Todas las entradas de: Clara Jusidman

Derechos humanos

Bajar presentación: diplomado_Querétaro_4_11

¿Qué son los Derechos Humanos?

Luigi Ferrajioli señala que los derechos fundamentales son los derechos que están adscritos universalmente a todos en cuanto personas, o en cuanto ciudadanos o personas con capacidad de obrar y que son por tanto, indisponibles e inalienables. Sostiene además que si queremos garantizar un derecho como fundamental se debe sustraer tanto a la disponibilidad política como a la del mercado, formulándolo como regla general, y por tanto confiriéndolo igualmente a todos y todas.

En el derecho mexicano esos derechos universales e indisponibles están establecidos en la Constitución Mexicana, y en el ámbito internacional, corresponden a los establecidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) en los Pactos internacionales (1966) y en las demás convenciones internacionales sobre derechos humanos.

Los derechos humanos son atributos y garantías que corresponden a las personas, al margen y por encima de las leyes, los cuales deben ser reconocidos y protegidos.

Los derechos humanos son los que tienen todas las personas para vivir una vida de libertad y dignidad, en virtud de su humanidad común. Expresan el compromiso de garantizar que todas las personas puedan disfrutar de los bienes y libertades necesarios para alcanzar esa vida digna. Se hallan sustentados en valores éticos, cuyos principios se han traducido en normas de derecho positivo nacional e internacional, constituyéndose en parámetros de justicia y legitimidad política.

Se realizan cuando los individuos gozan de las libertades amparadas por el derecho y el ejercicio del derecho está garantizado y cuando hay mecanismos sociales suficientes para proteger a la persona de las amenazas contra el ejercicio de las libertades amparadas por esos derechos.

Los ddhh son las condiciones de la existencia humana que permiten al ser humano desenvolverse y utilizar plenamente sus dotes de inteligencia y de conciencia en orden a la satisfacción de las exigencias fundamentales que le imponen su vida espiritual y natural y con ello dan cumplimiento a su dimensión ética, con las características propias del ser humano, en su vida personal y colectiva.

Punto de vista antropológico, los ddhh responden a la idea de las necesidades que tienen los seres humanos para vivir de manera digna: alimentación, vestido, vivienda, educación, trabajo, salud, en una primera instancia; también a la libertad de expresión, de organización, de participación, posteriormente; de trascendencia, de tener una vida de calidad, de solidaridad, etc. una vez que las anteriores han sido cubiertas

En la declaración francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano se consagraron de una manera definitiva como texto legislativo. Siglo XVIII.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, piedra angular del sistema actual de derechos humanos parte señalando que “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana” Que “toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”. [1]

Los ddhh no son absolutos, sino más bien susceptibles de cambio, de acuerdo con las necesidades de una época determinada o de un lugar determinado.

Han mantenido dos características la defensa de la persona humana y las limitaciones al poder del Estado.

En 1948 la Asamblea General de las N.U. sancionó la Declaración Universal de los DDHH. Desde ese año y como producto de negociaciones entre los gobiernos representados en el Sistema Universal de Derechos Humanos, se han ido generando diversos instrumentos jurídicos[2] varios de ellos vinculantes. Asimismo, se han creado sistemas de instituciones y mecanismos que han avanzado en la conceptualización y la cobertura del marco de derechos humanos; vigilan, dan seguimiento y visibilizan el grado de cumplimiento de las obligaciones de cada uno de los Estados Parte; y reciben denuncias, realizan escrutinios y aplican sanciones o hacen recomendaciones ante violaciones a los derechos humanos. Adicionalmente, desde la Conferencia de Viena de 1993 se busca avanzar en la forma de operacionalizar el “enfoque de derechos humanos” en planes, políticas y programas de los Estados e incorporarlo en la operación de los organismos del Sistema de Naciones Unidas.

El Sistema Universal se fortalece además con la existencia de sistemas regionales como es el caso del continente americano del cual forman parte la Corte, la Comisión y el Instituto Interamericanos, que se encargan de atender, adaptar y desarrollar el marco de derechos humanos a las realidades de la región.

Interesa destacar que existe en el mundo un cuerpo amplio de instituciones y un gran número de especialistas que por sesenta y cinco años, que se cumplieron el 10 de diciembre del 2013, han venido reflexionando y avanzando en la protección de los derechos humanos y dentro de ello, en la forma de operacionalizar las obligaciones que adquirieron los Estados al firmar los diversos instrumentos internacionales en materia de Derechos Humanos.

La evolución normativa de los derechos humanos ha dado lugar a dos categorías amplias de estos: los derechos civiles y políticos y los derechos económicos sociales y culturales. Los primeros consagran al individuo frente a la ley y garantizan su habilidad para participar libremente en la vida política, económica y civil de las sociedades. Los segundos promueven el florecimiento individual, el desarrollo económico y social, la autoestima y la identidad.[3]

Los derechos humanos son universales, indivisibles, inalienables, interdependientes, interrelacionados, de igual importancia para la dignidad humana y exigibles, y los DESC tienen el mismo estatuto legal, importancia y urgencia que los derechos civiles y políticos. El goce de los derechos económicos, sociales y culturales es determinante para la posibilidad del goce efectivo, igualitario y no discriminatorio de los derechos civiles y políticos.

Teoría de las tres generaciones de derechos humanos

Derechos civiles y políticos

Libertades individuales

Siglo XVIII, fundamentados en la libertad. Derechos individuales. Constituciones de Estados Unidos y de Francia. Desde antes Aristóteles, Cicerón, Santo Tomás de Aquino y retomados por Rousseau, Voltaire, Diderot, D’Alambert

Derecho a la integridad física (Derecho a la vida) y moral (derecho al honor), derecho a la seguridad de las personas, los domicilios y las comunicaciones, protección contra la discriminación originada en cualquier condición personal o social y los derechos individuales: la propiedad, la libertad de pesnamiento, expresión, prensa e imprenta, de culto, de circulación y residencia; al debido proceso, garantías contra detención arbitraria, el derechos de asistencia, representación y defensa jurídica, a no declarar, a la ausencia de torura. El heveas corpus, la presunción de inocencia, la no retroactividad de las leyes, la proporcionalidad de las penas, a obtener reparación

Derechos políticos: a la participación en la vida civil y política, el derecho al voto, el de petición, de reunión y manifestación, de asociación

 

Derechos económicos, sociales y culturalesIgualdad

Florecieron en 1917 y 1918 y se conocen como derechos sociales y económicos y se agregaron los derechos culturales. Ideólogos y pensadores Marx, Engels, Lenin, Hegel. Tienen que cumplir con una función social sin dejar de ser individuales: el individuo es su titular.

Algunos los consideran como derechos programáticos o “derechos prestaciones”porque para su realización el ser humano necesita de la ayuda de la sociedad a fin de obtener los medios para la realización de sus necesidades

En este contexto, los derechos económicos, sociales y culturales específicamente son aquellos que posibilitan a la persona y a su familia gozar de un nivel de vida adecuado. Incluyen aspectos relacionados con el derecho a la vida, a la libertad y a la subsistencia.

¿Cuáles son los DESCA?

El derecho al trabajo y a la libre elección del empleo; a condiciones de trabajo equitativas y satisfactoria; libertad sindical y derechos de huelga; a la seguridad social; protección a la familia y a los menores; a un nivel de vida adecuado y a la mejora continua de las condiciones de existencia (alimentación, vestido y vivienda digna); al nivel más alto de salud física y mental; a la educación; a participar en la vida cultural y a disfrutar de los beneficios que resulten de los progresos intelectuales y de los descubrimientos científicos; derechos de autor; al descanso y a la recreación, a constituir una familia y a recibir protección, derecho al agua; derecho al medio ambiente sano

Los DESC podrían considerarse como la expresión nuclear del conjunto de los derechos sociales, a los que deben agregarse los derechos definidos en los instrumentos internacionales y nacionales referidos a los pueblos y a los grupos de población sujetos a discriminación como son la niñez, las mujeres, los adultos mayores, las personas con discapacidad, los migrantes, entre otros. La formulación específica de instrumentos internacionales para estos grupos refiere a la inclusión, la igualdad y la no discriminación.

Las garantías sociales protegen los derechos de corte social y económico del individuo. Son instrumentos para que el derecho social declarado en la ley, se convierta en operable, ejecutable, exigible. Son métodos, mecanismos o dispositivos que sirven para asegurar la efectividad de un derecho social.

Derechos de los pueblos y la solidaridadFraternidad

Son los derechos de los pueblos y de la solidaridad, que les permite a aquellos reclamar ciertas prestaciones de la sociedad:

Pertenencen a los individuos y, a la vez, al conjunto del pueblo e incluso a la comunidad internacional.

