En mi intervención, quiero iniciar con la exposición de varias situaciones que se presentan en los países de América Latina respecto de los derechos humanos:
1.- Las personas no tienen conciencia de que son sujetos de derechos humanos y que existen instrumentos desarrollados por la comunidad internacional, a lo largo de al menos un siglo, que reconocen la dignidad de todas las personas sin importar sexo, edad, origen, nacionalidad, religión, etnia, raza, orientación sexual, ideología, estatus económico, etc.
2.- Los Estados no asumen, ni cumplen sus obligaciones de respetar, proteger, garantizar y promover los derechos humanos, mismas que están establecidas en los instrumentos internacionales y regionales que han firmado.
3.- Ni la población, ni los Estados conciben que los derechos humanos son inalienables, interdependientes, universales, indivisibles y exigibles, es decir son para todos y todas, que no se puede proteger los civiles y políticos y vulnerar los económicos, sociales, culturales y ambientales o viceversa.
4.- La calidad de persona digna y de ciudadanía plena implica el goce de todos los derechos humanos independientemente del territorio donde las personas se encuentren
5.- La globalización impone nuevos retos al marco conceptual y político de los derechos humanos ante el debilitamiento de los Estados Nacionales como referentes centrales de la exigibilidad del cumplimiento de los derechos humanos.
6.- La vulneración de los derechos humanos de millones de personas en el mundo está adquiriendo nuevas modalidades por los avances científicos y tecnológicos y por la apertura de mercados, a la vez que se están recreando viejas formas que se pensaban superadas, como la esclavitud y la trata de personas.
7.- Que la persistencia y ampliación de la desigualdad y la ausencia de democracia y acceso a la justicia profundizan relaciones de subordinación entre élites económicas, políticas, religiosas y criminales respecto de millones de personas que viven en condición subordinada.
8.- Que el respeto a la dignidad de todas las personas y de sus derechos humanos significa un cambio cultural profundo que a veces, muestra avances y otras más como ahora, evidencia retrocesos.
A partir de estas premisas, y visto desde la óptica de lo que ocurre al nivel de las tendencias macrosociales, considero que el cine y video documental están haciendo un aporte fundamental en la visibilización, sensibilización y concientización acerca de la problemática de los derechos humanos y en la denuncia de las violaciones a éstos.
El cine y el video tienen la maravillosa facilidad de describir y mostrar contextos y documentar casos dentro de ellos que nos llevan a entender y a reflexionar que la no repetición de casos específicos de violaciones tiene una fuerte relación con la modificación de los contextos. Es decir, no depende de la conducta y del buen comportamiento individual y personal, sino del contexto favorable o desfavorable al respeto de los derechos humanos donde la persona se ubica. Refiere lo anterior a normas y valores dominantes, niveles de tolerancia, de impunidad, de corrupción, a la existencia y eficacia de las instituciones, a estructuras de poder, a los niveles de organización y participación ciudadana, a la cultura de la ilegalidad y a muchos otros elementos presentes en una sociedad, en una época determinada y que se convierten en caldo de cultivo propicios para la violación de los derechos humanos. La tolerancia a los feminicidios, a la pederastía, a la trata de personas, a la criminalización de la protesta social y a la limpieza social, la discrecionalidad en la aplicación de la justicia, la muerte de activistas civiles y sociales, los fraudes electorales, la precarización de las condiciones laborales de millones de trabajadores, ocurren en contextos sociales que requieren modificaciones profundas en varios ámbitos de las relaciones sociales, económicas, culturales, políticas, tecnológicas y científicas.
En una situación tan y crecientemente compleja cuáles son y podrían ser las aportaciones del cine y el video documental para modificar los factores económicos, sociales, culturales, políticos y religiosos que subyacen en la violación de los derechos humanos de las personas.
1.- Son un instrumento muy poderoso para que en un tiempo breve muestren un contexto y una situación individual o colectiva que deviene en injusticia, abuso, temor, enojo. Lo vimos con el caso de unos de los documentales ganadores en el 2008 del Encuentro de Contra el Silencio Todas las Voces que duraba sólo un minuto y mostraba la angustia previa a un desalojo de jóvenes.
2.- El desarrollo alcanzado por los medios audiovisuales y el crecimiento del acceso a los mismos permite una distribución y alcance masivo hacia los sectores poblacionales como las élites y las poblaciones de jóvenes.
3.- Se convierten en voces de las víctimas y contribuyen a la exigibilidad, a la justiciabilidad, a exponer y avergonzar, a proporcionar evidencias, a recrear las realidades injustas.
4.- Permiten también crear conciencia sobre conductas y actitudes personales que violan o contribuyen a la violación de derechos humanos en la vida cotidiana: en las familias, las escuelas, los lugares de trabajo, las instituciones públicas, los espacios públicos, en general. Nos hacen concientes de que en nuestra cotidianeidad nos volvemos perpetradores de violaciones a la dignidad de las personas: maltrato y desprecio a los cuerpos de seguridad, invisibilización de personas de mantenimiento y limpieza, distintas formas y expresiones de violencia intrafamiliar, maltrato entre profesores y alumnos, prepotencia y discriminación de “servidores públicos” hacia la población que deben atender; acoso sexual, violaciones en el tráfico de automóviles, maltrato a las poblaciones de servicios personales, etc. Todas esas pequeñas conductas cotidianas en las relaciones con otros, donde constantemente violentamos derechos y percibimos la vulneración de los nuestros.
5.- Son una poderosa herramienta para inducir el indispensable cambio cultural que se necesita para hacer de los derechos humanos un mapa de ruta para la evolución de nuestras sociedades.
