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La Cruzada contra el hambre en el Distrito Federal o una estrategia para garantizar el derecho a la alimentación suficiente, de calidad e inocua.

 

Quisiera en este comentario destacar varias cuestiones que considero importantes para la concreción de una Cruzada contra el hambre adecuada a las condiciones del Distrito Federal. En primer lugar quisiera referirme a cómo interpreto personalmente con la poca información pública disponible en qué consiste la Cruzada Nacional contra el Hambre y cuáles son sus déficits y riesgos. En segundo lugar destacaré la especificidad de la situación alimentaria en el Distrito Federal y finalmente a partir de ello compartiría una reflexión sobre las necesarias vías para enfrentar esa compleja situación en la Ciudad de México, teniendo en consideración los programas que se han puesto en práctica desde hace muchos años al nivel federal y otros generados en las últimas administraciones locales y que se concretan en el territorio del D.F..

La Cruzada contra el Hambre

Las características que encuentro de lo hasta hoy conocido sobre la Cruzada contra el Hambre son las siguientes y espero que el Dr. Aberlado Avila abunde o me corrija.

  1. Se trata de una estrategia dirigida realmente a abatir los índices de pobreza extrema para que cuando llegue al año 2015 y se evalúe el desempeño de los países en el cumplimiento de los Objetivos del Milenio, México pueda demostrar que hizo un esfuerzo reconocible y abatió sus niveles de pobreza extrema.
  2. Que el nombre elegido para la estrategia fue una cuestión más mediática que efectivamente representativa de lo que se deseaba hacer pues abatir la pobreza extrema tiene muchos más componentes que sólo reducirá las carencias en materia alimentaria.
  3. Esto se corrobora cuando la estrategia consiste en alinear 70 programas ya existentes en 11 dependencias del Gobierno Federal, con presupuesto asignado para el 2013. Muchos de estos programas tienen poca relación con el combate al hambre o siquiera con el abatimiento de la pobreza extrema como son a modo de ejemplo, los programas de “Fortalecimiento de la Infraestructura Bancaria” o el de “Apoyos para la inclusión Financiera y Bancarización” que se encuentran entre los 17 programas que la Secretaría de Hacienda y Crédito aporta a la Cruzada.
  4. Uno podría entonces interpretar que la intención es alinear territorialmente esos 70 programas para que canalicen sus recursos hacia los 400 municipios y localidades seleccionadas por la Cruzada y en donde se localizan los 7.8 millones de personas que es la población objetivo de la estrategia. Tres preguntas surgen si esto es así: ¿qué tan pertinentes son muchos de esos programas para realmente abatir la pobreza extrema o abatir el hambre en los ámbitos territoriales seleccionados? Por ejemplo sólo 30% de ellos son aplicables en áreas urbanas, el resto corresponden al ámbito rural. Otra pregunta ¿Qué tanto podrán ser transformados esos programas para responder a las necesidades efectivas de las comunidades por atender? ¿Qué ocurrirá con las comunidades que anteriormente recibían los beneficios de esos programas y que no están incluidas entre las seleccionadas por la Cruzada? Es decir, en qué medida se jala la cobija hacia unos para descobijar a otros, pues en realidad no se está ampliando el tamaño de la cobija. El tema de fondo es que tanta flexibilidad hay en los objetivos, los contenidos, los usuarios o beneficiarios y los territorios de aplicación de esos programas. O como en la Estrategia Todos somos Juárez se llega a las comunidades con un menú de programas preestablecidos que nada o poco tienen que ver con las necesidades efectivas de las comunidades.
  5. Ante preguntas formuladas a la Secretaria de Desarrollo Social y frente a las solicitudes de información por vía del IFAI sobre el presupuesto asignado a la Cruzada, las respuestas han sido reiteradas en el sentido de que no hay un presupuesto específico y que lo que se usa, aún para las labores de articulación y concertación de la estrategia, son recursos que ya estaban asignados a las dependencias e instituciones.
  6. Es decir, la Secretaría de Desarrollo Social ha quedado encargada esencialmente de articular actores institucionales públicos federales, estatales y municipales y a actores no estatales: privados y sociales para combatir la pobreza extrema en municipios seleccionados. Sus únicas herramientas concretas y directas para operar son los 14 programas del Ramo 20: Desarrollo Social bajo su responsabilidad. Incluso algunos de estos programas traen compromisos inerciales adquiridos que no podrán ser redireccionados territorialmente como son los casos de la Pensión para Adultos Mayores o el Programa de estancias infantiles para apoyar a madres trabajadoras o incluso, el mismo Oportunidades. Es decir, aún en los programas directamente bajo la responsabilidad de la SEDESOL lo único aplicable a la Cruzada será el remanente o el incremento anual que aún no fue comprometido con beneficiarios específicos.
  7. En este contexto es posible sostener que aquellos programas o planes cuya estrategia principal es coordinar, articular y alinear las intervenciones de múltiples actores públicos, privados y sociales históricamente han estado destinados al fracaso en nuestro país y creo que ocurre lo mismos en otros países de acuerdo a una nota de la Representación de la FAO, donde señala que “la corresponsabilidad, anunciada como una de las cuatro características de la Cruzada, no solamente tiene que considerar la coordinación horizontal entre las entidades de gobierno, sino también una coordinación vertical, desde lo federal hasta lo local. Este elemento constituye un verdadero cuello de botella para la Cruzada, dado que la traducción en lo local de políticas intersecretariales siempre ha sido un reto difícilmente superable para los programas rurales de todos los países. Los mecanismos concretos de coordinación intersecretariales y entre niveles de gobierno, no solamente requieren mejorías sino procesos de reingeniería completa en las que los compromisos establecidos sean sujetos a una supervisión firme y transparente por parte de órganos públicos externos” (http://coin.fao.org/world/mexico/Noticias/notas_de_opinión.html
  8. Otra de las características anunciadas de la Cruzada la participación comunitaria también fue objeto de una observación de la FAO en el sentido de “que los niveles de participación en regiones de extrema pobreza son sumamente distintos de las estrategias organizativas que pueden implementarse en zonas económicamente dinámicas, y requieren de metodologías complejas basadas sobre un entendimiento profundo de la realidad local” (op. cit) Advierte asimismo que “La motivación y la participación de una población históricamente beneficiaria de subsidios sociales y mantenida en permanente pobreza no son automáticas” La pregunta es ¿con qué recursos humanos, con qué metodologías, en cuánto tiempo y en torno a que objetivos la Cruzada va a poder lograr la participación de los habitantes más pobres del país si no tiene presupuesto para contratar promotores comunitarios, por ejemplo?
  9. Por último respecto al contexto y la estrategia general de la Cruzada contra el Hambre, no quisiera dejar de señalar que además de la ausencia de un presupuesto específico, la Cruzada salió sin un ingrediente fundamental que si estuvo presente cuando el Presidente Lula dio inicio al programa Fame 0 o en el año 90 cuando se recuperó la democracia chilena. Se trata de una decisión y una política de mejoría de los salarios mínimos. En el caso mexicano la actual administración se negó a revertir la lamentable tendencia a la baja que desde hace cerca de 40 años observamos en los niveles de salario mínimo fijados por la obsoleta Comisión Nacional de los Salarios Mínimos. Personalmente estoy convencida que la caída histórica de los salarios mínimos son causa eficiente de la creciente informalidad, de la persistente desigualdad, de la pérdida de valor del trabajo humano legal, de la violencia que nos agobia, de la transformación que ha provocado en las estructuras y usos del tiempo de las familias y de la pérdida de dinamismo de la economía mexicana frente a la compresión del mercado interno.

Ahora bien, con relación a la situación de hambre en el Distrito Federal y de lo que podríamos considerar la problemática alimentaria general de la Ciudad, la situación adquiere características específicas diferentes a los que ocurre en los ámbitos rurales:

  1. De acuerdo a las cifras de CONEVAL para el Distrito Federal correspondientes a 2010 el porcentaje de población con carencia de acceso a la alimentación se mantuvo casi igual al pasar 15.6 a 15.5 % entre 2008 y 2010, es decir aumentó en 417 personas en términos absolutos para comprender a 1.367,037 personas. Este indicador muestra una tendencia contraria a los otros indicadores de carencias sociales donde para ese período se observaron en general mejorías en la Ciudad. Sin embargo en materia de bienestar como lo define CONEVAL a partir de la definición de líneas monetarias de pobreza, el D.F. presenta un incremento relativo y absoluto de la población con un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo es decir en condiciones de pobreza extrema. De este modo el porcentaje aumentó de 5.3% a 6.0% y en términos absolutos de 464 mil a 527 mil. Comparando ambas cifras resulta que en el D.F. presentan carencias en materia alimentaria al menos 840 mil personas más que aquella que se encuentran en pobreza extrema.
  2. Otro dato preocupante es la evolución del índice de la tendencia laboral de la pobreza (ITLP) en el Distrito Federal también calculado trimestralmente por CONEVAL y que muestra los cambios en la proporción de personas que no pueden adquirir la canasta alimentaria con su ingreso laboral. Este índice a partir de su nivel de base en 2005 donde era igual a 1 había subido en el D.F. a casi 1.7 en 2012 haciendo que este se ubicara entre los ocho estados que tuvieron el mayor incremento en el valor del índice. Esto significa que en el D.F. está aumentando por encima de la tendencia nacional el número de personas cuyo ingreso por trabajo no les permite la adquisición de una canasta básica de alimentos.
  3. El valor mensual per cápita de la línea de bienestar que separa a la población en pobreza de la no pobre pasó para el ámbito urbano de 2094 a 2114 pesos entre 2008 y 2010 y de la línea de bienestar mínimo que divide a la población en pobreza extrema de la población pobre de 953 a 978 pesos (CONEVAL). El salario mínimo legal para el Distrito Federal fue de 1725 pesos en 2012 es decir, no alcanzaba siquiera a cubrir la primera línea de bienestar mencionada por lo que de origen es un salario de miseria y viola los preceptos constitucionales en materia de los salarios mínimos legales como garantía social.
  4. El problema alimentario en el Distrito Federal deriva por lo tanto de la insuficiencia y deterioro de los ingresos de la población y de la evolución de los precios de los alimentos en donde las empresas trasnacionales y la especulación financiera han provocado inestabilidad en los mercados internacionales de alimentos con dos fuertes subidas en 2008 y 2011.
  5. Una preocupación importante en el aumento del hambre en la ciudad es su afectación a la población infantil y juvenil. Se estima que el D.F. se ubica en el grupo de estados donde poco más del 55% de la población de 0 a 17 años se encuentra en pobreza y de este porcentaje 13.4% se encuentra en pobreza extrema. La alimentación adecuada, suficiente y de calidad de estos niños, niñas y adolescentes depende del ingreso de sus padres y de las transferencias monetarias de programas como Oportunidades en tanto que históricamente se observa un deterioro en la calidad y cobertura de los programas de distribución de alimentos gratuitos y subsidiados. Es el caso de los desayunos escolares, del sistema DICONSA urbano y de la distribución de leche de LICONSA, programa que fue paulatinamente desmantelado por las administraciones neoliberales en los últimos 30 años. Estas acciones o estrategias de distribución de alimentos fueron sustituidos por las transferencias monetarias del programa Oportunidades mismas que no siempre se destinan a la compra de alimentos nutritivos y sanos. Una acción contundente de la posible Cruzada contra el Hambre en el D.F. debe estar dirigida a la atención del hambre en niños, niñas y adolescentes, muchos de los cuales pasan muchas horas solos mientras padre y madre trabajan.
  6. Otro aspecto de gran relevancia en la ciudad es el tema de la obesidad que significa malos hábitos de alimentación y de activación física y que produce consecuencias costosas para la vida de las personas y para el sistema de salud. En ocasiones la obesidad deviene de experiencias infantiles y juveniles de hambre por lo que son dos expresiones muy vinculadas de la situación alimentaria en la ciudad.
  7. De forma por demás interesante los últimos gobiernos del D.F. han procurado desarrollar programas para transferir ingresos para la compra de alimentos como es el programa de pensión alimentaria para el adulto mayor, transferencias a madres solas o solteras y a las personas con discapacidad, dejando en libertad a los beneficiaros para que compren sus alimentos en el comercio privado. También han explorado la instalación de comedores comunitarios donde la comida preparada es subsidiada. El DIF DF mantiene el programa de raciones escolares, la entrega de despensas, comedores populares y el apoyo a la formación de sociedades cooperativas. Hay también varios programas de becas escolares y se realiza el programa de invierno para poblaciones callejeras donde se distribuyen alimentos calientes para las personas que pernoctan en las calles de la ciudad durante la época de frío. En varios albergues para población indigente se distribuyen también alimentos a población sola o abandonada. Es decir, el GDF tiene una amplia experiencia en las transferencias monetarias para compra de alimentos así como en la distribución directa de alimentos.
  8. Adicionalmente, en septiembre del 2009 se expidió en la Gaceta Oficial una Ley de Seguridad Alimentaria y Nutricional para el Distrito Federal promovida por el MUP que contempla de manera más integral y compleja el fenómeno de la alimentación y se propone como objeto el desarrollo de “Una política de Gobierno del Distrito Federal con la participación de la sociedad civil organizada, para lograr y mantener la seguridad alimentaria y nutricional del Distrito Federal, que garantice el derecho humano a la alimentación y la adecuada nutrición de la toda la ciudadanía de manera sustentada” (Art 2°, f 1). También crea el Sistema para la Seguridad Alimentaria y Nutricional del Distrito Federal (Art 2°, f 2) Lamentablemente esta ley ha quedado como letra muerta y nunca se le asignó presupuesto ni se desarrollaron los instrumentos previstos en ella.

