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Familias y Violencia. Comentario a la ponencia de la Dra. Gina Zabludovsky*

Lo que nos plantea Gina Zabludovsky en su presentación, es que la cultura del trabajo, del trabajo por pago, sigue siendo una cultura fundada en una concepción en que existe un ganador de pan, una persona remunerada en cada familia y que las mujeres se dedican esencialmente a la reproducción de la fuerza de trabajo.

Es este modelo androcéntrico en términos de la cultura de trabajo, donde se espera que el hombre sea el que obtenga el dinero y que por ello esté disponible para el trabajo remunerado a tiempo completo. De ahí deriva la enorme dificultad de las mujeres para poder entrar a este mundo regido por una serie de jerarquías, horarios, estructuras basadas en la disponibilidad total, en tanto que ellas tienen que realizar otras tareas de cuidado y reproducción. La distribución entre sexos de las tareas domésticas y de obtención de ingresos siguen siendo muy inequitativa.

Cuando la mujer entra a realizar estudios superiores no se libera de reproducir los roles para los cuales fue socializada a nivel de las familias; entra a estudios en los campos de la educación, los cuidados en salud, la atención de otros y eso hace que también al insertarse en las empresas, las ocupaciones en donde lo hacen más mujeres sean generalmente aquellas que son una extensión de su función en el hogar. Lo que me parece interesante del planteamiento de Gina es que, aún a niveles directivos, en el desempeño al interior del trabajo, cuando llegan a ocupar posiciones de dirección, reproducen nuevamente tareas que se relacionan mucho con su construcción social y cultural como mujeres.

Uno de los temas incluido en las demandas actuales del movimiento feminista, es la conciliación o armonización entre el trabajo y la vida familiar. Es uno de los temas donde se está dando una lucha en dos vertientes: una por el lado del “parental leave” o permiso parental en el que se ha estado avanzando con cierta rapidez al incluirse en la legislación de varios estados, y por otra parte se plantea la necesidad de crear sistemas de cuidado que puedan ayudar y suplir algunas de las tareas en la atención, desarrollo y protección de los seres humanos, que lamentablemente, por varias causas que comentaré después, han sido desatendidas. Se observa una disminución de los tiempos que los miembros adultos de las familias destinan al cuidado de las nuevas generaciones. Ese es el tema que desde INCIDE Social, nos ha preocupado, porque consideramos que es una de las causas de las múltiples violencias que estamos experimentando.

En INCIDE Social estudiamos a las familias desde hace 20 años y nos ha preocupado más lo que ocurre con éstas en los últimos años por la guerra en la que estamos y por la crisis humanitaria que vivimos. En esta guerra terrible nos preguntamos qué ha pasado con las familias en su rol de reproducción de seres humanos, en su papel como espacio fundamental para la socialización de la infancia y lo que hemos encontrado es que las familias son una construcción social y cultural que ha estado cambiando permanentemente, por factores económicos, sociales, demográficos, culturales e incluso políticos; que observamos ya la presencia de una serie de estructuras familiares que no nos hubiéramos imaginado anteriormente. Hay por ejemplo algo que llaman las familias “dona”, que son aquéllas en la que están solo los abuelos con los nietos debido a que la generación intermedia, padre y madre, migraron o fueron desplazados o asesinados. Hay familias donde sólo viven hermanos y hermanas, sin adultos. Observamos un cambio muy importante en las estructuras familiares y uno de ellos es que el 25% de las familias están encabezadas por mujeres.