En razón de lo anterior considero que el video y el cine documental podría contribuir a varías tareas que se deberían impulsar:
1.- Concientizar a las élites económicas, políticas y religiosas sobre qué son los derechos humanos y cómo en lo cotidiano ellas los están violando al explotar a sus trabajadores, pagándoles mal, al abusar de los consumidores con precios injustificados, al entregar productos de mala calidad y riesgosos, al ejercer de manera discrecional su poder, al imponer creencias religiosas como normas sociales, al denostar desde el púlpito a ciertas personas o grupos o al promover valores que no honran con sus conductas.
Es decir, ponerlos frente a sus inconsistencias, sus abusos, su imposición, su corrupción y su ausencia total de compasión.
2.- Concientizarnos a todos y todas sobre conductas cotidianas, que pensamos insignificantes y menores, pero que conllevan a la violación de los derechos humanos de terceros. Antanas Mokus quien fuera en dos ocasiones alcalde de Bogotá y ahora está contendiendo por la Presidencia de Colombia, utilizo modalidades novedosas y creativas para mostrar a los habitantes de esa ciudad las pequeñas violaciones que cometían al transitar por la ciudad haciendo que ante ellas otros ciudadanos mostraran tarjetas de premiación o sanción, o una zanahoria, que mimos y payasos se convirtieran en agentes de tránsito, por ejemplo. Mokus y varios otros alcaldes de ciudades de Colombia, produjeron cambios culturales profundos con medidas creativas e inteligentes que abatieron los altos niveles de violencia que caracterizaban a Bogotá o a Medellín.
De la serie de videos que me toco dictaminar como jurado en el Encuentro de 2008 de Contra el Silencio Todas las Voces, el que más me impactó fue un video de Brasil donde una alumno de la facultad de Psicología decide ponerse el uniforme del personal de limpieza de su Facultad y empezar a hacer tareas de aseo entre sus compañeros. El resultado es que nadie lo saluda pues el uniforme lo invisibiliza, así se transforma por su uniforme en un individuo que no merece ser reconocido, identificado, saludado.
En las urbes no saludamos, ni sonreímos a los seres humanos que encontramos a nuestro paso; no vemos a los policías, los carteros, los recogedores de basura, mucho menos platicamos con ellos; al subirnos a un autobús no saludamos al chofer, tratamos de subirnos antes que los demás, no concedemos el asiento a otros con mayor necesidad física, los adultos mayores nos volvemos invisibles y que decir de los pobladores indígenas o pobres.
La vida en las ciudades a pesar de la cercanía territorial, nos ha alejado cada vez más de nuestros congéneres. Tenemos miedo y desconfianza y nos aislamos. Se genera resentimiento, se acrecientan las distancias y se motivan las revanchas, por una espiral de agravios pequeños, sostenidos, continuos, que a veces concluyen en violencia.
Creo que el video y cine documental podrían contribuir a una revolución cultural en las conductas cotidianas al hacer concientes a las personas de sus malas actitudes frente a otros.
3:-Finalmente, continuar siendo las voces de todas las víctimas y grupos excluidos a quienes sistemáticamente se les niega el acceso a la justicia y que no tienen acceso a contar sus historias en los medios de comunicación masiva, concentrados por poderosos grupos económicos; ni tampoco conocen ni usan las modernas redes sociales; algunos inclusive manejan lenguas y desconocen el castellano.
Las posibilidades de los documentalistas de traer desde muy diversos territorios las muestras del abandono, de la precariedad de la vida, de la permanente injusticia y violación de derechos por los caciques y grupos locales de poder, de la violencia doméstica, de la indefensión e incertidumbre de muchos jóvenes, por ejemplo, a las entrañas de los centros de poder nacionales e internacionales, imposibilitan el continuar siendo sociedades donde no pasa nada y van ayudando a construir una conciencia de que o se cambia la profunda desigualdad, la exclusión, la discriminación, la pobreza y la negación y discrecionalidad en la aplicación de la justicia o el riesgo es convertirse en sociedades fallidas como nos está ocurriendo en mi país donde cada vez hay menos Estado y cada vez más violencia y delincuencia y una creciente violación de los derechos humanos sin consecuencias.
4.- En México estamos viviendo momentos críticos y de enorme tristeza y miedo. Pienso que los documentalistas también podrían contribuir a renovar la esperanza encontrando y mostrando situaciones e historias que nos hacen evidente que otro mundo es posible, pequeñas experiencias de solidaridad, de convivencia respetuosa, de sociedades que se apegan a la Ley, de niños y jóvenes que crecen y viven sin miedo porque tienen una sociedad de adultos que los protege y se preocupa por ellos, de mujeres que transitan en los espacios públicos y regresan a sus casas sin el temor de ser violentadas y agredidas por su condición genérica; de personas que ayudan y defienden a los migrantes que transitan por territorios cada vez más peligrosos; de legisladores que promueven legislaciones que ampliarán la exigibilidad y justiciabilidad de los derechos humanos; de experiencias exitosas como las de Palermo, Bogotá y Medellín donde se dio un salto cualitativo en el deterioro social; de ciudades donde se respetan los usos del suelo y conviven personas diversas en espacios con usos mixtos; donde las viviendas se construyen para los seres humanos que las habitarán y no para obtener inmensas ganancias, en fin donde se respetan los derechos humanos de todos y todas y es posible tener una vida buena.
Pero destacando cuáles son las aportaciones que las personas involucradas en esas experiencias tuvieron que hacer, las trayectorias que se tuvieron que seguir para lograrlo, de manera que vayamos entendiendo que somos sólo nosotros los que podemos cambiar las cosas participando, organizándonos, exigiendo colectivamente, revocando mandatos, proponiendo, en fin, impidiendo que los abusos, la impunidad y la corrupción continúen carcomiendo los debilitados cimientos de un edificio que está a punto del colapso.