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La incertidumbre y la seguridad en el trabajo

La incertidumbre y la seguridad en el trabajo

Clara Jusidman

La Silla Rota

16 de enero 2025

Los efectos del cambio climático como son los incendios por los vientos de Santana en Los Ángeles; las guerras en Europa, Medio Oriente y África; la emergencia de nacionalismos económicos en gobiernos autocráticos y los acelerados avances tecnológicos, especialmente en materia de inteligencia artificial tienen a la humanidad “al borde de un ataque de nervios” como diría Almodóvar.  En México podemos agregar la expansión territorial de las bandas criminales.

Los sentimientos de incertidumbre y miedo dominan a miles de millones de personas en la actualidad. No saben qué esperar del futuro y prefieren resolver sus problemas inmediatos: asegurar su alimentación, su salud, su vivienda, su trabajo y su ingreso y en no pocas regiones del mundo y de nuestro país, asegurar su vida y la de sus familias.

Millones transitan por el mundo huyendo de esos problemas en sus países de origen, buscando refugio y seguridad. Sufren en su búsqueda maltrato, discriminación, abusos, violaciones, pérdida de su libertad e incluso, la muerte.

En México nos encontramos al borde de una crisis en materia alimentaria, vivimos otra en el campo de la salud, la insuficiencia de viviendas ha sido reconocida por el actual gobierno, pero quisiera enfatizar lo que está ocurriendo en el mundo del trabajo y los ingresos.

En los últimos meses ha aumentado la incertidumbre en las posibilidades de preservar el trabajo y los ingresos que de ello se obtienen.

El acceso y la conservación de un trabajo digno son fundamentales en la vida de las personas y de las familias. Durante décadas el objetivo de vida era obtener un trabajo digno que permitiera cubrir las necesidades básicas de las familias, proporcionar educación a los hijos para que éstos a su vez, accedieran a un trabajo digno y protegido.

Sin embargo, a partir de los años ochenta del siglo pasado, las políticas económicas de los gobiernos no han comprendido la importancia y el nivel de seguridad que significa contar con un trabajo seguro en la vida de las personas y las familias.

Desde 1976 los gobiernos decidieron reducir los salarios mínimos al 25% del valor que alcanzaron en ese año. Entre 1994 y 2016 los mantuvieron en ese nivel. La firma de los tratados de libre comercio los obligó, por presión de los sindicatos de Estados Unidos y Canadá, a cambiar esa desafortunada política. El efecto de 40 años de depresión salarial en las capacidades de las familias mexicanas para construir seres humanos con dignidad fue desastroso.

Recientemente observamos dos tendencias. La primera es la desaparición de un gran número de pequeñas y medianas empresas y la disminución en más de 400,000 puestos de trabajo en los registros del Seguro Social.

La segunda son las políticas del actual gobierno federal para dejar sin trabajo a miles de trabajadores del poder judicial y el despido de mucho otros de la administración pública federal debido a “restricciones presupuestales”.

Asimismo, es un error aumentar el impuesto a la nómina al 4% en la Ciudad de México. Se encarece el costo del trabajo para las empresas que generan empleos formales.

La opción parece ser cambiar la certidumbre de un trabajo y encarecer el costo de este por mantener dádivas monetarias que aseguren lealtad política y control del poder.

La 4T y la desigualdad en salud y alimentación

Estamos de acuerdo con la 4T en que la desigualdad y la pobreza afectan a millones de mexicanos y mexicanas. Que las políticas que privilegian el funcionamiento del mercado como mecanismo de distribución del ingreso, exacerban esos problemas.

Actualmente en nuestro país al menos 14 familias están incluidas en la lista de Forbes con más de 1,400 millones de pesos. Aún en este pequeño grupo, las diferencias son muy grandes: la de Carlos Slim Helú cuenta con 93,000 millones de pesos, una riqueza 66 veces mayor a la de Alfredo Harp Helú. Otras familias en la lista son Larrea, Salinas Pliego, Bailleres y Aramburuzabala.

En la otra punta de la distribución, en 2020 se encontraban 10.4 millones de personas en pobreza extrema, mismas que aún si dedicaran todo su ingreso a la compra de alimentos, no podrían adquirir los nutrientes necesarios para lograr una vida sana.

Cuatro años de políticas de la 4T ¿han modificado en algo esta gran desigualdad?

Indudablemente, elevar sustantivamente los salarios mínimos y llevar a cabo reformas en materia laboral, son medidas importantes tomadas por la actual administración.

Sin embargo, muchos esperábamos acciones para reducir las desigualdades en materia de salud, educación y acceso a servicios básicos. Se optó en cambio por una mala estrategia de transferencias monetarias directas que generan gran dependencia de quienes las reciben.

Hasta el momento los dos mayores fracasos de la 4T se han expresado en dos derechos humanos   de gran relevancia: el acceso a la alimentación y el acceso a la atención en salud.

La extracción de 15 mil millones de pesos de Seguridad Alimentaria Mexicana (SEGALMEX), el doble de los extraído por el PRI en la “Estafa Maestra”, afectan claramente a los mexicanos en pobreza extrema que experimentan hambre, así como a los productores de alimentos. Además, aumentan nuestra creciente dependencia de importaciones.

Los actos de corrupción hasta ahora detectados en SEGALMEX no explican el enorme fraude cometido. Obviamente, nunca sabremos a donde fue a parar el dinero extraído de nuestras contribuciones.

Por su parte, la reducción en cuatro años de la esperanza de vida de las y los mexicanos, así como un millón de muertes por encima de la tendencia histórica en 2020 y 2021, resultan del fracaso del Instituto Nacional para el Bienestar (INSABI), del pésimo manejo de la pandemia y de la compra de medicamentos por el gobierno federal. Dos buenos ejemplos son 22 millones de recetas no surtidas por el IMSS-Ordinario en 2021 y el aumento de 70% de los gastos de bolsillo en salud de la población más pobre.

Es así que, en los cuatro años transcurridos, la 4T terminó contribuyó al aumento de las carencias y de las desigualdades en materia de alimentación y salud, mientras que los milmillonarios, bien gracias.