Comentarios de Clara Jusidman a los textos presentados en INDESOL

 

Capital Social y Organizaciones de la Sociedad Civil

  1. Investigación de BISAC que es una A.C. y que fue financiada con recursos del Fondo de Coinversión
  2. Basada en el análisis de los resultados de una encuesta a una muestra de 31 organizaciones de la sociedad civil extraída de un universo de 142 organizaciones del Distrito Federal que presentaron proyectos para acceder al FCS en 2009, 2010 y 2011
  3. El informa presentado por la organización contiene un capítulo donde se discuten los enfoques sobre capital social fundamentalmente de Putman, Coleman y Bordieu y se incluyen las definiciones de CEPAL y del Banco Mundial,
  4. Los autores construyen el siguiente concepto de capital social para los propósitos de su investigación: El capital social es la capacidad que tienen las unidades de análisis (individuos, grupos, comunidades, estados) de acceder a recursos escasos (como recursos monetarios y financieros o capital económico; reconocimiento social, prestigio, autoridad, distinción o capital simbólico; e información, conocimiento, destrezas técnicas, o capital cultural) gracias a que pertenecen a redes, estructuras, grupos, instituciones o vínculos sociales.
  5. Es decir los autores optan por tratar de medir el capital social en o de las OSC participantes en el PCS del INDESOL del año 2009 a 2011 y no la proporción del capital social general que representan o aportan las OSC como “instituciones y organizaciones que promueven la confianza y la cooperación entre las personas, las comunidades y la sociedad en su conjunto, si asumimos la definición de CEPAL”
  6. Parece entonces que en su definición los autores se acercan más al concepto de capital social de Bordieu que entiende a este como el conformado por los recursos de diversa índole que pueden ser movilizados por los actores en función de la pertenencia a diversas redes sociales, agrupaciones y organizaciones.
  7. Al leer el análisis de los resultados de la encuesta parecería que lo que  quieren explicar o entender los autores es cuáles es lo que llaman capital social, que poseen las OSC que acceden a fondos del PCS en comparación con aquellas que no acceden. Desde mi personal óptica, se trata más de las capacidades y recursos que ponen en juego para obtener recursos de PSC. Es decir, qué hace la diferencia entre las que acceden y las que no acceden a esos fondos. Las recomendaciones finales del trabajo tratan de proponer a las OSC qué características deben tener para ser ganadoras de recursos del PCS.
  8. Colocan un énfasis particular en investigar y explicar quiénes son las personas o grupos que diseñan los proyectos que van a someter las OSC a las convocatorias de INDESOL, cuáles son sus niveles de formación y en dónde estudiaron, si pertenecen o no a la organización, qué hacen las organizaciones cuando esos “especialistas” no están pues supongo que una de las hipótesis de trabajo es que el acceso a fondos del PCS depende en gran medida de la calidad de los proyectos que se presentan.
  9. Algunas preocupaciones emergen a lo largo de la lectura del texto y que pretendo comentar por la utilidad más general que significan los conceptos y las interpretaciones equivocadas sobre el mundo de las OSC.
  • Una primera preocupación se relaciona con el nivel de conocimiento que tienen los autores sobre la diversidad que existe entre las organizaciones de la sociedad civil, por ejemplo, parecería colegirse que para las OSC es fundamental o central el obtener los recursos del PCS y no se investigan a profundidad las diversas fuentes de financiamiento que pueden tener y la importancia que adquieren los recursos del PCS dentro de los recursos totales a los que acceden. No parece entenderse que las OSC pueden tener varios proyectos financiados por diferentes fuentes.
  • Este ejemplo se observa en el análisis de otras variables donde las respuestas de las OSC no llevan a una única respuesta sino que pueden ser múltiples, es decir no es una sola fuente de financiamiento, pueden ser varias, los proyectos no los elabora una sola persona o grupo sino que puede haber un proceso en el que participan varias instancias de la organización, los diseñadores pueden haber estudiado en varias universidades y tomado varios cursos de capacitación. Esto los lleva en algunos de los cuadros que presentan como es el 20, a incluir las combinaciones posibles de universidades donde estudiaron las licenciaturas y o el cuadro 34 que registra a los actores con los que la OSC participa comúnmente tiene 18 combinaciones posibles; entonces la información y el análisis se vuelven irrelevantes pues la muestra de sólo 31 casos se les distribuye muy ampliamente.