Como economista, algo que me interesa es estudiar a la unidad familiar como unidad generadora de ingresos y como unidad de gasto, y lo que hemos visto es que las fuentes principales de ingreso de las familias, que es casi el casi el 70% se obtiene de trabajo asalariado y el 11% de trabajo independiente. Estas fuentes de ingreso familiar han sido muy dañadas por la política económica adoptada por nuestro país por cerca de 40 años. Los niveles de ingreso familiar tienen mucho que ver con la fijación del salario mínimo en este país, misma que ha permitido que ese salario vaya cayendo espectacularmente. Actualmente se requiere de cuatro personas pagadas con un salario mínimo para ganar lo que una sola obtenía en 1976 o sea, si uno ve las gráficas de salario mínimo es para ponerse a llorar, estamos con un salario mínimo por debajo incluso de los países más pobres de AL, debido a que la estrategia de contención salarial es la base de la ventaja comparativa que ofrece México en la economía globalizada, es decir, mano de obra barata.

Y esto ha tenido un efecto perverso en las familias, que han debido usar a todos sus miembros adultos y aveces hasta a los niños para poder obtener ingresos en una economía de mercado.

Ya estamos hablando de cerca del 80% de la población de México que vive en zonas urbanas, que para poder cubrir sus necesidades tienen que salir obligadamente a obtener el ingreso fuera de su hogar y esto ha provocado una desatención de las tareas de cuidado particularmente de niños y adolecentes.

Lo que encontramos es que muchos niños y adolecentes de este país, y particularmente en las zonas de maquila, que son las ciudades más violentas en el norte del país, Tijuana, Reynosa, Matamoros, Ciudad Juárez, los niños, estos llamados peyorativamente “ninis” (lo que me parece un error que se les llame así), se encuentran solos, viven mucho tiempo solos, porque sus padres trabajan en la maquila en horas cambiantes e inciertos. Lo que planteamos es que este país como constructor de seres humanos ha fallado y ello tiene mucho que ver con los niveles de violencia que vivimos.

Por el lado del consumo, las familias de menores ingresos ocupan el 50% de su ingreso en alimentos, 11% en transporte y otro 11% en energía y combustibles y esos tres ámbitos del consumo han experimentado incrementos de precios espectaculares, porque hemos generado una dependencia alimentaria del exterior, así como de los combustibles. Entonces cuando hay problemas internacionales como los que hubo en el 2007 y 2008, con un incremento notable de los precios de los alimentos, las familias sufrieron mucho y se empobrecieron debido a esa dependencia.

Así, tanto por el lado del ingreso como por el lado del consumo las familias de menores ingresos se están viendo muy agobiadas. Un mecanismo de compensación también usado por las familias ha sido el mandar trabajadores al exterior que les permite la obtención de remesas, así como los programas de transferencia monetaria de ingreso. En la actualidad el 10% de población en el extremo de la pobreza deriva el 37% de sus ingresos de transferencias monetarias. En este momento el programa más grande de transferencias monetarias alcanza a más de 6 millones de familias.

En un contexto de este tipo uno se pregunta cómo no vamos a tener un país violento, si hemos construido niños abandonados, solos. Las escuelas ya no ejercen una función de socialización adecuada, en las investigaciones que nosotros hemos hecho, los maestros cada vez se separan más de los niños, les tienen miedo y ya no ejercen una función de contención y acompañamiento.

Lo que hemos destruido debido a diversos factores son las capacidades de contención de los grupos familiares, de las escuelas y de las comunidades. Hemos fomentado en cambio el individualismo y la competencia.

El tema es cómo podemos desarrollar políticas de familia que permitan recuperar, no sé si se puedan recuperar, esas capacidades de contención y de fijación de límites y reglas que tenían las familias.

Desde esa óptica, vemos el surgimiento de grupos de víctimas consecuencia de la guerra en México: 310 mil personas desplazadas en el país, miles de viudas, huérfanos, personas discapacitadas por armas de fuego y adicciones. En 15 años ha habido 330 mil homicidios dolosos, en una mayor proporción hombres, lo que implica quitarle a las familias a uno de sus miembros para la obtención de ingresos. Las familias están también afectadas por desapariciones de sus integrantes que se calculan en cerca de 34 mil, así como por los desplazamientos, por los que están perdiendo sus patrimonios, se han tenido que salir de las zonas donde no solo está el crimen organizado sino incluso empresas mineras que están en colusión con el crimen organizado y acaban expulsando a las familias de sus comunidades. La delincuencia está despojando a personas de sus tierras y de su patrimonio en varios estados de México.