Derecho a la paz, derecho a un medio ambiente sano y ecológicament4e equilibrado, derecho a beneficiarse con el patrimonio común de la humanidad, derecho a la comunicación, derecho al desarrollo y derecho a un nuevo orden internacional. Derecho a la intimidad, a disfrutar del aire puro, a r4ecibir una buena información, a la protección del patrimonio, los derecho del consumidor, el dercho en general, a tener una vida de calidad.Haroeld J.Laski, Benedetto Croce, Mancery Fry, Mahatma Gandhi. Jacques Maritain, Kurt Riezler, Goerge Friedman, Hung Shulo, Luc Somerhausen, Humayeun Kabir y Richard Mc Keon

Tránsito entre Estado Nación y Estado Región de los bloques económicos transnacionales. Derechos de las generaciones futuras, derechos de los migrantes, derechos difusos

“Hoy en día es indudable que los derechos humanos en su conjunto son indivisibles, interdependientes, interrelacionados y de igual importancia para la dignidad humana. En vista de lo anterior, los Estados tienen la misma responsabilidad en cuanto a las violaciones a los derechos económicos, sociales y culturales y las violaciones a los derechos civiles y políticos” Directrices de Maastricht Apartado 4.

En su apartado 6 se dice “Al igual que los derechos civiles y políticos, los derechos económicos, sociales y culturales imponen sobre los Estados tres tipos de obligaciones distintas:las obligaciones de respetar, proteger y cumplir. El incumplimiento de cualquiera de estas tres obligaciones constituye una violación a dichos derechos. La obligación de respetar requiere que el Estado se abstenga de obstaculizar el goce de los derechos económicos, sociales y culturales. Así, el derecho a la vivienda se infringe si el Estado lleva a cabo expulsiones forzosas arbitrarias. La obligación de proteger exige al Estado prevenir violaciones a estos derechos por parte de terceros. Así, el no asegurar que los empleadores privados cumplan las normas básicas de trabajo podría constituir una violación al derecho a trabajar o a condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias. La obligación de cumplir requiere que el Estado adopte las medidas legislativas, administrativas, presupuestarias, legales y de otra índole adecuadas para lograr la plena efectividad de dichos derechos. Así, podría constituirse una violación si el Estado no proporciona la atención primaria de salud esencial a las personas que lo necesiten”[4]

Interesa destacar que los instrumentos internacionales y la jurisprudencia relativa a los DESC establecen que existen diversas formas en que los Estados pueden honrar su obligación de satisfacer o de cumplir. El enfoque de derechos humanos en las políticas públicas, si bien aporta marcos para la orientación de esas políticas, no define el contenido de las mismas. Es decir, de acuerdo a sus regimenes sociales y económicos los Estados podrán escoger diferentes caminos para garantizar que su población acceda al cumplimiento de sus derechos humanos

Qué significan para las personas ordinarias y concretas

Al firmar los Estados los distintos instrumentos internacionales de DDHH y al ser incorporados estos en las constituciones nacionales y en la legislación lo que se llama armonización legislativa, se obligan a respetarlos, protegerlos y garantizarlos y a abstenerse de violarlos.

De alguna forma establecen los términos de relación entre los Poderes del Estado y el pueblo y limitan a los primeros en su ejercicio del poder sobre estos últimos para no vulnerar la dignidad de las personas. Los obligan a desarrollar los instrumentos, mecanismos, modalidades que permitan la realización de los DDHH: garantías específicas, legislación, políticas, programas y presupuestos, creación de instituciones como tribunales, defensorías, procuradurías, mecanismos de participación, de exigibilidad, de información, de protección como medidas cautelares, etc. Es decir los estados tienen que desarrollar sus capacidades para realizar los DDHH de sus poblaciones y a aplicar las prescripciones definidas en los instrumentos de los que forman parte.

Las personas como titulares de derecho pueden usar esos instrumentos e instituciones para hacer exigibles sus derechos y si agotan las instancias nacionales y no son atendidos sus reclamos pueden acudir a las instancias internacionales y someter a los países a un juicio de pares.

Las sanciones son más bien de tipo moral en ciertas instancias como son los Comités que vigilan el cumplimiento de los tratados y convenios internacionales. Estos emiten recomendaciones y examinan periódicamente su cumplimiento.

Cuando ya se trata de asuntos ante la Corte Internacional o la Comisión Interamericana, los Estados son obligados a realizar diversas acciones entre las que se encuentran medidas de reparación del daño a quienes fueron afectados por comisión u omisión del Estado.

En algunos casos, como estuvo a punto de ocurrir en el Parlamento Europeo en el caso de Ayotzinapan los Estados pueden adoptar sanciones económicas o políticas al país que violó derechos humanos.

¿Cómo entender la dignidad humana en clave de derechos humanos?

Toda la teoría y desarrollo conceptual de los derechos humanos es en realidad un intento de dar contenido al concepto de dignidad humana.

Es decir, cuales son las condiciones en que el ser humano puede realizar una vida buena y digna: con libertades, con igualdad, sin discriminación, con seguridad, con reconocimiento y respeto a su calidad humana, con cobertura de sus requerimientos para la vida, y posibilidades constantes de mejorar su calidad de vida.

Los derechos humanos son una traducción de lo que la sociedad mundial concibe como elementos fundamentales para que las personas realicen su dignidad como humanos. Puede ser un marco aspiracional y fijan un estándar.

¿En qué sentido sería importante la noción de derechos humanos en la vida y relaciones familiares?

La Carta de las Naciones Unidas surge en una etapa de la historia en donde las naciones tenían que establecer reglas claras en la relación entre Estado y las poblaciones, después de las atrocidades de la primera y segunda guerra mundial cometidas por regímenes totalitarios. En la posguerra florecen los Estados de Bienestar en occidente y los regímenes socialistas en Europa del Este y en Asia. El debate en materia de derechos humanos surge entre Estados con diferentes regímenes sociales y de cierto modo había una competencia para ver quien realizaba mejor los derechos humanos de sus poblaciones. Los sistemas de mercado privilegiaban las libertades, los derechos individuales y por lo tanto los DH políticos y civiles. Los Estados de Bienestar buscan ser una alternativa dentro de las economías de mercado que también atendieran al tema de igualdad y justicia social. Los Estados socialistas privilegiaron la cobertura de las necesidades materiales de sus poblaciones y por lo tanto la igualdad y conculcaron sus derechos civiles y políticos.

Sin embargo, desde finales del siglo XX y frente a la caída del Muro de Berlín, el contrapeso que los países de régimen socialista hacían a los países de economía de mercado por cuanto a las prioridades respecto de sus poblaciones, se destruyó. Esto incluso ha representado una retracción de las economías de bienestar y la reducción de los servicios y prestaciones que en algún momento ofrecieron a sus poblaciones.

La preponderancia de los regímenes capitalistas de mercado, liderados por el capital financiero, ha significado un retroceso en la participación de los Estados en la provisión de bienes, servicios y actividades para la vida digna de las personas.

La provisión de estos volvió a recaer en las familias y se ha convertido en un nicho fundamental de las empresas del mercado.

El Estado debería en este caso haberse convertido en un garante de que las relaciones entre personas, y entre personas y empresas, se realice en un marco de respeto a los derechos individuales y colectivos de éstas. Es decir, su obligación de proteger adquiere gran relevancia dado que las violaciones cotidianas de derechos humanos se está dando entre particulares y entre particulares y colectividades.

En el Siglo XXI un reto al marco de DDHH es desarrollar los conceptos y los mecanismos que frente al protagonismo de las familias y de las empresas nacionales y trasnacionales y la retracción de los Estados Nación, mantengan vigentes los atributos asignados a lo que significa vida digna de las personas y se respete la libertad, la igualdad y la fraternidad.

El desarrollo de los derechos humanos de tercera generación apuntan en ese sentido y buscan reconocer la presencia de Estados regionales y de la sociedad global: el derecho al desarrollo, al medio ambiente sano, a los bienes comunes de la humanidad, el derecho de los pueblos, etc.

Un ámbito poco explorado es el derecho de las familias a la protección enunciado en el PIDESC. En la CEDAW Artículo 16 se menciona la necesidad de adopción de medidas adecuadas para eliminar la discriminación contra la mujer en todos los asuntos relacionados con el matrimonio y las relaciones familiares y, en particular, asegurarán, condiciones de igualdad entre hombres y mujeres: el mismo derecho para contraer matrimonio, para elegir libremente cónyugue y contraer matrimonio por su libre albedrío y pleno consentimiento; mismos derechos y responsabilidades al contraer matrimonio y con ocasión a su disolución; mismos derechos y responsabilidades como progenitores en materias relacionadas con los hijos, considerando primordiales los intereses de los hijos; etc.

A su vez en la Convención sobre los derechos del Niño se establecen con claridad los derechos que corresponden a la infancia en el seno de sus familias y en las relaciones con sus padres y madres y las obligaciones del Estado para su protección: tales como el interés superior del niño, su derecho a vivir con su padre y con su madre o en su caso, a mantener contacto directo con ambos, a la reunificación familiar, a expresar su opinión y a que esta se tenga en cuenta en todos los asuntos que lo afectan, la responsabilidad primordial de padres y madres en la crianza de los niños, protección frente a todas formas de maltrato.