  • Extraña un comentario que dice “Sobresale que el 100% de las organizaciones entrevistas tienen una constitución legal” No podría ser de otra manera pues el universo de 142 OSC para seleccionar las 31 a estudiar se toma de aquellas OSC que presentaron proyectos para acceder al PCS y un requisito es que estén legalmente constituidas. En las recomendaciones le sugieren en consecuencia a las OSC que asuman una constitución legal.
  • Los autores parecerían entender a las OSC sólo como organizaciones que proporcionan servicios a terceros y les preguntan sobre cuántas filiales tienen y a cuántos beneficiaros atienden y las valoran de acuerdo al número de beneficiarios que atienden señalando que sólo tres de las incluidas en la muestra tienen capacidad para atender a más de 1000 beneficiarios mensualmente. En las recomendaciones terminan sugiriéndole a las OSC que para ser ganadoras es mejor que no tengan filiales.
  • Insistiría en el tema de diversidad de las OSC Si bien una proporción importante proporciona servicios de asistencia social y tiene claramente beneficiarios, otras se dedican a atender pocos casos complejos por ejemplo, de víctimas de violación de derechos humanos en el que cada caso demanda de muchos recursos y tiempo de las OSC para sacar adelante la reparación del daño, el acceso a la justicia y a la verdad. Los beneficiarios -en esa vaguedad del término- pueden ser considerados como los que tomaron un taller de un día o asistieron a una conferencia de dos horas, las personas atendidas en consultorios médicos ambulatorios o los enfermos crónicos atendidos en hospitales de las organizaciones o los niños o niñas víctimas de abuso sexual a los que la organización les brinda apoyo jurídico, social, económico y psicológico. Es decir, el tipo, el esfuerza y la calidad de la atención difiere aun en aquellas que ofrecen servicios y cuentan con beneficiarios.
  • Pero existimos muchas organizaciones que no podemos responder a la pregunta de a cuántos beneficiarios les llegan nuestra actividad pues nos dedicamos a promover e incidir en políticas públicas, a investigar, a apoyar el desarrollo de legislación y la construcción de instituciones públicas, a observar y vigilar elecciones, a participar en instancias públicas de deliberación, a acusar y evidenciar la corrupción, la violación de derechos humanos entre ellos los ambientales o el abuso de las compañías mineras, a exigir acceso a la información y transparencia, etc. La gran pregunta es cómo podemos estimar la población beneficiada por esas actividades cívicas y que hacen más al aporte de las organizaciones como entidades que representan el capital social por que derivan de la confianza, la solidaridad, el apoyo y las redes que logramos construir las OSC.
  1. Otro concepto igualmente vago en el caso de las OSC es el de integrantes debido a las diferentes formas de organización y actividades de las mismas. Hay OSC cuyos integrantes serían en estricto sentido un grupo pequeño de consejeros que contratan a un número variable de personas para que se hagan cargo de los proyectos o le pagan a una pequeña estructura formada por trabajadores de la organización. Me parece que ha sido muy poco analizado el funcionamiento variado de las OSC y que muchas veces se consideran como asociados o integrantes personas que participan en el trabajo de la organización por que fueron contratados y reciben un sueldo. Este debe ser el caso más frecuente entre las organizaciones que brindan asistencia social. Así al responder a la entrevista ¿qué es lo que se está contabilizando como integrantes de la organización?
  • Lamento decir que las recomendaciones finales del trabajo me parecen poco fundadas, en algunos casos irrelevantes pues hay supuestos de causa efecto insostenibles y menos con una muestra tan pequeña de casos. Por ejemplo sugerir cual es el número de beneficiarios que hay que tener para tener más probabilidades de obtener recursos del PCS o el tener o no filiales.
  • Finalmente me parece que los autores olvidan el contexto externo, los números y las distribuciones de los universos de las OSC que son los que en última instancia frecuentemente llevan a los resultados que ellos encuentran. Es decir, hay más AC que IAP y SC y por lo tanto hay mayor probabilidad de que las organizaciones que analizan sean AC.
  • Sinceramente sugiero una revisión y evaluación cuidadosa del trabajo si es que se tiene interés en publicarlo.