En conclusión, desde mi punto de vista,hay una presión externa muy fuerte sobre las realidades y las tareas que tendrían que cumplir las familias como constructoras de seres humanos dignos, particularmente las familias de más bajos ingresos en el país.

 

*International Conference: Inequalities and families: an interdisciplinary perspective 29-30 November & 1 December 2017 Mexico City Committee on Family Research, RC06, International Sociological Association & National Autonomous University of Mexico.

Palabras de la Diputada Clara Jusidman sobre grupos de atención prioritaria en asamblea Constituyente

Estoy tomando la palabra en esta ocasión para pronunciarme en contra del Dictamen de la Comisión de Carta de Derechos al Artículo 16. Este Artículo debería expresar el compromiso de los habitantes de la Ciudad de México y de sus autoridades con grupos de población que por su edad, sexo, condición social, jurídica o de discapacidad, su preferencia o identidad sexual, origen étnico o territorial somos discriminados  al ser invisibilizados, excluidos y desconsiderados como personas con derechos.

No se trata de grupos “vulnerables”, sino de grupos vulnerabilizados por la forma en que se nos ve, por el maltrato de que somos objeto, por el aislamiento que experimentamos o por la desconfianza o la compasión que se nos tiene por ser viejos o jóvenes, personas con discapacidad,  indígenas, niños o niñas, indigentes, o al tener una piel más obscura o hablar diferente.

En el Proyecto de Constitución del Jefe de Gobierno al desarrollar este artículo, el Grupo Redactor intentó hacerlo con una perspectiva de derechos humanos, que expusiera con claridad para los habitantes de la  Ciudad los derechos que tenemos los integrantes de estos grupos y que nos resulta de particular importancia, que sean respetados y garantizados por los demás miembros de la sociedad y por las autoridades, por nuestra dignidad como personas.

Sin embargo, al revisar el resultado del dictamen me encuentro con un cambio de enfoque donde de titulares de derechos, pasamos a ser considerados sujetos de protección y solidaridad social. Esto seguramente como resultado de una metodología impuesta a la Comisión en razón de la cual nunca se revisó y discutió colectivamente el Proyecto del Jefe de Gobierno y que desde el principio, se manejó como un acuerdo paralelo de los Partidos Políticos.

Esta visión adultocéntrica como suele denominarse, nos convierte en personas dependientes, en personas disminuidas, o incluso en personas peligrosas que requerimos ser protegidas o contenidas por nuestros padres o nuestros hijos, por la sociedad adulta y blanca  o en el mejor de los casos, por un sistema de asistencia social dado que no podemos valernos por nosotras mismas.

El primer párrafo del Artículo 16 fue cambiado para iniciar diciendo “La Ciudad de México reconoce las condiciones de vulnerabilidad que enfrentan los grupos de personas que, debido a la desigualdad estructural padecen discriminación, exclusión, maltrato, abuso, violencia y riesgo de afectación constante a sus derechos y libertades fundamentales. Se les protegerá y se les garantizará una atención prioritaria para el pleno ejercicio de sus derechos”

En el texto inicial del Proyecto del Jefe de Gobierno en este Artículo se reconoce que se les protegerá porque enfrentan, no padecen, discriminación, exclusión, maltrato, abuso etc. por lo que se les garantiza una atención prioritaria. Se señala con claridad además que “las autoridades y la sociedad son corresponsables para que estas personas puedan ejercer plenamente todos los derechos reconocidos por esta Constitución especialmente:

  1. A vivir en igualdad de condiciones en la comunidad
  2. A una vida digna y libre de discriminación y violencia
  3. A decidir sobre su persona y su patrimonio
  4. A la libertad, independencia, privacidad, intimidad y a la autonomía personal
  5. Al buen trato, al afecto, a la convivencia armónica y al cuidado por parte de sus familiares, las autoridades y la sociedad
  6. A la plena inclusión y la participación en la comunidad
  7. Al trato igualitario y al amparo frente a situaciones de desprotección”

Todos estos derechos que son aplicables a todos los grupos de atención prioritaria, fueron eliminados en el Dictamen o tomados con el enfoque asistencialista dominante en el mismo.