La Cruzada contra el Hambre en el Distrito Federal enfrenta entonces ciertas ventajas pero también ciertos riesgos. Estos últimos son los que derivan de la naturaleza misma de la estrategia federal para la cual no hay recursos sino supuestamente 70 programas y como ya señalamos de ellos solo poco más de 20 tienen parte de su aterrizaje en zonas urbanas, los otros 50 se refieren a zonas rurales; asimismo la posibilidad de cambiar la dirección de algunos de los recursos de esos programas está muy limitada por que ya tienen compromisos adquiridos previos con beneficiarios específicos (Oportunidades, Adultos Mayores, Estancias infantiles). Es decir, yo no veo con claridad cuál es la oferta de la SEDESOL a las delegaciones del D.F. que quedaron entre las zonas prioritarias de la Cruzada. Entiendo que están por iniciarse levantamientos en los territorios de la entidad con alumnos de la UNAM y del IPN para definir una línea de base y que esto será trabajo voluntario proporcionado por esas instituciones; pero una vez que se tenga esa línea de base ¿cuáles serán las medidas que tomará la Cruzada para en su caso, superar las condiciones de desnutrición que se encuentren en los hogares?

En la Ciudad es muy difícil por no decir imposible pensar en aumentar la producción de alimentos a partir de los hogares: El mayor número de familias adquiere sus alimentos en el mercado y como decíamos depende de sus niveles de ingreso por trabajo y del comportamiento de los precios. Como señalábamos el Indice de la Tendencia Laboral de la Pobreza se ha incrementado notablemente en el D.F. es decir los ingresos por trabajo se han venido deteriorando a mayor velocidad que la situación promedio nacional. Aún cuando el índice de precios internacionales de alimentos ha venido bajando desde 2011 no alcanza los niveles previos a la crisis 2008/2009.

Tal vez un camino a explorar sería el retomar los contenidos de la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutricional para el D.F. y desarrollar una estrategia integral para garantizar el derecho a la alimentación para los habitantes de la Ciudad desde el GDF que incorporara la participación de las delegaciones, así como del importante sector privado que opera en la ciudad en los ramos de abasto, transformación, comercialización y preparación y venta de alimentos, el compromiso de los medios de comunicación y los publicistas, la experiencia de académicos e instituciones académicas como el Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubirán o el Programa Universitario de Alimentos de la UNAM. Se podría tener en cuenta la  experiencia de las instituciones del Gobierno en la operación de programas alimentarios y las capacidades y conocimiento de las organizaciones sociales y civiles que trabajan en el territorio de la Ciudad atendiendo a grupos en situación de vulnerabilidad y pobreza.

Tal vez con todos esos recursos el Distrito Federal podría sentar un precedente nacional de una estrategia alimentaria que no sólo enfrentara los problemas de hambre sino también de malnutrición y que en congruencia con la reforma constitucional del 2011 colocara en el centro del derecho humano a la alimentación.

  • Es decir, como lo define el Relator Especial del derecho a la alimentación de N.U. se trata de garantizar el derecho a tener acceso, de manera regular, permanente y libre, sea directamente, sea mediante compra en dinero, a una alimentación cuantitativa y cualitativamente adecuada y suficiente, que corresponda a las tradiciones culturales de la población a que pertenece el consumidor y que garantice una vida psíquica y física, individual y colectiva, libre de angustias, satisfactoria y digna

 

Comentario en la presentación del libro Cuéntame de los Abuelos de Francisco Mendoza Diez y Enrique Omaña

Quisiera empezar agradeciendo a los Drs. Mendoza y Omaña su invitación para acompañarlos en la presentación de este importante texto que finalmente lograron publicar gracias al apoyo del Instituto Nacional de Geriatría.

En segundo término mencionaría lo importante que es para míy el enorme gozo que me proporciona el reencontrarme después de poco más de 15 años, con los autores, pero también con la Dra. Mireya Lustalot y con el Dr. Luis Miguel Gutiérrez Robledo. Todos participamos en un momento luminoso del gobierno de la Ciudad de México cuando finalmente fue posible que los ciudadanos y ciudadanas del D.F. ejerciéramos nuestro derecho al voto para elegir a nuestro jefe de gobierno.Optamos por un gobierno progresista encabezado por el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas.

Los doctores Mendoza y Omaña y la Dra. Mireya Lustalot se incorporaron a los trabajos del Instituto de Salud del D.F. que en esa administración pasó a convertirse en la Secretaría de Salud del Distrito Federal al sumarse a los 29 hospitales que tenía el GDF las 220 clínicas que se descentralizaron del Sistema Federal de Salud Pública. Es decir, les correspondió avanzar en una nueva institucionalidad y en un nuevo enfoque de la salud pública en la ciudad.

Por su parte el Dr. Luis Miguel Gutiérrez Robledo aceptó integrase al Consejo para los adultos mayores en el marco de la Secretaría de Educación, Salud y Desarrollo Social, con el propósito de construir y proponer políticas públicas dirigidas a esa población. Ese consejo fue uno de los varios que creamos para introducir el enfoque de diversidad y equidad desde la mirada de los requerimientos de los distintos grupos poblacionales con la participación de representantes de esos grupos y de expertos en su problemática. Así constituimos Consejos para la Infancia, para las personas con discapacidad y otro para los jóvenes.

El Gobierno del Ing. Cárdenas que fue concluido por Rosario Robles, tuvo que abocarse en un plazo muy breve, de sólo tres años, a ordenar la desarreglada casa ocupada durante varios decenios por gobiernos del PRI. Se sentaron ahí las bases institucionales para poder llevar a cabo una gestión pública de izquierda que honrara el compromiso con la participación de la población en el desarrollo de políticas públicas y con autonomía respecto del gobierno federal, poniendo en el centro del quehacer gubernamental el bienestar de los habitantes de la ciudad.

El libro que hoy comentamos contiene un testimonio muy puntual y profesional sobre uno de los programas que buscó introducir una nueva forma de hacer gobierno con un mayor acercamiento a las personas, lo que ahora se llama políticas de proximidad. El Programa de Educación para la Salud de la Familia (Edusfam) descrito en el libros, recupera una práctica de salud pública que entiendo fue originalmente promovida por el Dr. Gustavo Baz Prada en el Hospital de Jesús y desarrollada por su hijo el Dr. Gustavo Baz,primero en el Estado de México y luego transferida al Distrito Federal. El fundamento de esa práctica consistía en formar promotoras de salud a partir de capacitar a mujeres provenientes de las propias comunidades y convertirlas en intermediarias entre los servicios de salud y la población con capacidad para informar y educar a la población sobre temas de salud.

El libro del Dr. Mendoza y el Dr. Omaña destina una parte importante de su relato a explicarnos las bases metodológicas cuantitativas y cualitativas que se usaron en el EDUSFAM para seleccionar a las personas y familias en situaciones de marginalidad a través de cerca de 2000 educadoras originarias de las áreas territoriales seleccionadas. Se trataba de focalizar los apoyos en materia de educación para la salud y de atención en las clínicas a aquellas poblaciones con mayor grado de vulnerabilidad y marginalidad.

 

La revisión metodológica y conceptual contenida en el primer capítulo del libro y en la primera parte del tercer capítulo resulta muy ilustrativa del fundamento científico que se quiso dar a la intervención representada por el EDUSFAM. Los autores incluyen referencias bibliográficas valiosas para sustentar las metodologías cuantitativa y cualitativa utilizadas y nos explican el valor que tiene la combinación de ambas, pues si bien los métodos cuantitativos permiten identificar específicamente a los hogares que experimentan marginalidad, las historias orales dan luz sobre un mundo de experiencias y situaciones de vida de las personas que están dentro de esos hogares. La información que se obtiene con métodos cualitativos permite muchas veces detectar problemáticas y dolores que aún no son captados por las estadísticas disponibles o los indicadores tradicionales. Históricamente estos últimos tienden a medir carencias o déficits materiales y hansido omisos en la captación de las vivencias y experiencias sicoemocionales de las personas. Es decir, conllevan a un enfoque fragmentado de la vida separando al cuerpo de las emociones, congruente con una visión de política social que ha privilegiado la atención de carencias materiales: alimentación, acceso al agua, a infraestructura sanitaria, a salud física, a vivienda, etc.