La acción solidaria de los mexicanos una aproximación CEMEFI ENsAV 2005 y 2012

El segundo texto presentado el día de hoy es un documento de divulgación, bien escrito y accesible al lector en torno a la importancia, el tamaño y los ejercicios de medición de las actividades solidarias en México y en varios países del mundo. Contiene una introducción clara sobre el sentido del documento elaborada por Jorge Villalobos, Director de CEMEFI y es seguido por cinco capítulos formulados por diferentes autores que llevan ya varios años colocando en la agenda pública la importancia de dichas actividades por su contribución al bienestar y generación de vínculos y por el potencial que representan en nuestro país de contarse con políticas de promoción que lo apoyen.

Desde el inicio se destaca que los ámbitos donde principalmente se concreta esa actividad voluntaria son las iglesias, las escuelas y la comunidad o barrio. A lo largo del texto se define que se trata de acciones de voluntad libre, sin fines de lucro y en beneficio de terceros y que aparecen en materias como involucramiento en la atención de desastres, producción de bienestar y en resolución de conflictos, como ejemplos destacados. Que INEGI estimo para 2010 en México un total de 1,235,000 voluntarios, que el 76% de los mexicanos realizan acciones voluntarias a favor de terceros y que lo hacen en promedio 2.5 veces al año.

Dentro de los capítulos del texto Jacqueline Butcher en Dimensiones y cuantificación de las actividades solidarias en México: importancia y experiencias internacionales de medición enlista y describe brevemente documentos importantes de N.U. y de la OIT hace un recuento como lo hacen otros capítulos, de los esfuerzos de medición y de las fuentes que esclarecen aspectos sobre las actividades voluntarias en México como es la encuesta realizada por CEMEFI (ENCUP) y analizada por Gustavo Verduzco y la misma Jacqueline del 2005, los trabajos y encuestas realizadas de Layton y Moreno (ENAF 2005 y 2008), la Encuesta Nacional de Capital Social de 2006 de SEDESOL/PNUD y los esfuerzos realizados por el INEGI para medir el aporte al PIB de las actividades voluntarias y filantrópicas dentro de una subcuenta del Sistema de Cuentas Nacionales.

En el capítulo denominado el voluntariado en México: Marcos Teóricos y Experiencias nacionales de medición en un texto breve Lorena Cortés Vázquez realiza una discusión sobre el concepto de capital social indicando que de acuerdo a algunos autores si este concepto no incluye el facilitar el acceso a otros recursos no es más que otra palabra para referirse a relaciones y redes sociales. Enlista las cinco fuentes fundamentales en México para acceder a información sobre participación, capital social y voluntariado: la ENCUP, la ENCASO, la ENAP y la ENSAF.

En el capítulo cuarto escrito por Pablo Parás García y Lorena Cortés principales encargados del levantamiento de la ENSAF 2012 se hace una explicación clara del método de muestreo polietápico adoptado para seleccionar los hogares a ser incluidos en la muestra y posteriormente a las personas a ser entrevistadas, así como la capacitación y supervisión de los encuestadores que realizaron las 1600 entrevistas, después de enfrentar un nivel de 55 % de rechazo de personas contactadas.

En el siguiente capítulo Gustavo Verduzco realiza una exploración inicial de los resultados de la Encuesta Nacional de Solidaridad y Acción Voluntaria en México 2012. Parte narrando las experiencias y resultados sobre la acción voluntaria en Alemania, Canadá y Estados Unidos destacando los hallazgos más relevantes por grupo de edad, sexo, nivel educativo y tipo de actividad voluntaria y la proporción de población total y de horas promedio que destinan a dicho trabajo. Esto con el propósito de proporcionar elementos comparativos con los resultados obtenidos en México.