En el seno de esta Asamblea se ha difundido una preocupación compartida por varios interesados en la agenda de niños, niñas y adolescentes. Se percataron de que a estos en el Dictamen no  los reconoce como sujetos de derechos, por lo que ya han introducido varias reservas.  Pero igual sucede con los jóvenes, con las personas mayores, con los migrantes y las personas sujetas de protección internacional, con las víctimas, con las personas en situación de calle. Los incisos donde se expresaban sus derechos en el proyecto original fueron eliminados y sólo se privilegió la actuación de “protección” que deberían tener las autoridades respecto de esos grupos. Además en varios de estos, que no en todos los incluidos en el Artículo 16, se inician los incisos correspondientes con la protección que la Constitución debe darles.

Un ejemplo que me parece dramático personalmente porque me atañe directamente, es el texto del apartado F del artículo 16 del Dictamen que señala: Las personas mayores serán protegidas por esta Constitución en razón del principio de la solidaridad social.

Yo no quiero ser protegida por un principio de solidaridad social. Yo como persona mayor quiero ser reconocida en mi calidad de titular de derechos de recibir un trato digno y con afecto, de poder decidir sobre mi vida y sobre mi patrimonio,  sobre los tratamientos médicos que me van a aplicar o sobre mi muerte con dignidad ypoder demandar el desarrollo de infraestructura, equipamiento y mobiliario urbanos que consideren mis crecientes dificultades de movilidad.

En fin quiero que mis derechos humanos sean reconocidos por todas y todos y por las autoridades, no quiero caridad, no quiero protección, no quiero asistencia social y cuando la requiera es porque ejerzo un derecho y no porque la recibo como dádiva.

Mi propuesta es que la Comisión de Carta de Derechos recupere el enfoque de derechos humanos en el Artículo 16 y que se rescaten los incisos del Proyecto donde se enlistan aquellos derechos que son de especial importancia para el grupo correspondiente.

Comentario en la presentación del libro Cuéntame de los Abuelos de Francisco Mendoza Diez y Enrique Omaña

Quisiera empezar agradeciendo a los Drs. Mendoza y Omaña su invitación para acompañarlos en la presentación de este importante texto que finalmente lograron publicar gracias al apoyo del Instituto Nacional de Geriatría.

En segundo término mencionaría lo importante que es para míy el enorme gozo que me proporciona el reencontrarme después de poco más de 15 años, con los autores, pero también con la Dra. Mireya Lustalot y con el Dr. Luis Miguel Gutiérrez Robledo. Todos participamos en un momento luminoso del gobierno de la Ciudad de México cuando finalmente fue posible que los ciudadanos y ciudadanas del D.F. ejerciéramos nuestro derecho al voto para elegir a nuestro jefe de gobierno.Optamos por un gobierno progresista encabezado por el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas.

Los doctores Mendoza y Omaña y la Dra. Mireya Lustalot se incorporaron a los trabajos del Instituto de Salud del D.F. que en esa administración pasó a convertirse en la Secretaría de Salud del Distrito Federal al sumarse a los 29 hospitales que tenía el GDF las 220 clínicas que se descentralizaron del Sistema Federal de Salud Pública. Es decir, les correspondió avanzar en una nueva institucionalidad y en un nuevo enfoque de la salud pública en la ciudad.

