se destruyeron instituciones de gobierno, se tomaron los recursos de múltiples fideicomisos y se realizaron “ahorros” en servicios públicos indispensable.  Se agregaron además grandes aportes de dinero provenientes de fuentes poco claras.

AMLO tenía que dejar una muestra del enorme poder que alcanzó, en la Cuarta Regresión, perdón nuevamente, la “Cuarta Transformación” y ratificar que seguirá siendo el mánager y patrón de todas y todos los mexicanos.

Hay varios autores  como Anne Applebaum, Steven Levitsky y Daniel Ziblat que muestran como las democracias mueren paulatinamente y son sustituidas por regímenes autoritarios, dictaduras, autocracias, populismos de derecha y de izquierda.  Lamentablemente, México se convertirá en un caso de estudio de un proceso de ese tipo.

Mientras tanto las huestes políticas del morenismo se aprestan a preparar el tercer piso de la 4T, pues el segundo piso se usará como plataforma de despegue para ello. No será para atender los graves problemas del país que se heredan de la fallida construcción del primer piso y que seguramente se agudizarán como resultado del último empellón de AMLO, el llamado Plan C.

En los medios de comunicación abundan en estos días los recuentos del desastre de país que deja la presidencia de AMLO, así como de previsiones sobre cómo México seguirá cayendo al vacío.

Tenemos que reconocer que no pudimos frenarlos, que no encontramos los mecanismos para que abandonaran su enorme soberbia y su profunda sordera. Ellos y ellas tienen la verdad rebelada, saben lo que quiere el pueblo; son su voz y sus únicos representantes, aunque sólo comprenden el 35 por ciento del padrón electoral.

Todas y todos los que pedimos ser escuchados y escuchadas, una apertura al diálogo, a la discusión colectiva y constructiva, al reconocimiento de la gran diversidad de tragedias y víctimas que han ido creciendo y extendiéndose en el territorio nacional, somos sus enemigos. Somos los “conservadores” que mentimos e inventamos esas tragedias por que queremos conservar nuestros privilegios.

Y como ellos y ellas son los poseedores de la verdad, tienen que mantenerse en el poder por muchos años para liberar al pueblo explotado de su mentalidad de sometimiento y propiciar un cambio cultural mediante la Nueva Escuela Mexicana.

Triste futuro, enorme impotencia, malos augurios y una gran soledad en un mundo donde cada persona y cada nación se encuentran enfrascadas en resolver sus propios problemas y los organismos internacionales han dejado de tener utilidad en un mundo tan convulso y complejo.

Feria Internacional del Libro

El valor y la vigencia de la socialdemocracia Iberoamericana

Clara Jusidman

2 de diciembre 2024

Lejos estamos de la época de oro de la socialdemocracia y de los estados de bienestar que tuvo lugar entre 1945 a 1973 en los estados del norte y centro de Europa.

Más lejos estamos aún de las condiciones políticas y económicas que dieron origen al surgimiento de un régimen alternativo al nacionalsocialismo, al comunismo estalinista y de los imperios coloniales que se enfrentaron en las dos grandes guerras del siglo pasado.

Sin embargo, no estamos tan lejos de las condiciones sociales y culturales que dieron lugar a los totalitarismos de la primera mitad del siglo pasado con grandes sectores de las poblaciones nacionales que sienten que el mejoramiento en sus niveles de vida no fue impactado por el triunfo de las democracias liberales, ni por la irrupción del capitalismo financiero, ni de la globalización. Se perciben, además, crecientemente amenazadas por el aumento de las catástrofes climáticas, las revoluciones tecnológicas en curso y por el florecimiento y expansión del crimen organizado transnacional.

Ahora bien, la socialdemocracia, como una de las vertientes suaves del socialismo, ha tenido siempre como mira la lucha contra la desigualdad y la apuesta por la distribución de la riqueza, sin atentar directamente contra la propiedad privada.

El auge de los regímenes socialdemócratas europeos en las tres décadas mencionadas tiene lugar básicamente en economías industrializadas, con un componente importante de trabajadores organizados y sociedad civil organizada, que dieron lugar al surgimiento de partidos políticos o se aliaron con estos. Contaban además con poblaciones bastante homogéneas social y culturalmente; sus mercados laborales y de capitales estaban protegidos de la competencia externa y desarrollaron capacidades estatales para proveer servicios y protección social de buena calidad y de carácter universal. Estos servicios eran usados y apreciados por los diversos estratos sociales por lo que había disposición de la población a contribuir en su sostenimiento y mejora.

Es decir, esas socialdemocracias estaban fundadas en cuatro pilares:

1. poblaciones bastante homogéneas y dispuestas a contribuir económicamente;

2. comunidades de exigencia constituidas por trabajadores industriales y sociedad civil organizados y con partidos políticos sólidos;

3. mercados cerrados a la competencia externa y

4. capacidades estatales para regular las desigualdades que generan los mercados y para proveer servicios y protección social de calidad.