Del análisis de primeros resultados de la Encuesta del 2012 se destaca un aumento de la participación voluntaria de la población de 15 años y más que alcanza al 76% cifra que se compara favorablemente con la de otros países; se detecta una participación más alta de las mujeres que forman el 53% de la actividad voluntaria; por regiones, la región centro que incluye al D.F. y al Estado de México muestra niveles bajos de participación voluntaria (68%) a diferencia de la sur y la centro occidente que son más altas (80%). Verduzco reitera que los ámbitos de acción voluntaria principales continúan siendo las escuela, la iglesia y el barrio o comunidad encontrándose un crecimiento de las acciones voluntarias que se concreta en las escuelas, respecto a lo encontrado en el 2006.

Las mujeres participan más en actividades de cuidado de los niños, de salud y religiosas y los hombres en actividades voluntarias de la colonia y en las deportivas; por estratos socioeconómicos los de alto nivel aplican su trabajo voluntario a actividades religiosas y al cuidado de salud y de niños que pudieran estar comprendidas en actividades de beneficencia en cambio los estratos bajos y medios lo hacen respecto a la escuela y a actividades relacionadas con medio ambiente y cultura.

 

Verduzco va planteando a lo largo de su capítulo algunas hipótesis a comprobar a partir de los primeros hallazgos en la Encuesta como para profundizar y buscar algunas explicaciones causales de los resultados; por ejemplo sugiere que en México el trabajo voluntario en las escuelas es mayor que en otros países por la precariedad en que se encuentran las mismas y por la necesidad de seguridad y vigilancia que ha aumentado y que demanda que los padres estén presentes y apoyen la entrada y la salida de los niños y niñas.

Por su parte Pablo Parás intenta hacer una exploración empírica de lo que lleva a las personas a ayudar a otras. En promedio los mexicanos realizan 2.5 acciones voluntarias por año, 25% no realiza acción alguna y otro 25% realiza cuatro y más acciones al año.

Parás sostiene que existe una relación entre las acciones voluntarias que se detonan y la existencia de ámbitos e instituciones que permitan concretarla y se pregunta si habría la cantidad de donaciones si no existiera la Cruz Roja o el Teletón. Es decir, podría uno deducir que si el sector voluntario organizado como estructura que alberga este tipo de actividades, se hiciera más visible y ofreciera opciones para aportar trabajo voluntario posiblemente aumentaría la participación de la población en actividades voluntarias.

Calcula un índice de acciones voluntarias teniendo como fundamente la lista de 23 posibles acciones voluntarias y con el ratifica el hecho de que se da una mayor participación voluntaria en el ámbito escolar comparativamente con el religioso y bastante menor en lo comunitario, donde encuentra que el 75% de los mexicanos no realizan ninguna actividad voluntaria. Este sólo dato puede ser de enorme utilidad para los diseñadores de políticas de prevención social de las violencias y la delincuencia que están basando mucho la estrategia en la activación del espacio público como detonador de reconstrucción de tejido social. Es decir, tendrán que definir medidas más potentes para atraer a la población hacia la participación en actividades en ese espacio público, pues la expectativa es que sean las propias comunidades las que lo mantengan en actividad y vivo.

Mediante el índice AVA Parás realiza un análisis estadístico a nivel del individuo y como conclusiones ratifica algunas de las cuestiones ya planteadas por Verduzco en el sentido, de que son las mujeres las que más participan en acciones voluntarias, así como las personas en edades medias, a mayor ingreso y mayor escolaridad mayor participación, las zonas rurales y el sur como la región con mayores acciones voluntarias y el mayor aporte de acciones voluntarias de aquellos que se sienten amenazados en su seguridad

Al desarrollar otros cuatro índices con base en los datos de la ENSAF 2012 Parás encuentra que parecería existir un avance progresivo en la proporción de personas que se involucran en acciones voluntarias, que tres cuartas partes de las personas no pertenecen a agrupaciones y que 66.6% no reciben apoyos ellos mismos pero que en cambio si tres cuartas partes de la población dona.

Procede a utilizar modelos matemáticos para tratar de determinar por qué las personas ayudan a otras personas y encuentra que las personas que ayudaron anteriormente continúan ayudando es decir quién aprendió o se socializó ayudando continuará haciéndolo; que quienes participan en agrupaciones son más activos.

Con modelos de interrelación más complejos Parás corrobora que las variables explicativas de la participación en acciones voluntarias tienen que ver fundamentalmente con la experiencia previa de haber participado, con la pertenencia a agrupaciones, con el donar y haber recibido donativos.