Por su parte el Dr. Luis Miguel Gutiérrez Robledo aceptó integrase al Consejo para los adultos mayores en el marco de la Secretaría de Educación, Salud y Desarrollo Social, con el propósito de construir y proponer políticas públicas dirigidas a esa población. Ese consejo fue uno de los varios que creamos para introducir el enfoque de diversidad y equidad desde la mirada de los requerimientos de los distintos grupos poblacionales con la participación de representantes de esos grupos y de expertos en su problemática. Así constituimos Consejos para la Infancia, para las personas con discapacidad y otro para los jóvenes.

El Gobierno del Ing. Cárdenas que fue concluido por Rosario Robles, tuvo que abocarse en un plazo muy breve, de sólo tres años, a ordenar la desarreglada casa ocupada durante varios decenios por gobiernos del PRI. Se sentaron ahí las bases institucionales para poder llevar a cabo una gestión pública de izquierda que honrara el compromiso con la participación de la población en el desarrollo de políticas públicas y con autonomía respecto del gobierno federal, poniendo en el centro del quehacer gubernamental el bienestar de los habitantes de la ciudad.

El libro que hoy comentamos contiene un testimonio muy puntual y profesional sobre uno de los programas que buscó introducir una nueva forma de hacer gobierno con un mayor acercamiento a las personas, lo que ahora se llama políticas de proximidad. El Programa de Educación para la Salud de la Familia (Edusfam) descrito en el libros, recupera una práctica de salud pública que entiendo fue originalmente promovida por el Dr. Gustavo Baz Prada en el Hospital de Jesús y desarrollada por su hijo el Dr. Gustavo Baz,primero en el Estado de México y luego transferida al Distrito Federal. El fundamento de esa práctica consistía en formar promotoras de salud a partir de capacitar a mujeres provenientes de las propias comunidades y convertirlas en intermediarias entre los servicios de salud y la población con capacidad para informar y educar a la población sobre temas de salud.

El libro del Dr. Mendoza y el Dr. Omaña destina una parte importante de su relato a explicarnos las bases metodológicas cuantitativas y cualitativas que se usaron en el EDUSFAM para seleccionar a las personas y familias en situaciones de marginalidad a través de cerca de 2000 educadoras originarias de las áreas territoriales seleccionadas. Se trataba de focalizar los apoyos en materia de educación para la salud y de atención en las clínicas a aquellas poblaciones con mayor grado de vulnerabilidad y marginalidad.

 

La revisión metodológica y conceptual contenida en el primer capítulo del libro y en la primera parte del tercer capítulo resulta muy ilustrativa del fundamento científico que se quiso dar a la intervención representada por el EDUSFAM. Los autores incluyen referencias bibliográficas valiosas para sustentar las metodologías cuantitativa y cualitativa utilizadas y nos explican el valor que tiene la combinación de ambas, pues si bien los métodos cuantitativos permiten identificar específicamente a los hogares que experimentan marginalidad, las historias orales dan luz sobre un mundo de experiencias y situaciones de vida de las personas que están dentro de esos hogares. La información que se obtiene con métodos cualitativos permite muchas veces detectar problemáticas y dolores que aún no son captados por las estadísticas disponibles o los indicadores tradicionales. Históricamente estos últimos tienden a medir carencias o déficits materiales y hansido omisos en la captación de las vivencias y experiencias sicoemocionales de las personas. Es decir, conllevan a un enfoque fragmentado de la vida separando al cuerpo de las emociones, congruente con una visión de política social que ha privilegiado la atención de carencias materiales: alimentación, acceso al agua, a infraestructura sanitaria, a salud física, a vivienda, etc.

Esta situación se hace evidente a partir de los breves relatos de las condiciones en que viven algunos de los adultos mayores que fueron visitados por las educadoras para la salud y que se exponen en el tercer capítulo del libro. Si bien las condiciones materiales en que vive una proporción importante de ellos son muy graves, estás se agudizan por dos situaciones que hacen a las relaciones con otros seres humanos; la primera el abandono por los familiares y a veces el abuso y las distintas violencias que estos ejercen contra ellos y ellas. La segunda situación, ligada al abandono es la soledad que amplía la responsabilidad hacia el conjunto social que ha sido incapaz de desarrollar servicios de atención que respondan a las distintas circunstancias en que se encuentran la población envejecida. Cuando las personas viejas ya no pueden ni siquiera salir a recoger tortillas duras, papel, cartón o fierro viejo para mal subsistir y se encuentran postradas en sus precarias y sucias viviendas ante su incapacidad para mantenerlas limpias, el abandono y la soledad se recrudecen pues son acompañadas de aislamiento y marginación intencionados por parte de sus vecinos.