Esta situación se hace evidente a partir de los breves relatos de las condiciones en que viven algunos de los adultos mayores que fueron visitados por las educadoras para la salud y que se exponen en el tercer capítulo del libro. Si bien las condiciones materiales en que vive una proporción importante de ellos son muy graves, estás se agudizan por dos situaciones que hacen a las relaciones con otros seres humanos; la primera el abandono por los familiares y a veces el abuso y las distintas violencias que estos ejercen contra ellos y ellas. La segunda situación, ligada al abandono es la soledad que amplía la responsabilidad hacia el conjunto social que ha sido incapaz de desarrollar servicios de atención que respondan a las distintas circunstancias en que se encuentran la población envejecida. Cuando las personas viejas ya no pueden ni siquiera salir a recoger tortillas duras, papel, cartón o fierro viejo para mal subsistir y se encuentran postradas en sus precarias y sucias viviendas ante su incapacidad para mantenerlas limpias, el abandono y la soledad se recrudecen pues son acompañadas de aislamiento y marginación intencionados por parte de sus vecinos.

Por ello, un programa como el EDUSFAM en donde las educadoras acudían a visitar y platicar con las familias, a orientarlas y fundamentalmente a escucharlas tenían desde mi punto de vista un valor mayor que la entrega de una pensión alimentaria en dineropues atendía a necesidades de afecto, de cercanía, de escucha y reconocía la dignidad de las personas.

Me supongo que para algunas educadoras del Programa las herramientas que poseían les eran insuficientes para apoyar de manera más integral a las familias que visitaban, pues estas se concentraban en el campo de la salud y muy frecuentemente sólo en la información que podían proporcionarles para atender sus problemas de salud. El gobierno del Ing. Cárdenas fue particularmente maltratado en términos de acceso a recursos por parte del Gobierno del Presidente Zedillo y los nuevos desarrollos de política social se vieron limitados por esas restricciones. De origen fue realmente difícil conseguir los recursos para las educadoras y se les asignaron becas en un principio.

En paralelo con el EDUSFAM desde la Secretaría de Desarrollo Social intentamos en el Gobierno del Ingeniero establecer un programa de Servicios Comunitarios Integrados el llamadoSECOI que procuró alinear y crear sinergias entre los distintos servicios sociales públicos y privados que se ofrecían en cada delegación, mediante la operación en cada una de ellas de un Grupo Interinstitucional de Coordinación, los GRICOs

El propósito era poner a disposición de las educadoras información sobre los distintos servicios sociales disponibles en el territorio donde trabajaban, incluyendolos servicios de empleo y capacitación, las unidades y los albergues de atención a la violencia familiar, las comunas para jóvenes, los centros de desarrollo infantil, las estancias infantiles, las ludotecas, los talleres de primera infancia, etc. de manera que no sólo pudieran brindar orientación sobre salud sino también información para la atención de otros problemas que detectaran a partir de las pláticas que sostenían con integrantes de las familias marginadas.

La estrategia planteada era ir incorporando nuevos servicios acordes a las problemáticas encontradas en la población. Por ejemplo, una queja reiterada de las madres de familia era la ausencia de espacios y actividades donde sus hijos pudieran ocupar creativamente su tiempo libredespués de los cortos horarios escolares o el creciente problema de las adicciones, la depresión, las tendencias suicidas y la soledad o la necesidad de espacios de encuentro y de actividades pertinentes a la población adulta mayor.

Con muy escasos recursos recuperamos cerca de 200 centros de desarrollo social ubicados en las cercanías de las áreas marginadas seleccionadas por la Secretaría de Salud, los actualizamos y dimos mantenimiento, los equipamos para brindar diferentes actividades y formamos a 1500 promotores comunitarios para que desarrollaran actividades deportivas, culturales y recreativas con miras a la creación de ciudadanía, a la reconstrucción de tejido social y al uso productivo del tiempo libre. Dentro de estas actividades incluimos pequeñas unidades de rehabilitación para situaciones de discapacidad, actividades deportivas, artísticas y deportivas adecuadas a las personas adultas mayores y un servicio de detección y orientación inicial para problemas de salud emocional.

Intentamos crear comedores y centros de días para adultos mayores en la zona Centro de la ciudad pero nunca encontramos los recursos para establecerlos.

Fuimos un gobierno de muy corta duración, un gobierno de transición entre dos visiones encontradas de política social, un gobierno acosado y sin recursos pero con un compromiso real con la práctica democrática y la participación de la población, procurando la proximidad de las intervenciones para hacerlas más pertinentes a las problemáticas reales.

El texto que hoy se comenta es un buen testimonio del esfuerzo realizado y de la capacidad de imaginar caminos institucionales posibles para atender en el caso que nos ocupa, a las poblaciones envejecidas vulnerabilizadas y marginadas en la ciudad. Agradezco a los autores el empeño por sistematizar, relatar y publicar la valiosa experiencia a trece años de su conclusión.

 

Comentario de Clara Jusidman a la ponencia La vivienda: regresar a lo fundamental de Rosa María Rubalacava

 

Este comentario intenta contribuir a aclarar qué es fundamental en materia de vivienda desde la óptica social y cómo acotarlo para avanzar hacia la construcción de un nuevo modelo de Estado de Bienestar. Se busca como lo señalan los términos de referencia de este diálogo ir más allá de la definición de umbrales mínimos para medir carencias, mismos que al convertirse en indicadores específicos terminan por transformarse en las metas de los programas de gobierno, aún cuando su origen más que representar lo que verdaderamente sería en este caso una vivienda adecuada, deriva de las estadística disponible a niveles geográficos desagregados.

El objetivo de los programas sociales se transforma entonces no en asegurar el derecho de toda persona “a vivir en seguridad, paz y dignidad en alguna parte” como define al derecho a una vivienda adecuada el Comité de las Naciones Unidas de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, sino en abatir los indicadores considerados ahora por CONEVAL para medir carencias en materia de vivienda, mismos que esencialmente refieren al hacinamiento, a las condiciones materiales de la misma y a los servicios que tienen disponibles (agua, drenaje, electricidad, etc.)

Incluyo además una breve reflexión sobre por dónde habría que empezar para revertir lo que a través de los años se ha convertido en violaciones sistemáticas del Estado Mexicano al derecho a una vivienda adecuada para millones de mexicanos y mexicanas.

El Comité de Naciones Unidas mencionado considera que una vivienda adecuada debe brindar más que cuatro pare­des y un techo y yo agregaría más que acceso a servicios e instalaciones. Deben satisfacerse varias condiciones para que una forma particular de vivienda pueda considerarse que constituye “vivienda adecuada”. Debe reunir como mínimo los siguientes criterios[1]:

La seguridad de la tenencia: la vivienda no es adecuada si sus ocupantes no cuentan con cierta medida de seguridad de la te­nencia que les garantice protección jurídica contra el desalojo forzoso, el hostigamiento y otras amenazas. La seguridad en la tenencia, que es la piedra angular en el derecho a una vivienda adecuada, puede adoptar diversas formas entre ellas, el alojamiento de alquiler, las viviendas cooperativas, los arrendamientos, la ocupación por los propietarios, el alojamiento de emergencia y los asentamientos improvisados. Como tal, no está limitada al otorgamiento de un título jurídico formal[2].

Disponibilidad de servicios, materiales, instalaciones e infraes­tructura: la vivienda no es adecuada si sus ocupantes no tienen agua potable, instalaciones sanitarias adecuadas, energía para la cocción, la calefacción y el alumbrado, y conservación de alimen­tos o eliminación de residuos.

Asequibilidad: la vivienda no es adecuada si su costo pone en peligro o dificulta el disfrute de otros derechos humanos por sus ocupantes.

Habitabilidad: la vivienda no es adecuada si no garantiza seguri­dad física o no proporciona espacio suficiente, así como protec­ción contra el frío, la humedad, el calor, la lluvia, el viento u otros riesgos para la salud y peligros estructurales.

Accesibilidad: la vivienda no es adecuada si no se toman en con­sideración las necesidades específicas de los grupos desfavoreci­dos y marginados.

Ubicación: la vivienda no es adecuada si no ofrece acceso a opor­tunidades de empleo, servicios de salud, escuelas, guarderías y otros servicios e instalaciones sociales, o si está ubicada en zonas contaminadas o peligrosas.

Adecuación cultural: la vivienda no es adecuada si no toma en cuenta y respeta la expresión de la identidad cultural.

El derecho a una vivienda adecuada abarca libertades. Estas libertades incluyen en particular:

La protección contra el desalojo forzoso y la destrucción y demolición arbitrarias del hogar;

El derecho de ser libre de injerencias arbitrarias en el hogar, la privacidad y la familia; y

El derecho de elegir la residencia y determinar dónde vivir y el derecho a la libertad de circulación.

El derecho a una vivienda adecuada contiene otros derechos. Entre ellos figuran:

La seguridad de la tenencia;

La restitución de la vivienda, la tierra y el patrimonio;

El acceso no discriminatorio y en igualdad de condiciones a una vivienda adecuada;

La participación en la adopción de decisiones vinculadas con la vivienda en el plano nacional y en la comunidad.

A partir de estos conceptos los indicadores para verificar en qué medida se encuentra realizado el derecho a la vivienda adecuada tendrían que abarcar aspectos tan esenciales como saber si la vivienda se encuentra ubicada en un lugar seguro frente a riesgos de tipo ambiental o peligros de contaminación, o si tiene cercanía a oportunidades de empleo, a servicios escolares, de abastecimiento y de salud; si tiene un tamaño adecuado que brinde espacio suficiente para llevar a cabo la vida con privacidad y en forma pacífica y digna de todos sus integrantes e incluso si tiene opciones para ser ampliada teniendo en cuenta el ciclo de vida de las familias; si tiene seguridad en la tenencia y si es adecuada culturalmente a las personas que la ocupan y si su costo no atenta contra la realización de otros derechos.

Las políticas y programas de vivienda de los gobiernos en México desde hace al menos quince años atentan contra el derecho a la vivienda adecuada de la población en México pues más que procurar proteger, respetar y garantizar ese derecho han visto en la producción de vivienda un espacio para promover negocios privados muy lucrativos que han convertido a la vivienda en una mercancía más. Así también el apoyo a los grandes proyectos de vivienda se mira en el mejor de los casos, como una opción para obtener ingresos para los gobiernos municipales y en el peor de estos para generar ganancias ilícitas para los funcionarios públicos que controlan los usos del suelo.

Examinemos sólo algunas de las violaciones a los atributos que deberían tener las viviendas adecuadas a la luz de los resultados de esas políticas:

Por cuanto a su ubicación hay tres aspectos a destacar:

Miles de viviendas han sido construidas desde hace muchos años, con anuencia y a veces complicidad de servidores públicos, en zonas de alto riesgo ante contingencias naturales. Esto se ha puesto en evidencia, particularmente en meses recientes, con las catástrofes naturales vividas y que son cada vez más frecuentes. Hay pérdidas de vidas, de patrimonio y de infraestructura.

