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Bienestar, tejido social y violencias.

Bajar presentación: Bienestar, violencia y tejido social

Agradezco a la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, al Sr. Rector Alejandro Vega Jiménez y a Javier Sicilia la invitación para participar en estos diálogos que se están realizando motivados por la consternación que ha producido en la comunidad universitaria y en la sociedad morelense la muerte violenta del Prof. Alejandro Chao y de su esposa Sarah Rebolledo.

Las preguntas que todos nos hacemos ante las violencias que nos acosan, son al menos tres:

  1. ¿Qué nos ha pasado como sociedad que estamos construyendo seres humanos enojados, violentos, sin control de sus emociones de ira y de miedo y sin temor a las consecuencias de sus actos que violentan lo sagrado de la vida y la integridad de otros seres humanos?
  2. ¿Que nos ha pasado en nuestra convivencia que ya no funcionan los mecanismos de control derivados de las normas y costumbres culturales y sociales que ponían límites claros y castigos a quienes las infringían?
  3. ¿Qué ha sucedido con el Estado Mexicano cuya función principal es la de salvaguardar el orden y el respeto a la Ley para lo cual supuestamente se hemos construido un entramado legal e institucional costoso para investigar, juzgar y sancionar a todos aquellos que atentan contra el Estado de derecho?

A partir de estos interrogantes básicos quisiera en esta reflexión aportar algunos hallazgos derivados de investigaciones que hemos venido realizando o promoviendo desde INCIDE Social A.C. la organización civil donde participo desde hace 10 años, investigaciones que se relacionan con nuestro interés sobre el bienestar y el desarrollo social y más recientemente, sobre los determinantes económicos, sociales y culturales de las violencias.

Lo que nos está ocurriendo en México en materia de bienestar, tejido social y violencias es resultado de un contexto general que se caracteriza desde hace más de 30 años, por cambios en los papeles que juegan los cuatro agentes proveedores de bienestar: las personas mismas, las familias, el mercado y el Estado en los siguientes aspectos:

Se parte de un país históricamente desigual, con altos niveles de discriminación, pobreza y corrupción y crecientes problemas para generar trabajo digno para su población joven; que adoptó en la década de los años ochenta un modelo económico centrado en la producción de bienes y servicios para la exportación colocando la productividad, la eficiencia y la competitividad como objetivos del desarrollo del país, en lugar de centrarse en alcanzar el bienestar o la felicidad de los mexicanos y las mexicanas, cuestión que debería ser el objetivo de toda sociedad.

  1. Los personas en ese proyecto se convierten en proveedores de trabajo, por una parte, y consumidores y clientes de lo que se produce y vende en los mercados, por la otra.
  2. Como probables trabajadores se ha insistido en la obligación que tienen de desarrollar sus capacidades de “empleabilidad” mediante la educación escolarizada para poder ser competitivos en los mercados de trabajo y pasar a formar parte si tienen mucha suerte, de los esclavos con título de doctorado de grandes empresas transnacionales, con disponibilidad completa y sin poder tener ni vida propia ni de familia. La gran mayoría, que no alcanza títulos de posgrado, está condenada a subsistir en condiciones precarias, con gran inseguridad y con ingresos y condiciones de trabajo indignas. De acuerdo al proyecto económico vigente esas mayorías son las culpables de su situación por no haber aprovechado las “fantásticas oportunidades de educación” que brinda la sociedad nacional y por ser “flojas, improductivas e incompetentes”. El slogan preferido del proyecto de economía de mercado es “Edúcate y alcanzarás el paraíso”
  3. Como clientes y consumidores su obligación en el proyecto es estar atentos a todas las innovaciones tecnológicas en productos de consumo para adquirir los últimos modelos promovidos por los medios de comunicación masiva y desechar los viejos aunque estos aún sirvan, pues el importante papel que juega la población en las economías del mercado es de dinamizadores de la producción de miles de cosas, muchas de ellas absolutamente innecesarias y superfluas. La felicidad y el bienestar de las personas se homologan entonces con el número, variedad y calidad de las cosas y bienes que poseen y de los servicios a los que pueden acudir.
  4. Las familias, el segundo agente social proveedor de bienestar, se ven obligadas a echar mano de todo el tiempo de trabajo disponible de sus integrantes para lograr obtener ingresos y poder subsistir. Ello en razón de una política de salarios contenidos sostenida desde finales de la década de los años setenta, por lo que el pago que se recibe por unidad de trabajo ha venido disminuyendo. Un salario mínimo legal actual equivale a una cuarta parte del que estuvo vigente en 1976, año en que se inició una vertiginosa caída de los salarios mínimos. Las familias entonces se ven obligadas a dedicar más tiempo y a todos sus miembros con posibilidades de trabajar, a realizar cualquier tipo de actividades -legales e ilegales- que les permitan la obtención de ingresos, incluso envían a alguno o algunos de sus miembros a Estados Unidos para conseguir trabajo. El tejido y el capital social familiar se va destruyendo dado que el tiempo que destinan a actividades para la generación de ingresos va en detrimento del tiempo que dedican a la economía del cuidado incluyendo el cuidado personal, la crianza y la atención de la infancia y la juventud y ahora, de los adultos mayores, así como al mantenimiento de sus redes sociales.
  5. El mercado, tercer agente proveedor de bienestar, ofrece una gran variedad de productos y servicios con el único objetivo de generar ganancias para las empresas de todo tipo que participan en el mismo. Por ello existe un mercado de drogas, de armas, e incluso de personas y órganos, puesto que en la obtención de lucro no existen limitantes éticos. Los mercados son amorales. Se vende y compra todo lo que se pueda vender y comprar.

El mercado y el afán de lucro destruyen las pequeñas actividades de subsistencia de las familias pobres: la agricultura campesina, la pequeña industria y el pequeño comercio (misceláneas, farmacias, panaderías, tortillerías), los diversos talleres de servicios de reparación, por ejemplo. Se generan cadenas de establecimientos que sustituyen esas actividades y que terminan enriqueciendo a los dueños del capital y condenan a los anteriores trabajadores por cuenta propia y familiares, a subcontratarse en empresas de servicios sin protección laboral alguna. Uno de las áreas de mayor desarrollo y potencial del mercado de los últimos años ha sido la referida a la provisión de bienes y servicios para las poblaciones pobres: desde las farmacias de similares y genéricos, los Oxos los Seven Eleven hasta la proliferación de casas de empeño.

Se rompe con ello, algo en lo que Javier Sicilia insiste con frecuencia, las relaciones de proximidad y confianza generadas por los pequeños establecimientos de barrio donde los clientes conversan y conocen a sus dueños, donde estos les facilitan mercancía a granel y a crédito, donde grupos de vecinos se pueden pasar un rato tomando una cerveza, un café o un refresco, donde se repara innumerables veces la licuadora o la televisión para que duren más, etc. Se destruye un actor fundamental en el tejido social territorial que son esos pequeños establecimientos que además proporcionan ingreso y trabajo en el vecindario o en el pueblo.

  1. El Estado, el cuarto actor del bienestar, ha venido siendo desmantelado como proveedor de bienes y servicios públicos para el bienestar de las personas. De manera paulatina pero sostenida, se trasladan los recursos y las funciones sociales del Estado a empresas del mercado y a organizaciones de la sociedad civil. Se recarga en las familias la atención de población en condiciones de vulnerabilidad como la infancia, la población con discapacidad o los adultos mayores. Asimismo, se ha venido entregando el control y explotación de recursos y sectores estratégicos del desarrollo de la nación a empresas incluso trasnacionales. En esta misma lógica, se substituye crecientemente la provisión de bienes y servicios públicos por transferencias monetarias de ingreso para que las personas en pobreza o en situación de vulnerabilidad acudan al mercado a comprar alimentos, educación, salud, vivienda, servicios de agua, energía, etc. El papel del Estado en la generación de bienestar va desapareciendo y su función de provisión de seguridad y justicia se va desdibujando por la presencia de altos niveles de corrupción en el ejercicio de la función pública, aumentando los índices de violencia, delincuencia e impunidad   creando un ambiente de indefensión de los ciudadanos frente a los abusos de las empresas del mercado y de la delincuencia común y organizada. El Estado renuncia a sus obligaciones de respetar, proveer y proteger los derechos humanos de las personas y se convierte en un facilitador para las empresas del mercado permitiendo que estas vulneren esos derechos al no regular adecuadamente su funcionamiento.

Ahora bien, en un contexto de esa naturaleza ¿qué está ocurriendo con el desarrollo, construcción y socialización de las y los mexicanos?

El bienestar de las personas está dependiendo de la capacidad de su contexto para satisfacer cuatro categorías de requerimientos: los materiales, los psicoemocionales, los de seguridad y los culturales.

 

Con las transformaciones señaladas de los cuatro agentes sociales que intervienen en la provisión de bienestar a las personas encontramos las siguientes situaciones:

  1. Históricamente en las políticas sociales se ha dado prioridad a la satisfacción de los requerimientos materiales de las personas (vivienda, salud, alimentación, ingreso, infraestructura social, etc.) y en los últimas tres décadas, especialmente de las poblaciones pobres. Además como ya señalamos anteriormente de haberse considerado la provisión de bienestar como una responsabilidad pública en la segunda mitad el siglo XX a partir de los exitosos modelos de economías del bienestar instaurados en los países nórdicos, ahora esa provisión se está trasladando al mercado.
  2. Existe una total desatención a los requerimientos de desarrollo psicoemocional de las personas. Esta se ha dejado como responsabilidad de las familias y principalmente de las mujeres, con alguna participación de las escuelas, de los compañeros y pares y de la comunidad. La socialización de las personas y su integración a la comunidad está dependiendo fundamentalmente de su adecuado desarrollo psicoemocional y de la transmisión de saberes para la vida (cómo y de qué alimentarse, cómo relacionarse con los otros, cómo resolver conflictos, el aseo e higiene personal y de la casa, los hábitos de crianza, etc.)

 

 

 

En este sentido la promoción del individualismo y la competencia por la economía de mercado, ha impactado la construcción de valores de solidaridad, responsabilidad compartida, sentido de comunidad, reconocimiento y respeto de los otros, y ha erosionado por lo tanto, el sentido de pertenencia, de identidad y de colectividad, destruyendo la idea de que existe una sociedad que se va a ocupar y preocupar por el bienestar y la felicidad de las personas que la integran. Cada persona de acuerdo al capitalismo de mercado vigente, tiene que preocuparse por sí misma y por su futuro, no tiene responsabilidades por nadie más excepto si establece contratos de matrimonio que lo obliguen, pero también estos están resultando cada vez más en relaciones frágiles, fugaces, poco estables.

Como mencioné anteriormente las familias tienen cada vez menos posibilidades de atender al desarrollo y construcción saludable de sus integrantes lo que significa deficiencias crecientes en su desarrollo psicoafectivo y en la transmisión de saberes para la vida.

Asimismo, el rol de las escuelas en el desarrollo psicoafectivo del los niños y en la consolidación de saberes para la vida como ha salido a la luz en relación con el lamentable caso de bullying en Tamaulipas, se encuentra colapsado ante la desconfianza en las relaciones entre adultos e infancia, debido a la ocupación de plazas de maestros por personas sin la preparación como tales y por la ausencia de un proyecto educativo que tenga como objetivo el desarrollo de seres humanos autónomos, responsables, solidarios y participativos.

Los medios de comunicación masiva y actualmente las redes sociales ocupan un rol muy importante en la socialización de las personas y en la transmisión de saberes para la vida. La infancia y los jóvenes pasan muchas horas frente a ellos. Los primeros tienen una programación destinada claramente a desarrollar consumidores y clientes para el mercado y las segundas por su naturaleza de comunicación a distancia, disminuyen las posibilidades de interactuar y convivir directamente con otros.

Es decir, los cuatro agentes socializadores de la infancia y la juventud: las familias, las escuelas, los grupos de pares los medios de comunicación están fallando seriamente en la construcción de seres humanos saludables  y por el contrario, hay un número creciente de jóvenes apáticos, desesperanzados, enojados y resentidos con una sociedad que no los incluye.

  1. Por cuanto a los requerimientos de seguridad para el bienestar o para la vida, dos de las columnas del andamiaje para dar seguridad a las personas a saber, la generación de empleos formales dignos y estables y la seguridad social se encuentran en crisis creciente. Se habla incluso de la desaparición del trabajo.

A ello se puede agrega un sistema de seguridad pública y de justicia que no garantiza ni protección, ni acceso a la verdad, ni en su caso, el debido proceso. La delincuencia impunemente despoja de bienes, de libertad e incluso de la vida a las personas.

El sistema financiero y el fiscal abusan permanentemente de los ahorros y de los ingresos que genera el ciudadano común y en cualquier momento pueden sumirlo en la pobreza,

Los creciente problemas de inseguridad ambiental donde los efectos del cambio climático arrebatan pertenencias y vidas en un instante.

La incertidumbre, la volatilidad y la ausencia de seguridad son la característica de los tiempos actuales y eso provoca desconfianza y miedo e impide el desarrollo de relaciones y de sentido de comunidad y por lo tanto de tejido social. Somos ciudadanos indefensos y frustrados ante poderes legales y extralegales, permanentemente explotados, expoliados o en constante riesgo de serlo.

  1. Respecto de los requerimientos culturales para la vida digna como son el acceso al conocimiento, a la información a la educación, a la cultura, a la tecnología encontramos enormes disparidades entre estratos sociales.

Finalmente, no quisiera dejar de tocar un tema que se evidenció de manera muy fuerte en los estudios diagnóstico que promovimos desde INCIDE Social sobre los determinantes económicos, sociales y culturales de las violencias y que tiene una muy fuerte influencia en la destrucción del tejido social. Este se refiere a la forma en que en los últimos 20 años ha tenido lugar el crecimiento de las ciudades en el país.

Los cambios al Artículo 27 constitucional de principios de los años noventa, la especulación de la tierra, la enorme ambición de las desarrolladoras de vivienda y la gran corrupción gubernamental en el uso del territorio, han causado un desastre en la urbanización del país. Observamos ciudades que crecen en extensión más rápidamente que su población, ciudades horizontales con problemas de accidentes viales y de tránsito en aumento, ciudades segmentadas socioeconómicamente, guetizadas, despersonalizadas por centros comerciales, mobiliario y arte urbano(esculturas de Sebastían) y transporte homogéneos, con hacinamiento de viviendas y dentro de éstas mismas debido a su pequeño tamaño.

Por un malentendido afán de modernización, que nuevamente encubre corrupción, lavado de dinero y deseo de lucro, (queremos parecernos a Taiwán dijo hace poco un destacado político), estamos viviendo un proceso de destrucción del tejido urbano que continúa avanzando en varias ciudades y en este momento ha tomado como presa preferida a la Ciudad de México.

Se destruyen o dividen barrios y colonias, se cambian usos del suelo, se congestionan y privatizan vialidades. Las personas que habitan las ciudades y los nuevos desarrollos de vivienda son desconocidos entre sí que provienen de muchos lugares y diferentes historias y culturas, que experimentan una gran desconfianza por sus vecinos y que se mudan antes de construir alguna confianza. Las relaciones cotidianas son frágiles y fugaces o son de conflicto por la pelea de espacios en las calles, en los transportes colectivos, en las escuelas, en los estadios y en los espacios públicos, en general.

Los esfuerzos públicos y organizados para reconstruir o construir comunidad y tejido social son escasos y las más de las veces poco sostenidos en el tiempo. Programas como Habitat o el de Espacios Públicos o la Línea Verde y el Convive Féliz en Aguascalientes, no se mantienen en el tiempo. Nuevos gobiernos desconocen lo hecho por los anteriores e inventan nuevos programas cada tres o seis años. Son ciclos interminables de destrucción y abandono y de poca construcción inteligente y duradera.

Las personas en las ciudades destinan muchas horas para trasladarse, viven con estrés y en riesgo permanente de violencia y accidentes, son maltratadas en su calidad de ciudadanos por autoridades abusivas, acosadoras e irrespetuosas, pagan impuestos y no reciben servicios públicos suficientes y de calidad.

Al final las aglomeradas ciudades producen grandes soledades, conspiran contra la convivencia, generan desesperanza y una enorme apatía ciudadana.

El recuento del desastre en el bienestar y en el tejido social en México podría continuar por varias horas.

Al final termino con otras preguntas:

  • cómo reconstruimos lo público desde abajo,
  • cómo consensamos reglas de convivencia que no signifiquen tener un policía detrás de cada uno de nosotros para que nos portemos bien y respetemos a los otros,
  • cómo definimos nuevos pactos entre los actores del bienestar: las personas, las familias, el Estado y el mercado
  • cómo incluimos y reconocemos en esos pactos las cuatro categorías de requerimientos para la vida de las personas: los materiales, los psicoemocionales, los de seguridad y los culturales; y
  • cómo recuperamos la construcción y socialización de seres humanos solidarios, respetuosos, responsables y con sentido de lo colectivo.
  • cómo construimos confianza, comunidad y ciudadanía.

Bienestar, tejido social y violencias.

Agradezco a la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, al Sr. Rector Alejandro Vega Jiménez y a Javier Sicilia la invitación para participar en estos diálogos que se estánrealizando motivados por la consternación que ha producido en la comunidad universitaria y en la sociedad morelense la muerte violenta del Prof. Alejandro Chao y de su esposa Sarah Rebolledo.

Las preguntas que todos nos hacemos ante las violencias que nos acosan, son al menos tres:

  1. ¿Qué nos ha pasado como sociedad que estamos construyendo seres humanos enojados, violentos, sin control de sus emociones de ira y de miedo y sin temor a las consecuencias de sus actos que violentan lo sagrado de la vida y la integridad de otros seres humanos?
  2. ¿Que nos ha pasado en nuestra convivencia que ya no funcionan los mecanismos de control derivados de las normas y costumbres culturales y sociales que ponían límites claros y castigos a quienes las infringían?
  3. ¿Qué ha sucedido con el Estado Mexicano cuya función principal es la de salvaguardar el orden y el respeto a la Ley para lo cual supuestamente se hemos construido un entramado legal e institucional costoso para investigar, juzgar y sancionar a todos aquellos que atentan contra el Estado de derecho?

A partir de estos interrogantes básicos quisiera en esta reflexión aportar algunos hallazgos derivados de investigaciones que hemos venido realizando o promoviendo desde INCIDE Social A.C. la organización civil donde participo desde hace 10 años, investigaciones que se relacionan con nuestro interés sobre el bienestar y el desarrollo social y más recientemente, sobre los determinantes económicos, sociales y culturales de las violencias.

