Palabras de Clara Jusidman en el lanzamiento de la Fundación Porfirio Muñoz Ledo Nueva República

21/07/22

Me da mucho gusto participar en el lanzamiento de la Fundación Porfirio Muñoz Ledo, Nueva República, por dos razones fundamentales. La primera por ser una institución que permitirá recuperar y sistematizar los aportes de Porfirio Muñoz Ledo al desarrollo político, social e institucional, del país, así como a la política internacional y la segunda, porque la Fundación se constituirá en un centro de reflexión y construcción de opciones políticas, sociales y culturales para México en un mundo que está cambiando a una velocidad vertiginosa.

Conocí a Porfirio Muñoz Ledo durante la Comisión Nacional Tripartita, un evento de gran trascendencia para actualizar el pacto social entre el gobierno, las organizaciones obreras y las patronales convocado por el presidente Luis Echeverría en 1971. Este pacto le había permitido a México en las décadas previas, llevar a cabo un proceso de industrialización y la creación de un sistema dual de seguridad social.

Era necesario renovarlo y fortalecerlo mejorando las condiciones de vida de los trabajadores asalariados y sus familias ante el agotamiento del impulso económico previo.

Como producto del proceso de la Comisión Nacional Tripartita se crearon varias instituciones en beneficio del sector obrero. Destacan entre ellas el Instituto Nacional de Fomento a la Vivienda de los Trabajadores, el INFONAVIT, el Fondo Nacional para el Consumo de los Trabajadores, el FONACOT y el Comité Nacional Mixto de Protección al Salario de los Trabajadores, el CONAMPROST. Ese proceso continuó con la creación en 1975 del Instituto Nacional del Consumidor y de la respectiva Procuraduría y culminó con un aumento a los salarios mínimos del 23% en 1976, instruido por el presidente, frente a una devaluación del peso mexicano.   

Entre 1973 y 1976 la Secretaría del Trabajo experimentó cambios fundamentales ampliando sus funciones al fomento del empleo y la productividad, al desarrollo de capacidades profesionales de los trabajadores, así como a la investigación y formación de cuadros especializados en la administración del sector laboral.

Porfirio Muñoz Ledo como secretario del Trabajo y Previsión Social en esos años, estuvo detrás de los resultados de la Comisión Nacional Tripartita, de la creación de las instituciones de protección al consumo y de los fundamentales cambios a la Secretaría del Trabajo.  Cuando llegó Arsenio Farell como secretario destruyó todo y regresó a la Secretaría a su función de mediadora en los conflictos laborales, donde se encontraban sus intereses particulares.

En el gobierno de José López Portillo, Porfirio Muñoz Ledo pasó a ser secretario de Educación, pero por conflictos con un personaje oscuro y poderoso de esa administración, tuvo que dejar esa Secretaría.  Siempre he pensado que, de haber permanecido Muñoz Ledo como secretario de Educación, no tendríamos el desastre en la educación pública mexicana que actualmente experimentamos.

En esos años Porfirio me invitó a participar como directora técnica de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos argumentándome que en la Dirección General de Estadística donde estaba encargada de sentar las bases de la actual Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, no tendría posibilidades de crecer. Acepté su oferta, pero mi decisión se basó en la pérdida de interés del nuevo director de Estadística por ampliar y potenciar el campo de las encuestas por muestreo que apenas iniciaba en el país.

Desde entonces, que son casi 50 años, Porfirio me ha invitado a participar en diversas iniciativas que ha impulsado. Todas ellas con una especial visión de futuro y un compromiso con la construcción de capacidades estatales.

En ese sentido me invitó en 1994 a participar en un Comité Técnico que debía vigilar las auditorías al nuevo padrón electoral elaborado por el Gobierno de Carlos Salinas para remontar una de las mayores objeciones a las elecciones controladas desde la Secretaría de Gobernación, que era la calidad de las listas electorales que se utilizaban. Porfirio Muñoz Ledo estaba muy activo en el proceso de cambio de legislación electoral para arribar a la reforma de 1997 que finalmente “ciudadanizó” la realización de las elecciones a través de la creación del Instituto Nacional Electoral.

