Archivo de la categoría: Tejido social

El viejo debate sobre la medición de la pobreza en México

Clara Jusidman

28 agosto 2025

La Silla Rota

La medición de la pobreza sigue en el centro de la atención cuando debería ser más importante el conocimiento sobre las condiciones en que viven las poblaciones pobres en los diferentes contextos territoriales con el fin de aplicar políticas de gobierno diferenciadas, más pertinentes.

Desde hace varios días los resultados de la medición de la pobreza en México han ocupado la atención de los medios de comunicación. El INEGI tuvo el buen tino de no cambiar la metodología desarrollada por el desaparecido CONEVAL para calcular la llamada pobreza multidimensional que considera tanto los ingresos monetarios como las carencias que experimenta la población en la realización de ciertos derechos básicos como salud, educación y vivienda.

Sin embargo, sigue en pie un viejo debate sobre como medir la pobreza. Las políticas que se aplican continúan considerando que todas las personas pobres son iguales, son atendidas como individuos y no en contextos diferenciados de familias y comunidades.

Por ejemplo, ¿qué significa vivir en pobreza en las ciudades violentas del norte del país, respecto de la que la sufren en las ciudades del centro y del sur? ¿De qué se sostienen, cuáles son sus carencias más agudas, dónde adquieren los bienes y servicios que utilizan, cuáles son las amenazas y peligros que las acosan?

De acuerdo con la sentencia del CONEVAL de “Lo que no se mide no se mejora” tal vez lo que se mide no es lo más relevante para las personas y familias que viven en pobreza.

Parecería entonces que darles directamente dinero es una buena solución para que ellas decidan en que lo gastan, pero si ello conlleva dejar deteriorar el salario social disminuyendo el acceso y calidad de los servicios públicos de salud y de educación que recibían, en realidad lo que se les proporciona por un lado se les quita por el otro.

La entrega de dinero las lleva a acudir a proveedores privados de bienes y servicios. Proliferan las empresas que atienden el mercado de la población pobre como son las cadenas de farmacias, las Coppel, Azteca, Oxxo, las BBB. Aumenta el gasto de bolsillo en salud, el consumo de alimentos ultraprocesados  y disminuye la asistencia escolar por la inaccesibilidad de las escuelas privadas. El dinero público derramado en transferencias monetarias acaba en manos del pequeñísimo porcentaje de la población de más altos ingresos: los dueños de FEMSA, los Coppel, Salinas Pliego. La desigualdad en realidad aumenta.

Santiago Levy y su equipo que desarrollaron el Programa Progresa en 1997, el primero en México de transferencias monetarias, antes de ponerlo en práctica hicieron pruebas piloto y dialogaron ampliamente con expertos del Consejo Nacional de Población. Sus recomendaciones llevaron a operarlo en el contexto de las familias y no individualmente, a hacer las transferencias por la vía de las mujeres y a condicionar para otorgarlas a que los niñas y niños acudieran a la escuela y a las clínicas de salud.

Lamentablemente el gobierno anterior, con un voluntarismo irresponsable, puso en práctica varios de los programas sociales sin dialogar ni con las poblaciones a ser atendidas, ni con las personas que llevan años trabajando e investigando la pobreza en México.

La precariedad del tejido social urbano y las violencias.

Clara Jusidman

14 agosto 2025

 Al menos tres acontecimientos los muestran: el redescubrimiento del campo de exterminio del CJNG en Teuchitlán, Jalisco con restos, ropa y enseres de jóvenes desaparecidos; el infame secuestro, tortura y muerte de la maestra Irma Hernández Cruz en Álamo, Veracruz y el hallazgo de los restos de Fernandito niño de 5 años secuestrado, golpeado y abandonado por una deuda de 1000.00 pesos de su madre en el Estado de México.

Nos indignamos por la ausencia de seguridad y justicia proveniente de las instituciones del Estado: no protegen, no vigilan, no investigan, no atienden las denuncias, no responden con oportunidad, no guardan el debido proceso. Nunca encuentran a los culpables, nunca los castigan o lo hace en un porcentaje ínfimo. Se abren expedientes que llenan las bodegas de las fiscalías y nunca se investiga.

Las autoridades repiten mil veces que los crímenes no quedarán impunes, que se harán las investigaciones pertinentes y que los perpetradores serán debidamente castigados.

