El número de personas y familias afectadas por las violencias en México está creciendo aceleradamente y exige una revisión profunda de los muchos y desintegrados programas sociales que se han venido aplicando, centrados principalmente en la reducción de la pobreza o en brindar asistencia social.
La criminalidad y la delincuencia nos están obligando a voltear a ver cómo restituimos o construimos las capacidades personales y sociales que permitían ejercer un control social sobre los conflictos y enfrentar las amenazas de manera que la vida social transcurra esencialmente de manera pacífica. Por ello estamos preocupados por el tejido social.
Es reconocer qué el tejido social compuesto por las relaciones de reciprocidad, solidaridad y protección de los seres humanos en los ámbitos familiares, escolares, del trabajo, religiosos, comunitarios, vecinales y de las organización civiles, sociales y políticas, se ha venido fracturando como consecuencia de cambios muy rápidos de la tecnología y de los mercados.
La flexibilidad y la incertidumbre que caracteriza a los mercados provocan una gran inseguridad en las personas respecto de su trabajo, sus ingresos y su patrimonio. Determinan su creciente movilidad en el territorio y van aislando al individuo o encerrándolo en su núcleo familiar básico.
Muchas personas ya no se mantienen por largos periodos en los mismos trabajos, en las mismas zonas de vivienda, en las mismas escuelas; migran y se mueven en búsqueda de mejores oportunidades de ingreso y de trabajo.
La ruptura del tejido social coloca en mayor riesgo a aquellos grupos de población que se encuentran en proceso de crecimiento y desarrollo y que requieren del cuidado y de la protección de otras personas como son los niños y las niñas, los y las adolescentes y jóvenes. Las mujeres que muchas veces se ven limitadas en su crecimiento, se vuelven también un grupo en riesgo.
Los necesarios esfuerzos para fortalecer el tejido social demandan de acciones de diversa índole al menos en cuatro contextos:
- Un primero y fundamental refiere a la preservación y protección de aquellos espacios donde aún se mantiene un importante tejido social, que protege y da seguridad a las personas que participan de sus beneficios. Significa impedir que acciones de los gobiernos o de agentes privados atenten contra la vida comunitaria, contra las actividades económicas e inclusive religiosas y culturales que dan sustento a ese tejido social y generan fuertes identidades. Es el caso de las comunidades y pueblos indios crecientemente acosadas para sustraerles sus recursos, afectar sus usos y costumbres o destruir sus sitios sagrados.
- Otro esfuerzo tendría que orientarse a apoyar la absorción positiva de cambios en comunidades que teniendo un fuerte tejido social se están viendo afectadas por nuevas actividades económicas, por el ingreso de poblaciones migrantes, o la emigración de ciertos grupos de población como son los jóvenes.
- Un gran reto radica en desarrollar tejido social en comunidades formadas por personas provenientes de diversos territorios, distintas experiencias de trabajo, o niveles socioeconómicos como ha sucedido en ciudades de gran atracción de migrantes, o en los enormes desarrollos de vivienda que han proliferado en todo el país.
- Finalmente, el problema se concentra en como recomponer, fortalecer o desarrollar tejido social en territorios afectados por la violencia criminal y delincuencial. El fortalecimiento de tejido social desde una visión de contención de las violencias, significa que las personas se conozcan, desarrollen confianza y construyan solidaridades que les permita realizar en forma colectiva actividades de mutua protección, de apoyo ante eventualidades y de resistencia frente amenazas. Ello demanda de experiencias y vivencias compartidas, de espacios de encuentro, de un apoyo decidido a la organización y a la asociatividad y de actividades que empoderen a los ciudadanos.
No basta construir escuelas, centros de desarrollo social, espacios públicos, centros recreativos o deportivos lo importante son las actividades que se organizan en su interior, contar con un estrategia hacia objetivos muy claros para que estas se integren y no resulten en eventos inconexos y la disponibilidad de promotores y facilitadores que entiendan muy bien el proyecto y sus propósitos.