Asimismo, cientos de nuevos desarrollos de vivienda han sido ubicados a varios kilómetros de las ciudades sin acceso a servicios educativos, de salud o de abasto, mucho menos a oportunidades de empleo, con vialidades internas sumamente angostas y dependiendo de vialidades primarias previamente construidas y que llegan a congestionarse y convertirse en espacios de alto riesgo y conflicto.  Con mucha frecuencia, los gobiernos municipales no tienen recursos para ofrecerles seguridad, alumbrado, recolección de basura y abasto seguro de agua.

En tercer lugar, la eliminación de cinturones ejidales de las ciudades a partir de los cambios al artículo 27 constitucional ha facilitado un descontrolado crecimiento horizontal de las ciudades y abonado a la especulación de la tierra. La extensión de las ciudades en México crece a tasas más elevadas que el aumento de sus habitantes, con importantes consecuencias en el derecho a un nivel adecuado de vida, (donde está comprendido el derecho a la vivienda adecuada en el PIDESC), debido al aumento de los tiempos y los costos de traslado.

En documentos oficiales recientes se ha reconocido el grave error cometido en los últimos años autorizando y apoyando con créditos proyectos de vivienda donde no hay ciudad[3].

Por cuanto a su habitabilidad los nuevos desarrollos inmobiliarios incluyen viviendas incluso de tan sólo 24 o 30 metros cuadrados como ocurre en Aguascalientes, sin posibilidad de crecimiento por lo pequeño de los predios o por encontrarse en edificios multifamiliares.

En la actualidad el hacinamiento normalmente calculado con respecto a cada vivienda individual tiene una nueva modalidad que se refiere al gran número de viviendas que se construyen en los predios desarrollados. Ese número es calculado mediante programas de computadora que estiman el máximo número de viviendas que pueden construirse con el menor costo y la mayor ganancia, en el número de metros disponibles.

Respecto de la seguridad en la tenencia, miles de personas que han adquirido viviendas en los nuevos desarrollos no han recibido el título de propiedad de las mismas y por lo que refiere a la accesibilidad, como lo señala la Dra. Rubalcaba en su ponencia, para 2010 había cerca de 5 millones de viviendas abandonadas muchas de ellas en los nuevos desarrollos inmobiliarios debido a los altos costos de la unidad y del crédito, a los elevados gastos en traslado, a lo que se suman deficiencias de habitabilidad por la mala calidad de las construcciones, su ubicación en zonas de riesgo y la falta de acceso a servicios.

El derecho a una vivienda adecuada no exige que el Estado construya viviendas para toda la población y que las personas carentes de vivienda puedan pedírsela automáticamente. Este derecho comprende las medidas necesarias para prevenir la falta de un techo, prohibir los desalojos forzosos, luchar contra la discriminación, centrarse en los grupos más vulnerables y marginados, asegurar la seguridad de la tenencia para todos y garantizar que la vivienda de todas las personas sea adecuada[4].

El gobierno en lugar de proveedor directo de todas las viviendas puede adoptar una estrategia donde se convierta en un facilitador de las actividades de todos los participantes en la producción y mejora de viviendas. Ese es el papel que ha asumido el Estado Mexicano desde los años noventas[5] pero su objetivo no se ha centrado en la realización del derecho a una vivienda adecuada para la población, sino como ya señalé en fundamentalmente promover un sector de la economía y la generación de utilidades al sector privado. Así lo detectó y denunció Miloon Kothari exrelator especial sobre el derecho a la vivienda adecuada de Naciones Unidas[6]. Tal vez en ciertas etapas de la historia contemporánea, el interés estaba en generar suficientes viviendas para superar el rezago habitacional, pero aún eso no significa que se hayan construido viviendas adecuadas en los términos señalados.

Por el contrario el Gobierno Mexicano ha sido omiso en el cumplimiento de una de sus tres obligaciones principales al ser parte de los tratados internacionales en materia de derechos humanos, la que se refiere a la obligación de proteger que consiste en impedir la injerencia de terceros en el derecho a una vivienda adecuada. Para el efecto debe adoptar legislación y otras medidas pertinentes para cerciorarse de que los actores privados- propietarios, desarrolladoras inmobiliarias, propietarios de tierras, empresas constructoras-cumplan con las normas relativas a derechos humanos y en este caso el derecho a la vivienda adecuada. Los gobiernos deben entre otras cosas, reglamentar los mercados de la vivienda y de los arrendamientos, garantizar que los agentes financieros concedan créditos para la vivienda sin discriminación, asegurar que las mujeres tengan acceso a los créditos sin discriminación así como a la posibilidad de heredar las viviendas, las tierras y las propiedades, que los propietarios de vivienda no discriminen contra ciertos grupos y velar para que los actores privados no lleven a cabo desalojos[7].

Pero me parece que frente a la obligación del Estado Mexicano de proteger la realización del derecho a la vivienda adecuada está también el no permitir desarrollos en terrenos riesgosos, el vigilar la habitabilidad de las construcciones, el que las viviendas se integren y construyan ciudad y existan facilidades para realizar la vida con dignidad y el asegurar la tenencia de las viviendas.

Propuestas

En la actualidad debe haber un inventario de viviendas en todo el territorio nacional superior a 29 millones, a partir de lo que señala la Dra. Rubalcava en su ponencia. Desde el enfoque de Derechos Humanos habría dos preguntas que formularse. La primera es ¿Cuántas de esas viviendas cumplen los atributos para ser consideradas como viviendas adecuadas y qué tendríamos que hacer para en su caso, transformarlas en tales?

Algo que me parece indispensable y urgente es revisar la ubicación de viviendas en el mapa de riesgos ambientales de todo el país y poner en práctica un programa de traslado de población hacia viviendas en terrenos más seguros a fin de minimizar las pérdidas de vidas y proteger la integridad de las personas, así como su patrimonio.

Otra acción consistiría en verificar la situación de la seguridad de la tenencia de las viviendas obligando a la expedición de títulos de propiedad, contratos de arrendamiento o de uso, títulos de participación en esquemas cooperativos, etc.

Un programa de acceso a servicios de infraestructura y urbanos como: agua, desalojo adecuado de residuos, energía y combustible dentro de las viviendas y de alumbrado, vialidades, servicios de seguridad y recolección de basura, escuelas, estancias infantiles, servicios de salud y de abasto en su entorno cercano.

Dados los niveles de violencia en el país parecería necesario el desarrollo de un mapa de riesgos de la vivienda por hacinamiento en su interior o en su entorno, por mala calidad de las construcciones, por falta de mantenimiento de éstas, por deterioro en las relaciones sociales e incremento en la inseguridad y la violencia, a fin de diseñar y llevar a cabo un programa de mediano y largo plazos de disminución de riesgos y prevención situacional de las violencias.

Asimismo, es necesario el desarrollo de programas de construcción de tejido social y de prevención social de las violencias con perspectiva de seguridad humana en los desarrollos inmobiliarios y colonias con medianos y altos niveles de inseguridad, incluyendo opciones productivas y de empleo. Se trata de desestructurar la violencia generada por la irresponsabilidad social derivada de la codicia de los desarrolladores inmobiliarios y por las omisiones del Estado mexicano.

La segunda pregunta sería ¿Qué medidas administrativas, legislativas y presupuestales debe adoptar el Estado Mexicano para que los desarrollos futuros de vivienda cumplan con los atributos que les den el carácter de viviendas adecuadas a fin de garantizar el derecho humano respectivo?

En este sentido es necesario recuperar el ejercicio de planeación urbana que permita hacer previsiones sobre las necesidades futuras de vivienda, de servicios urbanos y sociales, de conectividad y de suelo para desarrollarlas. Esto incluiría la reconversión y redensificación de algunos territorios, el uso de terrenos baldíos en zonas urbanas y limitar la expansión horizontal de las ciudades y la segregación urbana por niveles socioeconómicos, así como alentar los usos combinados del suelo.

Revisar la legislación y la institucionalidad relacionada con la ocupación del territorio y adoptar medidas de regulación de los mercados de vivienda y de tierras. En particular es necesario eliminar la discrecionalidad y la corrupción en materia de usos del suelo para y ajustar el otorgamiento de permisos de construcción a los planes de desarrollo urbano por ciudad o localidad.

Formular normas o protocolos para la revisión y en su caso aprobación de proyectos de nuevos desarrollos de vivienda de acuerdo a criterios de seguridad humana y respeto a los derechos humanos.

Todo lo anterior tiene como requisito la recuperación de nuestro derecho al Estado, un Estado que coloque los derechos de todas las personas por encima del interés de los negocios, de la concentración del poder y del enriquecimiento de las clases dominantes; un Estado que sea empático con los problemas y dolores de las poblaciones subordinadas y que sea capaz de gobernar para todos y todas.

La tarea pendiente en materia de derechos sociales me parece que pasa por la reconstrucción de un Estado que pueda proveer de manera progresiva, sin discriminación y utilizando el máximo de recursos posibles suficientes bienes y servicios sociales accesibles económica y físicamente, de calidad y culturalmente asequibles y que garantice que cuando esos bienes y servicios sean ofrecidos por terceros sin costo o a través del mercado, que sus atributos cumplan con los establecidos en los instrumentos nacionales, regionales e internacionales de derechos humanos. Asimismo debe respetar las posibilidades que tengan las personas para resolver sus requerimientos para la vida por sí mismas.

 

[1] Comité de Naciones Unidas para los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Observación General N° 4

[2] Naciones Unidas, Derechos Humanos, Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos y ONU-Habitat, El derecho humano a una vivienda adecuada, Folleto Informativo N° 21/rev.1, pág. 8.

[3] Sociedad Hipotecaria Federal, CIDOC, Centro de Investigación y Documentación de la Casa, A.C. Estsado actual de la vivienda en México 2012

[4] Ibídem. El derecho Humano a una vivienda adecuada, pág. 6

[5] Hasta la década de los ochenta, el eje de la política de vivienda había sido la intervención directa del Estado en la construcción y financiamiento de vivienda y aplicación de subsidios indirectos, con tasas de interés menores a las del mercado. En la primera mitad de la década de los noventa, se inició la consolidación de los organismos nacionales de vivienda como entes eminentemente financieros.

[6] Informe ante la Comisión de Derechos humanos del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas 27 de marzo 2003.

[7] Ibídem. El derecho humano a una vivienda adecuada, pág. 36

La colectividad el principal reto del sector social

 

Me da mucho gusto estar nuevamente en una de las magnificas reuniones promovidas por la FECHAC con las organizaciones de la sociedad civil o del Tercer Sector de Chihuahua como algunos prefieren denominar a este conjunto de ciudadanos y ciudadanas que se organizan en diversas modalidades y con distintos propósitos para incidir en la vida pública del país sin aspirar a acceder al poder político y sin fines de lucro.

Personalmente pienso que referirse al tercer sector no es una denominación que aplica a la tradición constitucional mexicana donde se plantea la existencia de tres sectores: el público, el privado y el social, estando este último constituido no sólo por ONGs e instituciones de asistencia privada sino fundamentalmente por comunidades, ejidos, sindicatos, cooperativas, asociaciones de profesionistas, gremios, etc.