Las mentiras, el engaño, la ineptitud y lo peor, el total desinterés en conocer lo sucedido y a quién castigar poniendo límites a estas conductas aberrantes sólo caen en el barril sin fondo de la impunidad, contribuyen a la desconfianza y a la repetición de actos llenos de crueldad.

Varias preguntas tendríamos que hacernos:

¿Dónde y qué hicieron los vecinos del rancho, los cercanos al secuestro y los de la colonia donde habitaba Fernandito y su madre? ¿Trataron de detener lo que estaba ocurriendo o de apoyar a las víctimas, de denunciar, de convocar a otros vecinos para evitar los actos crueles? O permanecieron indiferentes, con miedo de involucrarse o sólo mirando los que sucedía.

¿Cómo es posible que toleremos los 200 mil asesinatos ocurridos entre 2018 y 2024, las 120 mil personas desparecidas no encontradas?

Esta situación refleja una destrucción sostenida de los tejidos sociales: no nos reconocemos como personas dignas, no hay empatía, no confiamos, no acompañamos a las víctimas y hemos normalizado la violencia.

En 2024 25.5 millones de personas vivían en situación de pobreza en zonas urbanas, casi el doble de los 13 millones que vivían en zonas ruarles.

Pensemos en los millones de jóvenes que han crecido en condiciones de gran precariedad en las ciudades, viendo como sus padres se empobrecían ante la falta de empleos que les permitiera mantener a sus familias en condiciones dignas y además siendo testigos de las enormes desigualdades.

El desarrollo de tejido social urbano no ha sido una preocupación de la política urbana: en los años cincuenta se construyeron unidades habitacionales enormes que actualmente experimentan altos niveles de violencia. Muchas colonias surgieron de invasiones que tardaron tiempo en lograr el acceso a servicios urbanos. En este siglo los desarrollos de vivienda se hicieron alejados de los centros urbanos.

El proceso de urbanización se ha llevado a cabo en forma muy desordenada en el país. Existe una segmentación social urbana y una ausencia de espacios de encuentro y convivencia en muchos desarrollos y colonias de bajos ingresos.

La desigualdad, el empobrecimiento de poblaciones urbanas y la ausencia de tejido social urbano, seguramente han contribuido a las violencias que dominan nuestra convivencia.

TELEVISA LEAKS. Dominar por vía de la narrativa

Clara Jusidman

La Silla Rota

8 de mayo 2025

Lo importante actualmente en la política es ganar la narrativa para dominar al “pueblo”. Se cuentan historias, llenas de mentiras, en los medios de comunicación y en las redes sociales para mantener engañadas a las personas que recurren a ellas para informarse o seguir a algún ídolo político o artístico. Las granjas de bots contribuyen a la construcción de narrativas mentirosas. Además, quien apele más a las emociones será más exitoso.

En la política ya no se trata de proponer un proyecto de país, de plantear un posible futuro y de explicar cómo y con qué se va a alcanzar. A veces también se construyen y publicitan castillos de fantasía que al primer golpe de viento se desmoronan.

Lo más vergonzoso es cuando los concesionarios de los medios de comunicación, muchas veces coludidos con políticos o con empresarios, con total impunidad utilizan la narrativa en medios y redes para destruir prestigios, promover a personas impresentables, incapaces o incluso criminales a puestos políticos, eliminar obstáculos a sus intereses económicos y desprestigiar a sus competidores,

Cuando las consecuencias de esas prácticas producen muertes, enfermedad o un daño moral grave a personas inocentes se convierten claramente en actos criminales que deberían ser sancionados.

Gracias a Carmen Aristegui y a su excelente equipo de investigación, así como a un valiente joven llamado Germán Gómez García se está develando y analizando el contenido de un disco con una gran cantidad de información usada en una “fábrica de mentiras” llamada el PALOMAR dirigida por Javier Tejada Dondé, funcionario de TELEVISA por cerca de 40 años.

En lo que Aristegui-noticias ha denominado TELEVISA LEAKS se están dando a conocer las formas utilizadas por ese Segundo Poder que ha sido TELEVISA en nuestro país (Dayan dixit), para desarrollar guiones, campañas, falsas actuaciones para cometer ilícitos destruyendo el prestigio de personas y empresas, construir presidentes fantásticos y guapos, candidatos a ministros de la corte impecables y políticos comprometidos y honrados.

La violencia como la basura, la producimos todos y todas

La pandemia y el consecuente encerramiento, la inseguridad y la violencia prevalecientes, la polarización política y el aumento del tiempo utilizado en las redes sociales están afectando nuestras relaciones de convivencia, destruyendo tejido social, generando soledad y abonando a más violencia.