Lo que nos está ocurriendo en México en materia de bienestar, tejido social y violencias es resultado de un contexto general que se caracteriza desde hace más de 30 años, por cambios en los papeles que juegan los cuatro agentes proveedores de bienestar: las personas mismas, las familias, el mercado y el Estado en los siguientes aspectos:

Se parte de un país históricamente desigual, con altos niveles de discriminación, pobreza y corrupción y crecientes problemas para generar trabajo digno para su población joven; que adoptó en la década de los años ochenta un modelo económico centrado en la producción de bienes y servicios para la exportación colocando la productividad, la eficiencia y la competitividad como objetivos del desarrollo del país, en lugar de centrarse en alcanzar el bienestar o la felicidad de los mexicanos y las mexicanas, cuestión que debería ser el objetivo de toda sociedad.

  1. Los personasen ese proyecto se convierten en proveedores de trabajo, por una parte, y consumidores y clientes de lo que se produce y vende en los mercados, por la otra.
  2. Como probables trabajadores se ha insistido en la obligación que tienen de desarrollar sus capacidades de “empleabilidad” mediante la educación escolarizada para poder ser competitivos en los mercados de trabajo y pasar a formar parte, si tienen mucha suerte, de los esclavos con título de doctorado de grandes empresas transnacionales, con disponibilidad completa y sin poder tener ni vida propia ni de familia. La gran mayoría, que no alcanza títulos de posgrado, está condenada a subsistir en condiciones precarias, con gran inseguridad y con ingresos y condiciones de trabajo indignas. De acuerdo al proyecto económico vigente esas mayorías son las culpables de su situación por no haber aprovechado las “fantásticas oportunidades de educación” que brinda la sociedad nacional y por ser “flojas, improductivas e incompetentes”. El slogan preferido del proyecto de economía de mercado es “Edúcate y alcanzarás el paraíso”
  3. Como clientes y consumidores su obligación en el proyecto es estar atentos a todas las innovaciones tecnológicas en productos de consumo para adquirir los últimos modelos promovidos por los medios de comunicación masiva y desechar los viejos aunque estos aún sirvan, pues el importante papel que juega la población en las economías del mercado es de dinamizadores de la producción de miles de cosas, muchas de ellas absolutamente innecesarias y superfluas. La felicidad y el bienestar de las personas se homologan entonces con el número, variedad y calidad de las cosas y bienes que poseen y de los servicios a los que pueden acudir.
  4. Las familias, el segundo agente social proveedor de bienestar, se ven obligadas a echar mano de todo el tiempo de trabajo disponible de sus integrantes para lograr obtener ingresos y poder subsistir. Ello en razón de una política de salarios contenidos sostenida desde finales de la década de los años setenta, por lo que el pago que se recibe por unidad de trabajo ha venido disminuyendo. Un salario mínimo legal actual equivale a una cuarta parte del que estuvo vigente en 1976, año en que se inició una vertiginosa caída de los salarios mínimos. Las familias entonces se ven obligadas a dedicar más tiempo y a todos sus miembros con posibilidades de trabajar, a realizar cualquier tipo de actividades-legales e ilegales-que les permitan la obtención de ingresos, incluso envían a alguno o algunos de sus miembros a Estados Unidos para conseguir trabajo. El tejido y el capital social familiar se va destruyendo dado que el tiempo que destinan a actividades para la generación de ingresos va en detrimento del tiempo que dedican a la economía del cuidado incluyendo el cuidado personal, la crianza y la atención de la infancia y la juventud y ahora, de los adultos mayores, así como al mantenimiento de sus redes sociales.
  5. El mercado, tercer agente proveedor de bienestar, ofrece una gran variedad de productos y servicios con el único objetivo de generar ganancias para las empresas de todo tipo que participan en el mismo. Por ello existe un mercado de drogas, de armas, e incluso de personas y órganos, puesto que en la obtención de lucro no existen limitantes éticos. Los mercados son amorales. Se vende y compra todo lo que se pueda vender y comprar.

El mercado y el afán de lucro destruyen las pequeñas actividades de subsistencia de las familias pobres: la agricultura campesina, la pequeña industria y el pequeño comercio (misceláneas, farmacias, panaderías, tortillerías), los diversos talleres de servicios de reparación, por ejemplo. Se generan cadenas de establecimientos que sustituyen esas actividades y que terminan enriqueciendo a los dueños del capital y condenan a los anteriores trabajadores por cuenta propia y familiares, a subcontratarse en empresas de servicios sin protección laboral alguna. Uno de las áreas de mayor desarrollo y potencial del mercado de los últimos años ha sido la referida a la provisión de bienes y servicios para las poblaciones pobres: desde las farmacias de similares y genéricos, los Oxos los Seven Eleven hasta la proliferación de casas de empeño.

Se rompe con ello, algo en lo que Javier Sicilia insiste con frecuencia, las relaciones de proximidad y confianza generadas por los pequeños establecimientos de barrio donde los clientes conversan y conocen a sus dueños, donde estos les facilitan mercancía a granel y a crédito, donde grupos de vecinos se pueden pasar un rato tomando una cerveza, un café o un refresco, donde se repara innumerables veces la licuadora o la televisión para que duren más, etc. Se destruye un actor fundamental en el tejido social territorial que son esos pequeños establecimientos que además proporcionan ingreso y trabajo en el vecindario o en el pueblo.

  1. El Estado, el cuarto actor del bienestar, ha venido siendo desmantelado como proveedor de bienes y servicios públicos para el bienestar de las personas. De manera paulatina pero sostenida, se trasladan los recursos y las funciones sociales del Estado a empresas del mercado y a organizaciones de la sociedad civil. Se recarga en las familias la atención de población en condiciones de vulnerabilidad como la infancia, la población con discapacidad o los adultos mayores. Asimismo, se ha venido entregando el control y explotación de recursos y sectores estratégicos del desarrollo de la nación a empresas incluso trasnacionales. En esta misma lógica, se substituye crecientemente la provisión de bienes y servicios públicos por transferencias monetarias de ingreso para que las personas en pobreza o en situación de vulnerabilidad acudan al mercado a comprar alimentos, educación, salud, vivienda, servicios de agua, energía, etc. El papel del Estado en la generación de bienestar va desapareciendo y su función de provisión de seguridad y justicia se va desdibujando por la presencia de altos niveles de corrupción en el ejercicio de la función pública, aumentando los índices de violencia, delincuencia e impunidad   creando un ambiente de indefensión de los ciudadanos frente a los abusos de las empresas del mercado y de la delincuencia común y organizada. El Estado renuncia a sus obligaciones de respetar, proveer y proteger los derechos humanos de las personas y se convierte en un facilitador para las empresas del mercado permitiendo que estas vulneren esos derechos al no regular adecuadamente su funcionamiento.

Ahora bien, en un contexto de esa naturaleza ¿qué está ocurriendo con el desarrollo, construcción y socialización de las y los mexicanos?

El bienestar de las personas está dependiendo de la capacidad de su contexto para satisfacer cuatro categorías de requerimientos: los materiales, los psicoemocionales, los de seguridad y los culturales.

Con las transformaciones señaladas de los cuatro agentes sociales que intervienen en la provisión de bienestar a las personas encontramos las siguientes situaciones:

  1. Históricamente en las políticas sociales se ha dado prioridad a la satisfacción de los requerimientos materiales de las personas (vivienda, salud, alimentación, ingreso, infraestructura social, etc.) y en los últimas tres décadas, especialmente de las poblaciones pobres. Además como ya señalamos anteriormente de haberse considerado la provisión de bienestar como una responsabilidad pública en la segunda mitad el siglo XX a partir de los exitosos modelos de economías del bienestar instaurados en los países nórdicos, ahora esa provisión se está trasladando al mercado.

 

  1. Existe una total desatención a los requerimientos de desarrollo psicoemocional de las personas. Esta se ha dejado como responsabilidad de las familias y principalmente de las mujeres, con alguna participación de las escuelas, de los compañeros y pares y de la comunidad. La socialización de las personas y su integración a la comunidad está dependiendo fundamentalmente de su adecuado desarrollo psicoemocional y de la transmisión de saberes para la vida (cómo y de qué alimentarse, cómo relacionarse con los otros, cómo resolver conflictos, el aseo e higiene personal y de la casa, los hábitos de crianza, etc.)

 

En este sentido la promoción del individualismo y la competencia por la economía de mercado, ha impactado la construcción de valores de solidaridad, responsabilidad compartida, sentido de comunidad, reconocimiento y respeto de los otros, y ha erosionado por lo tanto, el sentido de pertenencia, de identidad y de colectividad, destruyendo la idea de que existe una sociedad que se va a ocupar y preocupar por el bienestar y la felicidad de las personas que la integran. Cada persona de acuerdo al capitalismo de mercado vigente, tiene que preocuparse por sí misma y por su futuro, no tiene responsabilidades por nadie más excepto si establece contratos de matrimonio que lo obliguen, pero también estos están resultando cada vez más en relaciones frágiles, fugaces, poco estables.

Como mencioné anteriormente las familias tienen cada vez menos posibilidades de atender al desarrollo y construcción saludable de sus integrantes lo que significa deficiencias crecientes en su desarrollo psicoafectivo y en la transmisión de saberes para la vida.

Asimismo, el rol de las escuelas en el desarrollo psicoafectivo del los niños y en la consolidación de saberes para la vida como ha salido a la luz en relación con el lamentable caso de bullying en Tamaulipas, se encuentra colapsado ante la desconfianza en las relaciones entre adultos e infancia, debido a la ocupación de plazas de maestros por personas sin la preparación como tales y por la ausencia de un proyecto educativo que tenga como objetivo el desarrollo de seres humanos autónomos, responsables, solidarios y participativos.

Los medios de comunicación masiva y actualmente las redes sociales ocupan un rol muy importante en la socialización de las personas y en la transmisión de saberes para la vida. La infancia y los jóvenes pasan muchas horas frente a ellos. Los primeros tienen una programación destinada claramente a desarrollar consumidores y clientes para el mercado y las segundas por su naturaleza de comunicación a distancia, disminuyen las posibilidades de interactuar y convivir directamente con otros.

Es decir, los cuatro agentes socializadores de la infancia y la juventud: las familias, las escuelas, los grupos de pares los medios de comunicación están fallando seriamente en la construcción de seres humanos saludables y por el contrario, hay un número creciente de jóvenes apáticos, desesperanzados, enojados y resentidos con una sociedad que no los incluye.

  1. Por cuanto a los requerimientos de seguridad para el bienestar o para la vida, dos de las columnas del andamiaje para dar seguridad a las personas a saber, la generación de empleos formales dignos y estables y la seguridad social se encuentran en crisis creciente. Se habla incluso de la desaparición del trabajo.

A ello se puede agrega un sistema de seguridad pública y de justicia que no garantiza ni protección, ni acceso a la verdad, ni en su caso, el debido proceso. La delincuencia impunemente despoja de bienes, de libertad e incluso de la vida a las personas.

El sistema financiero y el fiscal abusan permanentemente de los ahorros y de los ingresos que genera el ciudadano común y en cualquier momento pueden sumirlo en la pobreza,

Los crecientes problemas de inseguridad ambiental donde los efectos del cambio climático arrebatan pertenencias y vidas en un instante.

La incertidumbre, la volatilidad y la ausencia de seguridad son la característica de los tiempos actuales y eso provoca desconfianza y miedo e impide el desarrollo de relaciones y de sentido de comunidad y por lo tanto de tejido social. Somos ciudadanos indefensos y frustrados ante poderes legales y extralegales, permanentemente explotados, expoliados o en constante riesgo de serlo.

  1. Respecto de los requerimientos culturales para la vida digna como son el acceso al conocimiento, a la información a la educación, a la cultura, a la tecnología encontramos enormes disparidades entre estratos sociales.

Finalmente, no quisiera dejar de tocar un tema que se evidenció de manera muy fuerte en los estudios diagnóstico que promovimos desde INCIDE Social sobre los determinantes económicos, sociales y culturales de las violencias y que tiene una muy fuerte influencia en la destrucción del tejido social. Este se refiere a la forma en que en los últimos 20 años ha tenido lugar el crecimiento de las ciudades en el país.

Los cambios al Artículo 27 constitucional de principios de los años noventa, la especulación de la tierra, la enorme ambición de las desarrolladoras de vivienda y la gran corrupción gubernamental en el uso del territorio, han causado un desastre en la urbanización del país. Observamos ciudades que crecen en extensión más rápidamente que su población, ciudades horizontales con problemas de accidentes viales y de tránsito en aumento, ciudades segmentadas socioeconómicamente, guetizadas, despersonalizadas por centros comerciales, mobiliario y arte urbano (esculturas de Sebastián) y transporte homogéneos, con hacinamiento de viviendas y dentro de éstas mismas debido a su pequeño tamaño.

Por un malentendido afán de modernización, que nuevamente encubre corrupción, lavado de dinero y deseo de lucro, (queremos parecernos a Taiwán dijo hace poco un destacado político), estamos viviendo un proceso de destrucción del tejido urbano que continúa avanzando en varias ciudades y en este momento ha tomado como presa preferida a la Ciudad de México.

Se destruyen o dividen barrios y colonias, se cambian usos del suelo, se congestionan y privatizan vialidades. Las personas que habitan las ciudades y los nuevos desarrollos de vivienda son desconocidos entre sí que provienen de muchos lugares y diferentes historias y culturas, que experimentan una gran desconfianza por sus vecinos y que se mudan antes de construir alguna confianza. Las relaciones cotidianas son frágiles y fugaces o son de conflicto por la pelea de espacios en las calles, en los transportes colectivos, en las escuelas, en los estadios y en los espacios públicos, en general.

Los esfuerzos públicos y organizados para reconstruir o construir comunidad y tejido social son escasos y las más de las veces poco sostenidos en el tiempo. Programas como Habitat o el de Espacios Públicos o la Línea Verde y el Convive Feliz en Aguascalientes, no se mantienen en el tiempo. Nuevos gobiernos desconocen lo hecho por los anteriores e inventan nuevos programas cada tres o seis años. Son ciclos interminables de destrucción y abandono y de poca construcción inteligente y duradera.

Las personas en las ciudades destinan muchas horas para trasladarse, viven con estrés y en riesgo permanente de violencia y accidentes, son maltratadas en su calidad de ciudadanos por autoridades abusivas, acosadoras e irrespetuosas, pagan impuestos y no reciben servicios públicos suficientes y de calidad.

Al final las aglomeradas ciudades producen grandes soledades, conspiran contra la convivencia, generan desesperanza y una enorme apatía ciudadana.

El recuento del desastre en el bienestar y en el tejido social en México podría continuar por varias horas.

Al final termino con otras preguntas:

  • cómo reconstruimos lo público desde abajo,
  • cómo consensamos reglas de convivencia que no signifiquen tener un policía detrás de cada uno de nosotros para que nos portemos bien y respetemos a los otros,
  • cómo definimos nuevos pactos entre los actores del bienestar: las personas, las familias, el Estado y el mercado
  • cómo incluimos y reconocemos en esos pactos las cuatro categorías de requerimientos para la vida de las personas: los materiales, los psicoemocionales, los de seguridad y los culturales; y
  • cómo recuperamos la construcción y socialización de seres humanos solidarios, respetuosos, responsables y con sentido de lo colectivo.
  • cómo construimos confianza, comunidad y ciudadanía.

La reivindicación de los derechos políticos de las mujeres en México

Uno de los principales hitos del Siglo XX fue la incorporación de las mujeres al ámbito público y el reconocimiento de sus derechos humanos políticos, civiles, económicos sociales y culturales. La historia del Siglo XX fue de lucha por el reconocimiento de sus derechos primero en las leyes y después por su concreción en la práctica. Fue el siglo en donde las mujeres adquirieron ciudadana plena.

Las Revoluciones Industriales y las dos Guerras Mundiales obligaron a las economías del mundo occidental a incorporar a la fuerza de trabajo femenina en la producción industrial, cuando los hombres tuvieron que acudir a combate. Con ello se quebró la tradicional limitación de las mujeres al ámbito de lo privado, al cuidado de la familia y a la crianza de los hijos. Los derechos laborales y la mayor equidad en las relaciones familiares surgen como las primeras demandas por la igualdad de las mujeres, a la par de la demanda por el ejercicio del voto.

Algunas autoras europeas consideran que la segunda ola del feminismo (liberal sufragista) reivindica principalmente el derecho al voto de las mujeres. Esta nueva época del feminismo se extendió desde mediados del siglo XIX hasta mediados del XX, al final de la segunda Guerra Mundial.

Comienza con la Declaración de Seneca Falls, de 1848 donde mujeres y hombres pertenecientes a movimientos sociales y organizaciones de EEUU tomando como base la declaración de Independencia norteamericana, exigen cambios en las costumbres y moral de la época y en la consecución de la plena ciudadanía de las mujeres.

Durante la primera mitad del siglo XX el derecho de las mujeres a votar se va incorporando a las legislaciones democráticas, a veces limitada en edad, estrato social o nivel educativo. Socialmente, el activismo se extiende a las clases media y baja.

El primer estado en ofrecer el sufragio universal (y también permitir a las mujeres presentarse a elecciones para el parlamento) fue Australia del Sur en 1902 (según otros en 1894) y Tasmania en 1903. En Europa las mujeres pudieron ejercer su derecho a voto por primera vez en Finlandia en 1907, llegando a ocupar incluso escaños en el parlamento (primer caso en el mundo). Le siguieron pocos años después Noruega y Suecia (Wikipedia). En Gran Bretaña se les otorgó en 1917 y en Estados Unidos en 1920 dos países en donde hubo importantes y combativos movimientos sufragistas ampliamente difundidos en la prensa y conocidos a nivel mundial.

El primer país en América Latina en aprobar el sufragio femenino fue Uruguay en 1927. La legislación internacional reconoció el sufragio femenino a través de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas aprobada en 1948.

El 20 de diciembre de 1952 la Convención sobre los derechos políticos de la mujer [] adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas, explicita el derecho de las mujeres al voto y su acceso a cargos públicos en su Artículo I donde dispone:

  1. Las mujeres tendrán derecho a votar en todas las elecciones en igualdad de condiciones con los hombres, sin discriminación alguna

Con distintos ritmos, con diferentes historias nacionales, con el concurso de los organismos internacionales y vínculos entre movimientos de varios países las mujeres fueron alcanzando sus derechos ciudadanos y avanzando en su ejercicio cotidiano. En algunos casos fueron movimientos amplios de mujeres y hombres que lucharon por su obtención, en otros fueron grupos de mujeres políticas los que lograron su aprobación.