Al utilizar el término Tercer Sector se desconsidera la enorme tradición mexicana de organización colectiva que viene desde la época prehispánica y que lamentablemente ha sido tan afectada y combatida en las últimas décadas de individualismo dominante.

Pienso que la denominación de Tercer Sector viene más de la tradición sajona donde las representaciones colectivas de trabajadores, agricultores, profesionistas, artesanos, grupos indígenas y colectivos de diversa índole que promueven y defienden los derechos de sus propios integrantes nunca han tenido una presencia importante. Esta presencia y poder son ampliamente superados por la presencia, el poder y los recursos económicos del sector de la filantropía que es de alguna manera, la cara de responsabilidad social del sector privado.

Ahora bien, me pidieron que compartiera con ustedes algunas reflexiones sobre la colectividad ¿el principal reto del sector social?

Si uno busca en el diccionario el significado de colectividad se refiere al conjunto de personas que persiguen un objetivo común o al conjunto de individuos agrupados que comparten los mismos intereses, ideales o que se reúnen para un fin.

Cuando se plantea a la colectividad como posible reto del sector social quisiera traducirlo como una preocupación sobre la construcción un sentido de conjunto, de pertenencia a un grupo, a una comunidad, a un Estado o como la búsqueda de objetivos y fines compartidos que nos brinden el sentido de pertenecer a una colectividad. Esto puede tenerse por afiliación u origen al practicar una religión, pertenecer a un grupo étnico o a una nacionalidad que vive en otro país: la colectividad española en México o la colectividad judía en Argentina. Tiene cierto sentido de automaticidad, simplemente se es parte de esa colectividad y la pertenencia a la misma no demanda de mayor esfuerzo excepto el de aceptar ser parte. Hay ciertamente muchas personas que conscientemente rechazan ser parte de sus colectividades de adscripción originaria.

Pero pienso que el problema que nos preocupa se relaciona más bien con la pérdida en los últimos 30 años de un sentido de pertenencia a una colectividad con la que compartimos ciertos ideales y objetivos comunes, tenemos normas de conducta y convivencia y referencias culturales compartidas y de manera muy importante, contamos con mecanismos de control y sanción para aquellos que no respetan las normas consensuadas por la colectividad y que por lo tanto serán excluidos o castigados como ejemplo para que otros no rompan esas reglas y que la trasgresión no se vuelva a repetir.

La colectividad o la comunidad dispone de cuatro agentes socializadores de los seres humanos que introducen o incorporan a las personas a los objetivos comunes, a los referentes culturales y a las normas de convivencia y de algún modo, les transmiten el papel que deberán jugar en esa colectividad por su sexo, edad y condición socioeconómica. Los cuatro agentes socializadores que contribuyen a la construcción social de los seres humanos son las familias, la escuela, los grupos de amigos y los medios de comunicación, mismos que se supone deberían actuar de manera compatible con los valores y las normas colectivamente compartidos.

Este proceso de socialización o de inclusión de las personas a su colectividad debería tener como propósito último alcanzar una vida buena para todos los integrantes de la misma e impedir que el conflicto destruya los lazos sociales que unen a los integrantes de la colectividad.

La realidad que estamos viviendo donde han aflorado distintas violencias y la conflictividad social está a flor de piel nos indica que algo o varias cosas sucedieron que se rompieron los mecanismos de reproducción social y de socialización de los seres humanos o a lo mejor de contención de los conflictos, que operaron durante varios años en México y permitieron que tuviéramos un país en paz.

Pensemos juntos que ocurrió que esa relativa tranquilidad que existió en el país durante varias décadas, que periódicamente era alterada por el afloramiento de conflictos estructurales como fueron el movimiento estudiantil del 68 o el de ferrocarrileros, el de médicos o los de maestros, actualmente muestre la presencia permanente de conflictos y de violencias que diariamente lastiman la vida, la integridad y el patrimonio de millones de personas.

Me permitiría sugerir algunas cuestiones y me gustaría que pudiéramos conversarlas, modificarlas o enriquecerlas con el fin de qué podamos llegar a algún consenso sobre qué nos ha ocurrido en los últimos 30 años.

  1. Pongo en primer lugar la prevalencia de la enorme desigualdad en el país con el ingrediente nuevo de que ahora las poblaciones pobres y ricas comparten el espacio urbano y se encuentran cotidianamente en los espacios públicos: calles y centros comerciales. En tanto que las zonas de vivienda, los servicios escolares, los de salud, los de transporte y de esparcimiento están socialmente segmentados y ya no constituyen espacios de encuentro y de convivencia. Anteriormente la pobreza se concentraba en las zonas rurales y la mayor riqueza en las ciudades. Los excesos de riqueza y de pobreza son observables todos los días entre aquellos que sirven y los que son servidos en los distintos servicios de alimentación, de salud, en los comercios y mercados, en el transporte.

De acuerdo a la percepción de la población captada en la Encuesta Nacional de Discriminación es que la mayor discriminación se origina en las diferencias socioeconómicas lo que significa que las poblaciones pobres se sienten maltratadas por serlo, ya que discriminación es igual a mal trato. Dentro de ello quisiera destacar la criminalización de los jóvenes de los estratos más pobres de la población que son maltratados por los cuerpos de seguridad simplemente por su apariencia y a su vez, son abusados por los grupos criminales.

Las políticas de gobierno en los últimos treinta años han profundizado la desigualdad al alentar la segmentación de los servicios sociales propiciando la pérdida de calidad de los bienes y servicios públicos para justificar el surgimiento de servicios sociales privados, especialmente en materia de salud y de educación. Servicios públicos pobres o ausentes para las poblaciones pobres y servicios sociales privados caros para las poblaciones ricas y de ingresos medios.

La desigualdad atenta contra la construcción de un proyecto de país compartido, contra la construcción de colectividad o comunidad con intereses y objetivos comunes, contra la cohesión social y contra la restitución del tejido social. Ello porque se sabe que una parte importante de la riqueza concentrada en 400 familias en México proviene de la corrupción, de la apropiación de bienes y riqueza pública con la transferencia de empresas públicas a monopolios privados, con la especulación de la tierra y financiera, con el fraude en la venta de viviendas de mala calidad y sobrevaluadas y los créditos hipotecarios recientemente denunciado, con al abuso del poder y de los recursos públicos, con la explotación irracional del subsuelo sin pago a la nación, con el cobro de tarifas altas por servicios de telefonía, telecomunicaciones y bancarios. Es decir, no provienen del ahorro, del trabajo honesto, de la creación de riqueza y de empleos sino de la extracción de recursos e ingresos de los pocos a los muchos con la anuencia de nuestros gobiernos y la participación de una proporción alta de nuestros políticos.

Entre tanto, 60 millones de personas, más de la mitad de la población total viven en la pobreza y de ellas 23 millones en la pobreza extrema.

  1. En segundo lugar me referiría a la destrucción o deterioro de los mecanismos históricos de inclusión social en nuestro país. Se trata de la ausencia fundamentalmente de la creación de suficientes oportunidades de trabajo y de generación de remuneraciones dignas y al aumento de las oportunidades de educación de calidad para las mayores cohortes de jóvenes en la historia demográfica de México.

Llevamos treinta años con un crecimiento económico endeble que tiene como consecuencia una generación de empleos formales muy precaria y un deterioro de los ingresos y las condiciones de trabajo derivadas de la venta de fuerza de trabajo, que es la principal fuente de ingresos de la mayoría de las familias mexicanas. Las nuevas generaciones de infancia y juventud nacidas a partir de la década de los años ochentas, han crecido en hogares con ingresos insuficientes y en la pobreza y no han tenido las oportunidades para ser incluidos a la sociedad como seres humanos productivos ante la falta de fuentes de trabajo.

Tampoco han podido incorporarse a la comunidad a través de las escuelas pues 50 por ciento de los egresados de escuelas primarias no continúan la secundaria y los niveles de deserción escolar son elevados por ausencia de oferta suficiente de escuelas de los niveles medio superior y superior, por el alto costo que aún siendo servicios públicos le significa a las familias enviar a sus hijos a las escuelas y porque un mayor nivel de escolaridad no se traduce en encontrar trabajo o trabajo digno.

La mayoría de las escuelas han perdido su función de socialización positiva de los seres humanos, de mecanismos de incorporación a las normas y valores de la colectividad y de lugares de encuentro de los diferentes. Frecuentemente observamos situación de abuso, acoso y bullying, altos riesgos en los entornos escolares, irresponsabilidad de algunos maestros, deterioro de la infraestructura y poca pertinencia de los programas y contenidos escolares respecto de lo que los niños, niñas y jóvenes viven en la cotidianeidad.

El peyorativo nombre de “ninis” asignado a los jóvenes que ni trabajan, ni estudian desconoce que no lo hacen porque la sociedad no les brinda oportunidades de desarrollo como seres humanos dignos.

  1. En tercer lugar mencionaría un profundo cambio cultural originado en la dominancia de la ideología del mercado durante las últimas tres década. La alta ponderación del individualismo como camino al éxito medido este en términos de acceso a bienes materiales de alto costo ha trastocado la valoración de la vida en colectivos, sean familias, comunidades, organizaciones de distinto tipo, empresas colectivas.

El individuo trabajador, ahorrador, altamente competitivo y sin escrúpulos o el hábil en los negocios de cualquier tipo legales e ilegales que viste muy bien es dueños de casas, coches, relojes, aviones, yates y mujeres se ha convertido en el modelo a seguir; establece el estándar para muchos jóvenes y quienes lo miran como inalcanzable se hunden en el desanimo, el inmediatismo, la droga, la vida en constante peligro y los deportes extremos, la delincuencia deshumanizada e incluso el suicidio. El goce inmediato y la vida sin sentido. El no futuro.

 

  1. Un cuarto elemento que ha contribuido a la destrucción del sentido de colectividad es la reducción y desestructuración de la administración pública y de los poderes del Estado en México en los tres niveles: municipio, estados y federación.

Podemos considerar a los poderes del Estado democrático moderno como al conjunto de instituciones y personas a las que la colectividad o la sociedad les encomienda gobernar al colectivo, realizar las consultas y construir los consensos para definir fines y objetivos compartidos, los planes y políticas públicas que se pondrán en práctica y una vez decididas ponerlas en práctica, las leyes y normas que regirán las relaciones sociales y económicas, la provisión de bienes y servicios públicos, la garantía de la seguridad pública y nacional, la administración e impartición de justicia, las relaciones con el exterior y la administración del patrimonio de la nación, entre otras funciones.

Es decir, los poderes del Estado están mandatados por el pueblo mediante la Constitución para llevar a cabo las actividades que nos permiten vivir en paz y en forma ordenada y que tienen que ser encomendadas a algún ente operado por personas para el beneficio colectivo.

Sin embargo, la ideología dominante en el país y en el mundo occidental desde finales del siglo pasado conlleva la idea de que entre menos Estado y más mercado es mejor. Que el Estado coarta la libertad de las personas y que la racionalidad de los mercados y de la libre competencia pone límites a las actuaciones individuales y permiten la convivencia.