Ya no nos reconocemos en los otros, ni nos interesamos por el bien de los demás. Estamos ensimismados, muchos buscando un sentido de vida, otros el éxito y el reconocimiento personal, otros más esperanzados en que el gobierno les resuelva la vida, o aquellos que viven en sus espacios de alabanzas mutuas.

Las semanas recientes fuimos testigos de más actos de violencia. El problema es que ya nos son sólo los actos resultantes del crimen organizado y del nivel de crueldad que ejerce al destruir vidas, cancelar libertades y someter a nuevas esclavitudes.

Cada vez es más evidente que nos hemos convertido en una sociedad violenta, que nuestras relaciones cotidianas son violentas, así el joven que maltrata al vigilante o al mesero, aquellos que hacen caer a una persona mayor en la calle y la patean, los automovilistas que agreden a los ciclistas o los motociclistas que ponen en peligro sus vidas y las de otros o los niños y niñas que se relacionan a golpes con sus compañeros.

Lamentablemente los más frecuente son las prácticas de violencias de todo tipo en los hogares, incluso asesinando a las parejas. Quienes la ejercen ponen el ejemplo de la violencia como forma de ejercer el poder o resolver conflictos a las generaciones jóvenes. Convierten el ser violento como un patrón para ser reconocido y poderoso.

Los actos disruptivos ejercidos por militantes de un partido político en el Congreso de Nuevo León el 29  de noviembre en desacato a resoluciones de la Suprema Corte de Justicia y del Tribunal Electoral del Poder Judicial son un claro ejemplo del nivel de violencia e impunidad que hemos alcanzado.

La creciente ausencia del Estado Mexicano en el uso legítimo de la fuerza para facilitar una convivencia con claros límites a la trasgresión de las normas que determinan nuestro pacto social y la polarización alentada desde el poder político están llevándonos por un camino de confrontación que puede estallar en el próximo proceso electoral.

Muchos nos preguntamos ¿qué podemos hacer personalmente para detener la espiral de violencia en que vivimos? Lo primero es hacer conciencia de nuestras propias prácticas de violencia  como maltratar a nuestros hijos, no saludar y reconocer la presencia de otras personas en los espacios públicos, sumergirnos y aislarnos en nuestros teléfonos celulares, no pagar dignamente  los trabajos que otros realizan para nosotros, utilizar las redes sociales y los medios de comunicación para insultar, burlarse, difundir mentiras y agresiones o no respetar las reglas de tránsito y ser corteses con otros usuarios de las calles.

La violencia, como la basura, la producimos todos y todas. Para detener la espiral de violencia hagamos conciencia de nuestras propias conductas violentas y procedamos a cambiarlas.

Edadismo. Discriminación de las personas mayores.

Hace dos semanas se llevó a cabo la reunión de presentación del grupo   MEXICOLECTIVO cuyo propósito es convocar a la construcción de un proyecto de nación, con la confluencia de todas las personas dispuestas a expresar sus opiniones, escuchar a otras y alcanzar consensos sobre el futuro del país.

Originalmente estuvo formado por veinte personas a las cuales, a lo largo de un año, se fueron sumando otras veinte. Cada una tuvo la oportunidad de invitar a diez personas al evento, por lo que la asistencia resultó un tanto variopinta.

Algunos de los integrantes originales, por diversas razones, decidimos no participar, ni convocar a dicho evento. Sin embargo, a pesar de haberlo notificado con oportunidad, nuestros nombres empezaron a salir en la prensa en calidad de convocantes principales cuando en realidad, en su caso, éramos cuarenta integrantes originales.

Un destacado comunicador tuvo la habilidad de obtener la edad de los ocho convocantes destacados por los medios y calculó un promedio de 73 años de edad. Su cuestionamiento principal al grupo era que no había jóvenes. Mencionó como ejemplo el caso de tres que calificó de brillantes, que curiosamente habían desertado de los partidos políticos en los que participaban.

Otro comunicador, de precisamente 73 años, que promueve diálogos en donde no deja intervenir a sus interlocutores, sostuvo que MEXICOLECTIVO era un grupo de viejos que ya habían tenido oportunidad de participar en la vida pública y que no habían aportado nada al país.

A partir de estas posiciones, podríamos concluir que las personas mayores ya no tenemos derechos de ciudadanía, no debemos participar, organizarnos, ni opinar sobre la cosa pública, que son sólo los jóvenes los responsables del futuro del país.