La historia de la consecución de los derechos políticos de las mujeres en México fue lenta. Durante la primera mitad del Siglo XX las mujeres mexicanas tuvieron que luchar por que el derecho al voto se incorporara en la legislación lo que lograron hasta 1953. Durante la segunda mitad del siglo tuvieron que luchar para que ese derecho efectivamente se concretara, al menos en los puestos de elección popular.

Momentos significativos para el reconocimiento de la ciudadanía política de las mujeres en México

Fue en los clubes de mujeres y en las revistas donde se empezó a plantear la reivindicación del voto femenino. En 1824, un grupo de mujeres de Zacatecas envía una carta al Gobierno solicitando ser reconocidas como ciudadanas plenas, dada su contribución activa a la lucha por la Independencia.

En 1884-1887 en la revista femenina Violetas del Anáhuac, fundada y dirigida por Laureana Wright González y escrita solamente por mujeres, se planteó la demanda del sufragio para la mujer y la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres.

Diversas asociaciones feministas se unen a Madero, entre ellas el Club Femenil Antireeleccionista “Las Hijas de Cuauhtémoc” fundado por Dolores Jiménez y Muro. Esta agrupación se convirtió en una importante organización feminista de finales del porfiriato. Sus integrantes protestaron por el fraude en las elecciones y demandaron la participación política de las mujeres mexicanas.

El 13 de enero 1916 se celebra el Primer Congreso Feminista impulsado por el general Salvador Alvarado como Gobernador de Yucatán. Tiene lugar en Mérida con la asistencia de poco más de 600 mujeres, la mayoría maestras en escuelas primarias. En el Congreso se plantea abiertamente la necesidad de que la mujer rompa con la tutela social y las tradiciones que la habían mantenido en un segundo plano y se discute “cuál debería ser la participación de la mujer en el México revolucionario y cómo podía ésta contribuir a la construcción de una nueva sociedad»(Ana Lau y Carmen Ramos, ‘Mujeres y revolución 1910-1917’. (Fuente: Revista Nosotras).Uno de los principales acuerdos a los que se llegó fue demandar que se otorgará el voto ciudadano a las mujeres.

En el Plan de Guadalupe como parte del argumento de lucha por la libertad de la Revolución Mexicana, se incluía el asegurar a todos los habitantes del país la efectividad y el pleno goce de sus derechos y la igualdad ante la ley. Sin embargo, al proclamarse la Constitución Mexicana de 1917, considerada altamente progresista en el reconocimiento de derechos colectivos y garantías individuales, el artículo sobre ciudadanía permaneció igual que en la Constitución de 1857. No negaba el derecho al voto a las mujeres pero identificaba el sufragio universal como un derecho exclusivamente masculino.

En la redacción de la Constitución no se le otorgó el voto a la mujer ya que se argumentaba que “[…] en el estado en que se encuentra nuestra sociedad […] las mujeres no sienten la necesidad de participar en los asuntos públicos, como lo demuestra la falta de todo movimiento colectivo en este sentido”. El argumento más fuerte era a favor de la protección de la integridad de la familia, expresando lo siguiente: “El hecho de que algunas mujeres excepcionales tengan las condiciones para ejercer satisfactoriamente los derechos políticos no funda la conclusión de que éstos deban concederse a la mujer como clase. La dificultad de hacer la selección autoriza la negativa”.

El artículo 34 de la Constitución quedó redactado de la siguiente manera: “Son ciudadanos de la República todos los que, teniendo la calidad de mexicanos, reúnan además los siguientes requisitos: I. Haber cumplido 18 años siendo casados y 21 si no lo son y II. Tener un modo honesto de vivir”.

El hecho de que estuviera escrito en masculino fue lo que argumentaron los diputados para negarle el voto a la mujer, pero a la vez, fue de lo que algunas mujeres activistas se agarraron para exigir su voto y ser votadas.

En 1918, Hermila Galindo, la mayor activista en favor del sufragio femenino en tiempos revolucionarios tomó ese argumento para postularse como diputada. Solo pudo recibir los votos de sus amigos varones ya que no se dejó votar a sus seguidoras.

Otra importante activista política de la época Inés Malavaez sostenía que “el sufragio no debería otorgarse a las mujeres porque consideraba que su actividad daría mejores frutos si se centraba en obras educativas y asistenciales, evitando involucrarse en el mundo de la política, plagado de vicios y capaz de corromper la moralidad atribuida a las mujeres, consideradas como espíritus  nobles y elevados a causa de su vocación maternal”. Gabriela Cano (Nexos, 2013)

Durante el gobierno de Felipe Carrillo Puerto en el Estado de Yucatán (1922-1924), se produjeron importantes avances en la lucha por los derechos de las mujeres a través de la creación de las Ligas Feministas, que tenían por objeto ser autogestoras del mejoramiento de la situación de la mujer en todos los aspectos, reconociéndose el derecho de las mujeres a participar en elecciones municipales y estatales. También durante este periodo se produjo un gran escándalo en el ámbito nacional al intentar introducir temas relativos a la educación sexual y planificación familiar, por lo que fue instaurado el 10 de mayo como el Día de las Madres, para contrarrestar dicho escándalo.

En 1923 cuando el estado de Yucatán reconoció el voto tanto municipal como estatal tres mujeres participaron como candidatas a diputadas al congreso estatal: Elvia Carrillo Puerto, Raquel Dzib y Beatriz Peniche de Ponce.

El derecho al voto de las mujeres en Yucatán no duró mucho ya que cuando el gobernador Felipe Carrillo Puerto fue asesinado ellas fueron obligadas a dejar su puesto y el voto de las mujeres fue anulado..

En ese mismo año de 1923 del 20 al 30 de mayo, la Sección Mexicana de la Liga Panamericana de Mujeres convocó al Primer Congreso Nacional Feminista, que se reunió en la Ciudad de México, con la asistencia de 100 delegadas. Sus principales conclusiones en lo político estuvieron referidas a impulsar las siguientes solicitudes:

  • La igualdad civil para que la mujer pudiera ser elegible en los cargos administrativos (en ese momento, los ayuntamientos eran cargos administrativos, no políticos) y
  • El decreto de la igualdad política y la representación parlamentaria por parte de agrupaciones sociales.

En esa época el discurso igualitario tiene dos posiciones discursivas: Hermila Galindo consideraba que las mujeres y los hombres eran ciudadanos iguales poseedores de los mismos derechos

Por su parte la posición representada por el mencionado Congreso Feminista Panamericano planteaba que las mujeres deben tener derechos de ciudadanía no porque ellas sean ciudadanas iguales a los hombres sino porque como esposas y madres de familia su participación en el proceso electoral tiene un efecto moralizados en los procesos políticos.

Como consecuencia de ese Primer Congreso el 13 de julio de ese mismo año 1923, el gobernador de San Luis Potosí, expidió un decreto en el que se concedía a las mujeres que supieran leer y escribir, tomar parte en los procesos electorales municipales y estatales.

Posteriormente, en 1925 Tabasco y Chiapas legislaron el derecho al voto de las mujeres durante los gobiernos de Tomás Garrido Canabal y César Córdoba, respectivamente. A pesar de tratarse de regiones muy distintas entre sí, los tres gobernadores contaban con el apoyo de partidos locales de orientación política socialista y radical y sostenían posturas anticlericales en grado diverso, además de fomentar la educación de las mujeres. (Gabriela Cano, Nexos 2013)

Las reformas potosina y tabasqueña tuvieron corta vida ya que fueron derogadas a los pocos años de su establecimiento; la legislación chiapaneca, en cambio, se mantuvo.

La insuficiente preparación de las mujeres fue un argumento recurrente de la élite posrevolucionaria para restringir, posponer o rechazar el voto femenino. Las posturas gradualistas y aquellas a favor del sufragio femenino restringido predominaron. Estas posturas admitían la igualdad ciudadana entre hombres y mujeres como un principio abstracto de justicia social, pero consideraban necesario postergar el reconocimiento de los derechos electorales de las mujeres hasta que estuvieran preparadas para ejercer el voto.

El voto restringido que limitaba el derecho a un sector de la población femenina que cumpliera ciertos requisitos de edad, educación o situación civil fue aceptado incluso como una medida gradualista para avanzar. Las reformas de San Luis Potosí y Tabasco establecieron el voto femenino, pero negaban el derecho al voto a las mujeres analfabetas y a las creyentes.

En 1929 surgen nuevas asociaciones de mujeres, cuyo principal objetivo es obtener los derechos políticos plenos: el partido Feminista Revolucionario y el Bloque Nacional de Mujeres Revolucionarias.

En 1934 durante la campaña presidencial del General Lázaro Cárdenas se conforma el Frente de Mujeres Mexicanas en 1935 y por primera vez las mujeres participan en las votaciones internas del Partido Nacional Revolucionario (PNR).

En 1935 se fundó el Frente Único Pro Derechos de la Mujer (FUPDM) que llegó a contar con 50 mil mujeres afiliadas. Rreunía a 800 agrupaciones femeninas de todo el país y de diversas posturas ideológicas que comparten un mismo objetivo: conquistar el derecho a votar y ser elegidas.

En 1937 el presidente Lázaro Cárdenas mandó una iniciativa de reforma del artículo 34 de la Constitución Mexicana. La iniciativa señalaba: “Son ciudadanos de la República todos los hombres y las mujeres que, teniendo la calidad de mexicanos, reúnan además los siguientes requisitos: I. Haber cumplido 18 años siendo casados y 21 si no lo son y II. Tener un modo honesto de vivir”. []

La iniciativa fue aprobada por las cámaras y 21 legislaturas de los estados, pero no llegó al cómputo y declaratoria para que fuera vigente. Esto sucedió porque el Partido Nacional Revolucionario (padre político del PRI) argumentó que las mujeres se verían influenciadas en su voto por los curas.

Si bien el presidente Lázaro Cárdenas promovió el voto de las mujeres, abandonó su postura ante el temor de que las mujeres inclinaran la balanza electoral a favor del candidato opositor Juan Andreu Almazán, quien competía contra Manuel  Ávila Camacho.

El Frente Único Pro Derechos de la Mujer decide en 1938, incorporarse al PNR considerando que bien valía perder la autonomía en aras de hacer ver a los opositores del movimiento femenino que no eran “ni mochas ni comunistas y que su lealtad estaba con la revolución”.

Se inicia así el debate sobre el voto feminista al interior del partido en el gobierno y de ahí en adelante se convierte en una demanda de las mujeres políticas que participaban en ese partido.

Casi treinta años pasaron desde la posibilidad de que en la Constitución de 1917 México fuera uno de los primeros países en el mundo y el primero en América Latina en aprobar la ciudadanía política de las mujeres para que el 24 de diciembre de 1946 la Cámara de Diputados aprobara la iniciativa enviada por el Presidente Miguel Alemán, en la que se adicionó al Artículo 115 Constitucional, que en las elecciones municipales participarían las mujeres en igualdad de condiciones que los varones, con el derecho a votar y ser elegidas. Entrando en vigor el 12 de febrero del siguiente año.

Según Gabriela Cano (Nexos 2013) el principal argumento que se esgrimió entonces era la cercanía y semejanza entre la vida familiar (considerada el ámbito fundamental de la vida de las mujeres) y la del municipio. Tal perspectiva reducía nuevamente el papel de las mujeres al ámbito de madre, esposa y ama de casa.

Para la década de los cincuenta la mayor parte de los países de América Latina habían establecido el sufragio universal femenino. México era signatario de la Carta de los Derechos Humanos que establecía de manera explícita la igualdad de hombres y mujeres, por lo que era una flagrante inconsecuencia haber reconocido el voto femenino sólo en el nivel municipal y mantener a las mujeres al margen de los derechos electorales estatales y federales, cuando el gobierno se había comprometido con la igualdad entre los sexos en foros internacionales.

El 9 de diciembre de 1952 el presidente Adolfo Ruiz Cortines presentó su iniciativa para reformar el Artículo 34 que la ser aceptada por el Congreso, se público en el Diario Oficial el 17 de octubre de 1953 y establece que: “Son ciudadanos de la República los varones y las mujeres que, teniendo la calidad de mexicanos, reúnan, además, los siguientes requisitos: haber cumplido 18 años, siendo casados, o 21 si no lo son, y tener un modo honesto de vivir”. Se gana el derecho de votar y de ser candidatas en las elecciones nacionales, obteniendo el sufragio universal.

El 3 de julio de 1955 fue la primera vez que las mujeres mexicanas ejercieron su derecho de sufragio. Aacudieron a emitir su voto a las urnas, para elegir Diputados Federales XLIII Legislatura. La primera elección presidencial donde participan las mujeres es la de 1958 donde salió triunfante Adolfo López Mateos como presidente de la República.

Gabriela Cano sostiene que la ciudadanía política llega tan tarde a México en razón de la tensión entre “el impulso sufragista, bajo la égida de algunos partidos socialistas estatales y de discursos igualitaristas y de justicia social que buscaban dar a las mujeres las mismas oportunidades educativas y los mismos derechos individuales que tenían los hombres, se enfrentó con el arraigado prejuicio relativo a que la inclinación política conservadora atribuida a las mujeres podía poner en riesgo la continuidad de las reformas y del régimen” La idea de la inclinación de las mujeres por las ideas políticas tradicionalistas y el clero estaba muy extendida entre las élites revolucionarias y posrevolucionarias y se utilizó para privarlas de sus derechos políticas durante varias décadas.

Al final de esta primera etapa en la lucha por la ciudadanía política de las mujeres en México el sufragio femenino se logró desde las instituciones del estado mediante leyes que fueron impulsadas directamente por mujeres en la política.

A modo de conclusiones

La lucha por alcanzar y avanzar en los derechos políticos de las mujeres se inicia a partir de la demanda del voto y de poder ser elegidas para puestos de elección popular.

Sin embargo en la concreción de ese derecho en cuanto a lograr posiciones en el Congreso, en las presidencias municipales y en los gobiernos estatales tuvieron que transcurrir varias décadas.

Las mujeres no llegaron a ocupar más del 12 % de los escaños en las Cámaras del Congreso hasta 1991-1993. Había una especie  de techo de cristal.

En 1993 en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) se insta a los partidos a promover una mayor participación de las mujeres en la vida política del país a través de su postulación a cargos de elección popular.

Ante la dificultad para remontar los obstáculos para que las mujeres mexicanas accedieran a puestos de elección popular, se instaura el sistema de cuotas en la reforma electoral de 1996. Las llamadas acciones afirmativas buscan romper el mencionado techo de cristal y provocar un cambio cultural en el ámbito político para ampliar las oportunidades de participación política de las mujeres. Se estableció entonces que en sus estatutos los partidos políticos considerarán que “las candidaturas a diputados y senadores no excedan el 70 por ciento para un mismo género”.

En 2002 se volvió a modificar la legislación electoral adicionando a la cuota máxima de 70 por ciento para candidatos de un mismo sexo. En 2007 se modifica de nuevo el COFIPE para dejar al 60% la cuota máxima de candidatos de un solo sexo. Actualmente en la reforma política que se está debatiendo está la propuesta de paridad en las candidaturas: el 50%.

El avance logrado en puestos para el Congreso ha sido notable a partir del sistema de cuotas, no así en otros puestos de elección popular. El 33.5% del Senado está integrado por mujeres y el 36.8%   de la Cámara de diputados en la legislatura 2012-2015.

En presidencias municipales se mantiene una proporción muy baja; para 2012 sólo el 6.8% de las presidencias municipales eran ocupadas por mujeres. Después de tener en un momento simultáneamente cuatro mujeres gobernadoras, actualmente no hay ninguna.

En el Siglo XXI el gran el reto para las mujeres es acceder a otras posiciones de toma de decisiones en los otros dos poderes del Estado, el Ejecutivo y el Judicial, así como en los órganos autónomos y en el mundo de las empresas, de la cultura y la academia y de las organizaciones sociales y civiles.

La demanda por los derechos de las mujeres está cruzada por la desigualdad. Lograr la paridad en las posiciones políticas es un sueño de las mujeres principalmente de los sectores medios.

Lentamente con rezagos comparativamente con otros países, en el Siglo XXI las mujeres mexicanas seguramente seguirán avanzando hacia la igualdad sustantiva.

 

Rendición de Cuentas

 

4 de mayo OPAM

Posiblemente uno de los pocos avances importantes en la arquitectura del Estado Mexicano después de doce años del cambio del partido en el poder y del tránsito hacia un régimen democrático, ha sido la incorporación de normas, instituciones y procedimientos para que los ciudadanos accedamos a la información pública y para que exista transparencia en la gestión pública.

La creación de organismos especializados en esas materias en los diversos niveles de gobierno ha permitido que los ciudadanos podamos pedir y obtener información sobre la forma en que se concretan las responsabilidades y funciones asignadas a las instituciones públicas y el modo en que se utiliza el presupuesto y los recursos públicos. Sin embargo, este avance disperso y fragmentado y a veces abusado, para el escándalo mediático, no satisface la necesidad de los ciudadanos de exigibilidad a los representantes que eligió para el manejo de las instituciones del Estado, para que les rindan cuentas sobre la forma en que han cumplido sus mandatos y han usado los recursos públicos y el presupuesto.

Ello ha impedido que la población cuente con elementos ciertos, claros y confiables para que pueda recompensarlos o castigarlos por la misma vía electoral o en su caso, mediante procesos administrativos o penales. La difusión fragmentada o trunca de abusos cometidos por varios servidores públicos con los recursos de todos, es causa eficiente de la desilusión que expresan los mexicanos con la democracia.

Según Latin-barómetro la confianza de los mexicanos en la democracia ha venido disminuyendo. El 36 por ciento declara que da lo mismo un gobierno autoritario que uno democrático y el 14 de plano prefiere un gobierno autoritario, es decir el 50%. Para América Latina el promedio es que el 58% prefiere la democracia y en México sólo el 40% de la población. Sólo Guatemala está por debajo de ese nivel

Es decir, si bien como parte del avance democrático y la mayor libertad de prensa la población tiene más información sobre los desvíos del presupuesto y el uso patrimonialista de los recursos públicos, muy pocas veces, conoce cual es el curso seguido por los procesos para castigar ese abuso y restituir los bienes o dineros mal-habidos.

En el imaginario colectivo se acrecienta la idea de que todos los políticos y los servidores públicos son corruptos y que además, esto ocurre con total impunidad. Es frecuente escuchar la idea que los que pagan son los servidores públicos de menor jerarquía en tanto que los funcionarios públicos de primer nivel continúan enriqueciéndose utilizando para beneficio propio su puesto o al menos con enormes salarios y prestaciones que se autodefinen, como los famosos casos de varias presidencias municipales.