Somos testigos de las consecuencias del extremismo en este sentido practicado por el Tea Party en Estados Unidos que tiene en paro a 800 mil trabajadores del Gobierno Federal y al mundo entero al borde de un colapso financiero al no autorizarse la elevación del nivel de endeudamiento autorizado a dicho gobierno.

El Consenso de Washington surgido a principios de la década de los años ochenta y que resume los postulados de la ideología de extremismos como el del Tea Party, planteaba la necesidad de llevar a cabo tres procesos: a) la reducción del tamaño del Estado, b) el traslado de funciones del mismo y de la propiedad de las empresas públicas al sector privado y c) la descentralización de varias funciones hacia los gobiernos subnacionales.

Tres consecuencias en México de la aplicación al pie de la letra de esos postulados del Consenso de Washington:

Por cuanto a la reducción del tamaño del Estado hemos visto el deterioro de los servicios sociales públicos en su calidad y en su disponibilidad en varios sentidos: a) no se le ha dado mantenimiento adecuado a la infraestructura social en salud y educación que se construyó durante los años en que la economía mexicana tenía altas tasas de crecimiento; b) no se ha construido suficiente nueva infraestructura adecuada a la estructura demográfica del país donde desde al menos hace una década existe un amplio volumen de jóvenes, tampoco la creación de infraestructura social y urbana acompaña a la redistribución de la población en el territorio nacional, ni a lo ocurrido en el crecimiento horizontal expansivo de las ciudades el resultado es que los nuevas colonias carecen de infraestructura social guarderías, escuelas, transporte, centros de salud suficientes y adecuadas; c) tampoco se atendieron en las tres décadas pasadas las nuevas necesidades de servicios sociales acordes a la nueva complejidad social y a los cambios en las familias y en la población (estancias infantiles, centros de día y asilos para adultos mayores, atención de adicciones, de violencia, de víctimas y de salud mental comunitaria, espacios de esparcimiento, etc.). Es decir durante las últimas tres décadas, no se mantuvo la infraestructura social que ya se tenía, no aumentó ésta de acuerdo a las necesidades y no se adecuó a las nuevas realidades y complejidades sociales. Los salarios y la plantilla de los servidores públicos responsables de la provisión de servicios públicos sociales se deterioró en relación con el crecimiento de la demanda de servicios y se perdió la dignidad del servicio público. Finalmente los modelos de atención y los contenidos de los programas nos se actualizan con la velocidad necesaria frente a las nuevas complejidades y a la diversidad sociales.

Respecto al traslado de funciones del Estado y de la propiedad de las empresas públicas al sector privado sólo basta con tres ejemplos:

El traslado de los bienes y del servicio telefónico provocó que un monopolio público se mantuviera como un monopolio privado produciendo con sus ganancias y su dominancia en el mercado en varios campos vinculados a esos servicios originales de telefonía haya creado al hombre más rico del Mundo, el Sr. Carlos Slim, Los beneficios para la población mexicana ha sido el pago de tarifas muy elevadas y la obtención de servicios muy mediocres. Los altos costos por recluso, consecuencia de la traslación de la operación de los reclusorios al sector privado recientemente denunciados o el reuso de equipos de diálisis en servicios subrogados del Seguro Social con los altos riesgos de infección que ello conlleva, la pésima calidad de las viviendas de desarrollos realizados por desarrolladoras privadas con recursos públicos muestran que el problema actualmente no es si se trata de lo público o de lo privado sino de ética y responsabilidad social relacionada con la avaricia y la ambición de lucro personal.

Finalmente el resultado de la descentralización de funciones del gobierno federal a los Estados y a los municipios sin los debidos contrapesos y controles y desarrollo de capacidades de los gobiernos subnacionales nos han llevado a niveles de endeudamiento de los gobiernos estatales jamás vistos en la historia del país, a la desviación de los recursos de los Estados para la construcción de instalaciones de salud relacionadas con el seguro popular, a la enorme corrupción en la compra descentralizada de medicamentos y a la creación de empresas y asociaciones civiles simuladas para apropiarse de los contratos y recursos del Subsidio para la Seguridad Municipal (SUBSEMUN) como algunos ejemplos.

  1. Finalmente apuntaría a un quinto aspecto que contribuye a la destrucción del sentido de colectividad: la enorme corrupción y la impunidad que actualmente forma parte de la cultura nacional. Hay un desapego bastante generalizado a la legalidad pues no es exclusivo de los servidores públicos. La presencia misma de un enorme sector informal de la economía, donde se ocupa el 60 por ciento de la población se fundamenta en el incumplimiento de leyes y normas: no se paga impuestos, no se respetan las condiciones de trabajo y se pagan bajos salarios, se evade el pago de la seguridad social, no hay apego a la regulación sanitaria de los servicios, una parte muy grande de la mercancía que se tramita a través del comercio informal proviene del contrabando y la piratería, los consumidores no pueden reclamar y no tienen garantías, etc. Es decir, el sector informal opera al margen de todas las leyes y normas que regulan las actividades económicas en el país.

La ausencia de ética en las relaciones económicas y sociales en México y en la gestión de la cosa pública provoca desconfianza entre las personas y entre los ciudadanos y los servidores públicos. Sin confianza no es posible construir colectividad y el conflicto aflora permanentemente.

Hasta aquí los cinco aspectos que desde mi opinión nos están impidiendo construir comunidad y desarrollar el tejido social:

  1. Desigualdad
  2. Deterioro de los mecanismos de inclusión social: empleo, salario digno y educación
  3. Predominio de la ideología del mercado libre
  4. Reducción y desestructuración de la administración pública y la corrupción de los poderes del Estado
  5. Corrupción, impunidad y desapego a la cultura de la legalidad

 

Segunda parte

¿Qué podemos hacer el relativamente pequeño sector de organizaciones de la sociedad civil frente a los procesos que han desestructurado a nuestra colectividad?

Primero: Reconocer nuestro tamaño, nuestra diversidad, nuestras debilidades y nuestras fortalezas e instrumentos de actuación para influir en un cambio de la situación descrita y tratar de reconstruir un proyecto compartido de país en el que todos formemos parte y podamos contribuir.

Las organizaciones que actualmente tenemos una Clave Única de Identificación (CLUNI) en el registro de la Secretaría de Desarrollo Social somos alrededor de 23 mil y las que dentro de éstas tienen registro de donatarias son 7 mil. Es decir, frente a la envergadura de los problemas los ciudadanos organizados en OSC somos un número pequeño. Además varias que tiene registro son realmente organismos paraestatales como el Comité Olímpico Nacional.

De acuerdo a la encuesta reciente de CEMEFI sobre el voluntariado hay una participación amplia de ciudadanos en organizaciones de tipo deportivo, escolares o religiosas.

Sabemos que somos muy diversas que la mayoría realizan labores de asistencia social, otras se dedican al desarrollo y a realizar intervenciones en comunidad, otras más a la defensa de los derechos humanos y de agendas de políticas de determinados grupos de población y de personas, otras hacemos investigación y desarrollamos observatorios para la incidencia en políticas, un sector se ubica en la defensa del medio ambiente.

Nuestros intereses están dispersos y excepcionalmente logramos articularnos y encontrar objetivos comunes y construir consensos, nuestras coaliciones y redes tienden a ser precarias y poco duraderas. Enfrentamos conflictos de liderazgos y protagonismos, competimos por recursos y frente a las relaciones con los poderes públicos, diferimos en nuestras bases ideológicas, no tenemos una cultura democrática en nuestro funcionamiento, no nos apegamos a la legislación laboral, muchas veces no sabemos dialogar y negociar en buena lid y preferimos acusar, señalar y marcar con un cierto dejo de soberbia y sin evidencias sustentadas, algunas violentan principio éticos para sobrevivir, etc.

Nuestras fortalezas son que aún con nuestras debilidades contamos con un capital ético reconocido, con algunas excepciones, tenemos líderes de opinión y generamos agenda pública, tenemos capacidad de convocatoria nacional e internacional, desarrollamos innovación social, realizamos pedagogía y sensibilizamos a otros sobre nuevas temáticas e introducimos nuevos marcos de comprensión de la realidad. A veces logramos hacer una labor de intermediaciones entre los grupos sociales con los que trabajamos y los círculos del poder político y económico.

Ante estas realidades del sector de organizaciones civiles considero que ante la difícil y compleja realidad nacional deberíamos mejorar nuestras posibilidades de acercamiento y diálogo con el fin de encontrar objetivos comunes y promoverlos fortaleciendo nuestras propias redes y coaliciones con otros actores sociales.

Promover la democracia, la capacidad de escucharnos y generar confianza a partir del reconocimiento de nuestra diversidad permitiría ir avanzando en la construcción de un futuro compartido y en la superación de las brechas sociales, económicas y culturales que nos separan.

Superar y ser conscientes de nuestras prácticas discriminatorias que generan y profundizan el resentimiento de los sujetos a discriminación o reconocer aquellas acciones que contribuyen a profundizar la desigualdad como es pagar malos salarios, no cumplir con la legislación laboral, abusar en el cobro de nuestros servicios, no contratar a cierto tipo de personas: mujeres, indígenas, población LGTB, migrantes; no brindar nuestros servicios y apoyo a esos grupos, etc.

Es decir, hacer un profundo examen de la forma en que nosotros mismos o nuestras organizaciones contribuimos a las situaciones y procesos señalados en la primera parte de esta plática y encontrar las estrategias para abonar en su superación.

Las organizaciones civiles frente a los procesos electorales federales

Desde finales de la década de los ochenta del siglo pasado varias organizaciones de ciudadanos y ciudadanas independientes, acompañadas por intelectuales desilusionados de su militancia en diversos partidos decidieron iniciar una lucha por la democracia en el país. El llamado fraude patriótico en Chihuahua y los resultados de los procesos electorales en San Luis Potosí donde participó el Dr. Salvador Nava, así como de la muy cuestionada elección presidencial de 1988, dejaron clara la necesidad de rescatar la organización de las elecciones de manos de los gobiernos.

Lo que se ha llamado la democracia electoral se consideraba como un paso necesario para alcanzar una democracia participativa en donde la diversidad social estuviera adecuadamente representada en las estructuras del poder y se colocara el bienestar colectivo por encima de los intereses individuales y corporativos.

La década de los ochenta fue una década pérdida para el desarrollo del país y marcó el cambio hacia un proyecto económico neoliberal que afectó profundamente el bienestar de la población y cambió de manera autoritaria y sin una propuesta alternativa esperanzadora, el proyecto de país que se venía construyendo desde mediados del siglo XX.

En este contexto se inicia una amplia participación de una incipiente sociedad civil organizada con miras en un principio a evitar la repetición de los fraudes electorales, posteriormente a realizar una reforma profunda de la institucionalidad electoral, para finalmente conducir a procesos electorales equitativos donde los votos de los ciudadanas “contaran y se contaran bien”. Era en el fondo una lucha por rescatar los derechos políticos de la población mexicana.