Que es la gerontocracia en los gobiernos, en los partidos políticos, en los poderes judiciales y legislativos, en el manejo de empresas y de universidades la que ha llevado al país a su situación actual.

Pues resulta que, de los 32 gobernadores, 21 tienen menos de 60 años (4 de ellos incluso menos de 40). De 20 integrantes del gabinete presidencial 8 tienen menos de 60 años y 4 de los líderes de los 7 partidos políticos, tienen 50 años y menos.

Los jóvenes están participando en la política, en los gobiernos, en la sociedad civil, en las redes sociales. Muchos se están formando o gozando, con todo derecho, de su juventud. Lamentablemente, representan la mayor proporción de personas en reclusión, desaparecidas y asesinadas. Los jóvenes son a la vez víctimas y victimarios de la violencia normalizada.

La desigualdad, la pobreza, la exclusión y las violencias cada vez más agudas, requieren para enfrentarlas del concurso de todas y todos, de la construcción de un pacto social y del desarrollo de una nueva estatalidad que reconozca la enorme complejidad social.

No estamos frente a problemas que derivan de las omisiones de los viejos. El edadismo, la discriminación de las personas mayores, se ha convertido en una expresión grave de intolerancia.

Otro golpe al tejido social urbano

Una de las grandes pérdidas experimentadas por la sociedad mexicana, son los espacios físicos y sociales de encuentro de la diversidad social y económica, lastimando profundamente el sentido de comunidad o tejido social.

La gran marcha hacia las ciudades, así como la migración de mexicanos hacia Estados Unidos, fueron despoblando las pequeñas comunidades y localidades rurales. Se crearon áreas metropolitanas muy desordenas y divididas económica y socialmente como las megalópolis de la Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey y Puebla, que aun así mantuvieron la presencia de colonias, barrios, vecindades, habitadas por personas originarias o provenientes de los mismos pueblos o estados.

Los cambios introducidos al artículo 27 de la Constitución en 1992, en la presidencia de Carlos Salinas, abrieron al mercado las tierras que estaban en manos de ejidos y comunidades. Esa apertura propició un aumento irracional y abusivo de suelo urbano.

En el sexenio de Vicente Fox aparecieron las llamadas “vivienderas” que, comprando terrenos muy baratos en las colindancias de las ciudades, desarrollaron unidades de vivienda de baja calidad y propiciaron el crecimiento horizontal de las urbes.

En años más recientes la llamada gentrificación de las ciudades generada por empresas inmobiliarias y políticos y gobiernos corruptos, asestó un nuevo golpe al tejido social urbano. La Colonia del Valle en Ciudad de México es un claro ejemplo de la paulatina sustitución de casas habitación unifamiliares por edificios de departamentos de varios pisos.

Los dueños del capital inmobiliario se han convertido en un poder de hecho en el país: financian campañas electorales, influyen en la expedición de leyes y corrompen funcionarios para lograr sus fines. A la vez destruyen barrios y colonias y la cohesión de sus habitantes expulsándolos de sus ámbitos históricos de residencia.

Ahora bien, a partir del confinamiento propiciado por la pandemia de COVID 19, se modificaron muchos aspectos de nuestras formas de convivir, aprender, trabajar, comprar e informarnos.

Uno de los cambios más profundos, consiste en la posibilidad de trabajar por medio de plataformas digitales.

Actualmente, una persona puede comunicarse con su empleador por medio de su laptop o teléfono celular y trabajar desde otro país, otra ciudad, desde un barco, la playa o la selva.

Ha surgido un nuevo tipo de trabajador, el llamado “nómada digital” que puede moverse con toda libertad por el mundo, decidir sus horas y horarios de trabajo, firmar contratos comerciales en lugar de contratos de trabajo, auto explotarse si así lo determina.

Esta nueva forma de trabajo está teniendo un gran impacto en las modalidades de poblamiento en varias ciudades de nuestro país. Los nómadas digitales buscan espacios para vivir, que les resulten atractivos y que sean comparativamente más baratos que lo que pagarían en sus lugares de trabajo.

La Ciudad de México, se convirtió en un lugar sumamente atractivo para jóvenes y personas de mediana edad que querían huir de las restricciones de movilidad impuestas en sus lugares de residencia.