Considero que dos consecuencia de lo anterior son: en primer lugar la normalización de la cultura de la corrupción en donde se piensa que si las élites políticas y económicas se aprovechan de los recursos públicos sin consecuencias se justifica que todos lo podemos hacer; en segundo lugar, propicia la aceptación de regímenes autoritarios en los cuales todas las decisiones y acciones sobre el uso de los recursos públicos son secretas, y no se publicitan y ni de lejos, existen mecanismos de acceso a la información, transparencia y rendición de cuentas, sin embargo se da idea de que todo funciona tersamente.

De este modo, en la medida que no tengamos avances sustantivos en la rendición de cuentas los riesgos de retorno a sistemas autoritarios están en la puerta de la casa.

 

 

 

 

Mujer, judía y mexicana

 

Hacer un relato de mis experiencias y vivencias como mujer, judía y mexicana después de poco más de cincuenta años de participar en la vida pública de México no es una tarea sencilla. Significa hacer una lectura de mi historia teniendo en cuenta las diferencias que pudieron haberse dado por ser mujer y judía.

Creo que el hilo conductor del relato pudieran ser las rupturas a las normas o costumbres que tuve que ir haciendo y el impacto que en mi trayectoria y mis conductas públicas dejaron mi formación como judía mexicana y como una mujer que decidió combinar trabajo y vida familiar.

En la primera parte comento mis orígenes y referentes básicos para después pasar a examinar mis experiencias en la vida pública primero dentro las actividades de gobierno y posteriormente, desde el activismo cívico en las organizaciones de la sociedad civil.

Los primeros años

Indudablemente mi socialización en el contexto de una familia judía de clase media con altibajos en su condición económica y con situaciones precarias constantes de salud de mi madre me hicieron una persona sensible a las diferencias socioeconómicas y de oportunidades creadas por la desigualdad de ingresos y riqueza y la forma en que ello impacta en las posibilidades de acceso a alternativas de salud. Mi madre estuvo a punto de morir por una negligencia médica y padecía de bocio tóxico, enfermedad que en esa época requería de tratamientos especializados en Estados Unidos. Para atenderse tuvo que ir en dos ocasiones a la Clínica Mayo en Boston. Fueron sus hermanos los que sufragaron los gastos pues mi padre no pudo hacerlo porque no era particularmente hábil para los negocios.

Mi padre Israel Jusidman era un hombre con una enorme capacidad inventiva que había sido desviado de su camino a convertirse en un técnico en maquinaria agrícola en la Rusia estalinista. Mi abuelo lo obligó a acompañar a su hermano mayor a México. Este último tenía que entrar por dos años en acuartelamiento al ejército. Mi abuelo un comerciante ferretero importante en Ucrania, se había visto obligado a vender su negocio ante el embate de las políticas estalinistas en contra de los “burgueses” y de los judíos, por lo que había tomado la decisión de que la familia se saliera de la URSS y se trasladara a América. Envío a mi tío y a mi padre como avanzada con el dinero que había reunido con la venta de su negocio. Al final, el resto de la familia no pudo migrar. Cuando lo quisieron hacer las fronteras se habían cerrado. Mi abuelo terminó como almacenista de una empresa del Estado Soviético, el tío Grisha despareció en la Segunda Guerra Mundial y el tío Isaac pasó varios años en los campos de reclusión de Siberia.

Al llegar a México mi padre tuvo que dedicarse a ser comerciante y como muchos judíos migrantes, se convirtió en un vendedor de artículos de ferretería en ferias que se realizaban en diversas poblaciones del territorio nacional. Posteriormente logró tener una cristalería en la Zona de la Merced para terminar con una fábrica de fibra de acero a partir de maquinaria que el mismo desarrolló. En ese trayecto pasó por diversos negocios como fábricas de cubetas y artículos de fierro, de formas continuas de papelería, de cubiertos, etc. pero siempre con poco éxito económico y siempre ilusionado de lograrlo.

La imagen que de él me queda es la de un hombre con muchas potencialidades, con muchos recursos personales, muy trabajador y tenaz pero muy frustrado por sus fracasos económicos que pesaban de manera importante en el ambiente doméstico y en la relación con mi madre. Al final, a pesar de su vena humorística era un hombre triste. Me heredó una libertad de pensamiento y de creencias. Era un liberal poco aferrado a ritos y costumbres.

Mi madre Bertha Rapoport provenía de una familia religiosa. Su padre fue traído al país para ocuparse del sacrificio de animales de acuerdo al rito judío. Era lo que se llama un “shoijet” en el mercado de La Merced. Sufrió una embolia cerebral y yo siempre lo vi sentado en un sillón, con su cabeza cubierta por su gorro negro, sin rasurar y balbuceante. Al parecer había sido líder en su comunidad de Brailov, Ucrania y con el traslado a México había perdido posición social y su dignidad.

El centro de la familia de mi madre era mi abuela Sarita. Una mujer muy bajita que desde Ucrania se encargaba del sustento de la familia con la venta al menudeo también de productos de ferretería, mientras mi abuelo realizaba su trabajo comunitario y acudía al templo. La recuerdo en permanente movimiento: preparando pepinos agrios que conservaba en la terraza de su pequeño departamento, atendiendo a mi abuelo, limpiando la casa para las fiestas o cocinando las maravillosas cenas y comidas de pesaj o de Rosh Hashana que eran todo un acontecimiento familiar. Fue realmente la única abuela con la que conviví. Murió el mismo año que yo me casé y fue de quien aprendí los ritos y costumbres de la religión judía ya que los seguía con bastante apego a las normas.

Recuerdo especialmente cuando días antes del Yom Kipur, el día del ayuno, nos hacía hacer “capoires” un rito que consiste en darle vueltas a una gallina sobre tu cabeza para pasarle tus pecados. También me dejó un sentido de vida de familia ampliada donde todos colaboraban, se cuidaban, se protegían, convivían y compartían. Ella había logrado migrar con seis de sus hijos que se convirtieron en mi familia cercana que veían por mí, me protegían y generaban expectativas sobre mí futuro como padres y madres colectivos. Realmente tuve yo varios progenitores y hermanos, además de mis dos hermanos directos, Jaime y Miguel.

Mamá era la hermana de en medio de su familia, mimada por sus abuelos en Rusia, de niña se escondía en un baúl de un monasterio cuando llegaban los cosacos a acosar a los judíos en los pequeños poblados. Físicamente muy bella en su camino en México se encontró a un hombre rubio, de ojos azules, también bastante bien parecido y que resultó ser el hijo del mayorista de ferretería al que su madre Sarita le compraba la mercancía que ella a su vez vendía en Brailov. Mi padre la persiguió esperándola a la salida de su trabajo y acompañándola en el camión hasta que un día se presentó con mis abuelos a pedir su mano.

Una   mujer muy inteligente, mi madre no tuvo oportunidad más que de cursar la escuela primaria, pero tenía una sabiduría natural. Por ejemplo en materia de medicina su capacidad de diagnóstico era sorprendente y sus recomendaciones para resolver problemas de salud eran infalibles. Era muy consciente socialmente, se preocupaba por no causarle daño a nadie y por ayudar a los demás en todo lo que podía. Trataba a todos con respeto y cariño. Cada año preparaba un montón de deliciosos pasteles de miel en “Rosh Hashana” y se lo regalaba a muchas personas. Recuerdo que también preparaba “kreplaj” y las dejaba secar en la sala de la casa.

Si bien seguía algunos ritos judíos no fue particularmente rígida con nosotros a pesar de sus antecedentes familiares y nos dio mucha libertad para elegir. Se convirtió en una mujer sabia. Sin embargo, la situación económica en la casa le pesaba mucho y la hacía sentirse menos frente a sus hermanos y a la comunidad judía. Tuve la fortuna de que estuviera conmigo hasta los 98 años y fue la última en irse de su generación a pesar de su precaria salud. Mis preocupaciones e intereses por lo social provienen indudablemente de mi madre, la consideración de que todas las personas son iguales y que merecen respeto y reconocimiento a su dignidad también. No recuerdo que me haya llamado la atención por tener amigos y amigas de diversos orígenes y siempre los recibían muy bien en la casa.

Un personaje central en mi vida fue mi nana Juanita Bravo una mujer muy inteligente, muy guapa y de mucho carácter. Nos cuidaba a mi hermano Jaime y a mí pues mi madre tuvo que ayudar a mi padre durante varios años en la cristalería y ambos regresaban a la casa después de las seis de la tarde. Mi nana Juanita incluso aprendió idish para ayudarnos con las tareas. Me trenzaba mi cabello de varias maneras, me vestía de indita o de china poblana y me enseñó el enorme placer que significa la comida mexicana. Era una excelente cocinera. De ella aprendí a comer picadas con cilantro, cebolla y salsa verde, romeritos con mole y tortitas de camarón, ensalada de Nochebuena con betabel y colación y gusanos de maguey fritos o en salsa. También me enseño a bordar con hilos Ancla y con bastidor de madera, las carpetas con dibujos de pájaros y flores que compraba en el mercado y a hacer piñatas en ollas de barro con engrudo y papel de china de colores enchinado con cuchillo. Nos introdujo al mundo de los pueblos rurales ya que nos llevaba a mi hermano Jaime y a mí a las fiestas de su pueblo en el Estado de Hidalgo con toda su familia. Nunca tuvo hijos, pero siempre crío en mi casa a algunas sobrinas que se convirtieron de alguna forma en mis hermanas menores. Aprendí mucho de la cultura popular de México en la convivencia con ella y con su mundo. Mi amor entrañable por México por sus costumbres, sus fiestas, su artesanía, su comida, sus colores, sus sitios se los debo a mi nana. La convivencia cercana con ella y con su familia me hizo conocer un mundo distinto al de la comunidad judía. Su relación con mi madre siempre fue de gran igualdad y cercanía.

En este contexto y en las décadas de los cincuenta y sesenta el futuro que estaba diseñado para mí era el de terminar mis estudios de preparatoria en El Colegio Israelita de México para después buscar una esposo con el cual pudiera procrear una familia judía tradicional encerrada en la comunidad, donde los hijos a su vez estudiarían en escuelas judías y se casarían con otros miembros de la comunidad. Mis relaciones sociales se desarrollarían en la escuela, en el centro deportivo israelita y en las fiestas y celebraciones en los templos. Desde mi óptica una especie de ghetto protector.

Las primeras rupturas con ese destino empezaron en la misma escuela judía donde estudié desde el kínder hasta la preparatoria. Por el ambiente familiar y por formas de trato en la escuela que nos marcaban porque mi padre no pagaba a tiempo las colegiaturas, empecé a desarrollar un rechazo a la desigualdad y a la discriminación. Había familias de la aristocracia económica judía que recibían todos los honores, presidían los comités de padres, imponían sus reglas y sus hijos gozaban de privilegios. Otros que no queríamos pertenecer a los sectores discriminados socialmente hacíamos esfuerzos por destacar de distintas maneras, para no ser relegados a las “masas” de bajos recursos.

Ahora me percato de que yo eché mano de varias estrategias: ser una excelente estudiante, una muy buena deportista y tener cierto liderazgo en mi grupo. Practicaba todos los deportes de las competencias intraescolares que se realizaban cada año entre las escuelas de la comunidad y obtenía medallas. Formaba parte de la sociedad de alumnos o de las responsables de la Cruz Roja. Acabé rompiendo los límites que me imponía mi condición socioeconómica volviendome un personaje singular.

Al terminar la escuela secundaria acometí mi primer gran reto para liberarme del encierro comunitario. Les pedí permiso a mis padres para continuar mis estudios en la Preparatoria 5 de la Universidad Nacional Autónoma de México. La negativa fue rotunda. ¿Cómo una muchacha judía iba a salir a estudiar fuera de las escuelas de la comunidad? ¿Cómo iba a ser eso visto? ¿Cuáles eran los riesgos a que me iba a enfrentar?

Era además la etapa de la vida en donde uno empezaba a tener novios con posibilidades de que al salir de la escuela preparatoria, se pudiera uno casar y cumplir el destino predeterminado. La primera de mis compañeras se casó a los 16 años y la mayoría entre los 17 y 18.

Los años de la preparatoria fueron fundamentales en mi formación. Desde niña tenía yo muy buenas relaciones con los varones: mis dos hermanos, especialmente con Jaime el menor, mis primos, los amigos de la vecindad donde vivíamos. En la preparatoria me refugié de algún modo en las relaciones de amistad con mis compañeros o con mis compañeras que tenían una perspectiva de desarrollo más allá del matrimonio. Pasaba también mucho tiempo sola. Ahí fue donde decidí que debía ir a la Universidad y que tenía que estudiar sociología. La Maestra Cecilia Diamant que me daba ética en la preparatoria y a quien respetaba y valoraba mucho, me disuadió de estudiar sociología y me sugirió que entrara a la escuela de economía.

Las jóvenes judías de mi época que continuaban estudios después de la preparatoria lo hacían en el Seminario para maestras de idish, o estudiaban sicología o decoración. Eran muy pocas que se iban a otras carreras profesionales odontología, filosofía, historia, estéticas, por ejemplo.

La primera ruptura

Les informé a mis padres que ingresaría a la UNAM a estudiar economía. En ese momento ya tenía yo la suficiente fortaleza para no ceder a sus presiones y mis padres tuvieron que aceptar aunque no entendían bien qué era lo que yo quería estudiar. Desde entonces en la comunidad era yo catalogada como “comunista” porque entre economía y comunista no había mucha diferencia en particular para aquellos que habían sufrido los rigores del comunismo estalinista. Había por fin logrado saltar la barda y acercarme al mundo amplio de la comunidad mexicana.

Mi madre no se atrevía a cuestionarme pero sé que le preocupaba que yo no me casara con un hombre judío. Difícilmente se atrevía a decirme algo. Papá estaba más alejado, inmerso en su cotidiana lucha por la sobrevivencia pero o no le preocupaba mucho lo que yo hiciera o no era tan consciente de los riesgos de sanción social de la comunidad judía como mi madre. En mi familia ampliada estaba en particular una amorosa tía Miriam con una enorme capacidad de relacionamiento social que me había tomado de encargo para casarme y se la pasaba buscándome un novio judío sin mucho éxito.

Inicié la escuela de economía junto con Raquel Morgenstern y entramos al grupo matutino de la Facultad de Economía, donde daban clases los mejores maestros: Jorge Tamayo de Geografía Económica, el maestro que más disfruté de toda la carrera; el Profesor Mario Ramón Beteta de Teoría Económica; el maestro Ricardo Pozas de Sociología o el maestro Casanueva de Contabilidad. A las clases de la mañana acudían los jóvenes con mayores recursos pues no tenían que trabajar para sufragar sus estudios y su sobrevivencia. Estos iban en los turnos de la tarde.

Era evidente que Raquel y yo éramos dos personajes extraños en ese contexto, incluso teníamos un compañero muy resentido que externaba opiniones antisemitas cuando pasábamos frente a él. Raquel no soportó la carrera y en el segundo año se pasó a sicología. Yo en cambio empecé a hacerme de muy buenos amigos. Un grupo era de muchachos y muchachas de familias con recursos económicos hijos de gobernadores, de funcionarios públicos o de banqueros. Las relaciones eran muy cordiales y respetuosas, íbamos a las casas de algunos de ellos y conocíamos a sus familias y mi casa siempre estuvo abierta.

Considero que esas relaciones me facilitaron la transición del encierro en la comunidad judía al mundo abierto y diverso. Resultaba de algún modo un espacio protegido y amable y a mi madre le facilitó aceptar el cambio y acoger a los integrantes de este grupo.

Hice muy buenos amigos en la Universidad y los términos de relación eran de mucha igualdad tanto como mujer, como judía. Nuevamente me resultaba más fácil vincularme con los compañeros varones que con las mujeres que por cierto en esa época eran muy pocas. Dos de mis amigos entrañables Mario Alberto Roche y René Barbosa, muy inteligentes y un tanto extraños a sus respectivos ambientes, murieron muy jóvenes, uno en un accidente automovilístico y otro de un infarto.

Estando en el primer año de Universidad le dije a mi padre que quería trabajar para tener algo de dinero. Quería entrar a sicoanálisis. Se trataba de otra ruptura con respecto al destino preestablecido. Necesitaba entender mi entorno y comprender mi ubicación en la familia, en la comunidad y en el mundo y tomar mi vida en mis manos.

Tenía en esa etapa un grupo de amigos judíos intelectuales donde varios estaban en psicoanálisis. Ahí profundicé mi relación con Anita Shapiro, quien se convirtió en mi gran amiga. En esa época en México había una corriente fuerte de profesionales de la escuela froidiana proveniente de Argentina y también estaba en auge y un tanto confrontada con la primera, la escuela frommiana con los discípulos que Erik Fromm había formado en México, los llamados 12 apóstoles. Teníamos relación con varios de estos últimos.

En esa época, por iniciativa de mi padre, Silvia, esposa de mi hermano Miguel y yo iniciamos una pequeña tienda de regalos y tabaco en Hamburgo 112, frente al Centro México Norteamericano de Relaciones Culturales en la Zona Rosa. El proyecto fue un total fracaso, por lo que para tener algo de dinero yo tenía que trabajar dos horas al día en una tienda de ropa “Martha Sartré” en la calle de Génova cubriendo el turno de comida del personal. Fue cuando me di cuenta que no servía para el comercio, ni para negocio alguno.

En la pequeña tabaquería me visitaban mis amigos de la Universidad y aprendí a jugar ajedrez para matar el tiempo. En la tienda de ropa ganaba 400 pesos y con eso empecé mi análisis frommiano con el Dr. José Rubio, quien fuera otra gran influencia en mi vida pues el proceso que seguí con él me sirvió de mucho para profundizar en mi historia y en las relaciones sociales de mi entorno. El marxismo estudiado en la escuela de economía con Juan Bromm y el psicoanálisis se convirtieron en mis instrumentos para tratar de entender la realidad social y armar algunas interpretaciones.

En tercer año de la carrera reconocí que la economía no era mi destino profesional, no toleraba las materias relacionadas con finanzas, banca o comercio internacional. Lo único que quería era pasar el menor tiempo posible en la escuela y opté por cambiarme al “grupo piloto” por las tardes en el cual eran menos horas de clases aunque más de estudio. Fue la oportunidad para conocer a compañeros brillantes, políticamente más involucrados y activos. Personalmente nunca participé en movimientos o partidos políticos.