Se puede formular así una periodización de la participación ciudadana en la consecución de una democracia electoral o de procesos electorales confiables, transparentes, equitativos, pacíficos y certeros al nivel federal. La primera etapa buscó atacar los ámbitos e instrumentos de la organización de elecciones respecto de los cuales existía mayor desconfianza de la población: la calidad del padrón electoral y de la jornada electoral. La segunda etapa se centró en apoyar y promover la ciudadanización de las instituciones responsables de organizar las elecciones y ampliar la participación de ciudadanos independientes en la organización y realización de las mismas. La tercera etapa tiene tres componentes, por una parte defender los avances logrados y evitar retrocesos, ampliar los ámbitos de la observación ciudadana al desempeño y participación de los distintos actores involucrados y procurar reducir el costo de las elecciones.

La primera etapa inicia con grupos de ciudadanos que sin mayores instrumentos y metodología deciden observar la jornada electoral desde fuera de las casillas para denunciar acarreo de votantes, llenado y robo de urnas, propaganda de los partidos el día de las elecciones, condicionamiento de programas sociales, etc. Se realiza con la participación de organizaciones con agendas diversas pero interesadas en lograr un cambio. Es animada por el Movimiento Ciudadano por la Democracia (MCD) que se constituye en una red de organizaciones con un fuerte contenido de activistas provenientes de organizaciones eclesiales de base en todo el territorio nacional. Los observadores del MCD acuden de distintas zonas del país a observar las elecciones estatales e incluso logran convocar a observadores s de otros países. Se inicia asimismo un esfuerzo por revisar y cuestionar públicamente la calidad de la lista de electores y los medios de comprobación para votar.

En la segunda etapa, se introducen a partir de la experiencia acumulada elementos de profesionalización de los procesos de observación electoral y se logra una gran coalición de organizaciones, académicos, y líderes de opinión que conforman Alianza Cívica en 1994. Constituida originalmente por acuerdo de siete organizaciones que contribuyen con activistas distribuidos en todo el territorio, recursos tecnológicos importantes, expertos e intelectuales de la política y voceros en los medios de comunicación, Alianza Cívica logra llevar a cabo un amplio ejercicio de observación en las elecciones federales de ese año. Esta incluyó la revisión y cuestionamiento del padrón electoral, la observación de acciones de compra y coacción y el uso de recursos públicos en apoyo a candidatos, la observación de la jornada electoral con instrumentos de captación homogéneos que después permitieron contabilizar las anomalías observadas, así como un conteo rápido y la participación de observadores internacionales en todo el país.

Surgieron entonces otras organizaciones de observadores de carácter nacional como las animadas por la COPARMEX, el SNTE y la ANCIFEM esencialmente abocadas a vigilar la jornada electoral.

Como resultado de la amplia movilización ciudadana del 1994 y del interés de algunos funcionarios públicos se realizan en ese periodo varias acciones que otorgan confianza en el padrón electoral y consolidan el uso de una credencial para votar con diversos dispositivos de seguridad, se establecen mecanismos de participación de los partidos políticos en la organización de las elecciones y lo más importante, se realiza una reforma electoral que sustrae del control del Gobierno Federal la organización de las elecciones y la confía a concejos electorales ciudadanos, a saber: el general, 32 consejos locales y 300 consejos distritales.

La nueva estructura de los consejos electorales del Instituto Federal Electoral (IFE) se convierte en el pilar de la participación ciudadana en la organización de las elecciones y permite ir difundiendo y mejorando la capacidad de los ciudadanos no partidistas para hacerse cargo de la organización de los procesos electorales.

Los procesos electorales del 2003, 2006 y del 2009 llevaron a las organizaciones de observadores a ampliar las materias objeto de su trabajo ante la evidencia de una creciente captura de las instituciones electorales por los partidos políticos y las distorsiones a la competencia electoral introducida por la poderosa presencia del duopolio de los medios de comunicación electrónica.

Por la preocupación derivada de la composición fuertemente partidista del Consejo General del IFE en 2003, un grupo de organizaciones, académicos y expertos electorales constituyeron una red de observación denominada Comité Conciudadano para la Observación Electoral (CCOE). Esta red amplió los campos de observación ciudadana e incluyó en el 2006 el seguimiento y análisis de los procesos de selección y capacitación de funcionarios de casilla, la metodología del conteo rápido, la intervención de diversos actores en las campañas políticas y el recuento de votos realizado por el Poder Judicial ante el conflicto derivado de los resultados de la elección presidencial. En el 2009, nuevamente dio seguimiento a la selección y capacitación de funcionarios de casilla, al montaje de la red de monitoreo de medios del IFE y evaluó el apego a los Principios de Brandemburgo de las resoluciones del Tribunal Electoral del Poder Judicial y del propio Consejo General de IFE.

En ambos procesos se llevó a cabo un proyecto denominado Congreso con Rostro cuyo propósito es observar la calidad democrática de los métodos de selección de candidatos seguida por los partidos políticos, así como poner a disposición de los ciudadanos información curricular de los candidatos a diputaciones de mayoría con el fin de que los electores pudieran realizar un voto informado y razonado. La idea subyacente es obligar a los partidos a explicar cómo y por qué eligen a sus candidatos y a dar a la ciudadanía información sobre ellos.

Como resultado de sus trabajos el CCOE aportó en el 2006 una propuesta de reforma electoral centrada en la defensa de los derechos políticos de los ciudadanos, que fue tomada en cuenta para la reforma electoral del 2007.

Para el proceso electoral en curso el CCOE ha considerado necesario centrar su observación en una evaluación objetiva del apego de los partidos políticos a la legalidad y de la calidad democrática de su cultura y prácticas. Al tener estos por ley el monopolio de la representación ciudadana resulta fundamental hacer una evaluación del acceso de los ciudadanos a los partidos políticos, del respeto a los derechos de sus militantes, del grado de transparencia en el manejo de sus recursos y de la congruencia entre sus documentos básicos y sus campañas políticas. La mira es derivar en nuevas disposiciones en el COFIPE o proponer una Ley de Partidos Políticos que los obligue a rendir cuentas, apegarse a la legalidad y a respetar los derechos políticos de los ciudadanos y de sus militantes.

Este recuento de algunas experiencias de observación de elecciones sólo toca de manera muy escueta y superficial los muy diversos espacios que tienen los ciudadanos para contribuir al desarrollo de elecciones confiables y evitar retrocesos indeseables. La masa de ciudadanos expertos en procesos electorales se ha ido ampliando y ese sólo hecho es una buena noticia.

 

Política social a nivel subnacional en México

 

No estoy al tanto del debate actual en la materia pero observo que:

  1. Se mantiene una centralización de la captación de ingresos por el Estado Federal. Los estados y municipios dependen de las participaciones federales y de los fondos federales especializados, mientras continúan con una muy baja recaudación propia. Subsiste y no parece estar en revisión el pacto federal en esta materia.
  2. Está ocurriendo una reconsideración y reversión de la agresiva política de descentralización adoptada en la década de los años noventas a partir del Consenso de Washington, del triunfo del pensamiento ortodoxo y de la adopción del modelo neoliberal de políticas social y económica (recentralización de la compra de medicamentos y del pago de la nómina de los maestros, la propuesta del INE)
  3. Se han hecho evidentes los crecientes niveles de endeudamiento de los gobiernos estatales y municipales y los altos niveles de corrupción en el ejercicio de los recursos federales por los gobiernos subnacionales. Opacidad en el manejo de las participaciones y corrupción en el manejo de los fondos: SUBSEMUN y Seguro Popular.
  4. Se hace cada vez más evidente la incapacidad de gestión de recursos y de políticas y programas de muchos gobiernos municipales parte por la falta de actualización de la arquitectura institucional municipal frente a la ampliación de atribuciones, funciones y recursos que recibieron en los últimos años: parte por la ausencia de un servicio civil de carrera municipal de carrera o de modelos de certificación de calificaciones profesionales y por la captura de los gobiernos municipales por la delincuencia organizada, los caciques tradicionales o por políticos que ven en ellos fuentes interesantes de recursos.
  5. La dificultad de hacer sostenibles las políticas y programas sociales que se observan al nivel federal se agudiza a los niveles subnacionales por la alternancia de partidos en los gobiernos, por partidos distintos en el los gobiernos estatales respecto de los que gobiernan los municipios y el federal, por conflictos al interior de los partidos y por la poca duración de los gobiernos municipales.
  6. Ausencia de mecanismos eficientes de transparencia y rendición de cuentas y de contrapesos en el ejercicio de la función pública al nivel subnacional por el control de los gobernadores de los organismos autónomos o en vías de serlo como los institutos de acceso a la información, la comisiones de derechos humanos, los institutos electorales; así como también de los poderes legislativo y judicial y de órganos de auditoría de los legislativos.

Parto de la hipótesis de que experimentamos:

  1. Gobiernos débiles en sus capacidades de diseño y gestión de políticas y sin experiencia y conocimiento de la cosa pública,
  2. Desmantelamiento de instrumentos de política gubernamental que le daban fortalezas a los Estados o al menos al Estado Federal, para orientar el desarrollo del país, por ejemplo el desastre que se vive en el campo mexicano a partir de la desaparición de varias herramientas y programas públicos (crédito, aseguramiento, insumos, acopio, etc.) y del cambio de prioridades; MENOS ESTADO Y MAS MERCADO
  3. Deterioro en la calidad de los servicios públicos sociales tradicionales como la salud, la educación escolarizada, los programas de vivienda, la seguridad social, la política de protección laboral y de los ingresos, con un salario mínimo legal que está por los suelos.
  4. Con ello, pérdida del sentido de lo público como un bien y una responsabilidad común y que se manifiesta en bajas retribuciones a los servidores públicos y desprestigio de la función pública; la presencia de una gran número de trabajadores de gobierno en relaciones informales de trabajo (honorarios, lista de raya, pago con autogenerados, contratos temporales, outsourcing, etc.); ineficiencia, corrupción y maltrato a la ciudadanía cuando acuden o utilizan un servicio público
  5. Muy pocas políticas de Estado que se sostiene en el tiempo a través de las distintas administraciones. Programas y acciones sociales que se van superponiendo, pocas se eliminan, las más se mantienen con bajos niveles de desempeño y representan generaciones distintas de lo que se entiende por política social. CONEVAL.
  6. Ciudadanía de baja intensidad, desigualmente organizada en el territorio nacional, con precarios mecanismos de participación en la arena pública y sin herramientas para llamar a cuentas a los políticos en posiciones de Estado. Impunidad inacabable y evidente enriquecimiento con recursos públicos.

Mi interés en esta plática, que insisto busca ser más una conversación en donde quiero compartirles mi visión de la cuestión social actualmente y trasmitirles mi preocupación por lo que percibo como incapacidad del Estado Mexicano en sus distintos niveles para hacer frente a las transformaciones sociales que estamos experimentando y a la creciente complejidad social en un mundo globalizado.

Considero que esa creciente complejidad y los déficits sociales que de ella derivan no puede ser enfrentada de manera individual o por las familias y que se requiere de una organización colectiva que hasta ahora hemos llamado Estado para que ayude a enfrentar las viejas y nuevas problemáticas sociales y organice y controle las normas de convivencia pacífica. No creo tampoco que los bienes y servicios del mercado cubrirán las necesidades que derivan de esos déficits sociales.