En 1999 me convocó al desarrollo de una Reforma del Estado cuando fue la elección de Vicente Fox. Como era en el contexto de esa candidatura, no acepté. Ahora reconozco que Porfirio fue el único que vislumbró la necesidad de contar con una estrategia clara de reforma del Estado una vez que se diera el cambio de partido en el poder.

Muchos habíamos participado en lograr ese cambio, pero no teníamos una propuesta para completar la transición. Lamentablemente se perdió una oportunidad histórica para el país debido a personajes del Gobierno de Fox que prefirieron no hacer olas, permitieron la sobrevivencia del PRI y desecharon la Reforma del Estado propuesta por Porfirio Muñoz Ledo y respaldada por 200 especialistas.

Acudo a esos recuerdos porque refieren a cuatro campos incluidos en las múltiples preocupaciones y acciones de Porfirio Muñoz Ledo en su larga y fructífera vida. 

Es fundamental estudiar a profundidad y entender el papel que jugarán esos cuatro ámbitos en el cambio de época que estamos viviendo: la educación y la formación de capacidades profesionales, los cambios en el mundo del trabajo, las modificaciones en las formas y niveles de los consumos y las estructuras políticas que deberán sustentar la reorganización del Estado y de la gobernanza global.

La velocidad de los cambios en materia tecnológica, resultado de las cuarta y quinta revoluciones industriales, están incidiendo en el contenido y la práctica de la educación, en los niveles y modalidades del consumo y en las ocupaciones, la organización y las relaciones laborales. Inclusive las formas de prestación de servicios públicos estatales están experimentando modificaciones aceleradas: la telemedicina, la educación por medio de plataformas y a distancia, el tipo de conocimientos y capacidades requeridas en el mundo del trabajo; las compras por medios de plataformas; la excesiva información sobre consumo distribuida en redes sociales. La riesgosa evolución de la inteligencia artificial. Estas tendencias están modificando profundamente los patrones de uso del tiempo, de ingreso y de gasto, de movilidad y de relaciones entre las personas y las familias. Las estructuras y las capacidades de las instituciones del Estado deberán actualizarse, modernizarse y hacerse accesibles en todo el territorio nacional.

Además del reto que significa anticipar esos cambios y sus posibles efectos para maximizar sus beneficios y minimizar sus daños, se vuelve indispensable convocar a diálogos en el territorio que conduzcan a un pacto social constitucional renovado, reiterada aspiración de Porfirio Muñoz Ledo y del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.

Necesariamente deberá actualizarse el pacto social ante la presencia de identidades que no han sido reconocidas hasta ahora en los pactos implícitos vigentes una vez que se abandonó y deterioró el pacto tripartito. Identidades con presencia poderosa como son las mujeres, los jóvenes, los pueblos originarios, las personas mayores, los defensores de derechos humanos y del medio ambiente, las identidades territoriales, entre otros, deberán ser convocados a diálogos donde sus requerimientos y derechos sean tomados en cuenta.

Este cambio de época y las problemáticas que estamos viviendo en México en materia de inseguridad, desigualdad, pobreza, discriminación, destrucción de capacidades estatales, polarización, mayores retrocesos en nuestra precaria democracia y riesgos climático y económico, demandan de centros de reflexión que, fundamentados en las capacidades de convocatoria, confianza y escucha, puedan aportar a la construcción de una nueva Constitución.

Es urgente avanzar en el cambio y actualización de las leyes, instituciones y prácticas políticas construidas a lo largo de 100 años por las élites económicas, sociales y políticas del país, en su propio beneficio. Ello demanda tener claridad en el proyecto de organización política que se requiere establecer, acordado por todos los sectores y estratos sociales en el territorio nacional.

La Fundación cuya creación hoy celebramos, permitirá recoger la visión sobre el futuro de Porfirio Muñoz Ledo, como político, intelectual y persona de estado y aportará importantes elementos para los debates.

Bienvenida la iniciativa y los mejores augurios.