De estos dos instrumentos y tomando en consideración el marco de la Carta de Naciones Unidas, es posible extraer los derechos individuales de cada integrante de las familias y aquellos que derivan de la relación entre sexos y generaciones

Derechos humanos y ciudadanía y ciudadanías disminuídas

  1. Marshall sosteníaen la década de los cuarenta del siglo pasado, cuando hablaba de la interdependencia de los tres tipos de ciudadanía: la civil, la política y social y que se confirma en varios instrumentos internacionales que agregan a la interdependencia de los derechos, su indivisibilidad, su interrelación y su igual importancia.

En Estados donde persiste una profunda desigualdad y millones de seres humanos viven en la pobreza y la exclusión, la violación a sus derechos económicos, sociales y culturales limita su autonomía y su libertad para ejercer su ciudadanía política y civil. Viven en situaciones subordinadas frente a los sectores dominantes y no se atreven a enfrentar las estructuras que los subordinan.

Si los mexicanos y las mexicanas gozáramos de ciudadanía plena, viviríamos en un Estado de Derecho donde podríamos exigir el cumplimiento, respeto y protección de nuestros derechos y dispondríamos de mecanismos legales para hacerlos justiciables. El Informe País recientemente publicado por el Instituto Nacional Electoral (INE) muestra que la realización de los derechos de los mexicanos y mexicanas se alcanza sólo por intermediaciones: es necesario pertenecer a un grupo o partido político, tener un contacto o conocer a alguien que puede mover las estructuras que permiten la realización del derecho exigido. Por ello millones de connacionales vivimos ciudadanías truncadas por que cumplimos con nuestras obligaciones de respetar las leyes, pagar impuestos, acudir a votar pero no tenemos correspondencia de cumplimiento de las obligaciones del Estado en el respeto, protección y garantía de nuestros derechos.

Aquellas personas que por su condición económica y social no pueden realizar por sí mismas algunos de sus derechos económicos y sociales y son sujetos de los programas públicos sociales, no son tratadas como titulares de derechos, sino como beneficiarios de esos programas. Con frecuencia ello significa que se vean limitadas en sus libertades de expresión, de manifestación, de elección de sus gobernantes, de exigencia de sus derechos ante el riesgo de perder los beneficios que reciben de esos programas

Abramovich sostiene que “uno de los principales aportes del enfoque de derechos humanos es dotar a las estrategias de desarrollo de un marco conceptual explícito, del cual puedan inferirse elementos valiosos para reflexionar sobre los diversos componentes de esa estrategia: los mecanismos de responsabilidad, la igualdad y la no discriminación, la participación y el otorgamiento de poder a los sectores postergados y excluidos”

Continúa señalando que “En líneas generales, el enfoque basado en derechos considera que el primer paso para otorgar poder a los sectores excluidos es reconocer que ellos son titulares de derechos que obligan al Estado. Al introducir este concepto se procura cambiar la lógica de los procesos de elaboración de políticas, para que el punto de partida no sea la existencia de personas con necesidades que deben ser asistidas, sino sujetos con derecho a demandar determinadas prestaciones y conductas. Las acciones que se emprendan en este campo no son consideradas sólo como el cumplimiento de mandatos morales o políticos, sino como la vía escogida para hacer efectivas las obligaciones jurídicas, imperativas y exigibles, impuestas por los tratados de derechos humanos. Los derechos demandan obligaciones y las obligaciones requieren mecanismos para hacerlas exigibles y darles cumplimiento”

Una de las obligaciones de los Estados Parte de los instrumentos internacionales de derechos humanos son las de modificar los ordenamientos jurídicos internos y definir recursos efectivos ante tribunales que ampare a las personas contra actos que violen sus derechos reconocidos por ley.

Christian Curtis señala que la legislación que protege los derechos de propiedad tienen cuatrocientos años de desarrollo y que en cambio, la que protege los derechos colectivos tienen apenas doscientos.

Cuarenta y dos años de diferencia entre la expedición de los Protocolos Facultativos de los Pactos de Derechos Humanos, son un dato más para ilustrar el largo camino que resta por recorrer para hacer efectivos los postulados de interdependencia, indivisibilidad, interrelación e igualdad de importancia para la dignidad humana de los derechos económicos, sociales y culturales respecto de los derechos civiles y políticos.

 

[1]Declaración Universal de los Derechos Humanos.Adoptada y proclamada por la Resolución de la Asamblea General217 A (iii) del 10 de diciembre de 1948. Preámbulo.

 

[2] Los principales instrumentos relacionados con los DESC son además de laDeclaración Universal, el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), la Declaración Americana de los Deberes y Derechos del Hombre, la Declaración sobre Garantías Sociales, la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Protocolo Facultativo de San Salvador.Los DESC han sido reafirmados y desarrollados a través de un gran número de instrumentos internacionales adicionales, tales como la Convención de los derechos del Niño y de la Niña, la Convención contra todas las formas de Discriminación contra la Mujer, los Convenios de la Organización Internacional del Trabajo relativos a los derechos fundamentales de la persona en el trabajo, el Convenio Nº 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales, la Declaración de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el Derecho al Desarrollo, y las declaraciones de Teherán, Viena, Copenhague, Río y Beijing, entre otras.

 

[3]UNDP (2006) Indicators for Human Rights Based Approaches to Development in UNDP Programming: A Users’ Guide

[4]Autores como Van Hoof o Eide citados por Victor Abramovich “proponen un esquema interpretativo que señala los “niveles” de obligaciones estatales que caracterizarían el complejo de obligaciones que identificaría a cada derecho, independientemente de su adscripción al conjunto de derechos civiles y políticos o al de derechos económicos, sociales y culturales. Según la propuesta de Van Hoof, por ejemplo, cabría discernir cuatro “niveles”: obligaciones de respetar, obligaciones de proteger, obligaciones de garantizar y obligaciones de promover el derecho en cuestión. Las obligaciones de respetar se definen por el deber del Estado de no injerir, obstaculizar o impedir el acceso al goce de los bienes que constituyen el objeto del derecho. Las obligaciones de proteger consisten en impedir que terceros injieran, obstaculicen o impidan el acceso a esos bienes. Las obligaciones de garantizar suponen asegurar que el titular del derecho acceda al bien cuando no puede hacerlo por sí mismo. Las obligaciones de promover se caracterizan por el deber de desarrollar condicionespara que los titulares del derecho accedan al bien”.

 

Comentarios y reflexiones en torno a la investigación sobre la contribución de las remesas a los Ingresos públicos en México

Agradezco la invitación a comentar este importante e interesante trabajo y felicito a sus autores y a NALACC por su promoción.

 Como propósitos de la investigación quisiera destacar algunos, a saber:

  1. Influir en los procesos de toma de decisiones sobre políticas que impactan la vida de los migrantes latinoamericanos, tales como las políticas económicas y las migratorias
  2. Reubicar la atención en la migración como un asunto de desarrollo más que de la aprobación de leyes migratorias.
  3. Hacer un análisis del costo-beneficio de las migraciones.
  4. Estimar la contribución de las remesas a los ingresos públicos de los países de origen de los migrantes, especialmente, vía el pago de impuestos al valor agregado (IVA) en México y en El Salvador. La atención se centra en la salud fiscal, en donde “uno de los principales instrumentos de los planes, los programas y las acciones de las políticas públicas es el presupuesto nacional”
  5. El estudio recomienda que el debate sobre las remesas y el desarrollo se enfoque en el rol del Estado para generar bienestar para sus ciudadanos y en el tipo de sociedad que se quiere promover.
  6. Trata de demostrar en que a pesar de la importante aportación que hacen las remesas al pago del IVA no existe por parte de los Estados una retribución a ello, debido a que los programas y los recursos públicos dirigidos a sus comunidades de origen son mínimas. Es decir, el Estado extrae recursos de las remesas que no devuelve a las comunidades de origen.
  7. Destacan también la contribución de las remesas a disminuir  la pobreza y la falta de oportunidades que los países ofrecen a su población misma que se ve obligada a emigrar para poder sostener a sus grupos familiares.
  8. Dos aspectos diluyen en México el efecto que podrían tener las remesas en la captación de impuestos al consumo: el primero es que una proporción muy amplia de las remesas se dedican principalmente a la comprar bienes y servicios para alimentación, salud y educación y que una parte fundamental de la canasta  que compran las familias de los migrantes tienen tasa 0 están exentas del pago del IVA. La otra es que estas familias acuden al mercado informal para hacer sus compras o bien a mercados tan precarios que no pasan por los procesos de imposición y por lo tanto no se cobra el IVA. Es decir, por el contexto regulatorio y de la organización de los mercados de bienes y servicios en el país, la contribución de las remesas a lo que los autores llaman “salud fiscal” del Estado Mexicano se ve reducida.
  9. Mediante las estimaciones  sobre el gasto en educación por niveles educativos, el tipo de protección de salud al que se acogen las familias de los migrantes (60% en el seguro popular) y el análisis del Programa 3 por 1 los autores tratan de demostrar la mayor vulnerabilidad y desventaja que enfrentan las familias de los migrantes ante el tipo y monto del gasto público en educación, salud y promoción del desarrollo que realiza el Estado mexicano. Concluyen por ejemplo que aunque el aporte fue de sólo el 4% del IVA recaudado en 2008 proveniente del gasto de las remesas en México, este representa la mitad de lo asignado por el gobierno federal al principal programa de mitigación de la pobreza Oportunidades; que es mas de tres mil por ciento lo designado al programa de coinversión entre las organizaciones de migrantes mexicanos y los distintos niveles de gobiernos en sus lugares de origen.
  10.  El mayor reclamo que hace el estudio consiste en señalar de que a pesar de la contribución considerable que hacen los migrantes a las economías de sus países, éstos no son considerados en la toma de decisiones sobre los programas de desarrollo que afectan a sus comunidades. Además de que existe poca transparencia y un limitado acceso a la información sobre el presupuesto nacional y la forma en cómo se elabora y en el mejor de los casos, se invita a los migrantes a participar después de haber tomado decisiones.
  11. Ante esta situación el estudio sugiere generar espacios de discusión y consulta, incluso en el exterior; el gobierno puede perfectamente trasladarse hacia los principales lugares de residencia de los migrantes y organizar las respectivas consultas con las comunidades y sus representantes.