Es decir, requerimos de un pacto actualizado entre individuos, familias, Estado y mercado a partir del reconocimiento de la complejidad social actual y de los déficits en las necesidades de las personas. Posiblemente incluso requerimos de un pacto global por los niveles de interdependencia que hemos alcanzado y la presencia de poderosas empresas trasnacionales que doblegan a los Estados Nacionales a sus intereses de lucro y acumulación.

Propongo en mi intervención una reflexión más referida a la naturaleza de las políticas sociales que actualmente son necesarias; misma que rebasa la división sectorial de política social que se expresa en lo que hemos concebido como derechos sociales: alimentación, salud, vivienda incluyendo infraestructura de servicios, educación, seguridad social y protección laboral. Debemos ampliar la concepción de política social hacia otros temas de las necesidades humanas para alcanzar una vida feliz como son las necesidades del cuidado, del descanso y del uso del tiempo libre, del reconocimiento de los derechos y necesidades de los diferentes grupos poblacionales (infancia, juventud, mujeres, adultos mayores, etc.), de la seguridad en distintos aspectos de la vida, incluso la seguridad al interior de las familias, de acceso a un medio ambiente limpio, también al afecto, a la participación, a la inclusión y al reconocimiento como personas dignas, a la belleza, a la cultura y a los desarrollos tecnológicos.

A partir de esa apertura de lo que concebimos como política social que define los campos donde se requieren intervenciones del Estado, podríamos también reflexionar sobre qué responsabilidades corresponderían o sería mejor que asumieran los distintos niveles de gobierno, a partir de criterios definidos. Tal vez podríamos hablar de políticas sociales de proximidad.

Los requerimientos para la vida

Maslow nos planteó una jerarquía de las necesidades humanas en la que establece una escala donde a partir de la satisfacción de las necesidades más básicas, las de naturaleza fisiológica como respirar, beber agua, alimentarse, descansar eliminar los desechos corporales, evitar el dolor, tener relaciones sexuales y mantener la temperatura corporal en un ambiente cálido o con vestimenta; los seres humanos desarrollan necesidades y deseos más elevados que ubica en los escalones superiores de su pirámide poniendo en segundo nivel las necesidades de seguridad y protección (física, de recursos, de protección de bienes y activos, de vivienda), en tercero las necesidades de afiliación (amistad afecto, intimidad sexual, participación, aceptación social), en cuarto la necesidad de reconocimiento nivel bajo (auto-respeto, confianza, competencia, logros, independencia y libertad) nivel alto (atención, aprecio, reconocimiento, estatus, dignidad, fama, gloria e incluso dominio o poder) y finalmente la necesidad de autorrealización o de motivación del crecimiento ubicada en la cima de la jerarquía. Es a través de su realización que se encuentra una justificación o sentido de la vida mediante el desarrollo de una actividad.

Desde INCIDE Social empezamos hace varios años una reflexión sobre el desarrollo y la política social con miras a preparar los materiales de una taller que impartíamos en un curso de profesionalización de las organizaciones de la sociedad civil en todo el territorio nacional auspiciado por el INDESOL. Iniciábamos el taller dividiendo en grupos a los participantes y les proporcionábamos dos figuras humanas: un niño y una niña. El ejercicio consistía en que cada grupo tenían que definir cuáles eran los requerimientos que esas personas tenían para lograr una vida feliz, de calidad o una buena vida.

Al llevar a cabo el ejercicio en contextos territoriales distintos, fuimos recogiendo aportaciones interesantes y logramos integrar lo que llamamos una matriz de requerimientos para la vida humana. Los funcionarios de INDESOL le pusieron el “Felizómetro”

Comentario en torno a la publicación La Teoría de la Economía Política del Envejecimiento. Un enfoque para la gerontología social en México.

 

Quisiera agradecer a Ana Díaz- Tendero la invitación para participar en la presentación de la publicación que deriva de su tesis doctoral e iniciar felicitándola ampliamente tanto por el trabajo de investigación realizado como por la posibilidad que brinda a la comunidad interesada en el tema del envejecimiento de acceder a su trabajo vía la publicación de El Colegio de la Frontera Norte.

No es menor esto último conociendo las exigencias del COLEF para apoyar textos a ser publicados bajo su auspicio.

Aunque comenté con Ana mi dificultad de tiempo para hacer una lectura extensa y cuidadosa del amplio texto que nos ofrece, en lo que logré revisar reconozco que realizó una revisión y síntesis cuidadosa de la literatura norteamericana y europea que se ha venido produciendo sobre el tema del envejecimiento durante ya varios años y que ello nos aporta en México marcos teóricos que por lo que ella relata, no necesariamente han estado presentes en las investigaciones y publicaciones que se han realizado en México sobre el tema. Estas se ubican en el campo de “estudios de población” más que como análisis de lo que ocurre en México respecto de alguna de las teorías del mundo occidental desarrollado sobre el envejecimiento que de acuerdo a la autora ya tienen tres generaciones, esencialmente la teorías micro o individualistas; las teorías macro o estructuralistas y la teorías vinculantes.

El desarrollo del primer capítulo del libro me pareció especialmente iluminador y muy claramente expuesto pues sistematiza lo que son hasta ahora estas tres generaciones de teorías y sus principales postulados y me parece que al final reflejan por una parte, las diversas interpretaciones del proceso individual de envejecimiento en los contextos de los países de origen de los autores y por otra las relaciones que se dan entre las estructuras económicas, sociales y culturales de esos mismos países con el envejecimiento.

El tema que me parece que preocupa más a la autora es que esas teorías y conceptualizaciones, como nos sucede en nuestros países en muchos otros campos sociales, se refieren a sociedades con alto grado de homogeneidad y posiblemente equidad y por ello no se integra la dimensión de la diversidad incluso en términos de cohortes, ni tampoco de estratos socioeconómicos, raza, etnia y un poco menos de género.

Al exponer la Teoría de la Economía Política del Envejecimiento en su capítulos tercero y cuarto entiendo, porque no los alcance a revisar, que la autora trata de postular que esta teoría si estaría ofreciendo elementos más apegados a sociedades que como la mexicana adolecen de problemas de profunda desigualdad y falta de equidad, discriminación e inclusión exclusión de grupos de población de distintos estratos socioeconómicos, sexos, etnias, razas, ubicación territorial y cohortes.

Desde mi personal perspectiva me parece de gran pertinencia pensar que el proceso de envejecimiento es una construcción cultural, económica, social e incluso política y por lo tanto histórica, que coloca y forma a las personas adultas mayores en determinados estereotipos y roles según la época y cohorte a la que pertenecen y que los procesos individuales de envejecimiento están cruzados y marcados por esos estereotipos y roles y por su adscripción a determinados grupos socieconómicos, sexo, etnia y raza e incluso territorio y experiencia ocupacional.

No es lo mismo envejecer en una comunidad donde prevalecen valores de solidaridad intra e intergeneracional que en una sociedad dominada por la competencia individual y el éxito personal en el mercado; no es lo mismo ser viejo en un estado de bienestar de coberturas universales que en estados de protecciones sociales duales como ha sido el caso de México; no es lo mismo tener una trayectoria de ocupación formal protegida que provenir del sector informal de la economía; no es lo mismo ser un adulto mayor hombre que serlo como mujer; no son las mismas experiencias de la cohorte actual de viejos entre 65 y 80 años que la que vivirán los millones de jóvenes que actualmente tienen entre 15 y 29 años; no es lo mismo ser viejo en una ciudad de maquila de la frontera norte que serlo en una comunidad rural del sur de la República o en una familia extensa respecto de una familia nuclear.

El tema que se plantea entonces es el de las políticas públicas que deben asumirse frente al proceso de envejecimiento de la población mexicana. Ana Díaz Tendero nos advierte sobre la velocidad a la que envejecerá la población en México cuando nos dice que en Francia transcurrieron más de dos siglos (1750 a 2000) para que la proporción de adultos mayores sobre el total de la población pasara de 5.2 por ciento a 16.2 por ciento. En el caso mexicano, citando a Ham, en un lapso reducido a poco más de tres décadas (2000 a 2036) se hará el mismo recorrido. Actualmente se estima que la población adulta mayor representa el 6 por ciento y en 2036 será de 16 por ciento y en 2050 de 24 por ciento (32.5 millones de personas) de acuerdo a cifras de CONAPO.

No es un asunto menor que de 6 adultos mayores por cada cien personas en 2050 pasemos a 25 adultos mayores por cada 100 personas.

En la lógica de evolución de la estructura demográfica de México durante las etapas de las altas tasas de crecimiento demográfico la preocupación central de las políticas sociales fue ampliar la infraestructura de bienes y servicios dirigidos a la atención de la infancia. Fue una etapa de un crecimiento económico bueno y que permitió disponer de recursos públicos para montar la enorme infraestructura de educación primaria con la que aún actualmente envejecida, aún contamos, también permitió ampliar la infraestructura de salud y el desarrollo de programas de subsidio en materia de alimentación y las posibilidades de empleo, salarios decentes y protección social para los padres de esas generaciones.

No ha ocurrido lo mismo en la etapa de la demografía nacional donde la presencia de las cohortes de jóvenes ha crecido fuertemente. Lamentablemente esta etapa ha coincidido con un estancamiento de la economía nacional que ya dura 30 años, en el que ni la infraestructura social (educativa, de salud, de recreación y esparcimiento) ni los empleos y los salarios, ni la protección social han tenido avances como para incorporar a esas cohortes a niveles de vida dignos y darles un sentido y un proyecto de vida que les brinde esperanza.

Los adultos mayores del mañana provendrán de las generaciones de jóvenes de ahora que han estado privadas de un proyecto de país para su inclusión y su consideración como personas dignas.

La pregunta es ante que características de modelo y de crecimiento económico se va a enfrentar ese veloz proceso de envejecimiento de la población mexicana.

¿Continuaremos con un proyecto económico de economía de mercado no competitiva que privilegia a los grupos de poder monopólico privado? Continuaremos trasladando la propiedad y la riqueza nacional para su explotación y depredación por intereses privados nacionales y extranjeros? ¿Lograremos recuperar nuestro derecho al Estado, a la propiedad nacional de bienes y recursos estratégicos, así como a bienes y servicios públicos que realmente reflejen los intereses de las poblaciones y reconozcan su diversidad?

Agradezco nuevamente a Ana su invitación a esta participación y su aporte a una urgente y necesaria reflexión sobre la gerontología social y las políticas sociales que deberán acompañar la etapa de cambio demográfico hacia la que estamos avanzando de manera acelerada pues lo más preocupante es que no tenemos gobiernos a todos los niveles que se preocupen por el bienestar de las personas y con las capacidades de previsión de largo plazo, tan necesarias en esta etapa de la vida de México. ¿Cómo superar el inmediatismo del beneficio privado en los grupos que han capturado al Estado mexicano?