Producir evidencia sobre la realidad social

En el segundo año de la universidad inicié mi carrera en el servicio público trabajando como auxiliar de analista en la Dirección General de Estadística por las mañanas y acudiendo a la universidad por las tardes. Desde esa época y en varias ocasiones a lo largo de mi vida profesional, me interesé por la producción de información estadística. Siempre he pensado que para documentar y hacer evidentes las problemáticas sociales que vive la población se requiere de información sobre las personas, las familias y las comunidades. Hasta entonces solamente por medio de los Censos de Población realizados cada diez años, se podía saber cuántos éramos en el país, cuántas mujeres, cuántos hombres, de qué edades, en qué trabajábamos, por ejemplo.

Me convertí en una experta del Censo de Población de 1960 (1962-1964) y tuve oportunidad de diseñar el cuestionario del Censo de Población de 1970 (1969-1970) introduciendo un cambio en los marcos conceptuales utilizados para captar el trabajo y los ingresos de las personas e incorporando las recomendaciones de Naciones Unidas en la materia. Eso convirtió al Censo de Población de 1970 en el primer censo moderno de México apegado a las recomendaciones internacionales. Ahí trabajé con Rubén Gleason Galicia quien era director general de estadística, un hombre bondadoso con una gran capacidad para armar equipos de trabajo y generar compromiso de las personas. Para mí con su ejemplo, fue un gran maestro en administración pública.

En 1963 me hice el propósito de entrar a trabajar al Banco de México (BANXICO) que en esa época junto con Nacional Financiera era instituciones ejemplares que aseguraban a los egresados de estudios de economía adquirir una mejor formación en el trabajo. No sin dificultad por ser judía y no ajustarme al estereotipo requerido para ingresar a la estructura del banco y después de que uno de mis profesores de la escuela de economía que era funcionario destacado del mismo, desistió de seguir apoyando mi ingreso, logré entrar a un proyecto especial de proyecciones agrícolas del Banco en colaboración con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Quien se convirtió en mi jefe consideró que no era una mala idea tener a una güerita bonita como florerito para adornar la oficina.

Este trabajo me brindó la oportunidad de compenetrarme con las encuestas de ingreso-gasto cuyo levantamiento apenas se había iniciado en el país por Ana María Flores y el Dr. Nieto de Pascual, con el cual me tocó interactuar. También me relacioné con el mundo de los ingenieros agrónomos y aprendí mucho de la agricultura mexicana. Conocí a otro intelectual mexicano Victor Urquidi un economista de fama mundial que de alguna forma se convirtió en mi mentor. El me abrió varios caminos en mi vida profesional como fue el ingreso a El Colegio de México como su ayudante de investigación, me introdujo al estudio del empleo y los mercados de trabajo y a la prospectiva y los estudios sobre el futuro.

Por entonces tenía un excelente amigo y compañero de la facultad Santiago Sánchez Herrero que trabajaba en la Oficina Técnica de la Dirección del BANXICO un sitio privilegiado dentro del Banco, donde estaban economistas muy destacados como Sergio Gighliaza y Manuel Uribe. Yo los conocí por mi cercanía con Santiago, así como también a los que trabajaban en la Torre Latinoamericana donde Victor Urquidi era el jefe, otro nicho de economistas de primera como Rafael Izquierdo y Luis Cosío. Todos ellos varones. Varios fueron mis maestros y con Gighliaza y Cosío acompañamos a Victor Urquidi cuando asumió la Dirección del Centro de Estudios Económicos y Demográficos (CEED) de El Colegio de México en la calle de Querétaro a finales de los años sesenta. Don Victor fue posteriormente el Presidente de El Colegio de México e introdujo nuevos temas y campos de investigación y creó una época luminosa de El Colegio. También echó a andar el Centro Tepoztlán que ahora lleva su nombre y del que formo parte desde su inicio y en el que mensualmente se reúnen estudiosos de diversas especialidades a debatir sobre problemas de México.

Cuando trabajaba en Proyecciones Agrícolas en la calle de Volivar 15, todos los días en el Renault de Santiago recorríamos Isabel la Católica de norte a sur para llegar a la universidad. Yo contaba las cantinas que había sobre esa calle. Santiago y Tere su esposa que estudiaba filosofía y era la primera mujer verdaderamente liberada que yo conocía, me introdujeron al mundo de los cineclubs universitarios y de los intelectuales de izquierda como José Revueltas y Luis Prieto. Era la época de La nueva ola francesa y me hice apasionada del cine. A veces en el Renault Dauphine de Santiago, un coche muy pequeñito, entrabamos ocho personas y nos íbamos al cine. Recuerdo una ocasión donde Pepe Revueltas se metió junto con nosotros al pequeño Renault.

En 1965 tomé un curso de Encuestas de Hogares por Muestra del Departamento de los Censos de Estados Unidos. Con lo que aprendí en ese curso, años después (1973-1975) pude iniciar la primera encuesta continua de población en el país que es la que actualmente arroja las cifras de empleo y desempleo mensual y trimestralmente, además de otras informaciones valiosas sobre la vida de las personas. Me interesaba mucho poder producir información más precisa y con mayor frecuencia sobre las condiciones de vida de las personas, sobre su trabajo y sus ingresos, sobre la composición de las familias, sobre su marginación y sobre la desigualdad entre clases sociales y sexos. Me parecía que era la manera de evidenciar con datos duros la profunda desigualdad que caracteriza a la sociedad mexicana.

Siempre mantuve mi interés por producir información sobre la población. Cuando trabajé en la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (1975-1977) operábamos un sistema para calcular un índice de precios que nos permitía tener mejor información para fijar anualmente los salarios mínimos. Durante mi participación como Directora del Instituto Nacional del Consumidor (1984-1988) desarrollamos investigaciones de precios comparados de productos en distintos establecimientos para que las personas pudieran escoger dónde se vendía más barato lo que requerían comprar, fueran verduras y abarrotes o electrodomésticos. También montamos un sistema para ver cómo la crisis de 1982 estaba afectando los patrones de consumo de la población cambiando el consumo de carne por consumo de vísceras o de café con leche por café solo. En años más recientes promoví la creación del Observatorio de Política Social y Derechos Humanos en INCIDE Social A.C. la organización civil en la que participo donde concentramos información estadística, indicadores, bibliografía, noticias y notas de opinión sobre los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales.

Mi deseo profundo siempre ha sido que los funcionarios de gobierno se dieran cuenta del sufrimiento de la población y que fundaran sus decisiones futuras tratando de generar los menores efectos perversos en la vida de las personas o que pensaran en producir beneficios para mejorar su bienestar. Las preocupaciones de mi madre por los demás afloraban en todas mis acciones. La constante de mi vida profesional fue tratar de responder a las preguntas sobre ¿cómo puedo yo contribuir a que la vida de los otros sea mejor? ¿Cómo puedo aportar para que haya menos injusticia y desigualdad? ¿Cómo puedo aportar para mejorar el bienestar y la felicidad de las personas y disminuir su sufrimiento?

Paulatinamente me fui inclinando a utilizar las herramientas que había aprendido en la Facultad de Economía y en mis experiencias de trabajo para evidenciar el sufrimiento de las personas que vivían en la pobreza, en el margen, que experimentaban la desigualdad o eran discriminadas. Es decir me moví hacia la economía social y me convertí en una especie de investigadora empírica fuera de los espacios formales de la academia que buscaba respuestas escuchando a las personas.

 

El cambio de estatus civil

También en esos años me postulé para una beca con el fin de ir a hacer un posgrado en la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en Santiago de Chile. CEPAL junto con el Instituto de Altos Estudios de La Haya eran los dos lugares donde los economistas de mi generación buscaban hacer sus posgrados. Las teorías de Raúl Prebisch y de Charles Bettelheim daban marco al quehacer de los economistas de la administración pública de la época.

Aún cuando si logré calificar para que me otorgaran la beca el comité de selección decidió dársela a un joven al que no se la habían dado el año anterior por que se vieron forzados a concedérsela al hijo de un político influyente. Entendí además que consideraron que como mujer no tenían certeza de que yo fuera a utilizar los estudios de posgrado pues seguramente optaría por casarme. Mi condición de mujer fue fundamental en ese entonces para que yo no alcanzara un posgrado, situación que actualmente se encuentra ampliamente superada para las generaciones actuales de profesionales mujeres. Junto con otras pocas mujeres como Sofía Méndez, María de los Angeles Moreno, Norma Samaniego, con el ejemplo de Ifigenia Martinez o la Sra. Camposalas éramos de las primeras mujeres mexicanas en incursionar en la economía en la administración pública.

Siempre he reconocido que esa decisión del Comité de becas me hizo quedarme en México y conocer en 1965 a mi esposo el Dr. David Bialostozky con el que llevo cerca de 50 años de feliz vida matrimonial con mucho respeto profesional mutuo y con quien he compartido ilusiones y desencantos. Logramos procrear tres hijos fantásticos que son Claudia, Adriana y Héctor tres seres comprometidos y preocupados por su entorno donde cada uno procura mejorar la vida de los demás y del planeta. Al verlos ahora en su vida adulta compruebo como los influimos David y yo con nuestras obsesiones: la preocupación por las poblaciones pobres, por las personas discriminadas, por los animales, por la naturaleza, por la justicia, por la verdad y el desprecio por lo material, por la codicia, por la corrupción, por el engaño y la simulación. Claudia trabaja con la naturaleza en jardinería en Vancouver, Canadá; Adriana como médico pediatra atiende a los hijos e hijas de migrantes latinoamericanos en Nashville, Tennessee y Héctor abre el mundo al autoanálisis y a la auto-reflexión a sus alumnos en la Universidad Iberoamericana. David, la pareja de Claudia es profesor de preescolar y Andrés David el esposo de Adriana es un pediatra cardiólogo que trabaja en la Universidad de Vanderbilt. Tenemos dos nietos maravillosos Sebastián y Santiago de 13 y 11 años, sensibles, educados, amorosos y muy buenos músicos y deportistas.

La conciliación vida familiar y vida de trabajo

Colaboré un tiempo en El Colegio de México como ayudante de investigación del Sr. Victor Urquidi (1965-1972). Gracias a él me convertí en una de las primeras expertas en mano de obra y mercados de trabajo del país, lo que me permitió intervenir en el Censo de Población de 1970 y en la construcción de la Encuesta Nacional de Empleo mencionada anteriormente, así como llegar a ser Directora Técnica de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (1975-1976) y Directora General del Empleo (1976-1982) en la Secretaría de Trabajo y Previsión Social.

Me casé en 1965 cuando trabajaba en El Colegio. El horario de trabajo era sólo hasta la una de la tarde lo que me permitía combinar mis funciones de investigadora con los de madre, pues por las tardes llevaba a mis hijos a distintas actividades. Fue una época donde pude conciliar mi vida de trabajo con mi vida familiar. Al entrar a la Comisión Nacional de Salarios Mínimos la corta armonía se fracturó. Las fijaciones de los salarios nos llevaban a sesiones con el Consejo de la Comisión hasta altas horas de la noche durante varias semanas.

Fue el momento de mi vida en que empecé a ceder a las demandas de tiempo que impone el desempeñar una función de alto nivel en la administración pública mexicana. Se piensa que las personas que ocupan esos puestos son hombres de disponibilidad total y deben estar dispuestas a responder las demandas del trabajo las 24 horas del día e incluso los fines de semana. No hay consideración alguna al hecho de que las personas, incluso los hombres, somos parte importante de una familia y tenemos roles que desempeñar en el trabajo reproductivo o doméstico.

El haber dado el paso a aceptar que mi agenda de tiempo me fuera impuesta desde afuera fue en perjuicio de mi vida familiar y de la crianza de mis hijos. Aún cuando mis hijos no estaban solos pues nuestra situación económica y la amplia disponibilidad de trabajadores en México permitieron que siempre tuvieran quien los cuidara, yo me perdí una parte fundamental de su crecimiento. David solía dejar de trabajar en su consultorio todos los miércoles y se los llevaba al cine y a comer hamburguesas. El también los llevaba a la escuela. El Sr. Abel Piña una excelente persona pasaba a recogerlos a la escuela y los llevaba a sus distintas actividades. Los fines de semana yo siempre procuraba estar con ellos y yo los llevaba a sus visitas médicas.

Varias mujeres han trabajado con mi familia a cargo de la economía del cuidado de mi casa. Jovita Martínez los primeros años, Aurora como nana de mis hijos y durante cerca de cincuenta años Guadalupe Reyes una mujer silenciosa y solitaria que nos dio una calidad de vida excepcional cuidando la casa, las cosas, el jardín y la ropa. Ella tenía que trabajar para sostener a un hermano enfermo a quien aún ahora le envía mensualmente parte de su ingreso. Lupe representa la trágica historia de vida de muchas mujeres que son enviadas al trabajo doméstico en las ciudades para sostener a sus familias en los pueblos y rancherías. Continúa viviendo con nosotros, realizando pocas actividades pues en realidad su casa y su familia somos David, yo y mis hijos. Su sobrina Rosa Reyes lleva treinta años a cargo de la cocina de la casa. Fue enviada por su familia, sin opciones para escoger, a ayudar a su tía Lupe.

Conocida como Toña es un personaje memorable y apreciado no sólo por nosotros sino por la familia ampliada, mis hermanos, sus hijos y los hermanos de David y sus hijos. Cocina extraordinariamente, goza la cocina y le prepara a David diferentes platillos para el desayuno, la comida y la cena procurando ahora qué el ya tiene 85 años, complacerlo en sus caprichos y gustos. Los amigos de la infancia de mis hijos siempre recuerdan su sopa de munición con mostaza, el pulpo en su tinta o los romeritos con camarones.

Cada año en agosto son famosos los chiles en nogada de Toña y por lo menos organizamos tres cenas de chiles para satisfacer a todos los que esperan la llegada de la temporada de nueces de castilla frescas, de granada roja y de chiles anchos. Cuando vamos a ver a Adriana y Andrés y a los nietos a Nashville es ineludible llevar una carga de strudel de manzana de Toña de acuerdo a la receta de la abuela Bertita, un “topper” lleno de tapioca y un frasco de romeritos en mole para Adriana. El sincretismo de la comida judía y la mexicana. Toña, junto con el Sr. Javier Cervantes nuestro chofer por veinte años, son dos personajes fundamentales de la casa y nos resuelven la vida ahora que David y yo somos adultos mayores.

David mi esposo trabajó por 52 años en el Instituto Nacional de Cardiología y es un cardiólogo clínico e investigador destacado. Su origen judío, su autonomía, su carácter y su dura crítica al funcionamiento de las instituciones en México obstaculizaron que se le reconociera su aporte a la medicina mexicana- Esta es controlada como muchos espacios profesionales en el país, por mafias históricas conocidas que ocupan todos los puestos importantes, manejan los recursos de las instituciones y se distribuyen los reconocimientos. David nunca pudo ingresar por ejemplo a la Academia Nacional de Medicina ni al Sistema Nacional de Investigadores.

Su dedicación de lleno a la medicina y su educación de niño lo hicieron un hombre muy dependiente en la vida cotidiana. Es el típico caso del hombre que se le pide que saque la leche del refrigerador y que teniéndola frente a sus ojos no ve dónde está. Es absolutamente negado para cualquier trabajo doméstico pero ha sido un padre extraordinario y su contribución a la vida familiar además del aporte económico que nos ha permitido una vida holgada, ha sido el cuidado y atención de los hijos. Su dedicación de vida ha sido a su familia nuclear siendo un hombre muy amoroso y cálido.

Reconozco también que esa seguridad económica que David aportó a la relación de pareja ha sido fundamental en mi trayectoria profesional. Nunca me vi forzada por razones económicas a aceptar un trabajo que no me gustara. Además, siempre tuve la suerte de que en los momentos que tenía que cambiar de trabajo como era cuando había cambio de administración de gobierno se me presentaban varias opciones a escoger y siempre tuve la libertad para seleccionar aquellas que más me gustaban. También he podido negarme a aceptar muy diversas posiciones, particularmente en los últimos años en los que he privilegiado mi libertad para estar con David, para opinar con libertad y para hacer lo que más me gusta que es investigar, denunciar y proponer.

Desde mi primera elección profesional en 1965 cuando tuve que escoger entre quedarme en la estructura formal del Banco de México o aceptar la invitación de Victor Urquidi para integrarme a El Colegio de México, opté por la segunda. Me percaté que entrar al Banco significaba que me iban a poner un sello como a los periódicos Excelsior que se entregaban diariamente al Banco y que decía “propiedad del Banco de México”. Nunca he aceptado ser propiedad de nadie, nunca quise subordinarme a un jefe político y cuando corría el riego de que me pusieran un grillete hacía una fuga rápida y desaparecía de la mira.

Cuando me desanimaba y quería “tirar la toalla” David siempre estaba a mi lado y me hacia reflexionar, me ayudaba a decidir qué era lo mejor, aún cuando claramente significara un sacrificio para nuestra relación de pareja y para la vida familiar. Los dos éramos muy dedicados a nuestras carreras profesionales y el tiempo que teníamos libre lo destinábamos a los hijos.

Siempre me ha gustado viajar y a lo largo de mi vida profesional he tenido constantes oportunidades. En una época viaje mucho a Latinoamérica, en otra a Europa, algunas veces a Asia y más recientemente mucho dentro del territorio nacional. David siempre aceptó mi condición trashumante que creo heredé a mi hijo Héctor. Disfruto conocer otros lugares, saber qué ocurre en la vida de las personas que habitan el lugar fundamentalmente platicando con la gente. Me encanta experimentar y comer muy bien. He tenido una oportunidad realmente excepcional a lo largo de mi vida para tener amigos cubanos, portugueses, españoles, franceses, brasileños, chilenos, ticos, uruguayos y argentinos.

Creo que una razón fundamental de mis logros profesionales tiene que ver fundamentalmente con la calidad e inteligencia de David que ha sido un compañero de vida incomparable, así como con la tolerancia de mis hijos al abandono materno y con las varias personas que nos han ayudado como familia a cursar por la vida de forma muy feliz y con un gran bienestar.

La continuación de la vida laboral

Al cambiar la administración de Luis Echeverría a la de José López Portillo acudí a la oficina de Pedro Ojeda Paullada recién nombrado Secretario del Trabajo del nuevo gabinete a entregarle mi renuncia como Directora Técnica de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos. Iba decidida a recuperar el control de mis tiempos y retornar a un horario de medio tiempo para poder atender a mis hijos. Yo tenía para entonces 34 años, Héctor tenía seis años, Adriana ocho y Claudia diez.