Las colonias Condesa y Roma, habitadas y transformadas en lugares atractivos de convivencia por jóvenes provenientes de otros barrios y otras ciudades del país, se fueron poblando de personas extranjeras. Algunas llegan por temporadas, otras adquieren los nuevos departamentos que se edifican con la gentrificación de esas colonias.

Actualmente estamos viviendo el surgimiento de otro gran negocio que irrumpe en la vida comunitaria de varias ciudades, eleva las rentas y expulsa a los inquilinos, principalmente jóvenes, que no pueden pagar las nuevas rentas.

Se trata de la concentración del alquiler temporal de muchos espacios de vivienda por empresas de plataforma como Mr. W, que a su vez aprovechan la plataforma de Airbnb. Los dueños originales dejan en manos de esas empresas el alquiler de sus propiedades, reciben su parte y se despreocupan de las dificultades para encontrar y tratar con inquilinos.

Otra tuerca que se aprieta en contra de la convivencia en beneficio de empresarios con pocos escrúpulos.

Comentarios de Clara Jusidman a los textos presentados en INDESOL

 

Capital Social y Organizaciones de la Sociedad Civil

  1. Investigación de BISAC que es una A.C. y que fue financiada con recursos del Fondo de Coinversión
  2. Basada en el análisis de los resultados de una encuesta a una muestra de 31 organizaciones de la sociedad civil extraída de un universo de 142 organizaciones del Distrito Federal que presentaron proyectos para acceder al FCS en 2009, 2010 y 2011
  3. El informa presentado por la organización contiene un capítulo donde se discuten los enfoques sobre capital social fundamentalmente de Putman, Coleman y Bordieu y se incluyen las definiciones de CEPAL y del Banco Mundial,
  4. Los autores construyen el siguiente concepto de capital social para los propósitos de su investigación: El capital social es la capacidad que tienen las unidades de análisis (individuos, grupos, comunidades, estados) de acceder a recursos escasos (como recursos monetarios y financieros o capital económico; reconocimiento social, prestigio, autoridad, distinción o capital simbólico; e información, conocimiento, destrezas técnicas, o capital cultural) gracias a que pertenecen a redes, estructuras, grupos, instituciones o vínculos sociales.
  5. Es decir los autores optan por tratar de medir el capital social en o de las OSC participantes en el PCS del INDESOL del año 2009 a 2011 y no la proporción del capital social general que representan o aportan las OSC como “instituciones y organizaciones que promueven la confianza y la cooperación entre las personas, las comunidades y la sociedad en su conjunto, si asumimos la definición de CEPAL”
  6. Parece entonces que en su definición los autores se acercan más al concepto de capital social de Bordieu que entiende a este como el conformado por los recursos de diversa índole que pueden ser movilizados por los actores en función de la pertenencia a diversas redes sociales, agrupaciones y organizaciones.
  7. Al leer el análisis de los resultados de la encuesta parecería que lo que  quieren explicar o entender los autores es cuáles es lo que llaman capital social, que poseen las OSC que acceden a fondos del PCS en comparación con aquellas que no acceden. Desde mi personal óptica, se trata más de las capacidades y recursos que ponen en juego para obtener recursos de PSC. Es decir, qué hace la diferencia entre las que acceden y las que no acceden a esos fondos. Las recomendaciones finales del trabajo tratan de proponer a las OSC qué características deben tener para ser ganadoras de recursos del PCS.
  8. Colocan un énfasis particular en investigar y explicar quiénes son las personas o grupos que diseñan los proyectos que van a someter las OSC a las convocatorias de INDESOL, cuáles son sus niveles de formación y en dónde estudiaron, si pertenecen o no a la organización, qué hacen las organizaciones cuando esos “especialistas” no están pues supongo que una de las hipótesis de trabajo es que el acceso a fondos del PCS depende en gran medida de la calidad de los proyectos que se presentan.
  9. Algunas preocupaciones emergen a lo largo de la lectura del texto y que pretendo comentar por la utilidad más general que significan los conceptos y las interpretaciones equivocadas sobre el mundo de las OSC.
  • Una primera preocupación se relaciona con el nivel de conocimiento que tienen los autores sobre la diversidad que existe entre las organizaciones de la sociedad civil, por ejemplo, parecería colegirse que para las OSC es fundamental o central el obtener los recursos del PCS y no se investigan a profundidad las diversas fuentes de financiamiento que pueden tener y la importancia que adquieren los recursos del PCS dentro de los recursos totales a los que acceden. No parece entenderse que las OSC pueden tener varios proyectos financiados por diferentes fuentes.