Por ello, un programa como el EDUSFAM en donde las educadoras acudían a visitar y platicar con las familias, a orientarlas y fundamentalmente a escucharlas tenían desde mi punto de vista un valor mayor que la entrega de una pensión alimentaria en dineropues atendía a necesidades de afecto, de cercanía, de escucha y reconocía la dignidad de las personas.

Me supongo que para algunas educadoras del Programa las herramientas que poseían les eran insuficientes para apoyar de manera más integral a las familias que visitaban, pues estas se concentraban en el campo de la salud y muy frecuentemente sólo en la información que podían proporcionarles para atender sus problemas de salud. El gobierno del Ing. Cárdenas fue particularmente maltratado en términos de acceso a recursos por parte del Gobierno del Presidente Zedillo y los nuevos desarrollos de política social se vieron limitados por esas restricciones. De origen fue realmente difícil conseguir los recursos para las educadoras y se les asignaron becas en un principio.

En paralelo con el EDUSFAM desde la Secretaría de Desarrollo Social intentamos en el Gobierno del Ingeniero establecer un programa de Servicios Comunitarios Integrados el llamadoSECOI que procuró alinear y crear sinergias entre los distintos servicios sociales públicos y privados que se ofrecían en cada delegación, mediante la operación en cada una de ellas de un Grupo Interinstitucional de Coordinación, los GRICOs

El propósito era poner a disposición de las educadoras información sobre los distintos servicios sociales disponibles en el territorio donde trabajaban, incluyendolos servicios de empleo y capacitación, las unidades y los albergues de atención a la violencia familiar, las comunas para jóvenes, los centros de desarrollo infantil, las estancias infantiles, las ludotecas, los talleres de primera infancia, etc. de manera que no sólo pudieran brindar orientación sobre salud sino también información para la atención de otros problemas que detectaran a partir de las pláticas que sostenían con integrantes de las familias marginadas.

La estrategia planteada era ir incorporando nuevos servicios acordes a las problemáticas encontradas en la población. Por ejemplo, una queja reiterada de las madres de familia era la ausencia de espacios y actividades donde sus hijos pudieran ocupar creativamente su tiempo libredespués de los cortos horarios escolares o el creciente problema de las adicciones, la depresión, las tendencias suicidas y la soledad o la necesidad de espacios de encuentro y de actividades pertinentes a la población adulta mayor.

Con muy escasos recursos recuperamos cerca de 200 centros de desarrollo social ubicados en las cercanías de las áreas marginadas seleccionadas por la Secretaría de Salud, los actualizamos y dimos mantenimiento, los equipamos para brindar diferentes actividades y formamos a 1500 promotores comunitarios para que desarrollaran actividades deportivas, culturales y recreativas con miras a la creación de ciudadanía, a la reconstrucción de tejido social y al uso productivo del tiempo libre. Dentro de estas actividades incluimos pequeñas unidades de rehabilitación para situaciones de discapacidad, actividades deportivas, artísticas y deportivas adecuadas a las personas adultas mayores y un servicio de detección y orientación inicial para problemas de salud emocional.

Intentamos crear comedores y centros de días para adultos mayores en la zona Centro de la ciudad pero nunca encontramos los recursos para establecerlos.

Fuimos un gobierno de muy corta duración, un gobierno de transición entre dos visiones encontradas de política social, un gobierno acosado y sin recursos pero con un compromiso real con la práctica democrática y la participación de la población, procurando la proximidad de las intervenciones para hacerlas más pertinentes a las problemáticas reales.