Yo no conocía a Pedro Ojeda Paullada y no obstante de inmediato me ofreció que asumiera la Dirección General del Servicio Público del Empleo pues sabía que yo era experta en empleo y mercados de trabajo. No me dio opción para decidir y de inmediato me presentó con Javier Alejo que en ese momento lo visitaba, como la nueva Directora General del Servicio que consistía esencialmente de una Bolsa de Trabajo en la calle de Dr. Barragán. Recibí el escritorio de Don Adolfo López Mateos en mi oficina de directora, pues fue Secretario del Trabajo en algún momento de su vida.

El trabajo en la Dirección que posteriormente se convirtió en Dirección General del Empleo fue una experiencia excepcional en mi vida. Estábamos en un tema de punta tanto nacional como internacionalmente y contábamos con el apoyo de un equipo de expertos internacionales muy destacados a través de un Proyecto del Fondo de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Eran varios economistas latinoamericanos Samuel Lichtenstejn, Oscar Tangelson, Roberto Tomassini, Esteban Lederman y Benito Roitman que habían tenido que huir de las dictaduras militares de sus países y venían de ocupar posiciones importantes en los gobiernos, universidades o en instituciones internacionales: rectorías, ministerios, direcciones de investigación y políticas, etc. La mayoría de ellos judíos.

Era la época del Programa Mundial del Empleo promovido por la OIT y en América Latina operaba PREALC, el Programa de Empleo para América Latina y CINTERFOR para formación profesional. Éramos muy activos en los foros internacionales dado que a Pedro Ojeda Paullada después de haber presidido la Primera Conferencia Mundial de la Mujer en México en 1975, le interesaba mucho la participación en los foros internacionales. En esos seis años participé en varias reuniones internacionales y regionales. Asistía a Ginebra con frecuencia y fue cuando conocí toda América Latina. Éramos líderes en planificación del empleo, estudios de mercados de trabajo e hicimos las primeras investigaciones en la región sobre el sector informal de la economía.

Elaboramos el primer y único Programa Nacional de Empleo que ha tenido el país, promovimos la creación del Servicio Nacional de Empleo en todos los estados para dar orientación sobre oportunidades de trabajo y capacitación a la población, desarrollamos el Catálogo Nacional de Ocupaciones y promovimos investigaciones sobre las necesidades futuras de egresados de la educación superior.

Estábamos construyendo institucionalidad pública en un campo totalmente desatendido hasta entonces por el gobierno mexicano: el del empleo y los mercados de trabajo. En el equipo de la Secretaría había varias mujeres destacadas: Gloria Brasdefer como oficial mayor quien ayudó a Ojeda Paullada con la conferencia mundial de la Mujer y después se encargo de los trabajos técnicos para la Conferencia de Beijing de 1994; Aída Gonzalez en Relaciones Internacionales quien llegó a puestos importantes en la Secretaría de Relaciones Exteriores y a nivel internacional en posiciones relacionadas con los derechos de las mujeres y María de los Ángeles Moreno Uriegas que trabajaba conmigo como subdirectora de planificación del empleo y se convirtió en mi amiga de vida, muy cercana a David y a mis hijos.

Las cuatro desde distintas trincheras luchamos por los derechos de las mujeres y por la institucionalidad pública. Gloria era un de las primeras expertas en administración pública. María de los Angeles y yo participábamos en el grupo técnico del gabinete económico y nos peleábamos con Carlos Salinas de Gortari, entonces Director General en la Secretaría de Programación y Presupuesto, con Rogelio Montemayor, con los representantes del Banco de México y con el grupo de José Andrés de Oteysa entonces Secretario de Industria y Comercio porque desconsideraban los efectos en el empleo y en los ingresos de la población de las medidas de política económica que proponían al Gabinete Económico de López Portillo.

Por ejemplo, desde la Secretaría del Trabajo nos opusimos a la apertura económica irrestricta hacia el mercado externo por los problemas que se tendrían en el empleo y en los ingresos de la población. Posteriormente, el llamado grupo de los “los doctores” encabezados por José Córdova y Pedro Aspe consiguieron la apertura total al exterior en el primer gobierno neoliberal de México encabezado por Miguel de la Madrid. Desde entonces hemos padecido una muy baja tasa de generación de empleos, causa eficiente de las violencias y la delincuencia que hemos vivido en los últimos años.

Desde mi óptica esos años del gobierno de López Portillo fueron una etapa excepcional de la función pública. Todos estábamos orgullosos de trabajar en el servicio público. Para mí se realizaba mi sueño de aportar a mejorar las perspectivas de ocupación e ingresos de los mexicanos y mexicanas haciendo que los efectos en el empleo fueran tomados en cuenta en las decisiones de política económica y construyendo institucionalidad para facilitar la capacitación de las personas y la localización de empleos a través de la creación del Servicio Nacional de Empleo en todo el país.

La única experiencia negativa en esa etapa vinculada a mi condición de mujer, judía y diría rubia fue el no poder participar en los programas de televisión donde funcionarios de la administración de López Portillo tenían que explicar el contenido de los informes presidenciales en las diferentes materias. Yo tenía una figura demasiado poco “mexicana” y resultaba embarazoso que representara públicamente al gobierno mexicano.

Al salir de la Dirección General del Empleo, María de los Ángeles Moreno que desafortunadamente había sido capturada por el equipo de Carlos Salinas de Gortari, pasó a ocupar la Subsecretaría de Desarrollo Rural y Social en la Secretaría de Programación y Presupuesto encabezada por Salinas. Me invitó a que la acompañara en el único puesto que Salinas le permitió colocar a una persona cercana a ella, la Dirección del Centro de Investigaciones para el Desarrollo Rural Integral, el CIDERI.

Desde ahí logramos formular el último Programa Nacional de Alimentación PRONAL (1982-1988) con la colaboración y el impulso comprometido del Dr. Salvador Zubirán y del equipo del Instituto Nacional de Nutrición y con Sergio Reyes Osorio, entonces subsecretario de la Reforma Agraria, así como un Programa de Desarrollo Integral de la Mixteca Oaxaqueña. Carlos Salinas en su inacabable astucia le entregó la coordinación del PRONAL a Jorge de la Vega Domínguez anterior Secretario de Comercio y Presidente del PRI, con lo cual canceló toda posibilidad de que se aplicara el Programa pues ningún secretario le hacía caso a Don Jorge, excepto el Gordo Pesqueira entonces Secretario de Agricultura y un hombre muy simpático y afable. El Programa de las Mixtecas, Salinas se lo dio a su amigo Heladio Ramírez que en ese entonces era miembro del Congreso y estaba confrontado con el entonces Gobernador de Oaxaca. Dos magníficos proyectos resultado de la colaboración y el compromiso institucional los anuló Carlos Salinas por sus ambiciones políticas y su profunda maldad.

Decidí que mi espacio no era la Secretaría encabezada por Salinas y su equipo, lleno de personajes inexpertos, soberbios y profundamente ambiciosos. Me pasé en 1984 a dirigir el Instituto Nacional del Consumidor el INCO, institución que vi concebir y nacer dirigida por mi querido amigo Santiago Sánchez Herrero. Era para mí una maravillosa oportunidad.

De los años en la dirección del CIDERI obtuve varias cosas: continuar aprendiendo del sector agropecuario mexicano, del tema de la alimentación, de la organización campesina y de la planeación participativa a nivel comunitario. Inicié una excelente relación con los nutriólogos destacados del país como Héctor Bourges y Esther Villanueva, con funcionarios públicos serios y muy profesionales del sector alimentario como José Ernesto Costemalle y José Urquiaga y con Sergio Reyes Osorio. Ingresé así a la comunidad interesada en el problema alimentario del país y desde entonces formo parte del Consejo de Educación y Salud que edita la revista Cuadernos de Nutrición. Esta experiencia me ha permitido opinar sobre la actual Cruzada contra el Hambre promovida por la presidencia de Enrique Peña Nieto y mantener la libertad para aportar y cuestionar.

También entré en contacto con el que posteriormente fuera el equipo de Carlos Rojas en el Programa Nacional de Solidaridad y con profesionales que trabajaban en las organizaciones campesinas como Gustavo Gordillo y Hugo Andrés Araujo.

Esta capital social que fui formando a lo largo de mi trayectoria profesional permitió que en mi gestión como directora del INCO pudiéramos incluir líneas de trabajo cercanas a las necesidades en materia de alimentación de la población del país apoyadas por la comunidad de expertos. Realizamos campañas de orientación sobre la mejor alimentación en radio, televisión y medios impresos mediante los programas, la revista y el periódico del Consumidor, diseñadas y operadas por Martha Susana Ruiz; actividades de capacitación a la población para ser consumidores más conscientes y conocedores y organización de compras en común dirigidas por Andrés Manuel López Obrador que colaboró conmigo como Subdirector de organización y capacitación; investigaciones de precios, sobre la calidad de los productos y sobre el comportamiento de los consumidores dirigidas por Humberto Delgado y cuando él murió en el sismo del 85 por Gustavo Ponce.

Formulamos y difundimos propuestas de menús de bajo costo, formas de preparación de productos de consumo con tecnología doméstica para bajar el gasto en la compra de productos industrializados, paquetes de verduras concertados con la central de Abasto de bajo costo, comparaciones de precios publicadas en periódicos en varias ciudades para que las personas eligieran las tiendas más baratas. En el sismo de 1985 el Instituto armó brigadas para colaborar en la eliminación de escombros y en iluminar zonas de desastre como el Hospital Juárez. Con el teléfono del Consumidor enlazábamos a personas víctimas del desastre con aquellas que ofrecían diversos apoyos, orientamos sobre la calidad del agua y la vulnerabilidad de los edificios. Éramos una institución pública cercana e interesada por servir a las personas, éramos una institución confiable y creíble.

Creo que varios nos realizamos como servidores públicos en esa etapa del INCO. Teníamos amplias posibilidades de innovar y de educar para el consumo. Generamos varios materiales que aún ahora son apreciados por la comunidad de expertos en alimentación. El INCO estaba en la mira de Carlos Salinas para incorporarlo desde entonces a la PROFECO y en los cuatro años que estuve como directora logré impedirlo e incluso recuperar delegaciones estatales que ya habían venido cerrando. Fue una herramienta importante para los programas de estabilización de precios que encabezaban Pedro Aspe y Tellez. Sin embargo, la lógica de desestructuración del Estado promovida desde 1982 por los gobiernos neoliberales acabaron con esa magnífica institución y la sumaron a la PROFECO a la cual además le agregaron la vigilancia de los precios con lo que la destinaron a convertirse en una institución profundamente corrupta.

Como mujer el haber tenido la oportunidad de dirigir una institución como el INCO me permitió penetrar en un campo muy vinculado a la economía del cuidado históricamente encomendada a las mujeres. Nuestro interés radicaba en apoyarlas en las tareas que realizan sin pago, sin reconocimiento y sin valoración en el mercado, pero sobre las cuales tienen muchas responsabilidades y preocupaciones. Recuerdo que incluso en el teléfono del consumidor abrimos una línea para que pudieran llamar y obtener orientación en materia de nutrición y alimentación: ¿cómo preparar algún producto de temporada? ¿qué darle de lunch a los hijos?¿cómo alimentar a personas con problemas de diabetes?¿cuáles eran los mejores productos alimenticios en el mercado?

Mi deseo hubiera sido permanecer en el INCO como directora, pero la incertidumbre del cambio de gobierno hicieron que aceptara irme con María de los Angeles Moreno a la Secretaría de Pesca como Subsecretaria (1988-1991) en el Gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Posiblemente una de las actividades que menos hubiera deseado asumir y en un gobierno como el de Salinas, el hecho de estar con María de los Angeles me daba tranquilidad y certeza de que lo que haríamos sería buscar el mayor beneficio para los pescadores y ampliar el consumo de pescado en el país. La experiencia en la SEPESCA fue de una constante confrontación con el grupo de “los doctores”. Ellos buscaban privatizar el sector y abrir todas las especies protegidas para las cooperativas por el General Lázaro Cárdenas desde los años treinta. Tenían intereses personales de invertir en el desarrollo de la acuacultura de camarón que en esos años estaba dejando muy buenas ganancias a los empresarios en varios países.

Bajo la dirección de María de los Ángeles defendimos y tratamos de eliminar las confrontaciones entre los grupos de cooperativas; dimos una fuerte pelea contra Estados Unidos por su afán de controlar la pesca del atún en aguas de América Latina y tratamos de evitar los embargos en las pesca de atún y camarón; montamos un programa para evitar la pesca incidental de delfines, desarrollamos varios parques acuícolas para alentar le inversión; alentamos la regulación de la extracción de especies de acuerdo a evidencia científica; defendimos el crédito para el sector pesquero; abrimos y conservamos los mercados europeos y asiáticos de productos pesqueros mexicanos; defendimos la planta industrial de enlatado mexicana. Todo ello en contra de los deseos de “los doctores” cuya consigna era privatizar, vender la propiedad estatal a precios irrisorios y destruir al sector cooperativo de la pesca, beneficiarse personalmente de todo ello y yo diría incluso destruir al propio sector pesquero. Lograron sacar a María de los Ángeles de la Secretaría y enviarla como candidata a diputada de un distrito electoral en el D.F. donde tradicionalmente perdía el PRI.

A pesar de la invitación del nuevo Secretario de Pesca para quedarme en la Subsecretaría decidí que las razones por las cuales había yo entrado al servicio público se habían terminado; que ya no estaba dispuesta a colaborar con un gobierno totalmente contrario a lo que pensaba debería ser un gobierno para la gente. Se trataba ya de una administración pública capturado por una camarilla de personas que buscaban su beneficio personal, prolongarse en el poder y apoyar a los grupos que se los permitiera.

Los poderes del Estado quedaban en manos de un grupo sin escrúpulos y profundamente ambicioso. Se disponían a destruir las fortalezas que aún tenía el servicio público mexicano y a liberar todo a la fuerza de los monopolios y de los intereses fácticos entre los cuales ellos fueron construyendo sus propios espacios de control y poder. Profundizaron así la desigualdad, la pobreza, la discriminación, la exclusión de millones de jóvenes que se estaban incorporando a la vida escolar y laboral. Exacerbaron el individualismo escondido bajo los postulados de la competencia, la eficiencia y la productividad y destruyeron el comunitarismo, lo colectivo, lo comunal y con ello el tejido social. La gran tragedia de México de finales del Siglo XX y que hoy nos tiene sumidos en una guerra silenciosa y cruenta, sentaba sus bases en la codicia de los nuevos gobernantes.

En 1991 dejé voluntariamente la administración pública federal después de casi 30 años de participar en la construcción de instituciones y el desarrollo de capacidades de gobierno. Siempre he sido una ferviente creyente de la necesidad de un Estado de las personas y para el beneficio de éstas, que trabaje democráticamente y amplíe la participación de los ciudadanos pero que se responsabilice de cumplir las obligaciones de respetar, promover, proteger y garantizar los derechos humanos de todos los integrantes de la sociedad.

Después de quince años de trabajar juntas María de los Angeles y yo nos separamos. Ella siguió colaborando en el gobierno del PRI y en ese partido, siendo la primer mujer en llegar a presidirlo. Yo opté por alejarme y tomar rumbo por la participación ciudadana libre y por la construcción de organizaciones ciudadanas.

La etapa de activismo cívico

Al dejar el gobierno federal hice un intento no exitoso para entrar a trabajar en la CEPAL México. Rechace las invitaciones para retornar a la academia a hacer investigación. Mis amigos investigadores se habían convertido para ese entonces en los directores de los centros de investigación y en los principales investigadores en sus temas. Pensaba que desde la academia era difícil tratar de atajar el profundo cambio que se estaba dando en la sociedad mexicana hacia una economía de libre mercado, con poco Estado y muchos monopolios.

Fue así que a invitación de Miguel Basañez mi querido amigo demócrata, me incorporé al Acuerdo Nacional para la Democracia (ACUDE) una organización formada por intelectuales que promovían el tránsito de México hacia un país democrático y pretendían acabar con el monopolio del PRI en el poder. También acabé siendo presidenta del Consejo de administración de Este País la revista formada por Miguel y Federico Reyes Heroles que empezó a difundir encuestas de opinión.

En Acude, organización en la que también terminé siendo presidenta en 1994 conocí a gente extraordinariamente comprometida con la democracia: Jaime Gonzalez Graff un estudioso de la política y de la institucionalidad electoral muerto prematuramente que contribuyó de manera importante a la reforma política de 1996; Demetrio Sodi de la Tijera que en ese entonces era un interesante líder del movimiento ciudadano en formación con una notable capacidad para generar proyectos movilizadores como el Plebiscito de la Ciudad de México de 1993 y los 20 Compromisos por la Democracia; Jorge Eugenio Ortiz Gallegos un importante intelectual e ideólogo panista que abandonó ese partido con Bernardo Batiz y Jesús González Schmall y se incorporaron a ACUDE; Adolfo Aguilar Zinser muerto en un desafortunado accidente automovilístico y un hombre congruente con su ideología hasta el final; Jorge Castañeda un intelectual cosmopolita y variable; Amalia García quien fuera posteriormente Gobernadora de Zacatecas; Rubén Aguilar que llegó a ser el vocero de Fox; José Agustín Ortiz Pinchetti un intelectual y político honesto que ha acompañado a Andrés Manuel López Obrador desde hace varios años; José Antonio Crespo editorialista e investigador, Miguel Álvarez secretario de don Samuel Ruiz, el Obispo de Chiapas y un promotor de la paz y el diálogo y otros más, muchos de los cuales permanecieron como mis amigos a través de los años.

De ese grupo que tuvo varias iniciativas importantes para el tránsito a la democracia como la creación del grupo San Ángel, la observación de elecciones, la reforma política de 1996, pocos nos mantuvimos en la lucha ciudadana. Varios se incorporaron a las administraciones que fueron subiendo al poder desde distintos partidos. Incluso yo acepté ser Secretaria de Desarrollo Social del Gobierno del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas que llegó a la Jefatura de Gobierno del D.F. mediante una elección democrática.

Nuevamente la mayoría eran hombres y a mí me incluyeron en el grupo central de ACUDE, Amalia García participó en el Plebiscito y en los 20 Compromisos y con frecuencia sólo éramos ella y yo las únicas representantes del sexo femenino.