  • Este ejemplo se observa en el análisis de otras variables donde las respuestas de las OSC no llevan a una única respuesta sino que pueden ser múltiples, es decir no es una sola fuente de financiamiento, pueden ser varias, los proyectos no los elabora una sola persona o grupo sino que puede haber un proceso en el que participan varias instancias de la organización, los diseñadores pueden haber estudiado en varias universidades y tomado varios cursos de capacitación. Esto los lleva en algunos de los cuadros que presentan como es el 20, a incluir las combinaciones posibles de universidades donde estudiaron las licenciaturas y o el cuadro 34 que registra a los actores con los que la OSC participa comúnmente tiene 18 combinaciones posibles; entonces la información y el análisis se vuelven irrelevantes pues la muestra de sólo 31 casos se les distribuye muy ampliamente.
  • Extraña un comentario que dice “Sobresale que el 100% de las organizaciones entrevistas tienen una constitución legal” No podría ser de otra manera pues el universo de 142 OSC para seleccionar las 31 a estudiar se toma de aquellas OSC que presentaron proyectos para acceder al PCS y un requisito es que estén legalmente constituidas. En las recomendaciones le sugieren en consecuencia a las OSC que asuman una constitución legal.
  • Los autores parecerían entender a las OSC sólo como organizaciones que proporcionan servicios a terceros y les preguntan sobre cuántas filiales tienen y a cuántos beneficiaros atienden y las valoran de acuerdo al número de beneficiarios que atienden señalando que sólo tres de las incluidas en la muestra tienen capacidad para atender a más de 1000 beneficiarios mensualmente. En las recomendaciones terminan sugiriéndole a las OSC que para ser ganadoras es mejor que no tengan filiales.
  • Insistiría en el tema de diversidad de las OSC Si bien una proporción importante proporciona servicios de asistencia social y tiene claramente beneficiarios, otras se dedican a atender pocos casos complejos por ejemplo, de víctimas de violación de derechos humanos en el que cada caso demanda de muchos recursos y tiempo de las OSC para sacar adelante la reparación del daño, el acceso a la justicia y a la verdad. Los beneficiarios -en esa vaguedad del término- pueden ser considerados como los que tomaron un taller de un día o asistieron a una conferencia de dos horas, las personas atendidas en consultorios médicos ambulatorios o los enfermos crónicos atendidos en hospitales de las organizaciones o los niños o niñas víctimas de abuso sexual a los que la organización les brinda apoyo jurídico, social, económico y psicológico. Es decir, el tipo, el esfuerza y la calidad de la atención difiere aun en aquellas que ofrecen servicios y cuentan con beneficiarios.
  • Pero existimos muchas organizaciones que no podemos responder a la pregunta de a cuántos beneficiarios les llegan nuestra actividad pues nos dedicamos a promover e incidir en políticas públicas, a investigar, a apoyar el desarrollo de legislación y la construcción de instituciones públicas, a observar y vigilar elecciones, a participar en instancias públicas de deliberación, a acusar y evidenciar la corrupción, la violación de derechos humanos entre ellos los ambientales o el abuso de las compañías mineras, a exigir acceso a la información y transparencia, etc. La gran pregunta es cómo podemos estimar la población beneficiada por esas actividades cívicas y que hacen más al aporte de las organizaciones como entidades que representan el capital social por que derivan de la confianza, la solidaridad, el apoyo y las redes que logramos construir las OSC.
  1. Otro concepto igualmente vago en el caso de las OSC es el de integrantes debido a las diferentes formas de organización y actividades de las mismas. Hay OSC cuyos integrantes serían en estricto sentido un grupo pequeño de consejeros que contratan a un número variable de personas para que se hagan cargo de los proyectos o le pagan a una pequeña estructura formada por trabajadores de la organización. Me parece que ha sido muy poco analizado el funcionamiento variado de las OSC y que muchas veces se consideran como asociados o integrantes personas que participan en el trabajo de la organización por que fueron contratados y reciben un sueldo. Este debe ser el caso más frecuente entre las organizaciones que brindan asistencia social. Así al responder a la entrevista ¿qué es lo que se está contabilizando como integrantes de la organización?
  • Lamento decir que las recomendaciones finales del trabajo me parecen poco fundadas, en algunos casos irrelevantes pues hay supuestos de causa efecto insostenibles y menos con una muestra tan pequeña de casos. Por ejemplo sugerir cual es el número de beneficiarios que hay que tener para tener más probabilidades de obtener recursos del PCS o el tener o no filiales.
  • Finalmente me parece que los autores olvidan el contexto externo, los números y las distribuciones de los universos de las OSC que son los que en última instancia frecuentemente llevan a los resultados que ellos encuentran. Es decir, hay más AC que IAP y SC y por lo tanto hay mayor probabilidad de que las organizaciones que analizan sean AC.
  • Sinceramente sugiero una revisión y evaluación cuidadosa del trabajo si es que se tiene interés en publicarlo.