 

Aunque la discusión que intenta colocar el estudio en la arena pública y las razones para haberlo financiado y elaborado son absolutamente  válidas y justificadas desde la lógica de las organizaciones de migrantes me parece que tendría que ubicarse esa discusión en el contexto de la realidad de la disputa por la distribución el presupuesto público que se da en México al menos desde cuatro perspectivas: a) el régimen social dominante bajo los gobiernos neoliberales, b) las prescripciones de tipo legal del régimen fiscal, c) los procesos de construcción, aprobación y ejercicio del presupuesto público y d) las disputas políticas en torno al mismo.

 

Régimen social dominante en las administraciones neoliberales

En los regimenes neoliberales que iniciaron en México desde 1982, las personas no son consideradas sujetos de derechos económicos, sociales y culturales como ciudadanos plenos, sino son apreciadas como beneficiarios de programas asistenciales, focalizados, que privilegian crecientemente las transferencias condicionadas de ingresos para que puedan adquirir bienes y servicios en el mercado y con miras a que eleven sus capacidades (alimentación, educación y salud), cuyo déficit es lo que les impide competir adecuadamente en el mercado de trabajo.

Si además esos programas pueden convertirse en negocios rentables para el sector privado se subrogará su operación a éste. (Véase lo ocurrido con la Guardería ABC de Hermosillo en 2009)

Es decir, los gobiernos neoliberales promueven la desarticulación y privatización del estado social de derecho, aún cuando éste no había logrado alcanzar a toda la población en materia de protecciones sociales.

 

Las prescripciones legales

Por ley y con muy pocas excepciones, los impuestos recaudados entran a una bolsa general para conformar los ingresos totales del Estado y de ahí serán distribuidos en los distintos rubros del presupuesto. No se permite la captación de impuestos con destino predeterminado, excepto lo que en algún momento fue el impuesto para la educación. Es decir, los contribuyentes no pueden reclamar que lo que aportan en impuestos les sea retribuido en servicios por la vía del gasto. En un país tan desigual como el nuestro esto se justifica en la medida que el presupuesto sea utilizado como una herramienta privilegiada de la redistribución progresiva. Sin embargo existen muchas evidencias de que la política fiscal en México es bastante regresiva tanto en la captación de impuestos como en la distribución del gasto. Los autores hacen una reflexión en ese sentido cuando analizan el gasto en educación y en seguros de salud.

 

Los procesos de construcción del presupuesto

Rolando Cordera insiste en que en México no existen políticas públicas sino políticas gubernamentales lo que significa que no hay procesos de debate público y participación ciudadana en la toma de decisiones y en el ciclo de las políticas.

¿Quiénes entonces participan en las decisiones del monto y la distribución sectorial y territorial del presupuesto?

Indudablemente la entidad más poderosa en esta materia es la Secretaría de Hacienda y Crédito Pública, siempre, permaneció hermética, inalcanzable, absolutamente sorda y cerrada hacia la población, aún en las épocas donde se dieron simulaciones de consulta o pequeños espacios de diálogo sobre las políticas gubernamentales en diversos ámbitos, como pudo haber sido el PRONASOL o las políticas hacia grupos de población como  mujeres, personas con discapacidad, adultos mayores o hacia el campo, como fue la etapa encabezada por el movimiento el Campo no Aguanta Más. La SHCP sólo escucha y usa a los organismos financieros internacionales para justificar o imponer sus propias prioridades a las secretarías sectoriales o bien, conversa y atiende a las élites económicas y a los monopolios, a quienes les otorga miles de millones de pesos en créditos fiscales, pero hablar con las personas comunes para ver cómo se distribuye el presupuesto, eso jamás.

La SHCP le define a todo el Gobierno Federal los topes de presupuesto que van a tener y la forma como deben presentar sus programas; incluso ahora las obliga a utilizar el llamado Marco Lógico y determina los indicadores de resultados que permitirán evaluar los logros. La pobreza del Plan Nacional de Desarrollo y de los programas sectoriales de este sexenio tiene su origen en las reglas y estructura definida por los técnicos hacendarios para su preparación.

Los aumentos o las reducciones de presupuesto de los programas tienen que ver con decisiones fundamentalmente de la SHCP y las sectoriales están totalmente subordinadas.

Regula también las administraciones o el flujo de los recursos en el curso del año y ello le permite un control adicional sobre las secretarías sectoriales y los gobiernos estatales. Estos con frecuencia reciben las ministraciones pocos meses antes de la conclusión del año fiscal, enfrentando serias dificultades para ejercerlos dadas las normas que deben acatar para hacerlo y que con frecuencia, les toman varios meses. Así los subejercicios atribuidos a las secretarías sectorial tienen muchas veces su origen en rezagos de la propia SHCP.

 

Las disputas políticas por el presupuesto

Una vez presentada la propuesta de presupuesto anual a la Cámara de Diputados, se desata la verdadera disputa por la distribución del gasto entre los ahora caciques locales, los gobernadores, y en cierta medida los propios diputados que tratan de jalar más presupuesto para sus entidades o regiones o para los grupos de población que representan (indígenas, mujeres, LGTBTT). Aun reconociendo el desastre y el desorden que esa disputa representa, me parece que es el único espacio donde la fuerza de las organizaciones de migrantes tendría posibilidad de hacer algo. Las mujeres, por ejemplo, han logrado asignaciones importantes para avanzar en programas de equidad de género, las organizaciones de VIH-Sida fueron en su momento exitosas, varios diputados logran introducir recursos para obras en sus comunidades de origen, por ejemplo.

Obviamente, son los gobernadores que controlan y tienes grandes bancadas de diputados a su servicio los que mayores éxitos tienen en esa pelea y logran atraer más recursos a sus estados. Son los casos por ejemplo, de los estados de México y Veracruz. De este modo, las representaciones estatales en las Cámaras del Congreso no son de la población sino del gobernador en turno, quien intervino para colocarlos como candidatos de sus respectivos partidos y les ayudó a financiar sus campañas.

 

En México la disputa por el presupuesto se ha convertido en una disputa entre la élites políticas en su origen y una vez asignados los presupuestos a los estados, pasa a ser una disputa entre las constructoras, los desarrolladores inmobiliarios y las élites económicas locales, pues para mantenerse en el poder y permanecer como grupo, los gobernadores y políticos locales transfieren el presupuesto público a negocios privados, en los cuales muchas veces ellos mismos participan.

 

De este modo, en términos de política real actual en México, las organizaciones de migrantes que desean introducir mejoras en sus comunidades de origen, tendrían que empezar por participar en la pelea por las diputaciones federales en los procesos electorales de modo, que al igual que las televisoras que ahora tienen su telebancada, pueden conformar una masa crítica en el Congreso lo suficientemente poderosa como para participar en la pelea distributiva del presupuesto federal.

Es el mercado de la política, o lo que algunos editorialistas están llamando el tráfico en la política: la compra y la venta de las diputaciones a los mejores oferentes. Partidos como el Verde Ecologista son particularmente exitosos en este negocio.

 

La rigidez de los programas sociales federales

El cambio del paradigma de un Estado Social de derecho hacia programas sociales de regulación de los pobres crecientemente privatizados en su operación o desarrollo ha creado una proliferación de programas absolutamente rigidizados en su ejercicio a partir de la desconfianza y las llamadas reglas de operación. Se estima que hay más de 150 programas sociales diversos, de muy distintos tamaños que tienen una oferta prefijada, muchas veces construida bajo la óptica de atención a poblaciones rurales y que poco o nada tienen  que ver con la complejidad y creciente desarrollo de ciudades.

 

Esto limita las posibilidades de construir intervenciones adecuadas a las condiciones diversas de las comunidades o de las poblaciones que deben ser atendidas. Así en caso de darse la participación ciudadana para desarrollar programas al nivel local o para poblaciones específicas, no existe una flexibilidad que por el lado de los servicios públicos pueda adecuarse a esas necesidades y tendrán que aceptarse los servicios y apoyos predefinidos en los programas federales de gobierno.