1994 fue un año particularmente complejo en México y en mi vida personal. Por alguna razón fui bien aceptada en el mundo del activismo cívico de reciente formación. Además de ser presidenta de Este País y de ACUDE participé con otras siete organizaciones por invitación de Sergio Aguayo, en la creación y en la primera Coordinación Nacional de Alianza Cívica; colaboré con Gloria Brasdefer en la integración y coordinación de los grupos de trabajo técnico para preparar la posición de México frente a la Conferencia de la Mujer que tendría lugar en 1995 en Beijing y formé parte con otras nueve personas del mundo científico del Grupo Técnico para la Auditoría del Padrón Electoral constituido a instancias del Dr. Jorge Carpizo a fin de garantizar la calidad de las listas electorales.

No sé cómo le hice y cómo David aguantó tanto activismo. En varias ocasiones me acompañó y colaboró. Todo era pro-bono. En mi casa se organizaban cenas, comidas y encuentros de políticos. Se construían proyectos y se discutía la situación del país bajo la administración de Salinas de Gortari.

A través de Alianza Cívica se organizó en todo el país la primera observación ciudadana amplia de elecciones federales. Queríamos acabar con todas las trampas y esquemas de clientelismo que había desarrollado el PRI a través de los años. Apostamos observadores en una muestra de casillas electorales, logramos hacer un conteo rápido de los resultados y emitir una opinión sobre la calidad del proceso.

David y yo nos llevamos una brigada de Alianza Cívica a la Zona Zapatista a realizar observación electoral a petición del EZLN. Una experiencia conmovedora e irrepetible. Por primera vez las mujeres de las comunidades acudían a depositar su voto y no eran los esposos que llevaban sus credenciales para votar por ellas. Primero votaron las mujeres, luego los hombres de las comunidades y al final la milicia zapatista. Al terminar la observación, los zapatistas no nos dejaron salir de la zona sino hasta que Ofelia Medina y Juan Bañuelos con la Cruz Roja Internacional salieran con toda la documentación electoral. Al salir de los límites de la zona encontramos al ejército rodeándola y fuimos ampliamente fotografiados.

En 1995 seguí colaborando en la preparación de la participación de México en la Conferencia de la Mujer en Beijing. Encabezaba yo los trabajos técnicos y con Gloria Brasdefer logramos articular a mujeres del gobierno y de los partidos, a las académicas y a integrantes de las organizaciones del movimiento feminista. Ahí conocí a Cecilia Loria con quien después impulsamos Causa Ciudadana una Asociación Política Nacional y a Patricia Mercado quien fuera candidata a la presidencia de la República en una elección posterior y que en ese momento lideraban al movimiento feminista.

La delegación para asistir a la Conferencia tuvo la intervención del Vaticano que exigía subir a la misma a mujeres representantes de los sectores más conservadores y retrógrados respecto de los derechos de las mujeres. Así lo hizo en todas las delegaciones de América Latina en algunas con mucho éxito como con la delegación Argentina y la Guatemalteca. Tuvimos que defender las posiciones ganadas en la delegación mexicana por varias mujeres que habían participado activamente en los grupos y conferencias preparatorias.

Sin embargo, lograron incorporar a dos personajes de la derecha más recalcitrante. Una de ellas particularmente, Paz Gutiérrez Cortina, nos hizo la vida pesada pasando información y grabaciones distorsionadas y manipuladas sobre las intervenciones de la delegación mexicana a las redes de información que había armado el Vaticano y la Iglesia Católica Mexicana.

Al regresar a México de Beijing nos esperaban en el aeropuerto un grupo amplio de periodistas y los jefes de la delegación prefirieron huir por la puerta de atrás y evitar a la prensa. La delegación fue calificada de abortista por que México no denunció a la Plataforma que resulto de la Conferencia como si lo hicieron las delegaciones de la región copadas por el Vaticano. Olga Pellicer una funcionaria ejemplar del Servicio Exterior Mexicano jugó un papel fundamental para que México preservara su posición de siempre acompañar los documentos que emanaban de reuniones internacionales de Naciones Unidas.

El gobierno mexicano en ese momento presidido por Ernesto Zedillo, optó por abandonar el reconocimiento del buen papel que había jugado la delegación mexicana en la Conferencia y solas tuvimos que enfrentarnos a la difamación y a las mentiras creadas por los grupos “defensores de la vida” en la opinión pública.

Personalmente y por mi condición de judía procuré no involucrarme en los temas de derechos y salud reproductiva que constituían una parte medular de la Conferencia después de los avances que se habían logrado en la materia en la Conferencia de Población que se había realizando antes en El Cairo. La mayoría de las representantes de las organizaciones feministas que integraron la delegación mexicana se concentraron en ese tema.

 

Las tesis sobre el desarrollo social

Siempre he pensado que en las economías de mercado como la nuestra el bienestar de las personas y las familias depende fundamentalmente de sus oportunidades de trabajo y de las retribuciones que reciben por éste. Si bien el Estado puede proveer una serie de bienes y servicios públicos como educación, salud, infraestructura urbana, recreación, transporte subsidiado, etc. es el ingreso que reciben las personas y las familias el que les permite acceder a los bienes y servicios que requieren para hacer la vida. Cuando las sociedades no tienen la capacidad o no se preocupan por ofrecer trabajos dignos adecuadamente remunerados, a sus poblaciones y especialmente a los jóvenes que recién están ingresando a los mercados de trabajo, las personas se ven obligadas a realizar actividades informales e incluso delincuenciales dado que la economía de mercado les exige contar con dinero para comprar lo que necesitan. Pero además los medios de comunicación masiva les generan necesidades adicionales que se convierten en aspiraciones de consumo como es todo lo relacionado con el desarrollo de artefactos tecnológicos, la compra de relojes sofisticados o de autos de lujo.

Si además el Estado se va retirando como ha venido sucediendo en las últimas décadas, de la provisión de servicios y bienes públicos suficientes y de calidad, la vida de las familias se va deteriorando y se ven obligadas a echar mano de todos sus miembros para trabajar y generar ingresos. Esto a su vez afecta, la calidad de las tareas de crianza y cuidado de los miembros de las familias. Los niños, niñas y adolescentes empiezan a pasar muchas horas solos pues todos los adultos de la familia tienen que ocuparse en obtener ingresos. La reducción del tiempo destinado por las familias a la economía del cuidado y la pérdida de calidad e insuficiente cobertura de los bienes y servicios públicos que ofrece el Estado para apoyar a las familias son desde mi óptica factores precursores de las violencias y de la delincuencia que nos agobia. Como sociedad estamos construyendo seres humanos abandonados, solos, enojados, con una deficiente transmisión de saberes para la vida y fallas en el desarrollo de su sicoafectividad.

Al estar involucrada en el estudio del empleo me fui introduciendo en tres campos de la economía social relacionados profundamente con la vida de las mujeres. En primer lugar, lo que refiere a la incorporación de las mujeres en el empleo o lo que se conoce como trabajo productivo. La década de los años setenta cuando yo era directora nacional del empleo la incursión de las mujeres en el mundo del trabajo se hizo claramente evidente y empezamos a estudiar cómo fueron cambiando sus tasas de participación en la actividad económica por edades, las sectores y las ocupaciones a las que ingresaban, las horas que trabajaban, los ingresos que recibían. Este campo se volvió una línea de trabajo de los estudios del feminismo y yo contribuía con análisis y reflexión en ellos.

Más adelante me propuse estudiar los efectos de las crisis económicos en los arreglos domésticos para saber cómo enfrentaban los grupos familiares las caídas en los ingresos. Estudiamos por una parte los cambios en las modalidades de participación de los integrantes de las familias en las actividades para obtención de ingresos, observando cómo ha venido aumentando el tiempo que las familias destinan a ese tipo de actividades acelerando la incorporación de mujeres, de jóvenes e incluso de niños y niñas o extendiendo los horarios de quienes trabajan. Por otra empezamos a verificar los cambios en los patrones de consumo y gasto.

Estas investigaciones nos condujeron al tercer campo de estudios que se relaciona con las transformaciones que experimenta la estructura, funciones y conformación de las familias ante los cambios económicos, sociales, culturales y políticos en su entorno. Por muchos años el movimiento de mujeres rechazó tener una postura clara frente al tema de las familias. Consideraban que la sociedad androcéntrica entendía siempre por familia a la básicamente constituida por la relación entre madre e hijo y que las políticas de familia acababan siempre reforzando esa relación y reduciendo a la mujer a su papel de madre. Los Hospitales de la Madre y el Niño que se construyeron en una época de la política de salud y las actividades del Sistema Integral de Atención para la Familia (DIF) se fundamentaban en esa concepción y ambas políticas eran fuertemente rechazadas por el movimiento feminista.

Desde mi perspectiva estos extremos han producido una gran ausencia de políticas públicas de apoyo a las familias por lo que desde finales de los noventa y hasta la fecha uno de mis intereses ha sido promover el conocimiento sobre las transformaciones que experimentan las familias en México y cómo la falta de políticas públicas de apoyo ha venido generando vacíos en el papel que juegan las familias en la construcción y socialización de la infancia y la adolescencia.

Otro interés ha sido el apoyar el reconocimiento del aporte que hace el trabajo reproductivo o la economía del cuidado en la construcción de seres humanos y como el hecho de no valorarlo ha provocado su abandono o la reducción del tiempo que las familias destinan al mismo para concentrar sus recursos de trabajo en actividades generadoras de ingresos. Incluso escribí un artículo sobre el colapso de la economía del cuidado en Ciudad Juárez como una de las causas subyacentes en la violencia que ha dominado esa ciudad por varios años.

De manera natural las investigaciones sobre empleo y mercados de trabajo, sobre la participación de las mujeres en el trabajo productivo y reproductivo, sobre las transformaciones de las familias, sobre la economía del cuidado, sobre política social y con mi aprendizaje sobre demografía en El Colegio de México al haber tenido oportunidad de interactuar con los demógrafos mexicanos pioneros como Raúl Benitez Centeno, Gustavo Cabrera, Romeo Madrigal y José Morelos, me llevaron a buscar explicaciones económicas, sociales y culturales de las violencias y la delincuencia que afloraron en México desde mediados de la década pasada.

Iniciamos con una investigación en 2003 sobre la situación social de Ciudad Juárez en una colaboración con el Consejo Ciudadano para el Desarrollo Social donde participaban varios amigos míos de las organizaciones civiles locales que estaban preocupados y desesperados por el problema de los feminicidios. Las autoridades del gobierno de Fox querían hacer intervenciones por el lado duro de investigación, sanciones y castigo penales. A mí me surgió la idea que debajo de la punta del iceberg que representaban los feminicidios había una violencia estructural que se había venido desarrollando en Ciudad Juárez durante varias décadas y que tenía que ver con la forma en que fue extendiéndose la ciudad, su ubicación como ciudad de frontera al servicios de los habitantes de El Paso, las actividades económicos que se generaron en ella, el fuerte impulso a las migraciones para atraer trabajadores hacia las maquilas, la ausencia de Estado de Derecho, las grandes omisiones de políticas públicas que acompañaran la llegada de miles de trabajadores y especialmente trabajadoras, etc. El trabajo lo hicimos platicando y entrevistando a personas de Ciudad Juárez y leyendo y resumiendo investigaciones sobre distintos temas. Nos dimos cuenta que la realidad cambia mucho más rápido que la posibilidad de sistematizarla en investigaciones académicas y que platicar y escuchar a las personas arroja pistas interesantes y valiosas sobre lo que está ocurriendo en la realidad.

Los resultados de la investigación fueron publicados por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez en 2007 como La Realidad Social de Ciudad Juárez y dieron inicio a la polémica sobre el enfoque que debe adoptarse para enfrentar las violencias y la delincuencia en México. Con apoyo de algunos funcionarios del gobierno federal continuamos impulsando y apoyando las investigaciones diagnósticas sobre las causas sociales, culturales y económicas de las violencias para sustentar un enfoque de prevención social de estos fenómenos. En 2010 se estudiaron seis áreas metropolitanas con la metodología que desarrollamos desde INCIDE Social A.C. y en 2011 y 2012 se asignaron recursos del Subsidio para la Seguridad Municipal (SUBSEMUN) para que los municipios que recibían recursos de ese fondo pudieran emprender estudios diagnóstico con nuestra metodología. En la actualidad hemos logrado rescatar alrededor de 80 diagnósticos municipales.

La discusión sobre los enfoques para atender las violencias y la delincuencia entre uno de prevención social versus otro centrado en seguridad policial y militar se iniciaron en el país durante el gobierno de Felipe Calderón. Este optó por impulsar el segundo enfoque durante varios años con resultados funestos y más de 100 mil personas asesinadas, hasta que en 2011 se vio obligado a adoptar un intento incompleto y fragmentado de acciones de prevención social en Ciudad Juárez bajo la estrategia “Todos Somos Juárez”. El Gobierno de Peña Nieto desde su inició adoptó como central el enfoque de prevención social y empezó a promoverlo en los municipios más afectados por la delincuencia en el país.

Mi postura personal es que los enfoques no se contraponen y que deben combinarse y dosificarse adecuadamente según el nivel del problema de violencias y delincuencia que se pretende enfrentar. El símil es la salud, la prevención es útil cuando el cuerpo aún no se encuentra enfermo o muy enfermo y aún se le puede rescatar y prevenir que caiga enfermo o que se agrave. Pero cuando la enfermedad ya es muy grave lo que tiene que aplicarse son tratamientos fuertes que expulsen el mal para restaurar la posibilidad de mantenerlo sano con acciones preventivas. Lo que hay que evitar es que el enfermo se muera.

 

Algunas dificultades metodológicas para realizar las investigaciones diagnósticas para sustentar programas de prevención social de las violencias y la delincuencia

Las violencias y las delincuencias son problemas complejos y multifactoriales. En su desarrollo intervienen aspectos sociales, culturales, económicos, políticos, biológicos y sicoemocionales. Es realmente difícil determinar cuáles son los nodos o aspectos críticos en los que confluyen los procesos que subyacen en estos fenómenos para poder tener certezas de que será posible abatir los índices de violencias y delincuencia, incidiendo en ellos o previniendo su desarrollo.

Distintas disciplinas adjudican el surgimiento de las violencias a diversas causas y proponen acciones para enfrentarlas centrándose en lo que consideran son esas causas[1]. También ocurre que las autoridades de diferentes niveles de gobierno o de diversas instituciones busquen utilizar las políticas públicas y las herramientas que están dentro de sus tramos de controlpara abatirla.

En muchas ocasiones, las autoridades que están responsabilizadas de la seguridad pública como son los cuerpos policíacos consideran que el origen de las violencias y la delincuencia están en otros ámbitos sociales y económicos; por ejemplo, los niveles de pobreza, la falta de crecimiento y de generación de oportunidades de empleo y de ingresos dignos para los jóvenes, o bien en el enorme mercado mundial de drogas, pero ellas no tienen manera de incidir en esas causas y tratan de hacer lo que pueden con los instrumentos bajo su control y de acuerdo a las funciones que les corresponden.

Se puede señalar que hay dos enfoques dominantes en las medidas para enfrentar la delincuencia y la violencia criminal. Uno que privilegia la seguridad pública mediante intervenciones de los cuerpos de seguridad persiguiendo y acosando a los delincuentes y a las bandas criminales. Es la seguridad de mano dura. Dentro de ésta se puede incluir la prevención policial de la delincuencia que incluye el fortalecimiento de las capacidades de vigilancia de las fuerzas de seguridad incrementando su equipamiento (patrullas, helicópteros, armas, vestuario, etc.), aumentando los sistemas de vigilancia (cámaras, rondines, revisiones, retenes, arcos de detección, etc.), incorporando a la población para que denuncie y se proteja (líneas telefónicas de denuncia, alarmas, sistemas de seguridad casera y por colonias y barrios), elevando el costo y reduciendo las ganancias de la comisión de delitos.

También hay quienes desde un enfoque criminalístico se dedican a estudiar las características de los delincuentes en los reclusorios para tratar de determinar los contextos en que crecieron, sus antecedentes familiares, sus características físicas y sicológicas y las causas que los condujeron a la comisión del delito, con miras a detectar con oportunidad posibles futuros delincuentes y cambiar las condiciones de su desarrollo, o bien incidir en los contextos territoriales y sociales que reproducen condiciones semejantes a aquellas de donde provienen los delincuentes, por ejemplo evitar la deserción escolar, el bullying en las escuelas, modificar las condiciones en los reclusorios, atender las zonas o comunidades de donde son originarios los delincuentes y concentrar las intervenciones públicas en las colonias o territorios más riesgosos por ser zonas que incuban delincuentes o zonas donde mayor violencia y delitos ocurren

El otro enfoque tiende a la seguridad ciudadana busca mejorar la condición de bienestar de la población enfatizando en su seguridad frente a las violencias y la delincuencia. Desde este enfoque surgen diversos énfasis en las modalidades de prevención socialde acuerdo a las interpretaciones que se hacen sobre las causas probables. Por ejemplo, la prevención situacional atribuye el problema a deficientes condiciones de infraestructura urbana en territorios específicos, mismas que permiten la existencia de espacios para la comisión de delitos, estructuras y edificaciones urbanas deterioradas que generan un ambiente deprimente y riesgoso, falta de alumbrado público,ausencia de espacios públicos, hacinamiento en las viviendas, etc. La prevención comunitaria pone énfasis en la reconstrucción de relaciones sociales en los barrios y coloniaspromoviendo relaciones pacíficas y una cultura de paz; y realizando programas sociales que modifiquen conductas antisociales. En esta modalidad se pone énfasis en la recuperación de espacios públicos en los territorios afectados por las violencias y la delincuencia con miras a desarrollar confianza entre los vecinos a partir de actividades de encuentro en esos espacios y de acciones colaborativas. Se busca construir resiliencia en la comunidad, en las personas y en las familias, generar acuerdos de convivenciay reconstruir capacidades de contención social de las trasgresiones

Hasta ahora estos son los enfoques y las modalidades más favorecidos en nuestro país desde la perspectiva de prevención de las violenciasen territorios específicos y son aplicadas por las autoridades municipales y los gobiernos estatales y el federal. A veces se combinan elementos de las distintas modalidades e incluso, el enfoque policial,de mano dura, se empezó a acompañar con modalidades del enfoque de seguridad ciudadana como fue el caso del programa Todos somos Juárezy la más recientemente intervención del Gobierno Federal en Michoacán.

Sin embargo, desde mi óptica, las modalidades aplicadas de seguridad ciudadana hasta ahora, más que políticas de prevención de las violencias y la delincuencia son intervenciones de mitigación, pues buscan sanar a personas y grupos que ya se encuentran afectadosde manera grave por la delincuencia, el crimen organizado y diversos tipos de violencias o bien, detener el avance esas situaciones antes de que se profundice su gravedad.