La acción solidaria de los mexicanos una aproximación CEMEFI ENsAV 2005 y 2012

El segundo texto presentado el día de hoy es un documento de divulgación, bien escrito y accesible al lector en torno a la importancia, el tamaño y los ejercicios de medición de las actividades solidarias en México y en varios países del mundo. Contiene una introducción clara sobre el sentido del documento elaborada por Jorge Villalobos, Director de CEMEFI y es seguido por cinco capítulos formulados por diferentes autores que llevan ya varios años colocando en la agenda pública la importancia de dichas actividades por su contribución al bienestar y generación de vínculos y por el potencial que representan en nuestro país de contarse con políticas de promoción que lo apoyen.

Desde el inicio se destaca que los ámbitos donde principalmente se concreta esa actividad voluntaria son las iglesias, las escuelas y la comunidad o barrio. A lo largo del texto se define que se trata de acciones de voluntad libre, sin fines de lucro y en beneficio de terceros y que aparecen en materias como involucramiento en la atención de desastres, producción de bienestar y en resolución de conflictos, como ejemplos destacados. Que INEGI estimo para 2010 en México un total de 1,235,000 voluntarios, que el 76% de los mexicanos realizan acciones voluntarias a favor de terceros y que lo hacen en promedio 2.5 veces al año.

Dentro de los capítulos del texto Jacqueline Butcher en Dimensiones y cuantificación de las actividades solidarias en México: importancia y experiencias internacionales de medición enlista y describe brevemente documentos importantes de N.U. y de la OIT hace un recuento como lo hacen otros capítulos, de los esfuerzos de medición y de las fuentes que esclarecen aspectos sobre las actividades voluntarias en México como es la encuesta realizada por CEMEFI (ENCUP) y analizada por Gustavo Verduzco y la misma Jacqueline del 2005, los trabajos y encuestas realizadas de Layton y Moreno (ENAF 2005 y 2008), la Encuesta Nacional de Capital Social de 2006 de SEDESOL/PNUD y los esfuerzos realizados por el INEGI para medir el aporte al PIB de las actividades voluntarias y filantrópicas dentro de una subcuenta del Sistema de Cuentas Nacionales.

En el capítulo denominado el voluntariado en México: Marcos Teóricos y Experiencias nacionales de medición en un texto breve Lorena Cortés Vázquez realiza una discusión sobre el concepto de capital social indicando que de acuerdo a algunos autores si este concepto no incluye el facilitar el acceso a otros recursos no es más que otra palabra para referirse a relaciones y redes sociales. Enlista las cinco fuentes fundamentales en México para acceder a información sobre participación, capital social y voluntariado: la ENCUP, la ENCASO, la ENAP y la ENSAF.

En el capítulo cuarto escrito por Pablo Parás García y Lorena Cortés principales encargados del levantamiento de la ENSAF 2012 se hace una explicación clara del método de muestreo polietápico adoptado para seleccionar los hogares a ser incluidos en la muestra y posteriormente a las personas a ser entrevistadas, así como la capacitación y supervisión de los encuestadores que realizaron las 1600 entrevistas, después de enfrentar un nivel de 55 % de rechazo de personas contactadas.

En el siguiente capítulo Gustavo Verduzco realiza una exploración inicial de los resultados de la Encuesta Nacional de Solidaridad y Acción Voluntaria en México 2012. Parte narrando las experiencias y resultados sobre la acción voluntaria en Alemania, Canadá y Estados Unidos destacando los hallazgos más relevantes por grupo de edad, sexo, nivel educativo y tipo de actividad voluntaria y la proporción de población total y de horas promedio que destinan a dicho trabajo. Esto con el propósito de proporcionar elementos comparativos con los resultados obtenidos en México.