 

Ante las situaciones crecientemente complejas en las comunidades tanto rurales como urbanas, que conllevan no sólo déficits materiales  como son infraestructura, vivienda, salud, alimentación, entre otras, sino que incorporan serios problemas psicoemocionales y culturales como son la violencia, las adicciones, el abandono, la discriminación y la depresión, la forma rígida de definir programas sociales resulta totalmente insuficiente, inadecuada y poco pertinente e introduce mayores limitaciones a las posibilidades de construir estrategias de intervención pública adecuadas en el remoto caso de que en México lográramos incorporar mecanismos de participación ciudadana en el ciclo de las políticas y convertir a estas en reales políticas públicas trascendiendo a las sólo gubernamentales.

La cuestión social en México

 

En mi intervención quisiera compartir con ustedes una reflexión sobre la cuestión social en México de manera general.

Tradicionalmente al referirnos a lo “social” buscábamos examinar cómo andábamos en materia educativa, analizábamos los avances o déficits en materia de acceso de la población a servicios de salud, a viviendas e infraestructura como agua potable, energía, drenaje, la incorporación de personas a los sistemas de seguridad social o bien, revisábamos qué estaba ocurriendo en materia de empleo e ingresos de las personas y las familias.

Educación, salud, seguridad social, vivienda, infraestructura urbana, empleo e ingreso se constituyeron en las vertientes del bienestar humano que como sociedad nos preocupaban y que  colocamos durante muchos años en la mira como los campos del bienestar social sobre las cuales tendríamos que trabajar como sociedad para acceder a mejores niveles de vida.

Es importante reconocer que como sociedad, realizamos avances importantes, construimos una gran infraestructura: escuelas y universidades, hospitales y clínicas, grandes urbes con  servicios, conjuntos habitacionales que llegaron a ser reconocidos como los más grandes de América Latina y protegimos a cerca del 50% de la población  por la seguridad social. Desarrollamos servicios de transporte y comunicación, instalaciones deportivas y de recreación, bibliotecas, parques.

Fue un esfuerzo colectivo enorme y lo logramos porque en paralelo, tuvimos un crecimiento de la economía que durante varias décadas alcanzó en promedio cada año, de seis por ciento. Este crecimiento de la economía y la naturaleza de las actividades económicas en las que estaba basado, fundamentalmente las industriales, generaron durante varias décadas suficientes fuentes de trabajo e ingresos para las personas que vivían en las ciudades y para aquellas que se trasladaron  desde las zonas rurales. Hablábamos del milagro mexicano.

Pero en la década de los años setenta del siglo pasado algo se quebró en la trayectoria de crecimiento y mejoría en el bienestar de la población. La inflación apareció como un fenómeno alarmante, la economía ya no generaba suficientes empleos protegidos y decentes como se llaman ahora, el modelo de crecimiento fundado en el desarrollo del mercado interno y la protección de la industria de la competencia externa, ya no podía prolongarse más por los altos precios que estaba pagando la población y por los precarios esfuerzos que los industriales realizaron para mejorar su productividad y competitividad.

Fue en esa década que comprobamos que a pesar de los esfuerzos realizados, la pobreza de amplios sectores de la población persistía, y el modelo adoptado no logaba abatir en la medida de lo esperado, la enorme desigualdad entre los pobladores del campo y los de la ciudad. Para entonces se empezó a hablar del surgimiento de actividades informales y de amplias zonas de poblamientos marginales en las ciudades. Netzhualcoyotl como un enorme conglomerado urbano marginado, aparece como una gran sorpresa en el Censo de Población de 1970.

En la cuestión social empezamos en ese entonces a debatir un programa de empleo y se realizó un enorme esfuerzo por recuperar y reconocer el aporte de la economía campesina como generadora de alimentos para las ciudades y de  divisas provenientes de sus exportaciones, para financiar el desarrollo industrial y urbano del país, todo ello a costa de  la pobreza de millones de habitantes de las zonas rurales del país.

También en la década de los años setenta del siglo pasado, empezaron a hacerse visibles organizaciones ciudadanas que promovían y defendían agendas de derechos humanos, de las mujeres y del medio ambiente. Incorporaron así el tema de la diversidad en el debate de lo social y cultural, lo que en décadas posteriores se fue enriqueciendo con las organizaciones y movimientos sociales en defensa de las agendas de derechos de la infancia, de la población indígena, de las personas con discapacidad y de la población LGTB. Fue entonces cuando también empieza a fracturarse el Pacto de Gobierno, Empresarios y Trabajadores que subyacía en el modelo del milagro mexicano anterior y que tuvo su último impulso en la Comisión Nacional Tripartita de 1973.

Todos los aspectos de la realidad social mexicana que emergieron en la agenda pública durante el último cuarto del siglo pasado como son:

  • la persistencia de la pobreza rural y el surgimiento de la pobreza urbana;
  • la presencia de la desigualdad en el ingreso y en la riqueza entre clases sociales y en el territorio nacional,
  • la existencia de discriminación y exclusión por género, grupos etarios, etnia, reiligió y diversidad sexual

nos daban claros indicios de la necesidad de repensar el modelo sectorial de política social y de promover una profunda Reforma Social basada en derechos y que reconociera la heterogeneidad y diversidad de la sociedad mexicana. Una reforma que recuperara el objetivo del bienestar de la población, que se preocupara por la cohesión social y protegiera el tejido social. Pero fundamentalmente, que nos permitiera ver un nuevo horizonte hacia el cual avanzar en forma solidaria y mantuviera la idea de nación.

Treinta años han pasado de esa década de rupturas con el modelo de crecimiento estabilizador de las décadas previas. En los ochentas iniciamos una profunda Reforma Económica conservadora y ortodoxa, que hasta la fecha no muestra efectos claros en materia de crecimiento y generación de empleos decentes, principal gozne entre lo económico y lo social. En los noventas concretamos una Reforma Electoral que no política, que nos permitió tener elecciones creíbles en 1997, 2000 y 2003 y avanzar en lo que  pensamos sería una sociedad más democrática.

Pero examinemos ahora cuál es el saldo en materia social, que ha contribuido -al igual que lo económico, lo político y lo cultural- al desastre en materia de violencia social y criminal y a los retrocesos que en materia de derechos civiles, políticos, sociales, económicos y culturales  enfrentamos actualmente en todo el territorio nacional:

  • Instituciones y políticas sectoriales en educación y salud, capturadas por intereses de grupos, y que no logran actualizarse ni en infraestructura, personal y tecnología, ni integrarse, universalizar el acceso y homologar sus servicios en todo el territorio nacional, y ser más pertinentes a la compleja realidad actual.
  • Instituciones y políticas de vivienda e infraestructura urbana que por avaricia e irresponsabilidad pública y privada, nos dejan un reguero de desarrollos de vivienda en todo el territorio nacional, alejados de las ciudades, con tamaños mínimos de las viviendas y ausencia de espacios sociales para la convivencia y un  caldo de cultivo para la violencia.
  • 150 programas sociales federales y seguramente muchos más estatales y municipales, desarticulados, focalizados en poblaciones específicas pero que en el territorio no se encuentran ni coordinan, ni provocan sinergias que realmente contribuyan a mejor las condiciones de vida de los grupos más marginados a los cuales están focalizados.
  • La creación de institutos e instancias para las mujeres, los jóvenes y los adultos mayores, para los temas de discriminación (CONAPRED) y Derechos Humanos y múltiples intentos por hacer transversales los enfoques de género, medio ambiente y derechos humanos en los programas sectoriales y en las actividades de todos los poderes del Estado y órdenes de gobierno.

Constatamos algunas ausencias importantes:

  1. Una política integral para juventud en una etapa crítica en la historia demográfica del país y de la cual depende que seamos un país viable en el futuro o continuemos en el despeñadero, destrucción y retrocesos en que hemos caído.
  2. Una política de infancia que reconozca que los seres humanos somos también una construcción social y no solo requerimos de bienes materiales para nuestro desarrollo, sino de ambientes psico-afectivos, de seguridad y culturales propicios.
  3. Una política hacia las familias que reconozca su aporte a la construcción de seres humanos, su diversidad y las enormes dificultades que enfrentan frente a las múltiples crisis que estamos viviendo.
  4. Una política relacionada con el envejecimiento que permita prever y construir los servicios y capacidades que serán necesarios ante el proceso de cambio de la estructura de edades de la población mexicana.
  5. Una política social urbana que asuma la complejidad de las relaciones sociales que se dan en las ciudades, el desorden y segmentación que existe en su desarrollo territorial y la intolerable convivencia de la desigualdad.

En fin, en una sociedad crecientemente compleja, diversa y profundamente desigual y crecientemente violenta, constatamos la ausencia de una  Reforma Social fundada en derechos, que recupere la solidaridad y la corresponsabilidad de todos y todas. Una reforma que surja de un nuevo Pacto Social que incluya a los nuevos actores y colectivos sociales y las demandas e intereses territoriales.

Es una reforma demasiado importante como para dejarla en manos de los traficantes de la política y de las voraces élites económicas. Su construcción e instauración tiene que ser un  proceso colectivo de diálogo y construcción de consensos desde las comunidades, pueblos y ciudades de manera que se constituyan en agendas de cambio que recuperen la centralidad del ser humano en el proyecto de país y obliguen a aquellos y aquellas que quieran acceder a posiciones de poder público a comprometerse con ellas y a cumplirlas.