Ahora bien, si uno parte de la hipótesis de que en las violencias y la delincuencia tiene determinantes globales, regionales, nacionales, estatales y locales y se trata construcciones sociales en donde intervienen determinantes económicos, sociales, culturales, biológicos y sicoemocionales, las dificultades metodológicas para establecer relaciones causales y encontrar los puntos críticos de actuación son realmente enormes. Se trata de problemas sociales perversos que requieren de intervenciones complejas.

Así lo hemos tratado de evidenciar desde los estudios diagnóstico que hemos promovido en Iniciativa Ciudadana y Desarrollo Social, INCIDE Social A.C.a partir del primero que hicimosen colaboración con el Consejo Ciudadano de Desarrollo Social de Ciudad Juárez sobre la situación social de esa ciudad en 2003-2004[2].

En la administración pasada la CONAVIM y el Centro Nacional para la Prevención de la Delincuencia del Secretariado Nacional de Seguridad Pública promovieron y apoyaron con recursos la realización de diagnósticos similares en varias áreas metropolitanas (Tijuana[3], Guadalajara[4], Ciudad Juárez[5], Aguascalientes[6], Tapachula y Mérida, en 2009 y 2010) y en 2011 y 2012 en varios municipios incluidos en el Subsidio para la Seguridad Municipal (SUBSEMUN).

Aún cuando la metodología desarrollada por INCIDE Social estaba concebida para el análisis de ciudades o áreas metropolitanas, cuando el Centro Nacional tomó la decisión de que estos diagnósticos sociales pudieran ser realizados como una de las líneas del ámbito de la prevención social incluidas en las reglas de operación del SUBSEMUN, procuramos participarpara tratar de asegurar los mejores resultados posiblesen apoyo a esa decisión.

Para el efecto desde INCIDE Social formulamos una nota metodológica[7], un catálogo con información sobre instituciones locales capaces de realizar estos complejos diagnósticos[8], ofrecimos capacitación a los posibles líderes de los proyectos y llevamos a cabo algunas reuniones regionales para propiciar el intercambio entre los responsables seleccionados por las autoridades municipales para que realizaran los trabajos de diagnóstico. Aunque nos propusimos dar seguimiento a un número definido de equipos no fue posible hacerlo debido a la insistencia de los directivos del SUBSEMUN de que esa tarea sería realizada por sus propios enlaces, el enorme retraso en la entrega de recursos, así como en la selección de las agencias ejecutoras. Tampoco pudimos realizar una síntesis de hallazgos al nivel regional y nacional por los retrasos mencionados y por la cancelación de la segunda parte del proyecto de INCIDE Social, INAP y el Centro Nacional debido al cambio en la dirección de este último.

La nota metodológica se propuso

  1. Proponer trece campos de investigación de la realidad social, económica y cultural que influyen en la vida de las familias y en la socialización los seres humanos, y examinar cómo contribuyen a las violencias y cómo se ven afectados por éstas
  2. Establecer una serie de posibles preguntas o hipótesis en cada uno de ellos a fin de seleccionar las que son más pertinentes para el territorio que sería estudiado
  3. Hacer algunas adecuaciones a la metodología originalmente pensada para el análisis de ciudades con el fin de que pudiera aplicarse a municipios
  4. Sugerir la combinación de metodologías de investigación cuantitativas y cualitativas para aproximarse a la realidad en cada territorio estudiado.

En razón de los tiempos, procesos y montos de recursos implícitos en proyectos que se llevan a cabo con recursos públicos generalmente no pasan de seis meses los tiempos efectivos para llevarlos a cabo y los montos son reducidos.Por lo que hemos sostenido que se trata de investigaciones diagnósticas de segundo piso que deben recoger y sintetizar hallazgos de investigaciones previas, de material hemerográfico, incluso sugerimos la revisión de literatura y obras de historia local, así como aprovechar la información estadística disponible. Las condiciones de realización de las investigaciones diagnósticas, especialmente lo reducido de los montos de recursos, nos impedían sugerir la realización de encuestas por muestreo representativas

La metodología cualitativa de entrevistas a profundidad con informantes clave y los grupos focales debían realizarse una vez seleccionadas las preguntas relevantes o las hipótesis en cada tema. Estas metodologías buscaban detectar evoluciones de la realidad social que aún no estaban registradas o documentadas en investigaciones previas reconociendo la velocidad de los cambios del contexto.

Los trece campos de investigación propuestos son:

  • La situación y la evolución del desarrollo urbano,
  • La condición y situación de las viviendas,
  • La dinámica y la estructura demográfica,
  • La transformación de las familias,
  • Las condiciones del empleo, ingreso y gasto de las familias,
  • Las condiciones y los procesos en el mundo de la educación formal,
  • La accesibilidad y disponibilidad de los servicios públicos de salud, deporte, culturales y recreativos,
  • El capital social disponible,
  • El papel de los medios de comunicación,
  • La cultura de la legalidad y
  • Las prácticas y procesos de discriminación,
  • La situación de las instituciones de seguridad pública
  • La situación de las instituciones de procuración, administración e impartición de justicia.

La inclusión de estos dos últimos campos nos fue expresamente solicitada por la CONAVIM así como la apertura del tema de capital social en cuatro capítulos. Por lo tanto la propuesta plasmada en la nota metodológica que se puso a disposición de las autoridades municipales presupone el desarrollo de 16 capítulos.

Posiblemente omitimos un campo fundamental: el estudio de las relaciones de poder o de las relaciones políticas dominantes, que son una expresión de la profunda desigualdad que domina nuestra realidad social y económica y subyacen en muchas expresiones de violencia, como la de género, la homofóbica, la racial y étnica. La omisión puede deberse a que son las autoridades municipales, especialmente las instancias de seguridad pública las que reciben los recursos del SUBSEMUN y las encargadas de seleccionar y contratar los diagnósticos, situación que de por si puso fuertes límites a la libertad, cobertura y aseguramiento de la calidad de trabajos de investigación que atañen a lo social, económico y cultural. Esto también obstaculizó en muchos casos, la colaboración de las instancias sociales de los gobiernos municipales en la realización de los trabajos de investigación.

La hipótesis central del enfoque metodológico de INCIDE Social es que en la evolución y los niveles de violencias y delincuencia que padecemos confluyen procesos macro, meso y micro por las opciones de desarrollo para el país que hantomado las élitesdominantes tanto en lo social, como en lo económico, lo político y lo cultural, particularmente en los últimos treinta años.

Se trata de corroborar que estas opciones han cancelado o destruido trayectorias de vida digna dentro de los marcos de la legalidad y del respeto de los derechos de los otros a la vida, a la integridad, a la libertad, a la diferencia y a la propiedad.

Causas estructurales profundas de la deplorable situación de violencias y delincuencia que vive el país son la ausencia de un Estado de Derecho, la desestructuración y reducción de la institucionalidad pública y dentro de ello el deterioro de la calidad de los servicios públicos sociales, la cancelación del trabajo como vía de acceso al bienestar,la profunda desigualdad ahora concentrada en las urbes, la promoción de una ética individualista y de modelos aspiracionales materialistas y la enorme corrupción y codicia que caracterizan a las clases económicas y políticas dominantes.

Después de treinta años la desigualdad se hace más evidente, la pobreza ha aumentado, la economía no genera suficientes empleos ni ingresos dignos para las familias; éstas han tenido que destinar más tiempo a la obtención de ingresos por cualquier medio, reduciendo los tiempos destinados atender las tareas de reproducción y socialización de los seres humanos.La discriminación socioeconómica, étnica, por sexo, edad, condición migratoria y orientación sexual impide la igualdad sustantiva. Los tejidos sociales, comunitarios e incluso familiares se han desmadejado por las migraciones, la destrucción de pequeñas actividades económicas, el crecimiento horizontal y segmentado de las urbes y los inhumanos desarrollos de vivienda que han surgido en todo el territorio nacional. Muchos niños niñas, adolescentes y jóvenes en este país han crecido en la soledad, en la desatención, con la ausencia de adultos educadores y ante la presencia de los medios de comunicación electrónica cuyo objetivo es desarrollar clientelas y mercados.

Los actores económicos, sociales, culturales y políticos públicos y privados que con su comportamiento, muchas veces abusivo y lleno de codicia, contribuyen al clima de violencias y al aumento de la delincuencia en México, son muchos. Por ello, las investigaciones diagnósticas propuestas por INCIDE Social incluyen tantos campos de análisis y buscan propiciar proceso de auto- reflexión sobre la medida en que cada uno de esos actores pudieran cambiar esos comportamientos y hacer una contribución para cambiar la violencia crónica en que estamos cayendo y hacer posible la convivencia pacífica y la justicia social en nuestro país.

Ahora bien para poder desarrollar estas investigaciones diagnóstico las principales dificultades metodológicas encontradas han sido las siguientes:

  1. La primera es la ausencia de una masa de investigadores sociales suficiente y adecuadamente distribuida en todo el territorio nacional. La incorporación de los diagnósticos como una de las líneas a ser financiadas con recursos del SUBSEMUN pretendía que los investigadores locales introdujeran el enfoque de violencias en el estudio y análisis de los campos de su especialidad. Como se mencionó desde INCIDE Social elaboramos un catálogo de instituciones locales o estatales, tanto universidades como centros de investigación, que ofrecían formación o desarrollaban investigacionesen ciencias sociales con el fin de que las autoridades municipales pudieran seleccionar a aquella institución que podría responder mejor a los requerimientos de la investigación. Lamentablemente muchas presidencias municipales optaron por otorgar los contratos a empresas consultoras y proveedoras de servicios policiales y de vigilancia o bien a familiares de los funcionarios municipales que no tenían ni la menor idea de la investigación social. Algunos investigadores especializados en consultorías en el campo de la seguridad policial cuestionaron la calidad académica de INCIDE Social al proponer dicho catálogo al verse en el riesgo de ser desplazados en el acceso a los recursos de este proyecto. En algunos pocos casos los diagnósticos si fueron realizados por centros universitarios y de investigación como el COLEF, la Universidad de Zacatecas, la Veracruzana, la de Tamaulipas, el CRIM, Chapingo, etc.

Desde INCIDE Social hemos logrado rescatar poco más de 80 diagnósticos municipales realizados en 2011 y 2012.

  1. Como consecuencia lógica de esta falta de investigadores sociales se encontraron muy pocos trabajos de investigación social y económica a nivel local, excepto para zonas históricamente privilegiadas en este sentido como son las fronteras, las zonas indígenas y algunos territorios donde existen universidades y centros de investigación social. Pensamos que estos diagnósticos permitieron explorar el desarrollo local reciente de ciertas ciudades y municipios importantes en forma sistemática,por primera ocasión.
  2. Una tercera dificultad metodológica fue la imposibilidad de que las autoridades municipales aceptaran que se realizaran diagnósticos por zonas metropolitanas. El ejemplo más dramático fue la Zona Metropolitana de Monterrey. Cada alcalde contrató su propio diagnóstico desperdiciándose una extraordinaria oportunidad para tener una visión de conjunto del desarrollo de esa ciudad.
  3. Otra dificultad es la ausencia de metodologías e incluso de trabajos de investigaciones sobre temas como capital social, medios de comunicación, y cultura de la legalidad.
  4. Hay una falta de información estadística a nivel territorial suficientemente desagregadaque permita documentar algunas problemáticas que requieren de investigaciones a profundidad. Las fuentes fundamentales de informaciónal nivel más desagregado geográficamente (municipios, AGEPs) continúan siendo los Censos de población, vivienda, económicos, etc. Esta ausencia se relaciona con el poco interés y por tanto, desarrollo de institucionalidad local productora de información estadística. La dependencia de la federación en la producción de información estadística se mantiene.
  5. Personalmente considero que la mayor dificultad metodológica se enfrenta cuando se abordan a profundidad algunos temas sociales por la falta de indicadores suficientes. La fiebre evaluadora que padece nuestro país en materia social plantea enfoques muy simplistas que conducen a sobre simplificar los indicadores estadísticos. Hay una especie de concepción de homogeneidad de los entes estudiados. Por ejemplo, se presupone que las familias están constituidas por padre madre e hijos y pertenecen al mundo de la vida privada. La violencia familiar afecta a las mujeres. Las familias mono parentales están encabezadas por mujeres.

Tres ejemplos: el estudio de las grandes transformaciones que en su estructura, composición y funcionamiento han experimentado las familias en México es más que imposible con los datos que se captan sobre las mismas y la forma en que se combinan. Provienen esencialmente del Censo de Población y Vivienda y de algunas encuestas demográficas.¿Qué ha ocurrido realmente con su composición? ¿Cuántas familias están formadas por abuelos y nietos o por niños y adolescentes exclusivamente? ¿Qué ha ocurrido con la distribución del tiempo total de trabajo del grupo familiar por tareas y con la distribución de las cargas de trabajo entre los miembros?¿Qué ocurre con la violencia doméstica? ¿Cuántas horas pasan los niños y adolescentes sin la presencia de un adulto? Las familias como agente socializador de los seres humanos no han sido materia de interés de los políticos, de los funcionarios públicos, ni de los congresistas. Hay un abandono institucional en la comprensión de sus cambios, de su papel fundamental y por lo tanto,para su atención con políticas públicas.

La información sobre capital social es precaria, insuficiente para entender su complejidad y sus procesos de cambio.Se piensa que la población mexicana no se organiza.

Otro tema con muy poca información se relaciona con el desarrollo y la estructuración de las ciudades y de las viviendas. ¿Cuántas viviendas se construyen al año en una ciudad o municipio? ¿Cuáles son sus características más alládel material de piso, techo y paredes?¿Cuántas personas y familias viven en ellas? ¿Cuánta accesibilidad tienen sus habitantes a transporte y a servicios comerciales, sociales, y urbanos? ¿Cuánto tardan las personas en trasladarse a sus escuelas, trabajos o actividades?

Uno de los temas que más nos ha preocupado es la poca investigación que se realiza en nuestro país sobre el papel de los medios de comunicación en la vida colectiva y personal, la influencia que tienen en la socialización de la infancia y la juventud, en la construcción cultural de los mexicanos. Fue realmente difícil encontrar investigadores que estén avocados al estudio de los medios de comunicación como agentes socializadores.

Las condiciones descritas conducen a tener que usar métodos cualitativos de investigación que si bien permiten descubrir cambios que están ocurriendo y nuevos fenómenos sociales y avizorar ciertas interrelaciones, dificultan conocer los órdenes de magnitud de estos cambios e interrelaciones por lo que hacer inferencias siempre es riesgoso. La única manera es encontrar en los informantes o grupos entrevistados respuestas que reiteran la presencia de una nueva situación o de cambios. Además, se entra al mundo de las percepciones y no de las evidencias concretas.

Sin embargo, siempre he tenido mis dudas sobre las personas y los investigadores que les adjudican a los indicadores cuantitativos un valor absoluto como evidencia incuestionable del avance o retroceso social. El indicador puede ser el mismo pero en fenómenos complejos, las condiciones pudieron haber cambiado sustancialmente. Pensemos en los indicadores de pobreza en términos de una línea de ingreso definida, los indicadores pueden mantenerse en el mismo nivel pero al venirse deteriorando la parte del salario social consistente en el acceso a servicios públicos gratuitos y por la tanto, la pobreza real haciéndose más aguda. Igual puede ocurrir cuando uno revisa el Coeficiente de Gini y encuentra cambios poco perceptibles, cuando el deterioro de las relaciones sociales producto de la sostenida desigualdad, que ahora se concentra en las urbes, estarse agravando.

Sabemos que los promedios suelen ser malos indicadores en sociedades tan desiguales como la mexicana y considero que también algunos indicadores cuantitativos sintéticos muchas veces son una pálida representación de la realidad pues se construyen a partir de muchas convenciones y concesiones.

Lo triste es que mientras tratamos de encontrar relaciones de causalidad para hacer más certeras las intervenciones de política pública y entender mejor la realidad, el nivel de barbarie que estamos viviendo continúa avanzando y transformándose constantemente. La creatividad criminal es enorme y encuentran nuevas formas para explotar y abusar de los demás. A su vez, la debilidad institucional por la pérdida del sentido del Estado de los funcionarios de gobierno y los partidos políticos dificultad la reconstrucción de instituciones confiables y eficaces, que permitan acabar con la corrupción y la impunidad.

[1] CONAVIM e INCIDE Social A.C. (2010); Orígenes de la Violencia en México, Foro Interdisciplinario, 235 pp.

[2]Jusidman, Clara y Almada, Hugo, (2007) La Realidad Social de Ciudad Juárez. Análisis social, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México, pp. 299-323

[3]CONAVIM, INCIDE Social A.C., el Colegio de la Frontera Norte (2012), La Realidad Social y las Violencias. Zona Metropolitana de Tijuana,Diagnóstico sobre la realidad social, económica y cultural de los entornos locales para el diseño de intervenciones en materia de prevención y erradicación de la violencia, 507 pp.

[4]CONAVIM, INCIDE Social A.C., CIESAS, ITESO (2012), La Realidad Social y las Violencias. Zona Metropolitana de Guadalajara,Diagnóstico sobre la realidad social, económica y cultural de los entornos locales para el diseño de intervenciones en materia de prevención y erradicación de la violencia, 432 pp.

[5]CONAVIM, INCIDE Social A.C., OPI, UACJ (2012), La Realidad Social y las Violencias. Ciudad Juárez. Diagnóstico sobre la realidad social, económica y cultural de los entornos locales para el diseño de intervenciones en materia de prevención y erradicación de la violencia, 432 pp.

 

[6]– Diagnóstico sobre la realidad social, económica y cultural de los entornos locales para el diseño de intervenciones en materia de prevención y erradicación de la violencia en la región centro: el caso de Aguascalientes, Aguascalientes. Disponible en http://conavim.gob.mx/work/models/CONAVIM/Resource/pdf/AGUASCALIENTES.pdf

 

[7]Incide Social, A.C. (2011), Nota metodológica para el Diagnóstico Territorial de las causas sociales de las violencia, 145 pp.Disponible en http://www.incidesocial.org/images/pdf/nota_metodologica_diagnistico_territorial_causas_sociales_violencias.pdf

 

[8]Incide Social, A.C. (2011), Catálogo de Instancias Ejecutoras para la realización de Investigaciones Diagnósticas sobre “Factores detonadores, de riesgo y contención de las violencias”. Investigadores, Centros de Investigación, Entidades Académicas y Organizaciones de la Sociedad Civil dedicadas a la Investigación.Disponible en

http://www.incidesocial.org/incide2009/images/pdf/Foro_violencia/2011/mapeocolegioscentros.pdf