En esos años también, el 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidad integrada por 50 estados, adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos como un gran pacto entre los países de economías capitalistas de libre mercado de Occidente con las economías socialistas de Europa del Este en el que los gobiernos se obligan a respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de sus poblaciones. Era un pacto entre los gobiernos y sus poblaciones para impedir abusos de los primeros sobre las segundas.

Desde mi perspectiva el gran debate entre los regímenes capitalistas y los socialistas de la época era la defensa y mayor prioridad otorgada por los primeros a las libertades individuales y por lo tanto a los derechos civiles y políticos, así como a la propiedad privada, en tanto, que para los segundos eran más importantes los derechos colectivos orientados a aminorar las desigualdades y alcanzar la justicia social que se plasmaron en los derechos humanos económicos sociales y culturales de la Declaración Universal. Estas diferencias dan lugar posteriormente a los dos pactos de derechos humanos el de civiles y políticos y el de económicos, sociales y culturales con el propósito de la comunidad internacional de recalcar que el respeto de ambos grupos tiene igual importancia.

Los regímenes socialdemócratas buscaron conciliar libertades con justicia social y enfrentar las desigualdades con la provisión de servicios sociales universales de carácter estatal en un régimen de economía mixta.

Las perspectivas del desarrollo de la socialdemocracia en América Latina.

Quisiera destacar las diferencias que existen actualmente en América Latina respecto de los cuatro pilares que dieron lugar a las socialdemocracias europeas:

  1. Sus poblaciones son bastante heterogéneas, con proporciones altas en situación de pobreza y clases medias y altas poco dispuestas a contribuir económicamente con el Estado. En la región existe una gran heterogeneidad cultural entre sus habitantes cuyos conceptos de bienestar difieren. Es asimismo la región más desigual del mundo con bases de contribuyentes y regímenes fiscales muy limitados. En 2022 sólo se recaudó el 21.5% del PIB en América Latina en comparación con el 34% recaudado en los países de la OCDE.
  2. Ausencia de comunidades de exigencia constituidas por trabajadores industriales y sociedad civil organizados. Partidos políticos sin bases sociales. En América Latina la tasa de población ocupada en la industria manufacturera es baja y una porción menor de la misma está sindicalizada. La mayor ocupación se presenta en el sector de servicios, o trabajan en micro y pequeños establecimientos. Se registran elevadas tasas de ocupación informal. En México de la población ocupada sólo el 16.1% trabaja en manufacturas; dos terceras partes lo hacen en el sector agrícola y en micro y pequeños establecimientos y el 54.2 % se ocupa en condiciones de informalidad. También en México las organizaciones de trabajadores – importantes hasta la década de los años setenta-las de campesinos, populares urbanas, de sociedad civil y los movimientos territoriales nunca alcanzaron coberturas amplias; venían decreciendo y en la última administración de gobierno fueron marginadas y maltratadas.
  3. Mercados de capitales, de mercancías y de mano de obra totalmente abiertos a la competencia externa. En los últimos cuarenta años el neoliberalismo y el capitalismo financiero auspiciaron la globalización económica, liberando el flujo de mercancías y de capitales, pero manteniendo restricciones a la libre movilidad de la fuerza de trabajo. La competencia por la inversión privada se basó en remuneraciones bajas a los trabajadores, en sistemas fiscales reprimidos y en apertura a la explotación de recursos naturales para las industrias extractivas globales. La desigualdad a nivel mundial se agudizó, surgieron poderosas empresas globales con mayor capacidad de influencia que los gobiernos nacionales y que el sistema de organizaciones internacionales que estos habían creado. Bajo estas condiciones de competencia resulta difícil para los países de la región avanzar en la creación de empleos en condiciones dignas de trabajo, así como obtener los recursos necesarios para ampliar y mejorar su oferta de servicios públicos y de protección social.
  4. El cuarto pilar de las socialdemocracias europeas fue la posibilidad de desarrollar capacidades estatales para regular mercados y proveer servicios y protección social. En América Latina, la disminución de la participación de los estados en las economías, la austeridad neoliberal iniciada en la década perdida de los ochenta y el impulso a la privatización de servicios de educación, salud, pensiones y vivienda, significaron para la mayoría de los países de la región al menos cuarenta años de retroceso en las capacidades de los gobiernos para ofrecer acceso universal a servicios y protección social y pública de calidad. Si bien hay ejemplos destacados de buenos servicios públicos sociales y de modalidades interesantes de protección social que se lograron alcanzar en las décadas de los años sesenta y setentas del siglo pasado, con la década perdida y el Consenso de Washington, la cobertura, la actualización y la calidad de esos servicios se vino abajo.

Los regímenes de matriz socialista en América Latina.

A partir de este marco general examinemos lo que está ocurriendo en América Latina. Tal vez la situación de España podría asemejarse a alguno de las dos tipas de regímenes de matriz socialista que personalmente logro distinguir en la región y que colocan como prioridad, el combate a la desigualdad y el logro de la justicia social.