Es urgente que empecemos a encontrarnos, a organizarnos y a dialogar fuera de los marcos que nos determinan los intereses políticos actuales, y que construyamos un enorme movimiento ciudadano en torno a  una Reforma Social Posible.

 

Transformación prooductiva y equidad de género

equidad-de-genero-y-transformacion-prodcutiva

Agradezco al PNUD y a la Secretaría Presidencial de la Mujer la invitación para compartir con ustedes algunas reflexiones sobre la relación entre política económica y género, relación que hasta recientemente, se ha venido incorporando en el debate sobre equidad de género.

Como algunos y algunas recordarán las mujeres iniciaron desde principios de siglo una lucha por alcanzar sus derechos politicos: poder votar y poder ser elegidas. Tomó muchos años lograrlo y generalizarlo en la mayoría de los países del mundo.  En Canadá por ejemplo, se logró hasta 1940, en Guatemala en 1946, en Honduras y Nicaragua en 1955. En México no fue sino hasta 1953 cuando se otorgó el derecho al voto de las mujeres, y recientemente se aprobaron modificaciones al Código Electoral que obligan a los partidos políticos a que al menos un 30% de sus candidaturas sean ocupadas por mujeres.

En los años setentas la demanda de las mujeres mujeres se centró en la idea de defender su derecho a “ser incorporadas al desarrollo” lo que significaba  acceder a la educación, a la salud, a la alimentación, a la vivienda y al empleo.  Estas reivindicaciones fueron seguidas por una etapa que aún no termina, en defensa de los derechos reproductivos y al control de la sexualidad.  Se abrió entonces la puerta del closset que ocultaba la violencia doméstica en el mundo de lo privado y se generaron leyes y mecanismos para sancionar a los perpetradores y se han ido creando las instituciones para detectar, prevenir y atender esa problemática.

En la conferencia de Pekin de 1995 surgieron nuevos temas de interés para las mujeres: el acceso al poder y a la toma de decisiones en el espacio público; el respeto a los derechos humanos de las mujeres; la protección de las mujeres productoras de alimentos y de las mujeres niñas, índigenas, migrantes y refugiadas; la protección de las mujeres en situaciones de conflicto armado; los derechos de las mujeres empresarias, el efecto de la pobreza en las mujeres, etc. Además de temas más tradicionales sobre acceso a la salud, a la educación al empleo y a la remuneración en condiciones de equidad.

Más recientemente han venido introduciéndose en las mesas de discusión,  lentamente por la falta de mujeres especializadas en economía y equidad de género, los temas económicos que hasta ahora sólo habían sido tratados mediante el analísis de las modalidades de inserción de las mujeres en el mercado de trabajo.  Son abundantes ya los estudios que muestran la segmentación de esos mercados por sexo, las diferencias salariales en trabajos iguales, las barreras en el acceso al empleo como son las pruebas de no embarazo, la ubicación proporcionalmente mayor de las mujeres en trabajos precarios mal remunerados y en el sector informal y los problemas de acoso sexual en los lugares de trabajo.

Durante la etapa más dura de los programas de ajuste estructural a mediados de los años ochenta, aparecieron varios  libros publicados por UNICEF que denunciaban cómo de la aplicación de esa combinación de políticas macroeconómicas restrictivas, en todos los países endeudados del mundo, las mayores víctimas  eran los niños, las niñas y las mujeres y pugnaban por un  “Ajuste con Rostro Humano”[1].  Fue una importante llamada de atención que tuvo como consecuencia en los años noventa, la generación de  diversos programas compensatorios para atacar la pobreza, promovidos principalmente por el Banco Mundial, que fueron calificados como las ambulancias destinadas a recoger a las victimas de los programas de ajuste estructural.  Muchas veces, esas ambulancias pasaron de largo a las verdaderas víctimas de los programas de ajuste estructural de los años ochentas, que fueron los grupos de asalaridos del sector formal que en esa etapa perdieron sus empleos y engrosaron las filas de los pobres, bajo la denominación de “nuevos pobres”.

La pregunta que surge ahora de acuerdo a los avances en la teoría de género, que se incorpora en el análisis en America Latina a partir de  los años noventa, es si era posible prevenir y atenuar los efectos diferenciales por sexo y edad, de las medidas de ajuste estructural y sí hubiera sido posible distribuir mejor los costos del ajuste.

Las y los expertos en incorporar perspectiva de género en las políticas de gobierno, contestarian inmediatamente que  si y que ello hubiera hecho menos costosos esos programas, en términos del sufrimiento humano que generaron.

Podríamos considerar los libros de UNICEF como un primer esfuerzo por indagar los efectos diferenciados por sexo y edad de un paquete de medidas macroeconómicas.

Políticas macroeconómicas, transformación productiva y equidad de género.

El primer tema de esta reflexión se refiere a la necesidad urgente de incorporar perspectiva de género en las políticas macroeconómicas como son: la fiscal, la de presupuesto y gasto público, la monetaria, la sectorial económica, la de comercio exterior, la de financiamiento, la de remuneraciones, la de inversiones públicas, etc.

Hasta ahora poco se ha trabajado en procurar que se evalúe respecto de esas políticas ¿cuál es su efecto probable, antes de instrumentarlas, en las relaciones de género? Al menos ¿cuál fué una vez que se han aplicado? Es decir, ¿cómo impactan? o, si ¿impactan diferencialmente, a hombres y mujeres? o; si modifican en algo los sistemas de género, que se refieren a las normas culturales sobre los roles asignados a unos y otras, en una sociedad y época determinada.

Tomemos por ejemplo la política presupuestal.  En esta política se decide qué actividades nuevas del gobierno van a ser apoyadas con recursos, cuáles actividades simplemente se dejarán operar como hasta ese momento, o cuáles otras serán ampliadas y cuáles serán disminuidas. También se toman decisiones entre otras cosas, sobre la contratación o no de empleados públicos y sobre el incremento salarial que se otorgará a éstos.

Supongamos que existe una decisión al más alto nivel, de ampliar la oferta de servicios públicos de educación preescolar. Esta decisión tiene al menos, tres impactos en las relaciones de género: 1. Siginificará un aumento en la demanda de educadoras, que generalmente son mujeres 2. Representa la asunción social de una parte de los costos de la reproducción implicados en la crianza y cuidado de los niños pequeños, lo que significa liberar tiempo de trabajo de las familias y, particularmente de las mujeres, que siguen siendo las responsables principales de esas tareas 3. En tanto no se plantee la obligatoriedad de esa enseñanza, las mujeres podrán optar entre enviar a sus hijos a la escuela o continuar atendiéndolos ellas mismas, es decir, les permite decidir.

Obviamente, la decisión de ampliar esa oferta estará tomada sobre la base de que hay una disponibilidad suficiente de educadoras o bien,  dentro de  la instrumentación del programa, se habrán previsto acciones de formación de este tipo de personal especializado y el tiempo necesario para hacerlo. Si la situación es esta última, incorporando perspectiva de género al programa, se pudiera promover una mayor inclusión de varones en los cursos de formación de educadores, por las ventajas que ello tiene, primero en la ampliación de oportunidades de empleo para hombres jóvenes, segundo en el rompimiento de un estereotipo de género donde decir educadora, es decir mujer, y tercero por las ganancias en los procesos de socialización de los niños y niñas, donde estos podrán ver que tanto hombres como mujeres, participan en actividades de crianza y cuidado.

Respecto del apoyo que esto representa para las familias, liberaría tiempo de trabajo doméstico para destinarlo al trabajo extradoméstico o a cualquier otra cosa, particularmente de las mujeres que siguen siendo las responsables principales de estas tareas. O bién, contribuiría a disminuir la tensión que para muchas mujeres, significa dejar sólos a los niños o a cargo de hermanos mayores, mientras ellas salen a trabajar para completar el ingreso familiar. Desde la óptica económica, es posible que una medida de esa naturaleza aumente la productividad de las mujeres beneficiadas con el servicio que tendrán mayor tranquilidad respecto de la seguridad de sus hijos e hijas.

Otro ejemplo podría surgir de una decisión de no incluir en el presupuesto, un aumento a los salarios de los empleados públicos e incluso en reducir parte de las prestaciones a los mismos. Esto debido a que se prevé una caida en los ingresos fiscales del gobierno en razón de una desaceleración de la economía. Esta decisión seguramente afectará la composición por sexos del empleo público. Es más probable que los varones opten por dejar sus empleos en la administración pública y se decidan a explorar opciones en el sector informal, en tanto que las mujeres permanecerán en un empleo que generalmente significa menores jornadas comparativamente con otros sectores de la economía y por lo tanto, les facilita la combinación con sus tareas domésticas y además, es probable, que les signifique acceso a una guardería para sus hijos. Una situación de este tipo ocurrió con la femenización de los servicios docentes en las universidades mexicanas como resultado del deterioro de los salarios sufridos por los profesores, a partir de la década de los años ochenta.