El texto que hoy se comenta es un buen testimonio del esfuerzo realizado y de la capacidad de imaginar caminos institucionales posibles para atender en el caso que nos ocupa, a las poblaciones envejecidas vulnerabilizadas y marginadas en la ciudad. Agradezco a los autores el empeño por sistematizar, relatar y publicar la valiosa experiencia a trece años de su conclusión.

 

Comentario en torno a la publicación La Teoría de la Economía Política del Envejecimiento. Un enfoque para la gerontología social en México.

 

Quisiera agradecer a Ana Díaz- Tendero la invitación para participar en la presentación de la publicación que deriva de su tesis doctoral e iniciar felicitándola ampliamente tanto por el trabajo de investigación realizado como por la posibilidad que brinda a la comunidad interesada en el tema del envejecimiento de acceder a su trabajo vía la publicación de El Colegio de la Frontera Norte.

No es menor esto último conociendo las exigencias del COLEF para apoyar textos a ser publicados bajo su auspicio.

Aunque comenté con Ana mi dificultad de tiempo para hacer una lectura extensa y cuidadosa del amplio texto que nos ofrece, en lo que logré revisar reconozco que realizó una revisión y síntesis cuidadosa de la literatura norteamericana y europea que se ha venido produciendo sobre el tema del envejecimiento durante ya varios años y que ello nos aporta en México marcos teóricos que por lo que ella relata, no necesariamente han estado presentes en las investigaciones y publicaciones que se han realizado en México sobre el tema. Estas se ubican en el campo de “estudios de población” más que como análisis de lo que ocurre en México respecto de alguna de las teorías del mundo occidental desarrollado sobre el envejecimiento que de acuerdo a la autora ya tienen tres generaciones, esencialmente la teorías micro o individualistas; las teorías macro o estructuralistas y la teorías vinculantes.

El desarrollo del primer capítulo del libro me pareció especialmente iluminador y muy claramente expuesto pues sistematiza lo que son hasta ahora estas tres generaciones de teorías y sus principales postulados y me parece que al final reflejan por una parte, las diversas interpretaciones del proceso individual de envejecimiento en los contextos de los países de origen de los autores y por otra las relaciones que se dan entre las estructuras económicas, sociales y culturales de esos mismos países con el envejecimiento.

El tema que me parece que preocupa más a la autora es que esas teorías y conceptualizaciones, como nos sucede en nuestros países en muchos otros campos sociales, se refieren a sociedades con alto grado de homogeneidad y posiblemente equidad y por ello no se integra la dimensión de la diversidad incluso en términos de cohortes, ni tampoco de estratos socioeconómicos, raza, etnia y un poco menos de género.

Al exponer la Teoría de la Economía Política del Envejecimiento en su capítulos tercero y cuarto entiendo, porque no los alcance a revisar, que la autora trata de postular que esta teoría si estaría ofreciendo elementos más apegados a sociedades que como la mexicana adolecen de problemas de profunda desigualdad y falta de equidad, discriminación e inclusión exclusión de grupos de población de distintos estratos socioeconómicos, sexos, etnias, razas, ubicación territorial y cohortes.

Desde mi personal perspectiva me parece de gran pertinencia pensar que el proceso de envejecimiento es una construcción cultural, económica, social e incluso política y por lo tanto histórica, que coloca y forma a las personas adultas mayores en determinados estereotipos y roles según la época y cohorte a la que pertenecen y que los procesos individuales de envejecimiento están cruzados y marcados por esos estereotipos y roles y por su adscripción a determinados grupos socieconómicos, sexo, etnia y raza e incluso territorio y experiencia ocupacional.