Del análisis de primeros resultados de la Encuesta del 2012 se destaca un aumento de la participación voluntaria de la población de 15 años y más que alcanza al 76% cifra que se compara favorablemente con la de otros países; se detecta una participación más alta de las mujeres que forman el 53% de la actividad voluntaria; por regiones, la región centro que incluye al D.F. y al Estado de México muestra niveles bajos de participación voluntaria (68%) a diferencia de la sur y la centro occidente que son más altas (80%). Verduzco reitera que los ámbitos de acción voluntaria principales continúan siendo las escuela, la iglesia y el barrio o comunidad encontrándose un crecimiento de las acciones voluntarias que se concreta en las escuelas, respecto a lo encontrado en el 2006.

Las mujeres participan más en actividades de cuidado de los niños, de salud y religiosas y los hombres en actividades voluntarias de la colonia y en las deportivas; por estratos socioeconómicos los de alto nivel aplican su trabajo voluntario a actividades religiosas y al cuidado de salud y de niños que pudieran estar comprendidas en actividades de beneficencia en cambio los estratos bajos y medios lo hacen respecto a la escuela y a actividades relacionadas con medio ambiente y cultura.

 

Verduzco va planteando a lo largo de su capítulo algunas hipótesis a comprobar a partir de los primeros hallazgos en la Encuesta como para profundizar y buscar algunas explicaciones causales de los resultados; por ejemplo sugiere que en México el trabajo voluntario en las escuelas es mayor que en otros países por la precariedad en que se encuentran las mismas y por la necesidad de seguridad y vigilancia que ha aumentado y que demanda que los padres estén presentes y apoyen la entrada y la salida de los niños y niñas.

Por su parte Pablo Parás intenta hacer una exploración empírica de lo que lleva a las personas a ayudar a otras. En promedio los mexicanos realizan 2.5 acciones voluntarias por año, 25% no realiza acción alguna y otro 25% realiza cuatro y más acciones al año.

Parás sostiene que existe una relación entre las acciones voluntarias que se detonan y la existencia de ámbitos e instituciones que permitan concretarla y se pregunta si habría la cantidad de donaciones si no existiera la Cruz Roja o el Teletón. Es decir, podría uno deducir que si el sector voluntario organizado como estructura que alberga este tipo de actividades, se hiciera más visible y ofreciera opciones para aportar trabajo voluntario posiblemente aumentaría la participación de la población en actividades voluntarias.

Calcula un índice de acciones voluntarias teniendo como fundamente la lista de 23 posibles acciones voluntarias y con el ratifica el hecho de que se da una mayor participación voluntaria en el ámbito escolar comparativamente con el religioso y bastante menor en lo comunitario, donde encuentra que el 75% de los mexicanos no realizan ninguna actividad voluntaria. Este sólo dato puede ser de enorme utilidad para los diseñadores de políticas de prevención social de las violencias y la delincuencia que están basando mucho la estrategia en la activación del espacio público como detonador de reconstrucción de tejido social. Es decir, tendrán que definir medidas más potentes para atraer a la población hacia la participación en actividades en ese espacio público, pues la expectativa es que sean las propias comunidades las que lo mantengan en actividad y vivo.

Mediante el índice AVA Parás realiza un análisis estadístico a nivel del individuo y como conclusiones ratifica algunas de las cuestiones ya planteadas por Verduzco en el sentido, de que son las mujeres las que más participan en acciones voluntarias, así como las personas en edades medias, a mayor ingreso y mayor escolaridad mayor participación, las zonas rurales y el sur como la región con mayores acciones voluntarias y el mayor aporte de acciones voluntarias de aquellos que se sienten amenazados en su seguridad

Al desarrollar otros cuatro índices con base en los datos de la ENSAF 2012 Parás encuentra que parecería existir un avance progresivo en la proporción de personas que se involucran en acciones voluntarias, que tres cuartas partes de las personas no pertenecen a agrupaciones y que 66.6% no reciben apoyos ellos mismos pero que en cambio si tres cuartas partes de la población dona.

Procede a utilizar modelos matemáticos para tratar de determinar por qué las personas ayudan a otras personas y encuentra que las personas que ayudaron anteriormente continúan ayudando es decir quién aprendió o se socializó ayudando continuará haciéndolo; que quienes participan en agrupaciones son más activos.

Con modelos de interrelación más complejos Parás corrobora que las variables explicativas de la participación en acciones voluntarias tienen que ver fundamentalmente con la experiencia previa de haber participado, con la pertenencia a agrupaciones, con el donar y haber recibido donativos.