El efecto de una medida de la naturaleza mencionada, obliga a las familias de los empleados público a repensar la organización del tiempo total de trabajo de que dispone cada una de las familias afectadas. Así, puede llevar a la incorporación al trabajo extradoméstico a mujeres madres jóvenes, cuando el afectado es un trabajador hombre perteneciente a una familia en la etapa inicial del curso de vida familiar, optándose por reducir el tiempo dedicado a la crianza y cuidado de los hijos y a aumentar la venta de trabajo por pago en el mercado, para enfrentar el estancamiento y probable disminución real en el salario del proveedor principal.

Algo similar pasa con una política administrada de salarios hacia la baja para favorecer la competitividad internacional del país: aumenta la oferta de fuerza de trabajo de las familias que deben sostener un mínimo de ingresos para sobrevivir y se reduce el tiempo destinado a la tareas de reproducción doméstica de esa fuerza de trabajo, lo que en última instancia significa una reducción en las tareas de formación de capital humano que realizan directamente las familias y que generalmente, no son reconocidas como tales ni contabilizadas como inversión.

Un tercer ejemplo sería que en el país existiera una gran preocupación por la inflación y se decide a nivel macroeconómico, que los costos de la intermediación del comercio son muy elevados, por existir cadenas de intermediarios muy alargadas, y que es necesario modernizar al sector del comercio de bienes básicos. Se invita a los inversionistas nacionales o a las grandes cadenas transnacionales como Wall- Mart, Carrefour, Auchán, Sams, etc. a que se instalen en el país y compitan con las redes de pequeños comerciantes que, regados por todas partes, venden esos productos a precios relativamente elevados. Los costos para las mujeres en el caso de que  la acción tuviera éxito  serían: pago de pasajes y un costo en tiempos de traslado  para llegar a la gran tienda que seguramente estará más alejada de su vivienda; le demandaría además, contar con un ingreso y capacidad  de almacenaje en su vivienda, que le permita comprar no del diario como suelen hacerlo muchas mujeres de bajos ingresos, sino para varios días, así como efectuar un desembolso inmediato en efectivo. Además tendrán el riesgo, por las estrategias de venta de esas grandes tiendas, de que una parte de su gasto termine destinando a bienes no necesarios, que  son colocados como tentaciones en el camino que debe recorrer, hasta encontrar los bienes básicos. Generalmente, los departamentos de frutas, verduras y carne se colocan en el fondo, en las secciones más alejadas de los grandes almacenes.

En el pequeño comercio ella podía comprar a granel y el tendero le llevaba una cuenta que cubría cada quincena o cada mes, al llegar el ingreso familiar. Sería una decisión de política macro económica a consultar previamente, con las propias mujeres para ver qué les conviene y facilita más el desempeño de su rol de compradoras dentro de la familia, y tal vez, llegar a acuerdos con las grandes tiendas para que vendan también a granel, introduzcan productos que no requieran, refrigeración,  acepten pagos quincenales o mensuales, etc.

Tomemos cualquier otra política macroeconómica que sirva para alentar la transformación productiva del país con miras a entrar a los mercados mundiales: la fiscal, la de comercio exterior, la de inversión pública, la de crédito, por ejemplo. Estas pueden usarse para impulsar el desarrollo de ciertas actividades productivas o desalentar otras. Pongamos que en Guatemala se seleccionaron para ser apoyadas con créditos subsidiados, bajos impuestos, inversiones en infraestructura, etc. las agroindustrias y dentro de ello, la floricultura y la horticultura de exportación; también se decidió apoyar las artesanías no tradicionales con nuevos diseños y facilidades de mercadeo, la explotación de los bosques y el turismo.

Seguramente, se habrán definido las zonas del país con mayor vocación para impulsar estas actividades o en las que se desea por otras razones, promover nuevas actividades productivas. Es muy probable que se esté partiendo del supuesto de la existencia de una  oferta ilimitada de mano de obra disponible para llevar a cabo la instalación y la operación de esas actividades, – y la idea dominante es que ésta es mayor a la que reflejan las tasas de desempleo-, dado que en todos los estudios disponible sobre el mercado de trabajo se menciona que hay desempleo, subempleo y un amplio grupo de trabajadores en el sector informal de la economía. Es decir, un  excedente de mano de obra que estará disponible para trasladarse a las nuevas actividades.

Supongamos que estas actividades fueran las mencionadas. De acuerdo a la cultura laboral en el país, el empleo en ellas absorbe una alta proporción de mujeres, dado que tienen desarrollada la habilidad para hacer tareas fina, que demandan de mucho cuidado, o dedos y manos pequeñas o bien, porque como en el turismo, se trata de actividades en las que participan una alta proporción de mujeres por ser una extensión de sus tareas domésticas: aseo de las habitaciones de hoteles o de las instalaciones, preparado y servicio de alimentos, lavado de la ropería, etc. o en la explotación de los bosques, donde son las principales recolectoras de productos del bosque.

Cuando uno observa las cifras de desempleo femenino de Guatemala para 1999, se encuentra que a diferencia de la mayoría de los países de  América Latina, la tasa de desempleo femenino 1.9 %, es menor a la tasa de desempleo masculino, 3.6%. Esto debe estar motivado, como hipótesis, por el empleo en la maquila y posiblemente, por la migración de mujeres hacia el mercado norteamericano y tal vez, mexicano, de trabajo.  Debe tratarse de mujeres jóvenes y solteras ocupadas en esos mercados.

Si es así, el programa de transformación productiva deberá competir con la maquila y con la migración, ofreciendo mejores condiciones de trabajo o bien, ubicarse en localidades donde se tiene certeza de la disponibilidad de mano de obra femenina dispuesta a incorporarse al trabajo extradoméstico, o bien deberá convocarse a las mujeres casadas, incorporando una programa de guarderías y escuelas de jornada larga. Una tarea no menor es convencer a los hombres y a la comunidad en general, el que acepten el trabajo por pago de las mujeres, pues existen fuertes restricciones impuestas por normas culturales, que determinan un alto nivel de ausentismo y deserción de las mujeres.

Asimismo, se deberían examinar los procesos de trabajo en cada una de esas actividades  y ver en cuáles tareas es posible alentar la ocupación de hombres y de este modo, prever las dinámicas culturales perversas que surgen en zonas con alto empleo femenino y gran desocupación masculina. Tal vez, incluso resultara de utilidad y culturalmente más aceptable que en las nuevas áreas de desarrollo, se combinaran actividades con alta demanda de mano de obra femenina, y otras, que ofrezcan opciones ocupacionales para los hombres.

En el caso de las actividades silvícolas es necesario recordar que muchas familias pobres dependen en gran medida de la recolección de productos naturales para consumo (leña, frutos, forrajes) y venta de toda clase de productos forestales de propiedad común. Las mujeres son las principales recolectoras, preparadoras, secadoras y almacenadoras de esos productos. Además son las que más utilizan los productos forestales para su aplicación a la agricultura y a la cría de animales de traspatio. Diversos productos del bosque como miel, flores, semillas, plantas medicinales, forrajes y frutos silvestres son recogidos por las mujeres para consumo doméstico o venta, con lo que consiguen una importante fuente estacional de alimentos e ingresos. Adicionalmente los bosques ofrecen materia prima para la elaboración de productos artesananles, como los cestos y las esteras.

Con frecuencia los bosques constituyen la única fuente de ingresos monetarios de que pueden disponer las mujeres pobres en ciertas regiones. [2]

Por lo que cualquier transformación de los bosques para convertirlos en explotaciones de naturaleza comercial deberá tener en cuenta el efecto en las familias que dependen de su aprovechamiento y en particular, de las mujeres.

Si una de las propuestas de la transformación productiva es atacar la pobreza en determinadas regiones del país, otro aspecto a cuidar es el destino de las retribuciones recibidas por  a las personas que trabajen en los nuevos desarrollos. Particularmente, en materia de artesanías,  las productoras son las mujeres indígenas y los intermediarios y comerciantes son los hombres o las mujeres ladinas o mestizas, que se quedan con la mayor proporción del producto de la venta. Una típica relación asimétrica de género  e interétnica.

Asimismo, para prevenir que las ganancias acrecentadas de los productores artesanales, terminen en las manos de los comerciantes locales, que seguramente tenderán a aumentar los precios de las mercancias de consumo necesario para aprovechar el flujo de ingresos en la zona, se podría pensar en alentar la formación de cooperativas de producción y consumo entre las productoras. Estas cooperativas comprarían en forma consolidada las materias primas y los insumos para la producción, así como los bienes de consumo necesarios y venderían, también en forma consolidada la producción, para mejor hacer frente a los volúmenes de producción y control de calidad que con frecuencia, demandan los mercados internacionales. Serían empresas de la comunidad que evitarían la extracción de ganancias injustificadas por parte de agentes externos. Incluso esas cooperativas podrían ofrecer otros servicios como los de cuidado infantil que permitieran harmonizar mejor el trabajo doméstico y el extradoméstico de las mujeres involucradas, además de generar otras fuentes de trabajo local.