No es lo mismo envejecer en una comunidad donde prevalecen valores de solidaridad intra e intergeneracional que en una sociedad dominada por la competencia individual y el éxito personal en el mercado; no es lo mismo ser viejo en un estado de bienestar de coberturas universales que en estados de protecciones sociales duales como ha sido el caso de México; no es lo mismo tener una trayectoria de ocupación formal protegida que provenir del sector informal de la economía; no es lo mismo ser un adulto mayor hombre que serlo como mujer; no son las mismas experiencias de la cohorte actual de viejos entre 65 y 80 años que la que vivirán los millones de jóvenes que actualmente tienen entre 15 y 29 años; no es lo mismo ser viejo en una ciudad de maquila de la frontera norte que serlo en una comunidad rural del sur de la República o en una familia extensa respecto de una familia nuclear.

El tema que se plantea entonces es el de las políticas públicas que deben asumirse frente al proceso de envejecimiento de la población mexicana. Ana Díaz Tendero nos advierte sobre la velocidad a la que envejecerá la población en México cuando nos dice que en Francia transcurrieron más de dos siglos (1750 a 2000) para que la proporción de adultos mayores sobre el total de la población pasara de 5.2 por ciento a 16.2 por ciento. En el caso mexicano, citando a Ham, en un lapso reducido a poco más de tres décadas (2000 a 2036) se hará el mismo recorrido. Actualmente se estima que la población adulta mayor representa el 6 por ciento y en 2036 será de 16 por ciento y en 2050 de 24 por ciento (32.5 millones de personas) de acuerdo a cifras de CONAPO.

No es un asunto menor que de 6 adultos mayores por cada cien personas en 2050 pasemos a 25 adultos mayores por cada 100 personas.

En la lógica de evolución de la estructura demográfica de México durante las etapas de las altas tasas de crecimiento demográfico la preocupación central de las políticas sociales fue ampliar la infraestructura de bienes y servicios dirigidos a la atención de la infancia. Fue una etapa de un crecimiento económico bueno y que permitió disponer de recursos públicos para montar la enorme infraestructura de educación primaria con la que aún actualmente envejecida, aún contamos, también permitió ampliar la infraestructura de salud y el desarrollo de programas de subsidio en materia de alimentación y las posibilidades de empleo, salarios decentes y protección social para los padres de esas generaciones.

No ha ocurrido lo mismo en la etapa de la demografía nacional donde la presencia de las cohortes de jóvenes ha crecido fuertemente. Lamentablemente esta etapa ha coincidido con un estancamiento de la economía nacional que ya dura 30 años, en el que ni la infraestructura social (educativa, de salud, de recreación y esparcimiento) ni los empleos y los salarios, ni la protección social han tenido avances como para incorporar a esas cohortes a niveles de vida dignos y darles un sentido y un proyecto de vida que les brinde esperanza.

Los adultos mayores del mañana provendrán de las generaciones de jóvenes de ahora que han estado privadas de un proyecto de país para su inclusión y su consideración como personas dignas.

La pregunta es ante que características de modelo y de crecimiento económico se va a enfrentar ese veloz proceso de envejecimiento de la población mexicana.

¿Continuaremos con un proyecto económico de economía de mercado no competitiva que privilegia a los grupos de poder monopólico privado? Continuaremos trasladando la propiedad y la riqueza nacional para su explotación y depredación por intereses privados nacionales y extranjeros? ¿Lograremos recuperar nuestro derecho al Estado, a la propiedad nacional de bienes y recursos estratégicos, así como a bienes y servicios públicos que realmente reflejen los intereses de las poblaciones y reconozcan su diversidad?

Agradezco nuevamente a Ana su invitación a esta participación y su aporte a una urgente y necesaria reflexión sobre la gerontología social y las políticas sociales que deberán acompañar la etapa de cambio demográfico hacia la que estamos avanzando de manera acelerada pues lo más preocupante es que no tenemos gobiernos a todos los niveles que se preocupen por el bienestar de las personas y con las capacidades de previsión de largo plazo, tan necesarias en esta etapa de la vida de México. ¿Cómo superar el inmediatismo del beneficio privado en los grupos que han capturado al Estado mexicano?