En ese sentido observo dos tipos de regímenes políticos en la región.

Aún con periodos de presencia intermitente de gobiernos conservadores, Uruguay y Chile y en algunas épocas, Brasil y Costa Rica lograron avanzar en la instauración de regímenes socialdemócratas donde se observa la presencia de partidos políticos que se disputan en elecciones confiables, la población participa, se provee de servicios públicos sociales a sus poblaciones, aunque difícilmente de carácter universal, y en algunos casos, poco actualizados. Son democracias sociales donde se combina el respeto a las libertades y derechos políticos y civiles, se procura honrar los económicos, sociales y culturales, así como reducir las brechas económicas, sociales, de género, de origen y de etnias, de la diversidad sexual incluidas en las agendas progresistas. Los gobiernos mantienen un buen nivel de regulación sobre los mercados.

El segundo grupo formado por Bolivia, Venezuela, Nicaragua, Cuba, actualmente México y en una época Ecuador, con gobiernos de “izquierda” que llegaron al poder por la vía de procesos democráticos confiables.  Dicen representar al pueblo y buscar su bienestar. Se proponen superar las desigualdades económicas y sociales y la explotación de las clases subordinadas.

Sin embargo, se han instalado en un “constitucionalismo abusivo” han centralizado en sus presidencias los poderes del Estado, el judicial, el legislativo y eliminado cualquier tipo de contrapeso. Se han apoderado de los sistemas electorales. Sus liderazgos se mantienen en el poder por periodos prolongados o son sustituidos por liderazgos afines. No permiten el desarrollo y controlan cualquier tipo de organizaciones políticas, sociales y civiles, conculcan el derecho a la libertad de expresión y de acceso a la información. Son opacos en el ejercicio de los presupuestos públicos y propician la desinformación de la población.

Con un gobierno de ultraderecha El Salvador se asemeja mucho a este grupo de países que ejercen un fuerte control sobre sus poblaciones, privilegiando en este caso la seguridad y aplicando políticas muy abusivas contra las libertades. Lamentablemente, parece que Costa Rica y Ecuador han entrado en esta corriente autoritaria de ejercicio del poder.

A modo de conclusión.

América Latina se encuentra polarizada: gobiernos confrontados como los de México con Ecuador y Perú o a punto de confrontarse como Venezuela y Brasil. Su población ha sido dividida entre “élites” y “pueblo” definidos así por líderes populistas de derecha e izquierda.

Continúa siendo una región muy desigual y sus habitantes están agobiados por diversas crisis:

Una muy importante es de seguridad que se extiende principalmente por Centroamérica y los países de la costa Pacífico, provocada por los grupos del crimen organizado que ya no solo trafican con droga, sino con personas, con armas, con especies reservadas, extorsión, cobro de piso, secuestros, entre otros delitos. Además de altas tasas de homicidio generan nuevas vulnerabilidades sociales: miles de huérfanos, víctimas directas e indirectas, personas esclavizadas, familias desplazadas o desalojadas, personas que pierden todo su patrimonio.

Otra deriva de catástrofes por el cambio climático como son incendios forestales, sequías, inundaciones, huracanes, aumentos del nivel del mar, presencia de dengue, entre otras. A estas se suman las de tipo antropogénico como es la deforestación, la expansión del gusano barrenador, el crecimiento urbano sin control y la carencia de viviendas, o bien, crisis energéticas como las que viven Cuba y Ecuador. Generan migraciones por razones ambientales.

Una crisis de los partidos políticos y una tendencia a gobiernos populistas de izquierda y de derecha, autoritarios, concentradores de poder, tienden a la militarización, son abusivos de las constituciones, limitan la información y la organización de la población, persiguen a las organizaciones civiles (Ley del Odio de Venezuela), a las y los comunicadores, son antagónicos a los movimientos feministas, de la diversidad sexual, de defensa de derechos humanos y del medio ambiente.

Además, destruyen capacidades estatales, al cancelar instituciones y expulsar personal capacitado provocando dificultades para atender las necesidades en materia de salud, educación, vivienda, alimentación y protección social de la población, así como crisis de gobernanza.

Más que en una etapa de construcción para enfrentar los persistentes problemas de desigualdad, pobreza, y discriminación y apoyar una agenda progresista, los gobiernos de la región tienen que encarar la pérdida de vidas, la desaparición y el comercio de personas, la destrucción de la naturaleza y de actividades económicas, la expulsión y desalojo de poblaciones y las grandes migraciones, el deterioro de los servicios públicos sociales.

 Frente a la gran incertidumbre sobre el futuro que generan los cambios tecnológicos, así como el resurgimiento de los nacionalismos, de gobiernos de ultraderecha en los países de Europa y Norteamérica, con guerras y confrontación de dos bloques económicos, América Latina está desarticulada sin un proyecto regional de futuro, ni con organismos, ni centros potentes de pensamiento.

No estamos preparándonos para el cambio de época que está ocurriendo.

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