En síntesis, una decisión de avanzar en la transformación productiva debería prever el impacto diferenciado en la demanda de fuerza de trabajo femenina y masculina, el impacto en la distribución del tiempo total de trabajo de las familias, los impactos en los consumos y fuentes de ingresos tradicionales de las familias, con el fin de prevenir los efectos perversos y alentar realmente, la mejoría en los niveles de vida y en las relaciones al interior de las familias involucradas en las nuevas actividades.

 Las relaciones entre trabajo doméstico y extradoméstico.

 Otro tema de enorme trascendencia en la construcción de un mundo más equitativo entre los sexos es el que se refiere a la valoración de la contribución que efectivamente realizan las mujeres al bienestar de los seres humanos. Es un tema típicamente económico y que hasta ahora a sido desconsiderado en los sistemas de Cuentas Nacionales y en  los sistemas de remuneración y pensiones.  Muchas mujeres adultas mayores, que trabajaron larga e intensamente para criar y desarrollar a sus familias, no son sujetas de pago por jubilación y caen en la pobreza. Incluso, muchas leyes realcionadas a la separación y el divorcio desconsideran el aporte que las mujeres han hecho al bienestar de las familias y las excluyen de una distribución equitativa del patrimonio formado durante el tiempo de duración de la vida conyugal.

A partir de la Conferencia de Pekín mucho hemos avanzado en América Latina en el  reconocimiento, al menos estadístico, de la importancia de medir el trabajo doméstico y valorar su aportación al bienestar de las familias y de la sociedad. Las estimaciones disponibles evidencian la mayor carga de trabajo total que tienen las mujeres.[3]

Es indudable la necesidad de incidir en la cultura para otorgar igual valor al trabajo doméstico que al extradoméstico. En la medida que el primero se mantenga subvaluado y no reconocido, y se abran oportunidades de trabajo extradoméstico para las mujeres o éstas se vean obligadas a trabajar para completar los ingresos familiares, menos personas tendrán interés en realizar las tareas domésticas.

Es probable que en el futuro se empiece a retribuir económicamente el trabajo doméstico realizado por miembros de la familia. Esa es la única forma de hacerlo atractivo y reconocer efectivamente su aporte al bienestar. Ya Arthur Cecil Pigou, el pionero de la economía del bienestar, señalaba como una contradicción el hecho de que en las estimaciones del ingreso nacional  se agregaba al valor del trabajo doméstico realizado para pago por terceros, pero no el efectuado por el ama de casa. El señalaba que si un hombre soltero se casaba con su ama de llaves, el ingreso nacional caería, dado que el trabajo previamente pagado ahora sería realizado sin pago.

En tanto se llega a reconocer el valor y el pago al trabajo doméstico y los niveles de ingreso de la mayoría de las familias se mantengan deprimidos, el trabajo doméstico va a sufrir en favor del trabajo extradoméstico. Es decir, se van a sacrificar las tareas de reproducción y desarrollo de los seres humanos responsabilidad de las familias; por ejemplo, la transmisión de saberes para la vida como son las habilidades de comunicación, que incluye el aprendizaje de la lengua; el aseo, arreglo y limpieza personal y de la casa; las formas de relacionarse con otros seres humanos y de resolver conflictos; las formas de alimentarse y las costumbres de la mesa, las habilidades de cortejo, la información fundamental sobre la salud y la muerte, etc.

Esta reducción de horas destinadas a las tareas de reproducción de los seres humanos en favor de actividades por pago impacta de manera importante, la formación de capital humano de las sociedades, en tanto que no sean asumidas por otros agentes sociales.

Las organizaciones de mujeres han promovido distintas estrategias de tipo cultural,  para promover una mejor distribución de las responsabilidades familiares entre los miembros de la familia, en particular, la necesidad de un mayor involucramiento de los hombres en los trabajos domésticos.

Partimos en esta reflexión de la certeza y el convencimiento de que la salida de las mujeres a la esfera pública, es irreversible y constituye un sello cultural muy importante del siglo XX. Por lo tanto es necesario desarrollar otras posibilidades de apoyo a las tareas de reproducción de los seres humanos, incluso algunas generarían fuentes de empleo ampliadas. Habría tres agentes sociales más que debieran asumir responsabilidades en esta materia y socializar los costos de la reproducción: la comunidad cercana, las empresas e instituciones de trabajo y los gobiernos.

Existen múltiples muestras de modalidades de organización comunitaria en apoyo a las tareas domésticas, algunas son: las guarderías comunitarias, las cocinas comunitarias, los centros de día para los adultos mayores y las escuelas de jornada completa con apoyo de la comunidad. Muchas de estas iniciativas requieren de un impulso inicial de los gobiernos para ponerse en marcha que puede ser desde la dotación de un local,  la inversión en mobiliario y equipo,  la capacitación en los modelos de atención, el pago inicial de los operadores,  la dotación de despensas o víveres, etc. Significan una opción muy interesante de empleo para algunos miembros de la propia comunidad pudiéndose desarrollar un sector de empresas de “proximidad” como se les conoce en Francia. Estas emrpesas comunitarias podrían ofrecer además de los servicios mencionados, servicios de limpieza y aseo de viviendas, lavado de ropa,  cuidados a domicilio de adultos mayores, personas con discapacidad y enfermos crónicos, distribución de alimentos calientes, actividades de educación informal y recreación como bibliotecas, ludotecas, centros de crianza y estimulación temprana, etc. Un apoyo gubernamental a iniciativas comunitarias en este sentido, contribuiría a atender necesidades ingentes de los grupos domésticos, que difícilmente pueden pagar estos servicios a empresas del mercado.

En segundo lugar, es necesario crear una conciencia entre las empresas y las instituciones de su responsabilidad social para que procuren una harmonización entre trabajo doméstico y trabajo por pago del personal que ocupan y demostarles los beneficios que derivan para la propia empresa, aumentando la productividad de sus trabajadores. Lo anterior comprende:

  • Servicios de recreación, deporte, salud, educación y cultura para los trabajadores y sus familias.
  • Facilidades en tiempos y horarios de trabajo y diversas adecuaciones en las condiciones del trabajo (horarios flexibles, compactación de jornadas, permisos parentales, teletrabajo, etc.)
  • Guarderías y programas vacacionales para los hijos de los trabajadores.

Finalmente, el Estado tiene que reconocer los cambios que están ocurriendo al nivel de los grupos familiares y en la organización del trabajo total, ampliando su participación en la prestación de servicios de apoyo a las tareas de reproducción como son guarderías, educación preescolar, ampliación de horarios escolares con enriquecimiento del currículum, cursos de verano y vacacionales, actividades recreativas, culturales y deportivas, apoyo a iniciativas comunitarias y desarrollo de empresas de “proximidad”, etc. Posiblemente estas son tareas competencia de los gobiernos locales.

La agenda pendiente para incluir la equidad de género en materia económica es muy extensa. La mayor incorporación de la mujer al trabajo extradoméstico en los últimos 20 años en America Latina se relaciona más con una distribución inequitativa de los costos del ajuste económico entre los sexos, que con políticas expresas para lograrlo. Hay ámbitos de lo económico que permanecen intocados en las discusiones sobre las inequidades genéricas. Por ello, el reto en esta materia es enorme y tendría que empezar a enfrentarse de inmediato.

Derivado de estas reflexiones sería de gran utilidad que en las escuelas y facultades que forman a los economistas y administradores, tanto públicos como privados, se incluyera la materia de teoría de género o de equidad. Igualmente seria conveniente que los funcionarios de las áreas de economía de los gobiernos centrales y locales tomaran alguno de los diplomados de género o se actualizaran en torno al tema de equidad, en general.

En última instancia, el hogar o las familias son unidades económicas de decisión sobre el consumo, el ingreso y el uso del tiempo disponible de los miembros;  están basados en contratos de prestación y contraprestación de servicios entre los miembros, a veces explícitos pero las más de las veces, implícitos y generalmente están atravezados por relaciones genéricas e intergeneracionales inequitativas.

Así también, las grandes decisiones a nivel macroeconómico se expresan en el mundo de lo concreto e impactan para bien y para mal, la vida de las personas. Esas decisiones deben ser acompañadas de acciones o proyectos concretos que potencien los efectos positivos y disminuyan los negativos.

Esto nos lleva necesariamente a la incorporación de objetivos sociales explícitos en el diseño y ejecución de de las políticas macroeconómicas, objetivos entre los que está el combate a la porbreza, la reducciónde la desigualdad y el logro de la equidad social. Seguir esperando a que el crecimiento económico genere un derrame hacia las familias,  es una promesa vieja en nuestra región, lamentable y reiteradamente incumplida.

[1] Richard Jolly y G. Andrea Cornia, ‘Efectos de la Recesión Mundial sobre la Infancia’, Siglo XXI de España Editores, Primera edición en español diciembre de 1984.

[2] Véase una detallada descripcion de la relación de las mujeres con los bosques y la propiedad de la tierra en OIT, Género, pobreza y empleo: guía para la acción, Tutín, Italia, 1996.

[3] Véase PNUD, Informe de Desarrollo Humano 1995, publicado por este organismo como aporte a la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer.